Final
Una semana después...
Luego de que Jimin armara un pequeño, pero notable show frente a todos, y debatir con su tío. Yoongi y Ryuu, llegaron a la conclusión de que no pueden obligar a Jungkook a estar a su lado, no luego de haberlo golpeado y de pedirle que se marchara.
Flashback.
—¿Qué mierda fue eso? —entra molesto el rubio a la sala, en la cual todos se encuentran presentes incluyendo los tres hombres de Jeon.
—Tranquilízate, Jimin —le pide Tsubasa, mientras una enfermera se asegura de tratarle los golpes de su rostro.
—No entiendo lo que ha pasado —habla Namjoon, confundido. —Él dijo que vendría a Japón, específicamente a Kobe para conseguir una segunda oportunidad contigo —continúa hablando, Nam.
Jimin ha escuchado lo que Namjoon ha dicho y algo dentro de él, le dice que ha sido su culpa el que Jeon ahora se encuentre con su madre.
—Sí, visito Kobe, pero Jiminie no lo quiere más, así que...
—No es necesario que especifiques eso, Tae —interrumpe Yoongi a su novio.
—Oh, claro. Lo siento —se disculpa sonriendo el castaño.
—¿Hablaste con Jung? —pregunta Yoongi al japonés, líder de Tokio.
—Muchas gracias, alguien páguele —agradece Tsubasa a la enfermera, para luego ordenarle a uno de sus hombres que le de dinero por su buen trabajo a la mujer joven.
Tsubasa guarda silencio y observa a ambos de pie, especialmente a su sobrino el cual se encuentra al borde de una severa crisis con la noticia sorpresa de que Jeon ha decidido permanecer con Aiko.
—No —musita.
La mirada de Jimin se desvía, y a lo lejos el japonés observa como el rubio traga grueso.
—No intercambiamos ninguna palabra _reitera Tsubasa.
—Es una completa estupidez —suelta desesperado, Jimin. —¿Qué es lo que harán? —cuestiona el rubio a Namjoon, Jin, Hoseok y Yoongi.
—Esperaremos —responde Hoseok, tranquilo.
—Esperar, ¿en serio? —dice con sonrisa burlona y nerviosa, Park. —¿Lo escuchaste, Yoon? —se dirige el rubio al mayor de los Jeon.
—Fuerte y claro, rubio —acota Yoongi.
—¡¿Qué acaso no piensan hacer nada al respecto?! —alza su voz el menor.
—Baja la voz, Jimin —le ordena su tío.
—Escucha, Jimin —Jin da unos cuantos pasos para acercarse más al rubio. —Jungkook le dijo a Nam que esperemos su orden, y es justo eso lo que haremos —aclara.
—Es una tontería —chista Park.
—No, es una orden —reitera Namjoon.
—Mi madre puede matarlo —les recuerda, en tono exasperado el rubio a todos.
—Basta, Jimin —interviene con dificultad Tsubasa, se pone de pie mientras todos en la sala lo observan.
—Pero...
—Sin peros —lo interrumpe molesto su tío. —Ha sido decisión de Jeon el quedarse junto a mi hermana, decisión que no debe importarte, Jimin —Tsubasa ve a su sobrino fijamente, ahora más que nunca sabe a lo que Jungkook se refería con sus palabras.
—¿A qué te refieres? —pregunta con un poco de confusión el rubio.
—Hasta donde yo sé, decidiste no estar más al lado de Jeon, no lo amas más porque es el asesino de tu padre. Déjalo tomar sus malditas decisiones y continua con tu vida, Jiminie —le aconseja su tío. —¿Es lo que querías no es así? —lo confronta—. No lo querías más a tu lado, pues ya no lo tendrás. Ahora esta con tu madre y posiblemente lo mate, pero eso a ti no debe afectarte en nada. Tú no lo amas más y no lo necesitas para ser feliz.
Ravi se acerca a Tsubasa y lo ayuda a poder abandonar la sala.
Luego de que Tsubasa el dueño de la casa abandonara la sala, uno por uno todos se retiran a excepción de Ryuu, el cual permanece en la sala al igual que Jimin.
—¡¿Qué?! —pregunta exaltado, Park, observando al japonés.
—Nada, solo quiero compañarte —dice relajado, Ryuu.
—No necesito compañía de nadie —suelta enojado, Jimin.
—Estoy de acuerdo en eso, la única compañía que necesitas es la de Jeon —se atreve Ryuu a mencionar al coreano.
—¿Qué es lo que quieres, Ryuu?
El enojo de Jimin es notable, pero más allá del enojo, su corazón duele.
—Solo quiero hacerte compañía, ya te lo había dicho —repite el japonés con una sonrisa en su rostro.
—Mi tío tiene razón —dice vacilando el rubio.
—¿Así? —cuestiona Ryuu.—Dímela entonces —le pide el japonés, acercándose más a Jimin.
—La decisión de Jungkook no debe porque importarme —articula con dificultad el menor.
—Pero te importa —le recalca Ryuu, insistentemente.
—Pero no lo hará más —susurra el rubio.
El menor se gira sobre sus talones y camina a pasos lentos y despreocupados hacia fuera de la sala, mientras la atenta mirada de Ryuu lo persigue.
—Entonces tendre que acostumbrarme a verte infeliz por el resto de tu vida —habla el japonés, llamando la atención de Jimin.
—No sé a qué te refieres —contesta Park, deteniendo sus pasos.
—Como digas, rubio.
Ryuu sonríe débilmente y camina a pasos largos, pasa al lado de Jimin, pero el japonés no se detiene ni siquiera para observarlo.
El rubio deja salir un enorme suspiro y la escena anteriormente vista viene a su cabeza acompañada por la escena en la cual le pidió a Jungkook dejarlo en paz. Lo hecho, estaba hecho, y por lo visto Jimin no quiere dejar su enojo y resentimiento atrás para permitirse ser feliz con Jeon.
1
Por su parte, Jungkook se ha comunicado con Namjoon tal y como lo prometió, ordenes específicas de que permanezcan en Tokio por una semana por parte de Jeon las cuales son acatadas por los tres hombres. Los cuales son acogidos en la enorme casa de Jimin en Kobe.
Todos permanecen atentos y es que después de la decisión tan osada que Jungkook había tomado sin ni siquiera haberlo comentado con alguien, se les hacía completamente difícil confiar en que la madre de Jimin haría o tomaría una buena decisión en la cual no afectaría a Jeon y todas las personas cercanas a él.
Fin del flashback
Todos en la enorme casa de Kobe se encuentran ocupados, Namjoon se ha tomado el atrevimiento de convivir más con Dai, y vaya que se divierte demasiado al igual que se cansa mucho, al tener que perseguir constantemente al pequeño.
Una carta llega hasta la puerta de la enorme casa, la cual es tomada por una de las sirvientas, ella se encarga de llevarla hasta donde Jimin se encuentra junto a Taehyung y Yoongi.
—Joven Jimin, ha llegado una carta —anuncia la sirvienta, la cual fija su mirada en el piso barnizado de madera.
—Dámela —ordena el rubio.
La sirvienta entra a la habitación y le entrega la carta a su jefe.
Jimin lee el reverso y en esta puede leer su nombre, su amigo Taehyung y Yoongi se encuentran frente a él, dándose muestras de cariño, mientras él abre el sobre.
—¿Qué dice? —pregunta impaciente, Taehyung.
—No lo sé, aun no la leo —contesta Jimin, sacando del sobre el pequeño papel con letras escritas a mano, y tres fotografías al final.
El menor deja caer el sobre al suelo, y lo primero que observa son tres fotografías. En la primera se puede ver a Jeon salir de una camioneta junto a su madre; la segunda los muestra a ambos en el lugar en el que todos los lideres Yakuza se enfrentan en un combate mientras son observados por los Yakuza de avanzada edad disputarse algún territorio aclarando algún mal entendido y resolviendo problemas de mandatos no cumplidos, o una oportunidad para vengarse con la aprobación de los ancianos Yakuza.
La tercera fotografía los muestra a ambos sentados al lado de uno de los ancianos amigos de Osamu. Jimin no puede creer lo que las fotografías le muestran, lo único que quiere es acabar con su madre y empezar de una vez por todas sin tener que preocuparse por ella.
—Voy a matarla —murmura el rubio, teniendo la atención de Taehyung y Yoongi.
—¿Qué sucede? —indaga Yoon.
Jimin le lanza las fotografías y luego se pone de pie. Desdobla la pequeña hoja y se dispone a leer lo que han escrito.
Tu tiempo de venganza llego.
El rubio hace bolita el papel y lo lanza molesto al suelo, Taehyung lo ve sin saber el motivo por el cual Jimin ha cambiado de un momento para otro.
Sin decir nada, Park camina hacia la salida de la habitación.
—Espera.
Yoongi hace que Taehyung se levante de su regazo, para seguido él ponerse de pie y salir tras Jimin.
—¿A dónde vas? —lo cuestiona Yoon.
—Iré a ese maldito lugar —contesta el rubio, mientras camina hasta su habitación.
—¿Estás seguro? —pregunta el mayor de los Jeon.
—Claro que sí —responde.
Ryuu se acerca a la habitación de Jimin y decide quedarse bajo el marco de la puerta justo donde Yoongi se encuentra, ambos observan como Jimin se ata las agujetas de sus zapatos, toma su chaqueta, se la coloca y por último toma su Katana.
—¿Qué sucede? —pregunta el japonés.
Yoongi le da las tres fotografías a Ryuu para que se entere de que es lo que está sucediendo realmente.
—No me sorprende —dice desinteresado el japonés.—¿Iras a terminar con ellos? —le pregunta Ryuu a Jimin.
—Así es, sino estás de acuerdo será mejor que te guardes tus comentarios —le pide el menor.
—No, no, por primera vez estoy de acuerdo y pienso apoyarte, es lo que tanto querías, ha llegado el momento —sonríe Ryuu.
—¿Qué mierda? —musita Yoon, admirado de las palabras que Ryuu le ha dicho a Jimin.
—Gracias, voy a despedirme de Dai y luego puedes acompañarme.
El japonés asiente, se hace a un lado para permitirle a Jimin salir de su habitación.
—¿Qué fueron esas malditas palabras? —cuestiona Yoon, alterado.
—Tranquilízate, Yoongi. El rubio solo necesita un incentivo para que termine con todo su enojo y su rencor —le explica el japonés.
—Va a matar a su madre y lo sabes —le recalca Yoongi.
—Lo sé —dice con una sonrisa en su rostro, Ryuu.
—También matara a Jungkook —murmura el coreano, recordándose de su primo y su mala elección.
—¿Vienes o no? —le hace la invitación el japonés a Yoon.
Dudando un poco, Yoongi decide ir, espera que este no sea el día en el que tiene que ver morir a su primo.
En el centro de Tokio en una de las cuantas casas más grandes del lugar, se encuentran reunidos los ancianos Yakuza.
Frente a ellos y alrededor de ellos muchos Yakuzas de distintos clanes, reunidos para dar un buen espectáculo ante ellos.
Aiko se encuentra junto a Jungkook, el cual trata de entender y repasar el plan que ha hecho, también espera que todo le salga como lo había planeado en su mente.
A las afueras de la casa a unas dos cuadras, Ryuu, estaciona el auto y tanto Jimin y Yoongi salen del vehículo, él se cerciora de llevar un arma lista para lo que puede llegar a suceder.
—Vamos —les indica Ryuu a ambos.
Entran a la casa y en la parte baja no hay absolutamente nadie. Jimin decide ir adelante, Ryuu, se queda atrás y saca su celular para enviar un mensaje.
—¿A quién le escribes? —indaga Yoongi a su lado, mientras empiezan a subir los escalones.
—A nadie importante —responde el japonés, para luego guardar su celular en el bolsillo de uno de sus pantalones.
Cuando terminan de subir los escalones pueden escuchar como algunos hombres están teniendo una pelea. Jimin toma la empuñadura de su Katana y observa a ambos hombres que han decidido acompañarlo.
Yoongi se coloca una manopla con pequeños cuchillos, Ryuu le retira el seguro a su arma, ambos asienten y le indican a Jimin que están listos para lo que venga.
Caminan hacia la única puerta que se encuentra abierta, el primero en entrar y ser derribado por dos hombres es Jimin. Yoongi al observar que han atacado al rubio entra de manera rápida y es el segundo en ser derribado por otros dos Yakuza. Ryuu está por tomar su arma, pero un golpe en su rostro se lo impide y lo doblegan al igual que lo han hecho con Jimin y con Yoongi.
—Mírenme —les ordena el anciano Yakuza al mando.
Los tres hombres alzan su rostro y ven al anciano que se encuentra frente a ellos.
—¿Te conozco? —pregunta el anciano a Jimin.
El menor ve al anciano y a su costado observa a Aiko y a Jungkook. Fija su mirada en el anciano y decide presentarse para que lo suelten.
—Soy Jimin Park Shiromatsu, nie...
—Nieto de Osamu —interrumpe y culmina la oración el anciano.
—Así es señor —afirma Jimin. —Ellos son dos de mis hombres —agrega el rubio.
El anciano mueve su cabeza y al instante Jimin, Yoongi y Ryuu dejan de ser sostenidos por otros Yakuza.
Ryuu y Yoongi se ponen de pie, lo contrario a Jimin el cual permanece de rodillas ante el anciano.
—¿Qué es lo que quieres? —pregunta el anciano.
—Quiero que me permita matarla —le pide Park, llevando su mirada hasta su madre, la cual viste un kimono negro. —Dele una Katana y déjeme terminar con esto —continua el rubio con su petición. —¿O tienes miedo? —se dirige directamente a Aiko.—Madre —pronuncia el rubio.
La mujer lo observa sorprendida debido al atrevimiento que su hijo el debilucho que le arrebató todo está teniendo justo en estos momentos, frente a muchos Yakuza.
Aiko se pone de pie y con una sonrisa que adorna su bello rostro camina hasta donde Jimin se encuentra de rodillas.
—Te traje al mundo, arruinaste mi vida. Mi padre te eligió como su escogido, me arrebataste todo, creo que la que debe terminar con esto soy yo.
Aiko extiende su mano y uno de los Yakuza más jóvenes le entrega una Katana.
—Te crees un Yakuza por tener un clan y hombres que darían la vida por ti —suelta con sorna, Aiko. —Tú no eres un Yakuza, hijo mío —le asegura con molestia.
—Claro que no lo soy madre —habla Jimin, luego de haberla escuchado.
—Yo soy un escogido, yo soy la pluma del ángel negro de la familia —sonríe ladinamente el rubio, orgulloso de su respuesta.
La madre del rubio se pone furiosa por lo que acaba de escuchar salir de la boca de su hijo.
—De pie Jiminie —le ordena su madre.
Jimin de forma lenta se pone de pie y toma la empuñadura de su Katana, su mirada esta sobre su madre, tanto que no se percata que Jungkook se ha puesto de pie.
—Te aseguro hijo mío, que este día no solo morirás tú o yo —habla Aiko.
El rubio observa una silueta al costado derecho de su madre, desvía la mirada un poco y ve a Jungkook de pie al lado de su madre.
—¿Quieres matar a tu madre, Jiminie? —pregunta burlonamente la japonesa. —Si me matas a mí, también debes matarlo a él —Aiko señala a Jungkook—. Eres mi hijo, Jiminie, aunque no lo aceptes.
La mujer toma la Katana con su mano izquierda, y con su mano derecha entrelaza su mano con la de Jeon.
Park desvía su mirada un poco y ve como su madre toma la mano de Jungkook.
—Se un buen hijo y dame todo lo que me pertenece.
El rubio recuerda el secuestro que su madre planeo para luego matarlo, recuerda la vez que lo emborrachó y lo obligó a hacerse un tatuaje. Recuerda todas las noches que tenía que escuchar sus malditos gemidos cuando era follada por un hombre distinto, recuerda las veces que su madre intentaba prostituirlo porque ella estaba cansada.
Por la mente de Jimin, pasan todos los malos recuerdos que tiene de su madre y es que, por más que busca encontrar un recuerdo bueno, no existe ninguno. Aiko lo había traído al mundo, pero en vez de darle amor y una buena crianza, le dio lo contrario.
—No voy a pelear con mi hijo.
Aiko deja caer la Katana al suelo bajo la atenta mirada de todos.
Jimin puede sentir la mirada de Jungkook sobre él, pero en estos precisos momentos su punto central de enojo y odio es la bella mujer que esta frente a él, sosteniendo la mano del hombre que el rubio quiere.
El rubio, luego de escuchar a su madre desenfunda su Katana de forma ágil, tanto que en un solo movimiento degolla a la mujer que lo trajo al mundo frente a todos.
Aiko suelta la mano de Jungkook, sus ojos se abren en gran manera, mientras se desangra observa a su hijo. Lleva sus manos a su cuello como si eso surtiera efecto para detener la sangre que abandona su cuerpo.
Los demás Yakuza sacan sus armas y apuntan a Jimin, Ryuu saca su arma y Yoongi se pone alerta.
—No disparen —les ordena el anciano Yakuza al mando, el cual aún se encuentra sentado presenciando todo.
Aiko cae al suelo y la mirada de Jimin se conecta con la de Jungkook, según lo que la japonesa había dicho, el turno de morir ahora le correspondía a Jeon.
Jungkook pasa encima del cuerpo de Aiko, se coloca frente a Jimin a solo tres pasos de distancia. Yoongi observa Ryuu preocupado por lo que ve.
—Hazlo, rubio —le pide Jungkook, entre susurros.
Jimin, por su parte, permanece en silencio observando los ojos del pelinegro, su Katana goteando sangre de su madre, lista para ser utilizada nuevamente cuando el rubio lo quiera hacer.
—Estoy listo, cariño. Me lo merezco.
Jeon alza su mano derecha y limpia una gota de sudor de su rostro.
—Hazlo, mi amor —le pide por segunda vez Jungkook a su lindo rubio. —Hazlo y termina con eso que sientes —insiste Jeon, cerrando sus ojos, escuchando los latidos fuertes de su corazón.
El menor observa a su hermoso pelinegro frente a él pidiéndole que le quite la vida, sus ojos poco a poco se llenan de lágrimas. Con su mirada nublada baja un poco su rostro y observa la mano derecha de Jeon, alza su rostro de nuevo, alza su Katana y la coloca dentro de la funda, se gira y sale a toda prisa de la habitación con lágrimas que salen de sus ojos y recorren todo su rostro.
—Ve por Jeon y llévalo a casa —le ordena Ryuu a Yoongi.
—¿Qué mierda es esto? —pregunta confundido, Yoon.
—Solo haz lo que te digo. Llevare al rubio a casa.
Ryuu se gira, guarda su arma y corre a toda prisa para poder alcanzar a Jimin.
Yoongi se retira la manopla de su mano mientras todos lo observan, Jungkook aún se encuentra con sus ojos cerrados, pero dos pequeñas gotas recorren su rostro.
—Es hora de irnos, Jung —le habla el mayor.
Jungkook abre sus ojos y observa frente a él a su primo.
—Sabia que mentía —sonríe Jeon, con sus ojos llorosos.
—Puedes explicarme todo lo que acaba de suceder mientras salimos de aquí y te llevo a casa —le pide Yoongi.
En el transcurso del camino a casa de Jimin, Jungkook le comenta el plan que había ideado solo, pero que perfecciono gracias a la ayuda de Ryuu.
—¿Estás diciéndome que te uniste con Ryuu y no conmigo? —suelta indignado, Yoon.
—Fue el único que se enteró, Yoon. Ryuu habló con Tsubasa y cuando me contacte con el tío de Jimin me comentó de la iniciativa que tenía desde un inicio —le comenta Jeon a su primo. —El plan de Aiko era debilitar a Jimin tomándome de rehén, pero sabía que mi rubio se volvería loco si yo me aliaba con su madre, por esa razón no me intercambie por el dinero —Jungkook hace una pausa, para aclarar su garganta—. Cuando Ryuu se unió a mi plan me pidió que trabajara la mente de Aiko, y eso fue lo que hice.
Yoongi observa por el retrovisor al pelinegro un poco sorprendido.
—Por esa razón ella se rehusó a pelear contra Jimin —dice Yoongi, cuando ha unido algunas pistas.
—Exacto —afirma Jeon.
—Por esa razón también Ryuu motivó a Jimin para que fuera a ese maldito lugar y se vengara de ustedes dos —comenta Yoongi.
—Las fotos fueron tomadas por uno de los Yakuza que trabajaba para Aiko, luego se las envié a Ryuu y él se encargó de hacer que le llegasen a Jimin. Cuando ustedes arribaron al lugar, el japonés me alerto por un mensaje de texto que ustedes ya se encontraban dentro —termina de contarle Jungkook.
—Maldita sea, como es que no me di cuenta —espeta Yoon, frenando frente a la enorme casa de Jimin. —¿Estas listo, Jung? —lo cuestiona el mayor.
—Más que nunca —asegura Jeon, para luego salir del auto.
Ambos entran a la enorme casa, Jungkook es recibido por Jin, Namjoon y Hoseok.
—Lo dejaremos pasar por esta vez solo porque Ryuu nos lo ha explicado todo —dice Jin abrazando a Jeon.
—Bienvenido de nuevo, imbécil —habla Taehyung, llamando la atención de Jungkook.—Dai está en la habitación de enfrente —le hace saber el castaño.
—Gracias —Jeon se dirige hasta Ryuu y ambos estrechan sus manos.
—De nada, ha sido un placer —sonríe el japonés, orgulloso. —Creo que debemos irnos a un hotel y dejarlos solos —sugiere Ryuu en voz alta.
—¿En serio? —pregunta Taehyung.
—Sí, concuerdo con eso —Yoongi va por su novio y luego camina hacia la salida de la casa.
—Le diré a los hombres que custodien la casa, la sirvienta cuidara de Dai mientras ustedes resuelven todo —le indica Ryuu a Jeon.
—De nuevo gracias —dice Jungkook.
—Ya deja de agradecerme y ve con el rubio —le pide el japonés.
Jungkook vaga por los corredores de la enorme casa, observa a una de las sirvientas salir de una habitación y por inercia deduce que Dai se encuentra dentro. Echa un vistazo y mira desde el marco de la puerta al pequeño profundamente dormido, se gira y ve la puerta cerrada que se encuentra frente a él.
—El joven Ryuu, me pidió que le entregara esto —la sirvienta le entrega una llave.
—Lleve al niño a la sala y espere allí —le ordena Jeon a la mujer.
Jungkook observa la llave, pero algo dentro de él le dice que no necesitara una llave para abrir la puerta, la sirvienta sale de la habitación con Dai en brazos, Jeon lanza la llave al suelo y camina hasta quedar frente a la puerta.
Extiende su brazo derecho y antes de girar el pomo, ruega porque su lindo rubio no le haya colocado el pestillo.
Gira el pomo y la puerta se abre, Jeon deja salir un enorme suspiro ya que el que Jimin no le haya colocado el pestillo a la puerta significa que esperaba por él.
Park se encuentra de pie frente a la ventana de brazos cruzados, el pelinegro entra a la habitación y cierra la puerta. Un incómodo silencio los embarga y es que Jungkook teme decir algo fuera de lugar y echarlo todo a perder.
—¿Qué haces aquí, Jungkook? —pregunta Jimin, rompiendo el incómodo silencio.
—Dímelo tú, rubio —responde Jeon, acercándose a pasos lentos, hasta llegar a la mitad de la enorme habitación.
—¿Qué se supone que haremos? —inquiere el rubio, girándose.
—Hare lo que tú me digas que haga, y lo digo en serio —le hace saber el pelinegro.
—No funcionaremos, Jungkook —Jimin camina hasta el centro de la habitación y se detiene frente a Jeon.
—¿Cómo lo sabes si aún no lo intentamos? —lo cuestiona el mayor. —Te amo, rubio —confiesa el pelinegro con seguridad al menor.
—Mierda, Jungkook —Jimin desvía su mirada.
—Hey.
Jeon alza su mano izquierda y la lleva al rostro de Jimin, deja pequeñas caricias sobre la mejilla del menor, el cual cierra sus ojos al sentir el cálido contacto de la piel de Jeon contra la suya.
—Mírame y dime que no me amas —le pide el mayor—. Dime porque no me mataste, rubio.
El menor niega sin abrir sus ojos.
—Mírame y dime porque no lo hiciste, rubio —insiste Jungkook una vez más.
—No puedo —articula con dificultad, Park.
Jeon deja de tocar el rostro de Jimin, lo observa fijamente tan hermoso y lindo como siempre, sonríe débilmente y lo siguiente que hace es girarse y caminar hacia la puerta.
Jimin escucha los pasos alejarse y abre sus ojos de manera rápida.
—No lo hagas, por favor —habla el rubio, observando como el pelinegro abre la puerta de su habitación—. No tienes por qué hacerlo.
Jeon se detiene y Park camina hacia él a pasos largos.
—Te diré la razón por la cual no te maté y estas aquí.
Jungkook no se gira, y se queda en el mismo lugar, listo para salir de la habitación.
El rubio observa que el pelinegro amenaza con abandonar la habitación, se acerca por completo a él y lo abraza a recostando su rostro sobre la espalda del mayor.
—Estas aquí porque me amas —responde la primera pregunta el rubio, haciendo que Jeon se relaje un poco, mientras es abrazado por su hermoso chico.
—Continua —le pide Jungkook.
—No lo hice porque te amo —Jimin hace una pausa para concentrarse y expresar lo que siente. —Te amo tanto que duele, te amo de la misma estúpida manera que tú lo haces, Jeon Jungkook —el pelinegro se gira de manera lenta y observa a su lindo rubio frente a él. —Te amo, imbécil —confirma finalmente Jimin, observando al hombre al cual pertenece en alma, cuerpo y mente.
—Te amo, rubio.
Jimin acorta la poca distancia entre ambos y Jungkook aprovecha para unir sus labios.
Cualquiera pensaría en un beso lento para reponer todo el tiempo en el que no estuvieron juntos, pero no es así, ambos se encuentran desesperados, se tocan el uno al otro como si fuese lo que necesitasen para poder sobrevivir.
Sus labios no necesitan previas, mucho menos sus cuerpos. Jimin lleva sus manos a la chaqueta de Jeon y se la retira de manera rápida, seguido por su camisa la cual sus botones se darán por perdidos debido a que el menor a tirado de esta fuertemente.
Jungkook lleva sus manos al pantalón de seda de pijama de Jimin lo desliza por su cintura y cuando este ha caído al suelo, alza al rubio, lo carga con sus fuertes brazos y lo empotra contra la pared.
Mientras Jimin se encarga de dirigir el ritmo de los besos, Jungkook se encarga de tocar el cuerpo de su lindo rubio a su antojo.
- Te extrañe tanto - dice Jimin, entre besos.
Jungkook se gira con Jimin aun en sus brazos y camina hasta la cama, las manos del rubio juegan con el cabello alborotado del mayor, el pelinegro coloca al menor sobre la cama, ambos se observan y sonríen al mismo tiempo.
El pelinegro deja un pequeño beso en los labios de Jimin, acompañado por una mordida.
—Mierda, Jungkook —se queja el rubio.
—Malditos labios —ronronea Jeon, complacido de volver a degustar los gruesos y deliciosos labios del rubio.
El mayor se pone de pie y retira su pantalón seguido por su ropa interior, se lanza de nuevo consumo cuidado sobre Jimin. Jeon le retira su ropa interior, luego de haber jugado con los pezones del menor y de dejar un largo camino de besos y mordidas en todo el abdomen del rubio.
—Te amo, rubio, lo juro por Dios que te amo —asevera Jungkook, mientras besa el cuello blanquecino de Jimin.
—Lo sé, mi amor —articula el rubio.
—Te amo, pero debo castigarte.
Jimin aleja un poco al pelinegro.
—Jungkook, por favor —suplica el menor para que cambie de opinión.
—No te tuve por mucho tiempo, debo hacerlo, rubio —se explica Jeon.
—Yo tampoco te tuve, Jungkook —contra ataca el menor.
—Me hubieses tenido si no te hubieras alejado de mí —le recuerda el mayor—. Pero eso es el pasado.
El pelinegro besa los labios del menor y empieza a tocar con una de sus manos la entrada del rubio.
—Bien, si es el pasado, empieza bien y no te comportes como un imbécil —le pide Jimin.
—El ser un imbécil es parte de mí, cariño.
Jungkook se aleja un poco de Jimin y masturba su pene logrando sacar un poco de líquido pre - seminal, lo esparce en la entrada del rubio y luego introduce uno de sus dedos sin siquiera avisarle al menor.
—Maldita sea, Jungkook —se queja el rubio, rasguñando los bíceps de Jeon.
—Lo siento, rubio —acerca su rostro al del menor y deja muchos besos sobre este.
Y tal como se esperaba de un imbécil como Jungkook, introduce su erección sin previo aviso y sin mucha preparación. Sus embestidas al inicio son suaves, pero poco a poco el ritmo es cambiando y también la posición en la que ambos se encuentran.
Jimin está ahora arriba de Jungkook moviéndose tan deliciosamente como lo había aprendido de recibir órdenes de su amado pelinegro, sube y baja, se mueve en círculos y observa el rostro lleno de excitación de Jeon, el cual lo enciende más.
—Mierda, rubio.
Jungkook presiona los glúteos de Jimin una y otra vez, haciendo que la piel se torne de color rojo.
—¡Aaah! Jungkook —gime Jimin, llevando sus manos al pecho del mayor.
—No te detengas —suplica Jeon, cuando siente que está cerca.
—Mierda, no puedo más —dice Park, jadeando moviéndose de forma lenta, mientras su clímax lo embriaga y lo debilita.
—No pares, Jimin —dice con voz ronca Jungkook, dando palmadas en los glúteos del menor, para luego ayudarlo a continuar moviéndose sobre su polla necesitada por tener una buena liberación, dentro del rubio.—Continua, rubio —le pide el mayor ayudándolo a moverse sobre él.—Así es, rubio, ¡aaah! mierda, sí —gime Jungkook, agotado cuando las paredes de Jimin presionan su miembro haciendo que se corra de una vez por todas.
—Estoy tan exhausto —confiesa el rubio, con voz agitada observando a Jeon.
—Solo necesitamos unos cuantos días para retomar la practica —el mayor le guiña su ojo derecho coquetamente.
—Estoy seguro que sí —Jimin eleva su culo un poco y el miembro de Jeon sale de su entrada.—Es lindo —dice repentinamente el rubio.
—¿El qué? —pregunta el pelinegro.
—El tatuaje en el dorso de tu mano —contesta Jimin, tomando la mano derecha de Jungkook, observándola detenidamente.
—Aun no está terminado, pero el que te gusté me hace feliz. Me lo hice pensando en ti —confiesa el mayor, viendo como ojos del rubio se llenan de un lindo brillo. —Bueno, pensaba en ambos, y este es el resultado —sonríe el pelinegro sin dejar de ver a Jimin.
El menor se encuentra hipnotizado viendo la silueta de dos serpientes tatuadas en el dorso de la mano del pelinegro, una negra y una blanca, total y completamente hermosas, todo un gesto de amor y fuerza por parte del coreano.
—En serio te amo, Jungkook —el menor deja un beso en el pecho del mayor, y luego se pone de pie.
—También te amo, mi lindo rubio —dice Jeon, observando como Jimin entra a la habitación de baño.
Mientras Park toma una ducha Jeon sale de la habitación, toma una ducha exprés y luego se dirige a la sala, toma a Dai en sus brazos y le ordena a la sirvienta que cambie las sábanas sucias por unas limpias.
La sirvienta vuelve a la sala y le hace saber que Jimin ha salido de ducharse y que espera por él.
Jungkook antes de salir de su habitación coge una pequeña caja color beige, que justo ahora la lleva sobre el estómago de Dai.
El pelinegro entra a la habitación y observa a Jimin vistiendo un nuevo pijama.
—Gracias por traerlo 'el rubio intenta tomar al pequeño, pero Jungkook se lo impide.
—Déjame acostarlo a mí, lo acomodas tú —le sugiere Jeon, a lo cual Jimin acepta.
Jungkook coloca a Dai en la cama y Jimin se dispone a acomodarlo, cuando observa la pequeña caja sobre el estómago del pequeño, la toma y al instante observa a Jeon.
—Es solo un regalo —dice Jungkook.
Jimin abre la pequeña caja, retira el papel de encima y observa una hermosa cadena de plata con un lindo colgante en forma de pluma.
El diseño de la cadena ha sido elaborada por el ya fallecido padre del rubio, el boceto se encontraba en la libreta que Jeon le había tomado a su ya difunto suegro.
—Jungkook, es hermosa —el rubio la saca de la cajita y la toma con su mano derecha.
—Déjame ayudarte —Jeon, toma la cadena. —Pero, antes que nada —el mayor deja un beso en los labios de Jimin—. ¿Quiere ser mi pareja en el crimen para toda nuestra puta vida?
El rubio no puede evitar sonreír y asentir.
—Ya te dije una vez que sí, y esta vez no será la excepción —responde Jimin.
—Más vale que tu respuesta sea la misma cuando te pida matrimonio —suelta Jungkook, mientras abrocha la cadena y luego la acomoda.
—Espero y cambies la forma en la que me pidas matrimonio —bromea el menor. —No seas un imbécil para estas cosas, mi amor —le pide Jimin, abrazando a Jungkook.
—Lo intentare, rubio, lo intentare.
Jeon abraza de forma fuerte a Park y deja pequeños besos en la sien del menor.
Jungkook presiona los glúteos de Jimin un poco fuerte, ganándose un lindo empujón por parte del menor.
—Imbécil —se queja el rubio.
Jeon lo acerca de nuevo a él y lo besa de forma tierna.
—Malditos labios —susurra sobre los labios de Jimin. —Mi lindo rubio —deja un último beso, y luego ambos se acuestan al lado de Dai.
El amor al final lo puede todo, no importa el que, no importa donde, no importa cuando, solo importa tener a esa persona a tu lado sin importar lo que los intente separar. Sin importar lo que deben de soportar, y lo que deben pasar, lo único certero es que todo es mejor cuando estas acompañado por el amor de tu vida para siempre a tu lado; sobreviviendo a los obstáculos y adversidades que la vida y el destino tiene preparado para ambos.
Jeon Jungkook y Park Jimin. Dos chicos, dos vidas distintas, unidos por el destino o la casualidad, la vida los unió de una manera para nada peculiar. El amor, el deseo, la protección y la posesividad. Llámenlo como gusten, al final quien manda es la mente, el corazón, la fortaleza, el dominio y el poderío que ambos hombres ahora ejercen no solo en una ciudad, sino que en cuatro.
Un solo bando, un solo corazón y una sola persona, es justo en lo que se han convertido desde ahora y para toda su puta vida. El poder, la riqueza y el dominio de grandes ciudades les pertenece.
Son uno solo, son una linda, caótica, sensual y peligrosa pareja en el crimen, para siempre, siendo bendecidos por la leyenda de la pluma del ángel negro.
Fin.
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