82
La camioneta en la que Jimin viaja se dirige a toda velocidad.
Amaya conduce lo más rápido que puede luego de haber descendido de un avión de carga.
El rubio, por su parte, toma uno de los intercomunicadores y busca la señal del clan de Hakone.
—Yoon, ¿me escuchas? —pregunta, mientras sostiene con su mano derecha el intercomunicador y con la izquierda sostiene a un adormitado Dai. —Mierda, Yoongi, responde —suelta desesperado, Jimin.
—¿Jimin? —se escucha la voz del líder de Hakone.
—Yoon, nos atacaron. Amaya conduce una de mis camionetas a toda velocidad, pídeles a tus hombres que no disparen. ¿Me escuchaste? —indaga el menor, cerciorándose de qué lo han escuchado bien.
—Entendido, Jimin —habla el mayor de los Jeon.
Amaya, pasa a toda velocidad el desnivel que une el santuario Yakuza de Hakone con la ciudad.
Jimin mira hacia atrás y con dificultad logra ver a los Yakuza formar una línea impidiendo el paso, mientras sostienen artillería pesada.
Cruzan el santuario y se adentran a la propiedad de Hakone, la pelirroja frena de forma brusca, tanto Jimin y Amaya se retiran el cinturón al mismo tiempo.
—Hay que entrar —habla la chica, mientras abre la puerta del conductor.
Park baja de la camioneta, es escoltado por Yakuzas y guiado por Amaya hasta el interior de la casa.
Las manos, las piernas y todo el cuerpo del rubio tiemblan, se aferra al cuerpo de Dai, acunándolo con sus brazos y su pecho. Camina con su mente divagando, tiene claro que puede morir, pero no quiere que su hijo presencie su muerte.
Amaya se detiene, pero Jimin sumergido en su parlanchina mente continúa caminando hasta salir al jardín, siendo observado por su mejor amigo y su prometido.
—¡Jungkook! —alza su voz, Yoon.
El antes mencionado aparece, observa a la pelirroja, pero no a su esposo y a su hijo, la mirada de Jeon viaja hasta Taehyung y Yoongi.
—En el jardín —le indica en voz baja su primo.
—Mierda —suelta Taehyung, asustado, al recordar la expresión indescifrable en el rostro de su amigo.
—Estará bien —dice Yoongi, atrayendo a su prometido hacia él.
Jungkook, por su parte, sale al jardín, disminuye la velocidad de sus pasos al ver el cuerpo de su rubio, temblar mientras sostiene a Dai.
El pelinegro se queda de pie atrás de su esposo, suspira y de forma lenta posa sus manos sobre los hombros del menor.
—Soy yo, está bien —susurra Jungkook, acariciando suavemente los hombros de su esposo —Jimin —lo llama Jeon.
—Estoy bien —articula con voz quebrada el menor. —Solo temo por él —habla con dificultad el rubio.
—Hey, cariño, no le pasará nada.
El pelinegro gira el cuerpo de Jimin, dejándolo frente a él.
—Lo protegeremos —le asegura Jungkook, a lo cual, Park asiente.
—Todo estará bien —dice Jung, abrazando fuertemente a su esposo y a su hijo. —Estaremos bien, Jimin —murmura en la sien del menor, para luego depositar un beso sobre está.
Mientras Park Jimin, líder Yakuza de Kobe y de los Ángeles Negros, se encuentra al lado de su esposo Jeon Jungkook, líder de la Mafia de Busan. Ryuu mano derecha y hombre de confianza de Jimin, intenta dar por finalizado un ataque que los tomo por sorpresa.
—Lancen a la camioneta de enfrente —les ordena Ryuu, al resto de sus hombres.
Hacen lo que el segundo al mando les pide, se lanzan contra el asfalto antes de la explosión.
—Hora de irnos —dice Wang, levantando a Ryuu del suelo.
—Tú no me das órdenes —reprocha el japonés.
—Bueno, estoy obedeciendo una orden del hermoso rubio que tienes por jefe así que, o entras al auto o te obligo a entrar —lo mira desafiante, Wang. —Muévete —le ordena el chino.
Ryuu se pone de pie, lleva su mano izquierda al costado derecho de su estómago, hace una mueca de dolor, abre la puerta trasera del auto y se lanza al asiento.
—No mueras, imbécil —le pide Wang, entrando al auto para luego arrancar.
—Es lo que desearías —habla con dificultad el japonés.
Una hora después...
Wang baja del auto, abre la puerta trasera y ayuda a Ryuu a ponerse de pie.
—Camina —le pide el chino, ayudando a que se apoye en él.
Entran a la casa de Yoongi, Jimin se pone de pie al escuchar decir a su mejor amigo que Ryuu está en casa.
Jungkook se pone de pie, toma la mano de Dai y sigue los pasos de su esposo hasta llegar a la sala de estar.
—Ryuu —pronuncia asustado, Jimin, trotando hasta donde su amigo y mano derecha se encuentra. —Taehyung, ayúdame —le ordena a su mejor amigo.
El castaño se apresura, toma de un brazo a Ryuu y lo pasa de la misma manera en la que Jimin lo ha hecho.
—Amaya y Wang, empiecen con el plan —les da la orden Park.
La pelirroja junto a Wang, salen juntos de la casa, tenían que empezar con el plan, con el detonante que alborotaría a todas las ratas que querían adueñarse de todo.
Jimin y Taehyung llevan a Ryuu a una de las habitaciones de invitados en el piso de abajo, una de las sirvientas se encarga de llevar un botiquín con medicamentos y antisépticos necesarios.
—Rubio —lo llama el japonés, mientras el menor le alza la camisa para ver su pequeña, pero dolorosa herida.
—¿Quieres que Jeon me mate? —bromea Ryuu.
—Cállate —le pide Jimin, con su entrecejo fruncido. —Te dije que subieras conmigo —reprocha el menor, tomando una gasa y agua destilada, que le entrega Taehyung.
—Acabamos con ellos, tal y como me lo pediste —le hace saber el japonés.
—Sí, y casi mueres —habla con voz pesada, el rubio. —Ya está limpio —dice Jimin, observando a Taehyung.
—Le colocaré unas mariposas, la herida no es tan grande —dice el castaño, cambiando de lugar con su amigo.
—Pero no morí, estoy aquí —habla Ryuu, siguiendo con la conversación mientras Jimin, coloca la cabeza del japonés sobre sus piernas.
—Pero pudiste haberlo hecho —lo confronta a la defensiva, el rubio.
—Pero no lo hice. ¡Aaah!, mierda —se queja el japonés, al sentir un poco de dolor en la piel de su estómago. —Maldita sea —continúa quejándose, Ryuu. —Sé que estas molesto y preocupado, rubio —habla el japonés con dificultad, alzando su vista para hacer contacto visual con su líder. —Pero estoy bien —murmura. —No me pasara, ni nos pasara nada —ahora Ryuu, habla con su voz más clara.
Extiende su brazo izquierdo y posa la palma de su mano sobre el dorso de la de Jimin. La presiona un poco con sus dedos y luego suspira.
—Prometí que iba a protegerte, y es lo que haré siempre, rubio.
Jimin asiente a las palabras dichas por el japonés.
—Bien, pero no mueras, no puedes marcharte tú también —dice el rubio, con su voz entrecortada y sus ojos llenos de lágrimas.
—No lo haré, no me marcharé —le asegura Ryuu. —Ahora ve con tu esposo y Dai —le ordena el japonés. —Voy a descasar —dice, mientras sonríe para Jimin.
—Gracias —susurra el menor, acariciando con su otra mano el rostro del japonés.
Jimin sale de la habitación, ve a Yoongi llevar a Dai en brazos dormido, camina hasta el jardín, se detiene al lado de Jungkook y lo abraza de forma fuerte.
—¿Cómo está? —pregunta el mayor, correspondiendo el abrazo de Jimin.
—Adolorido, pero estará bien —responde Park, recostando su cabeza en el pecho de su esposo.
—Estaremos bien, Jimin, lo haremos juntos —habla Jeon, mientras pasa a Jimin adelante de él, para abrazarlo por la espalda, recargando su barbilla en el hombro izquierdo de Park.
El menor ladea su rostro hacia la derecha, mirando de reojo al pelinegro, mientras coloca sus manos sobre las de él.
—Estaré a tu lado en la batalla, no me alejaré de ti —indica en voz baja, Jungkook, mientras mantiene sus ojos cerrados y abraza el cuerpo de Jimin.
—Ni yo de ti —añade el rubio, soltando un pequeño suspiro.
—Acabaremos con ellos, rubio —agrega Jungkook, para luego dejar un beso en el cuello del menor.
Jimin, sonríe y siente.
Tiene miedo, miedo de perder a Jungkook o de dejarlo solo junto a Dai, pero no quiere morir, no está en sus planes morir en una batalla y dejar vacía la ciudad por la cual, su tío y su abuelo habían fallecido.
Así que sobrevivira junto a los suyos para proteger aquello que con mucho esfuerzo sus familiares construyeron.
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