75
Hiroshima/Japón
Jungkook viaja en una camioneta gris blindada, en la parte trasera lo acompaña Jin, el cual intenta verse lo más atractivo y llamativo.
El conductor mantiene su mirada en el camino y constantemente observa a su jefe por el retrovisor.
—Nos cubren ahora —le hace saber, cuando observa las luces color blanco fuertes alumbrar.
—Entendido —dice Jeon.
Acomoda su blazer color negro, saca su Beretta nueve milímetros, le retira el cargador cerciorándose de que esté lleno de balas, introduce nuevamente el cargador, le retira el seguro y la guarda en la cartuchera entre su saco y su cintura.
—Jin.
—Ya lo sé, solo hablare cuando mencione a tu pareja, de lo demás te encargas tú.
Jungkook asiente.
El castaño revisa su revolver bajo la atenta mirada del pelinegro a su lado.
—Llegamos —anuncia el conductor.
—Quiero la puerta semi abierta —le ordena Jeon—. A los demás los quiero atentos, no es nuestro territorio. Recuérdenlo.
Jungkook, abre la puerta al mismo tiempo que Jin, ambos se encuentran en la parte trasera de la camioneta.
Se miran y asienten.
Tres coreanos escoltan a Jeon, el líder de la mafia de Busan. Jin, camina unos cuantos pasos atrás de Jungkook manteniéndose al margen sin dar un mal aspecto.
—Tú jefe me espera —se dirige el pelinegro a un japonés.
—Adelante —se retira de la puerta con desagrado.
El primero en dar un paso hacia dentro de la habitación en la que los esperan es Jeon, sus hombres lo escoltan, mientras toda la atención está sobre él.
Jungkook se acomoda su blazer, camina lento, pero seguro, observando a cada paso que da el lugar y el número de Yakuzas que hay dentro.
—Conte veinte —se escucha un susurro.
—Veinticinco —agrega Jin.
—Vaya, vaya, tenemos una visita de lujo —el líder Yakuza se pone de pie. —Hazme el favor y desaste de las armas —le pide a Jeon.
El pelinegro, resopla y sonríe.
—No lo haré, por el simple hecho de que tus hombres entraron a mi territorio con armas de todo tipo y calibre. Así que no, no voy a deshacerme de las armas estando en tu territorio —la mirada de Jungkook se vuelve fría, no se dejará intimidar por Yakuzas.
—Bueno, eso tiene una explicación —el japonés sin camisa, mostrando sus tatuajes camina hacia Jeon. —Washi, líder de los Yakuza de Hiroshima —se presenta.
—Jungkook, líder de todo Busan —estrechan sus manos.
—Verás, Jungkook
Ahora ambos están a una distancia no tan lejana, el uno del otro.
—Tú tienes un vínculo con un eligido —la ceja izquierda de Jeon se alza. —Eres la pareja de un Ángel Negro —una leve risa se escucha, cautivando la atención del japonés.
—Perdón —se disculpa Jin.
—Estas culpándome de algo que es erróneo, ahora tengo ganas de golpearte —Jungkook, ladea su rostro.
—¿Estás llamándome mentiroso? —lo señala el japonés.
—Si tuviera un vínculo con quien sea que tú dices, ¿por qué estaría aquí? —el pelinegro, acorta la distancia entre ambos.
—Cálmate, amor —le pide Jin.
—Estoy aquí porque infringiste mi territorio, me robaron dinero y cargamento —lo acusa Jeon, con su entre cejo fruncido—. No tengo un vínculo con nadie, solo vengo a escuchar la manera en la que piensas pagarme.
El pelinegro da tres pasos hacia atrás. Extiende su mano derecha y Jin se acerca a él, captando la atención.
—Mi pareja —sonríe ladinamente, Jungkook.
—Jin —se presenta—.Espero y pueda tener una forma de pagarle a mi prometido, me siento ofendido al saber que lo señala de tener un vínculo con uno de los suyos.
—No es de los nuestros —agrega de forma rápida, Washi—.Puedo darte cargamento si eso te hace sentir mejor.
Jungkook, niega, sorprendiendo a Jin.
—Quiero el doble de mi cargamento y el dinero. No me pienso ir de Hiroshima hasta que lleguemos a un acuerdo, a menos que quieras un enfrentamiento entre nosotros.
Washi asiente.
—Por favor, acompáñenme —les pide el japonés.
Los guía fuera de ese lugar, atraviesan un pasillo largo y luego se detienen frente a un pequeño cuarto.
—Llegaremos a un acuerdo aquí, pero necesito saber si estas dispuesto a unirte, Jungkook.
—Primero debo escuchar una buena propuesta de como recuperarás mi dinero y cargamento, para que yo decida unirme, Washi.
Los tres toman asiento, Jin, no entiende el punto de Jeon, pero le seguirá el juego hasta donde su amigo lo crea conveniente.
—¿Entonces tú y ese chico rubio, líder de los Ángeles Negros, no tienen nada que ver? —pregunta el japonés.
—No olvides que estoy aquí —le recuerda Jin.
—No, ni siquiera lo conozco en persona —responde Jungkook.
—¿Qué hay del líder de Hakone? es tu familiar. Tu primo para ser exactos.
—Yoon y yo casi no nos vemos, ni siquiera me invita a sus eventos para no exponer a sus Yakuzas —contesta a la segunda pregunta del japonés—. Ahora, hablemos de mi dinero y mi cargamento, estoy aburriéndome.
—Sé cómo lo recuperarás, pero para eso debes unirte a nosotros.
Jin, alza sus cejas al escuchar las palabras de Washi.
—¿A nosotros? suena a demasiadas personas —Jungkook, se pone de pie—. Y no creo que me pagues así que...
—Ese chico tiene dinero, oro e información que nosotros deseamos —confiesa al ver que está perdiendo la importante ayuda del coreano.
—¿Qué papel vendría a cumplir yo, en sus planes? —luego de lanzar la pregunta Jin se pone de pie.
—Nosotros robaremos todo y tú...
—Alto ahí, alto ahí —interviene Jin.
—Ustedes robaran todo y nosotros los vamos a entretener —Jin, niega repetidas veces. —Eso no pasara, secuestren al chico rubio, tortúrenlo y que les diga donde está todo —el japonés niega ante la propuesta del castaño al lado de Jungkook.
—Es un Ángel Negro —suelta el japonés.
—Puede ser uno blanco y daría igual —replica Jeon.
—No lo entienden, son escogidos por sus antepasados, no todos los Yakuza tenemos la bendición de nacer bajo la leyenda de los Ángeles Negros. Ese chico tiene el poder en su Katana.
—Entonces que alguien robe su Katana y listo. Nos devuelven todo, el doble, claro.
—El poder está en su Katana, nadie puede tocar esa Katana solamente él.
—Eso es demasiado estúpido —dice Jungkook, riendo.
—Lo que digo es verdad, por esa razón queremos arrebatarle todo. Creímos que eras su pareja por eso envié a mis hombres a Busan, mis disculpas si perdiste a hombres valiosos, pensamos que...
—Pues pensaron mal y ahora más vale que lo que estés diciendo sea verdad, o te juro que te matare —lo amenaza Jeon, sacando su beretta nueve milímetros, apuntándole al japonés. —Voy a dejarte en claro algo, Washi. El hecho que este en tu territorio no quiere decir que te temo, soy un asesino al igual que tú, no le temo a nada así que, si me doy cuenta que me mientes te matare a ti y a todos tus Yakuzas —expone y cuestiona—. ¿Queda claro?
El japonés ríe alto y asiente.
—Tranquilo Jungkook, después de obtener tu dinero y cargamento no vas a arrepentirte de haber hecho una alianza conmigo.
El pelinegro deja de apuntarle al japonés.
—No te equivoques, Washi. Yo no soy tu aleado, tú eres el mío —sonríe ladinamente Jeon, mientras guarda su arma. —Ahora si me disculpas, visitare a mi primo —Jin se acerca a Jungkook, sujeta el antebrazo del pelinegro con fuerza. —Luego comprenderás por qué tú eres mi aleado —le guiña su ojo derecho al japonés y luego camina hacia la puerta junto a Jin. —Sería un buen gesto el pagar el hotel en que me hospedo con mis hombres —añade, con tono de voz elevada.
—Más vale que lo que tengas sea bueno, Jungkook —escuchan al japonés.
—Lo es —susurra Jeon.
Los hombres de Jungkook abandonan la casa y luego abordan las camionetas.
—¿Qué mierda se supone que le daremos para que te obedezca? —pregunta Jin, molesto.
—Mientras más rápido expongamos esto, más rápido acabaremos con ellos —intenta explicar el pelinegro.
—Llama a Jimin y a Ryuu, diles que salgan, necesitamos que los vean juntos —el castaño asiente, mientras toma un celular desechable.
—Yoon, soy yo, escúchame, iré a Hakone necesito que me recibas un poco fuerte, busca una línea donde no seamos descubiertos tengo un plan, aunque debe ir a discusión y creo que nos llevara un poco de tiempo.
—Entendido.
—Nos vemos en unas horas —cancela la llamada el mayor de los Jeon—. Hemos iniciado el juego.
Jin, asiente, mientras suelta un suspiro.
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