68

Busan/Corea de Sur

Las puertas de la pista privada de Jeon. El líder principal de la mafia de Busan ha sido abierta y eso solo puede significar una sola cosa.

El dueño de la ciudad esta de regreso y eso implica ajustes de cuentas luego de lo sucedido.

Jin se encuentra al centro de dos camionetas negras blindadas, a su alrededor seis hombres bien armados con sub ametralladoras y escopetas.

El jet privado aterriza y Jin se acerca de forma rápida cuando observa la puerta abrirse y las escaleras descender.

—Área segura —le informa uno de los hombres.

—Es seguro —habla Jin.

La sombra de alguien se asoma y segundos después, Kim, puede ver a Jungkook desciende los tres escalones del jet privado con Dai a su lado.

—¿Qué hace el niño aquí?

—Es mi hijo —responde.

—Ya sé que es tu hijo. Mi pregunta es ¿por qué lo trajiste? —fórmula mejor la interrogante su amigo.

—Bueno, el rubio y yo estamos teniendo unos pequeños desacuerdos.

—Jungkook, no lo eches perder —le pide Jin.

—Te aseguro que está vez no es mi culpa —carga al pequeño en brazos, mientras su amigo atiende una llamada.

Cuando sabe que es su primo, le arrebata el celular y cancela la llamada.

—Te prohíbo que divulgues lo que sucede —le ordena Jeon.

—Era Yoongi.

—Lo sé, yo hablaré con él luego —dice Jungkook, mientras entra en la parte trasera del auto junto a Dai. —Llévame al hospital, necesito ver el estado de Nam —habla Jung, observando los mensajes que Jimin le ha enviado y luego las llamadas.

—¿Así que hay problemas en el paraíso? —interroga Jin, intentado averiguar más sobre el tema.

—¿Qué paraíso?, no tengo ningún paraíso —contra ataca rápidamente el pelinegro, observando a Dai ver caricaturas en su tableta. —¿Quiénes saben de mi regreso? —pregunta desviando la conversación.

—Solo yo y los hombres que nos escoltan —contesta Jin.

—Las cámaras.

—Las bloqueé todas, nadie sabrá de tu regreso hasta que tú así lo quieras —Jin toma un suéter largo y grande color negro del asiento del acompañante. —Antes de salir cúbrete —le lanza el suéter. —Me quedaré con el pequeño, tú ve —estaciona el auto, mientras Jeon se coloca la prenda.

Antes de salir se coloca la capucha del suéter, deja un beso sobre la sien de Dai y luego sale del auto.

Cuando está dentro pide información sobre el paciente, Kim Namjoon, le indican la habitación y sin pensarlo y sin hacer estaciones camina directo a la habitación.

Da dos toques y luego abre la puerta, observa una silueta al centro de la habitación frente a la camilla, le apuntan, asiente al reconocer a su amigo.

—Hoseok soy Jeon —habla en voz clara, entrando a la habitación, cerrando la puerta tras él.

—Jungkook —articula su amigo, bajando el arma y caminado hasta el antes mencionado. —Es bueno tenerte de regreso —dice aliviado Hoseok, abrazando al pelinegro.

—Lo sé —es lo único que puede decir Jeon.

Hoseok enciende la luz de la habitación para que su amigo y jefe pueda ver el estado en que se encuentra Kim.

El rostro de Nam presenta inflamación, sus ojos no parecen notarse, tiene pequeños cortes en sus antebrazos y en su boca yace un tubo el cual, le permite poder respirar.

Jungkook intenta hablar, pero no puede, está estático, el estado en el que su amigo se encuentra es deplorable.

Lleva su mano derecha a su boca y se queda de esa manera por unos minutos, intenta controlar su respiración y no dejarse llevar por su sed de venganza y su impulso asesino y despiadado.

—¿Qué fue lo que sucedió? —pregunta después de un tiempo, tomando asiento al borde de la camilla.

—Nam terminaba de cobrar, estaba por salir del bar cuando cuatro tipos se lo impidieron, le arrebataron la bolsa de dinero y luego lo golpearon —le relata Hoseok. —Tiene rota una costilla, está le ocasionó una laceración en el pulmón derecho, tuvieron que entubarlo por ahora —le explica—. Con respecto al cargamento, interceptaron el furgón, le quitaron la cida al conductor y a sus escoltas

Jung asiente.

—Logre conseguir información que nos ayudará, así mismo tengo un testigo y tal parece que un rehén.

El celular de Jungkook suena y al instante su amigo deja de hablar.

—¿Qué? —atiende.

—Dai, no deja de llorar —dice Jin, sonando desesperado, mientras el llanto del pequeño se escucha fuerte y claro.

—¿Jimin, está aquí? —pregunta Hoseok.

El pelinegro niega al mismo tiempo que cancela la llamada.

—Me hospedare en un hotel, no quiero que nadie sepa de mi regreso por ahora. Te enviaré la dirección y la hora —le da órdenes específicas, Jeon—. Lleva al testigo y al rehén, si puedes consigue mis armas.

Hoseok asiente.

—Nos vemos mañana —se despide Jungkook, estrechando su mano con la de su amigo. —Le diré a Jin que te releve a la media noche _dice para luego cerrar la puerta.

Sale del hospital y entra al auto de manera rápida.

—Papá —chilla el pequeño, aferrándose al cuerpo del pelinegro.

—Por fin, estaba hartándome de escucharlo llorar —se queja Jin.

—A la media noche regresaras al hospital y relevaras a Hoseok.

El chico lo observa sorprendido a través del espejo del retrovisor. 

—No, no es una jodida broma —dice Jeon, dando pequeñas palmadas en la espalda de Dai, para que pueda dormir. —Llévanos a un hotel de confianza, quiero una habitación grande para que el enano juegue y que tenga una sala amplia. Consigue bolsas negras o lo que sea para no ensuciar la alfombra —acomoda al niño entre sus brazos y sus piernas siendo cuidadoso en cada uno de sus movimientos.

—¿Algo más? —pregunta con sarcasmo, Jin.

—Por ahora solo necesito que te apresures. El enano se durmió.

—Hijo de puta —espeta Jin.

—También te extrañé, Jin, también te extrañé —murmura Jeon, riéndose de su amigo.

Jungkook antes de acostarse al lado de su hijo, le toma una fotografía al pequeño y se la envía a Jimin con el objetivo de hacerle saber que el niño está bien.

Ignora los mensajes que su esposo le envía y se acuesta al lado de su hijo.

Cuando la mañana llega le envía la ubicación, la habitación y la hora a Hoseok.

Mientras viste a Dai recibe una llamada por parte de Jin.

—¿Qué haremos con Nam?

—Que lo trasladen a un hospital privado, paga lo que sea con tal que todo sea confidencial —le ordena Jeon.

—Entendido.

—Y date prisa —dice burlándose de su amigo.

—¡Papá, papá! —lo llama Dai, mostrándole las caricaturas que ve en la televisión del hotel.

—Servicio al cuarto —anuncia la voz de una mujer.

—¡Adelante! —grita Jeon.

La mujer entra y empuja el carrito hasta la habitación principal.

—Buen provecho —dice haciendo una reverencia.

—Gachas —agradece Dai, haciendo sonreír a la sirvienta.

Desayuna junto a su hijo mientras mira Dora la exploradora junto a él, niega y bufa cada vez que la muñeca hace preguntas ilógicas para él, pero que para Dai parecen ser importantes.

—Jungkook, ya llegue —informa Hoseok.

—Saldre en un momento —dice Jeon.

Se pone de pie cierra la puerta del baño, le coloca seguro a la ventana de la habitación, toma los cubiertos y el cuchillo para mantequilla. Mira alrededor de la habitación asegurándose de no dejar pasar algún objeto con el cual, Dai pueda lastimarse estando solo.

—Dai.

—Shi —dice girando su rostro un poco.

—Estaré en la sala con tus tíos, espera acá a papá mientras miras a Dora.

El pequeño asiente.

—No quiero que toques cosas indebidas, puedes lastimarte y tu appi se molestara mucho —deja un beso en la mejilla derecha del pequeño y luego camina hasta la puerta.

Sale de la habitación encontrándose a Hoseok a Jin y al señor Kim, el tío de Namjoon.

—¿Qué hay en ese carrito? —pregunta Jungkook, señalando el carro en el que movilizan las maletas.

—El sospechoso, el rehén, como quieras llamarlo —parlotea Jin.

—No me mires, fue su idea —habla Hoseok, alzando sus manos culpando a Seok Jin.

—Nadie lo vio, fui cuidadoso.

Jeon suspira.

—Señor Kim —saluda Jungkook al tío de Nam.

—Jeon —responde el señor—. Soy el testigo.

—Lo sé, ahora dígame lo que recuerda —le ordena el pelinegro.

—Eran cinco hombres —empieza a relatar el señor, al instante Jungkook mira a sus amigos molesto—. Pero sólo cuatro atacaron a mi sobrino, cuando se marcharon los cuatro, quebré un envase de cerveza y luego intercepte al maldito y lo apuñale en el estómago.

—Sácalo de ahí —le ordena Jeon a Jin, señalando la maleta grande color negro.

—Lo arrastré a la bodega, lo curé y lo mantuve con vida. Cuando Hoseok llegó a mi bar se lo informé —concluye su relato el tío de Namjoon.

—Despiértalo, Hoseok —le pide Jungkook, mientras se dobla las mangas de su camisa hasta el codo.

—Claro que lo despertare —dice emocionado, caminando hasta el hombre.

—Es japonés —informa el señor Kim. —Al igual que los otros cuatro —agrega.

—Gracias señor Kim, uno de mis hombres lo llevara a visitar a Namjoon.

El señor asiente y sale de la habitación.

Jin coloca el plástico transparente sobre la alfombra mientras Hoseok empieza abofetear el rostro del sospechoso.

—Desperto.

—Ténganlo en el centro —les pide Jungkook, tomando dos cuchillas bien afiladas, de la maleta que Hoseok le ha llevado con armamento.

Jeon extiende su mano derecha y le hace un corte en el rostro al tipo.

—Seamos breves, así que habla.

—Vendrán de nuevo —habla el tipo.

—¿Quiénes? —indaga Hoseok.

El tipo murmura algo, pero lo hace tan suave que Jeon y Hoseok no logran escucharlo.

—¿Dijo mi clan? —articula Jin, dudando.

—¿Clan? —repite Jungkook, frunciendo su entrecejo.

Rompe la camisa del tipo y observa su cuerpo lleno de tatuajes. Su sangre hierve, está furioso, muy furioso.

—¿A qué clan perteneces? —lo interroga Jungkook.

—No diré nada —responde negándose el japonés.

—Por supuesto que lo harás —sonríe ladinamente, Jungkook.

—Amordácenlo —les ordena a sus amigos.

Toma un destornillador con su mano derecha, camina hasta el japonés y el primer lugar en incrustarlo es en su muslo derecho, lo retira y lo incrusta ahora en su muslo izquierdo.

El japonés flaquea, pero Jin y Hoseok se encargan de mantenerlo estable.

—Tú clan —le pide Jeon de nuevo.

—No...

El pelinegro, niega molesto, alza su brazo y le clava el destornillador en la mejilla derecha.

La mordaza se llena de sangre, Hoseok se la retira.

—Hiroshima —balbucea, botando sangre de su boca. —Mátame —súplica el japonés.

—Claro que lo haré.

Jungkook camina rodeando el cuerpo moribundo del tipo y a sus amigos.

—No preguntaré quien está detrás de esto, porque sé la respuesta —habla el pelinegro, empuñando el destornillador.

—Están cerca —murmura el japonés con voz débil.

—Los recibiré con gusto, créeme —susurra Jeon, mientras toma con su mano izquierda el cabello del tipo.

Sin decir más nada le clava el destornillador en la espalda al japonés lo más profundo que puede, recuerda la imagen de Nam entubado y eso lo enfurece más, se detiene hasta que escucha el llanto de Dai.

Le deja incrustado el destornillador en la espalda, camina hasta quedar frente al cuerpo agonizante del japonés.

—Voy a matar al que te envió, lo juro —escupe el rostro del tipo.

Se retira la camisa y limpia sus manos.

—Papá va encamino, enano —alza su voz para que su hijo lo escuche. —Limpien esto —ambos asienten—. Hoseok, prepara a todos los hombres, armamento pesado y quiero francos en todas partes.
Jin, quiero las cámaras activadas, posiblemente se trate de un clan Yakuza, quiero saber su ubicación para ir y enfrentarlos.
Pelearemos contra Yakuzas, no quiero a nadie vivo a excepción de su jefe, de él me encargo yo —culmina de dar las órdenes.

Entra a la habitación y observa a Dai escondido.

—Estoy aquí —le sonríe al pequeño.

—Me atute —dice señalando la televisión.

Jeon mira a chuky en la televisión, niega y cambia el canal.

—Ahora sabes porque no debes presionar los botones —levanta al pequeño y lo coloca sobre la cama.

Entra al baño, saca su celular y marca el número de su primo.

—Jung ¿todo bien? —contesta Yoon.

—¿Qué sabes del clan de Hiroshima? —va directo al grano.

—Bueno..., que son Yakuzas despiadados sin temor a nada.

—¿El rubio tiene alguna alianza con ellos? —realiza otra pregunta el menor de los Jeon.

—No lo sé, Jungkook. Porque no sé lo preguntas a él, lo tengo a mi lado como una garrapata.

—Voy a matar a cualquier Yakuza que entre en mi territorio. Si está tan cerca de ti, estoy casi seguro que escuchó lo que dije.

Jung cancela la llamada.

No perderá su territorio, no lo hará, le importa poco si Jimin se molesta por matar a Yakuzas de otro clan. Defenderá lo que le pertenece y vengará a su amigo y mano derecha, claro que lo hará.
En lo único que piensa es en encontrar al hijo de puta que ha ordenado atacar a Namjoon, para volver realidad la fantasía de matarlo por tocar a uno de los suyos. 

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