6

Japón



En las calles más transitadas de Japón, en el Distrito de Shinjuko en Tokio. Uno de los lugares más frecuentados por la mafia más grande de todo el mundo, donde se hallan enormes rascacielos, áreas comerciales, bares, barrios rojos llamados de esta manera debido a las prostitutas y otros tipos de trabajos sexuales.
Hay mucha afluencia de inmigrantes de Corea del norte, Corea del sur y donde también se encuentra un barrio gay.

En uno de los bares más prestigiosos de Tokio, en la parte trasera, en el área donde solo puede entrar personal autorizado y la familia Yakuza, se encuentra una mujer de aproximadamente unos treinta y cinco años de edad, cabello negro y corto, tez blanquecina con pequeños hematomas por algunas partes de su cuerpo, ojos pequeños color miel. Viste una mini falda color negra de cuero con una camisa descubierta en la parte trasera exponiendo sus tatuajes, sus tacones de aguja color rojo resuenan con cada paso que da en el pequeño cuarto de la parte trasera del bar.

—¡Aiko! —se escucha una fuerte y potente voz de hombre.

La mujer se detiene al instante y observa al hombre que se encuentra frente a ella.

—Tsubasa —lloriquea la mujer, llevando sus manos a la boca.

—Contrólate —le ordena, adentrándose más en el cuarto del bar.

—Mi hijo —solloza, acurrucándose en el suelo.

—Park, dijo que se encuentra bien —menciona el hombre mientras ve su celular.

—Tráelo a mí —pide la mujer entre sollozos.

—¿Para qué, Aiko? —espeta acercándose a ella, la toma de sus brazos y la levanta.—Para que se prostituya en vez de ti —recrimina entre dientes. —No vendra a menos que nuestro padre lo ordene —aclara en tono demandante, Tsubasa.

—Es tu sobrino, dejaras que sufra —replica la mujer—. Si una persona equivocada mira su tatuaje y descifra el significado él...

Tsubasa la lleva a toda prisa y con fuerza hasta la primera pared que observa, y la estrella contra esta.

—Jimin, estará bien, envié a alguien para que lo proteja y Park se encargara de todo —expone mientras las manos de Tsubasa, presionan los brazos de su hermana.

—Pero...

—Pero que no se te ocurra hacer nada, maldita loca —la amenaza, llevando una de sus manos al cuello de Aiko. —Si haces algo que ponga en peligro a mi sobrino, juro que yo mismo te cortaré en dos con mi Katana —le asegura, aumentando la presión en el cuello de su hermana.

—Tsubasa, deja a tu hermana —se escucha una tercera voz.

—Padre —pronuncia Tsubasa, soltando a su hermana y acercándose más al anciano.

—Padre —articula la mujer.

Aiko corre hacia el anciano y se deja caer de rodillas ante él.

—Aiko —la llama el anciano. —Levántala —le ordena a Tsubasa.

Este obedece, la aparta de su padre y la coloca frente a él, de pie.

—Mi hija querida —menciona el anciano, tomando asiento en uno de los sillones del cuarto del bar—. Mírate, echaste tu vida a perder y ahora que decides volver a ser madre tu hijo pueda que pague las consecuencias de tus malos actos.

El anciano saca un cigarrillo de su saco y Tsubasa a regañadientes acerca un encendedor.

—Debí haberte matado a ti y no al imbécil que lo tatuó —reprocha el anciano, inhalando la nicotina para tenerla y luego la expulsarla.

—Va contra tus reglas —le recuerda Aiko, en su defensa.

—Tienes razón, va contra mis reglas —el anciano observa a su hija fijamente de pies a cabeza. —¿Quién soy, Aiko? —la cuestiona.

La mujer ensancha sus ojos y recuerda como su padre los educaba en la infancia.

—Eres Osamu, mi padre y uno de los líderes Yakuza —responde Aiko, esperando la aprobación de su padre.

—Dime el significado de mi nombre —le ordena a su hija mientras se pone de pie.

—El..., el que dicta las reglas —acota.

Osamu, arroja el cigarrillo al suelo y le coloca su pie encima.

—Yo dicto las reglas —lleva su mano al cuello de Aiko y luego a su cabello. —Por lo tanto, hija querida —toma un puñado de cabello entre sus dedos y la atrae hacia él. —Si haces alguna estupidez y pones en peligro a mi preciado nieto, tu hermano te matará —la adivierte.

Aiko intenta soltarse del agarre de su padre, pero le resulta casi imposible.

—¿Entendido? —confronta a su hija.

—Sí, padre —dice en voz fuerte, Aiko.

Suelta el cabello de su hija y luego regresa al sillón.

—Aiko, tiene un cliente —informa una trabajadora del bar.

Osamu y Tsubasa observan a Aiko, ella desciende su mirada y ve la cerámica, para luego caminar hacia la salida.

—Estas advertida, Aiko —la alerta su padre.

—Tsubasa, ven acá —le ordea Osamu.  —Quiero que cuides de Jimin —le pide el anciano a su hijo.

—Lo haré, padre —dice Tsubasa.

—Mi muerte está cerca —confiesa, una tos de parte de Osamu, hace que realice una pausa.

Tsubasa le da un pañuelo para que cubra su boca, cuando lo retira observa como está lleno de sangre.

—Sabes las reglas —continúa Osamu, mientras su hijo asiente. —No quiero que obligues a Jimin a enterarse de quienes somos, ni del error que su madre cometió, deja que él se interese y lo descubra por sí solo. Una cosa más, cuando este en mis últimos días quiero que lo traigas a mí, quiero verlo una última vez —le pide.

Tsubasa suspira y de nuevo asiente a la petición de su padre.

Tsubasa hermano de Aiko, ambos hijos de Osamu, uno de los líderes de la Yakuza, su poder es inmenso, tanto, que hasta el mismo gobierno les teme y trabajan con ellos. Tokio les pertenece, sus reglas son tan fáciles de cumplir y simples de romper. El hijo mayor de Osamu sabe que pronto todas sus enfermedades lo matarán y el liderazgo le quedará a él.

Sabe que su hijo es bueno y todo lo que ha aprendido es gracias a él, el que su hijo haya cometido un error en su contra lo ayudó a ser el hombre que es hoy en día. El dedo meñique amputado de Tsubasa le recuerda que debe ser leal a la Yakuza y que una vez dentro no hay marcha atrás.

Jungkook


Estoy en la cama con mis ojos cerrados, no tengo idea de la hora que es, pequeños recuerdos del chico rubio vienen a mi mente recordándome su frase de "no soy un prostituto" pero mierda.
Él se encontraba en ese motel y puedo jurar que la primera vez que lo vi antes de decirle al tipo que no quería nada con él, el chico correspondía sus besos y lo tocaba.

Pero luego recuerdo haber visto sus ojos mientras lo follaba, estos brillaban y estoy seguro que no era por placer, mierda y más mierda.

Me siento en la cama y giro mi rostro para observar que solo me encuentro yo.

Recorro mi habitación y me percato que mi saco no está en el suelo y que el dinero no está en el lugar en donde lo deje. Me pongo de pie y camino hasta la ducha, me baño de forma rápida pensando en las palabras del rubio luego de habérmelo follado.

—Necesitaba y necesito el dinero —dijo.

Mi mente lo recuerda a la perfección ahora que no estoy cegado por el placer de follármelo, pero confieso que con solo pensar en él, mi pene se endurece.

Salgo de la ducha, me coloco una bata y voy directo a mi armario, me visto de manera rápida y antes de salir le doy un vistazo a la habitación. De nuevo, cierro la puerta y llego a la parte baja, diviso a Yoongi dormido en el enorme sillón con una chica sobre él y un chico tirado en la alfombra.

Camino furioso hasta donde se encuentra, tomo una botella de alcohol y la vacío en el rostro de Yoon, provocando que despierte.

—Hora de levantarse —pronuncio furioso. —Vamos, linda, es tiempo que te largues —palmeo el rostro de la chica y con mi pie golpeo al chico.

Ambos abren sus ojos y cuando me ven tratan de ponerse de pie de manera rápida.

—Largo —les ordeno a ambos.

Tomo la billetera de Yoongi, saco dos mil wones y los lanzo al aire.

—Les doy menos de cinco minutos para que se marchen —menciono.

La chica no se molesta en volver a colocarse su vestido, sale de la casa solo en lencería y el chico solo con su pantalón. La encargada de la limpieza llega hasta la sala, y hace una reverencia al observarme.

—Buen día, señor Jeon —me saluda.

—Solo Jungkook —le pido.

Asiente.

—Me disculpo por esto, sera la primera y la última vez que sucedera. Limpié toda esta mierda —me giro y quedo frente al vestido de la chica—. Queme la ropa.

Camino hacia la cocina en la cual se escuchan las voces de Namjoon, Hoseok y Jin.

—Buenos días —dice Jin al verme cruzar la puerta de la cocina y acercarme a ellos, agitando su mano con una tostada, la cual, no dudo en tomar.

—¿Quién le pidió a las prostitutas? ¿Fuiste tú, Hoseok? —pregunto, para luego dar una mordida a la tostada.

—Las pidió solo —contesta.

—No quiero que esto se vuelva a repetir —aclaro mientras tomo asiento al lado de Jin.

—¿Jung, a que te refieres con que no quieres que se repita? —la voz de Yoongi, hace acto de presencia en la cocina.

—Si quieres follar llévalas a tu cuarto o cómprate una casa —respondo.

Bebo un poco de jugo de naranja del vaso de Jin.

—Esta casa no es un motel, Yoon, no puedes dejar que cualquiera entre —lo reprendo—. No quiero que vuelvas a beber, si lo haces es mejor que dejes de ser mi mano derecha. Si queremos dominar Busan, necesito que estés en tus cinco sentidos, puedes follar sin estar alcoholizado. No me interesa si te molestas no cambiare de opinión así que decide.

Introduzco el último pedazo de tostada a mi boca y me pongo de pie.

—¿Quién de ustedes conoce a todos los que viven en el motel? —indago.

Hoseok y Namjoon señalan a Jin.

—Los conoce a todos —dice Nam, hablando con la boca llena de comida.

—Ven conmigo —le ordeno.

Asiente y se pone de pie.

—Yoongi, descansa, luego báñate apestas a alcohol y sudor —golpeo su hombro izquierdo y me marcho de la cocina con Jin siguiendo mis pasos—. Una cosa más Yoon, si alguien no te desobedece no preguntes el por qué, maldito ebrio de mierda.

Abro la puerta y saco las llaves de mi Ranger Rover.
Jin entra junto a mí, al principio sin decir nada hasta que salimos de la casa.

—Lindo chico el de anoche —romoe el silencio mientras sonríe.

—Lo sé —respondo, mientras continúo conduciendo hasta llegar al motel.

Llegamos, y estaciono la camioneta enfrente. Jin, me observa dudoso.

—¿Qué tanto sabes del chico rubio de anoche? —pregunto sin pensarlo mucho.

—Bueno, su nombre no lo sé, pero sí sé que vive con su padre, el cual, es una mula. Deja al chico solo mientras hace su trabajo, regresa ebrio y sin dinero —hace una pausa y gira su rostro hacia el motel. —Creo que tiene un amigo, los veía juntos hace unos meses atrás, trabajaban en un bar, pero luego no los vi más —Jin, deja de hablar y continúa observando el lugar.

—¿Desde qué edad se vende? —inquiero curioso.

Un sonido de asombro sale de la boca de Jin, gira su rostro y me observa con inmediatez.

—Desde nunca, Jungkook —me pone al tanto.

—No me mientas, lo vi en el motel del placer —replico molesto.

—Te digo la verdad —refuta.

Me retiro el cinturón y salgo de la camioneta.

Jin de igual manera sale y me sigue hasta que llegamos al cuarto en el que el chico vive, toco unas cuantas veces y no recibo respuesta, intento abrir, pero la puerta se encuentra con llave.

—¡Abre, rubio! —alzo mi voz.

—El joven Park, se mudo esta mañana —escucho la voz de la encargada.

—¿El joven quién? —pregunto serio.

—Park, Park Jimin. Ese es el nombre del chico al que busca —rectifica la señora.

—Pero...

—Te dijo otro nombre —se burla, Jin, interrumpiéndome.

—¿Hacia dónde? —cuestiono a la señora ignorando a Jin.

—No lo sé —acota nerviosa.

Sin decir nada salgo del motel y entro a mi camioneta, segundos después, Jin, entra. Giro bruscamente y decido ir al motel del placer.

—¿Qué mierda te sucede? —pregunta Jin.

—Baja —le ordeno cuando estamos frente al motel del placer. —Lo vi fuera de ese cuarto —señalo la puerta de la habitación en la que había visto al rubio, por primera vez.

—Imposible —articula Jin. —Jungkook, escúchame. El sistema de este hotel cambio, todos los y las que trabajan aquí están registrados y trabajan para ti. Y estoy más que seguro que ese chico no trabaja y nunca trabajo aquí —me explica mientras camino hacia la caseta del encargado.

—Mierda —murmuro.

—Estos son los registros —habla Jin, hojeando un enorme cuaderno. —No hay ningún, Park Jimin —me notifica—. Jungkook ¿dime que no lo lastimaste?

La mirada de Jin, me hace sentir peor de lo que ya me siento.

—¿Qué tan bueno eres investigando? —cuestiono.

—No es obvio —alza sus manos y deja salir una sonrisa burlona.

—Quiero que averigües todo sobre el rubio, cuando digo todo es todo, hasta su primera vez —le indico.

Jin, traga grueso, me giro y camino hacia la camioneta.

—Esa chica es su amiga —señalo a la chica que me había ayudado a sacar al rubio de su casa.

—Tzuyu —verbaliza Jin, sonriendo.
—No me veas así, es una de las mejores trabajadoras que tienes —expone sin dejar de sonreír. —Déjame aquí —me pide.

Veo un bar y luego miro a Jin.


—Heechul, se encarga de darles trabajos a los chicos que lo necesitan, si el chico que buscas tiene algún trabajo lo sabré y pueda que sus jefes sepan de su paradero —abre la puerta. —En la noche tendre todos los detalles —sacude su mano en forma de despedida y entra al bar.

Continúo conduciendo pensando en el rubio, y en las posibilidades de que algo malo pudo haberle pasado. Mierda, ¿por qué piensas en él, Jungkook? me cuestiono mentalmente.

Agito mi cabeza y el sonido de mi móvil sonando me distrae.

—Diga —atiendo.

—Tenemos problemas en la frontera de Busan, los de un pequeño barrio de Daegu no quieren pagar el paso —me informa Nam.

—Voy para allá —cancelo la llamada, cambio de ruta y me dirijo hasta la frontera de Busan.

Llego al lugar y observo como Namjoon y Hoseok, se acercan a la camioneta armados. Saco mi arma de la guantera, la cargo y la introduzco entre mi cintura y mi pantalón.

—¿Dónde mierda está, Yoongi? —pregunto a ambos.

—En casa, recuperándose de la cruda —contesta Hoseok.

—No pienso pagar nada —escucho la voz altanera del tipo.

—Sino pagas tu cargamento no pasara a Seúl —hablo con voz fuerte.

—¿Y tú quién eres? —me cuestiona el tipo.

—Soy el dueño de todo Busan, paga o eso será mío —señalo el furgón que quiere cruzar.

—El dueño de Busan murió —se defiende el tipo.

—Murió y ahora estoy yo. Un gusto, me presento formalmente —me acerco a él con Hoseok y Namjoon, cubriéndome. —Jeon —hago una pausa, observando el rostro del tipo. —Jeon Jungkook, hijo de Jeon Han-Sun y sobrino de Jeon Seok-Bin —sonrío ladinamente.

Extiendo mi mano ante el tipo y antes de que él pueda estrechar su mano con la mía la hago puño y la estrello en su rostro.

—Ahora la pregunta es —sacudo mi mano y me acomodo el saco—. ¿Pagarás o no?

El tipo lleva una de sus manos a su bolsillo y saca un fajo de dinero.

—Si lo arrojas al suelo voy a golpearte hasta que quedes inconsciente, hijo de puta —lo advierte Nam.

Uno de los chicos que trabaja para mí en la frontera se acerca al tipo y recibe el dinero.

—No te costaba pagar, me haces perder el puto tiempo —espeto.

Me giro y observo como dos policías se acercan a nosotros.

—Sube al maldito furgón y vete —le ordeno al tipo.—Oficiales —saludo con una sonrisa socarrona ante ellos.

—¿Qué está sucediendo aquí? —pregunta el más pequeño.

—Malos entendidos —respondo despreocupado.

Introduzco una mano a mi saco y saci un poco de dinero.

—No hagamos un escándalo por esto —coloco el dinero frente a ellos.

—Claro —dice el más alto, aceptando mi dinero.

—Eso es —sonrío triunfante, y luego camino hacia mi camioneta aun siendo escoltado por Namjoon y Hoseok.

Luego de volver al centro de Busan, recorro cada rincón de este sin saber el porqué, pero de una manera u otra trato de poder ver al rubio. Por casualidad detener la camioneta subirlo en ella y poder..., mierda, basta Jungkook deja de pensar en él.

La noche llega como si nada, conduzco hasta casa luego de cenar en un lugar sencillo, pero en el cual soy reconocido por casi todo el mundo. Estaciono mi camioneta y luego entro a la casa, veo la sala y Yoongi se encuentra Junto a Namjoon y Hoseok, trabajando.

Paso por la cocina y veo a Jin cocinando quien sabe qué con la cocinera.

—Señor Jeon —pronuncia la señora al observarme.

—Tengo información —suelta Jin, mientras llena un vaso con un poco de agua. —El chico se quedo sin trabajo recientemente, por lo visto nunca trabajo como prostituto. Su padre si es una mula y un maldito deudor, el rubio, trabaja demasiado para pagar las deudas de su padre —realiza una pausa y toma un respiro. —No se sabe del paradero de su madre, al parecer su única familia es su padre, su amigo y Tzuyu —guiña su ojo derecho.—Visite a Tzuyu —confiesa, haciendo que casi escupa toda el agua cuando escucho ese comentario.—No de esa forma, imbécil —comenta divertido. —La chica no sabe nada del rubio, pero si dijo que lo vio partir. Espera una llamada del otro chico, ya que el rubio debe regresar por estos lugares para poder continuar pagando las deudas de su padre —continúa Jin.

Termino de beber el agua y coloco el vaso en su respectivo lugar.

—Cuando el chico llame a Tzuyu, ella me avisara.

Observo de manera rápida a Jin.

—El chico volvera y podras hablar o hacer lo que desees, muchachón —golpea con su mano la mesa con una mirada pervertida. —O lo seguiremos y descubriremos donde mierda se mudó repentinamente. Lo fuerzo a abrir su casa y lo demás no necesitas saberlo —le guiñó mi ojo izquierdo, salgo de la cocina, subo las escaleras y entro a mi habitación.

—Rubio, rubio, rubio —repito —Me has hecho enfadar y mucho. Cuando te encuentre vas a saber quién soy en realidad —susurro mientras me desvisto hasta quedar solo en ropa interior. —Si te mudaste huyendo de mí, estas tan equivocado. Y si descubro que fui el primero en follarte no te dejaré en paz —me lanzo a la cama. —Te lo aseguro —murmuro, para luego cerrar mis ojos.







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