56
Jimin
Las emociones que mi corazón y mi cuerpo en general sienten son inexplicables. Son sensaciones que nunca he sentido en mi corta y miserable vida, es inexplicable la forma en la que mi cuerpo y mi corazón reaccionan a la voz, caricias, y acercamiento de Jungkook a mí.
Sus últimas palabras retumban en mi cabeza y hacen que mi corazón no deje de palpitar con rapidez, mi estómago siente algo removerse, es justo a eso que le llaman mariposas en el estómago, pero no es tiempo para pensar en las dulces palabras y acciones de Jungkook, cuando había mencionado unos mensajes de texto que jamás envié.
—¿Sabes quién tiene mi celular viejo? —pregunto a Ryuu, antes de entrar juntos al apartamento.
—No lo sé. Creo que Yoongi —responde, abriendo la puerta del apartamento y dejándome entrar primero.
—Estas haciendo lo correcto para ser feliz, rubio —comenta Ryuu, cuando ambos nos encontramos dentro.
—¿Eso es lo que crees? —cuestiono al japonés, mientras le doy la espalda.
—No lo creo, estoy seguro que es lo correcto —me asegura.
No me giro, decido no enfrentar a Ryuu, porque sé que todo lo que él dice es verdad, y mi corazón lo ha confirmado momentos atrás.
—No creo poder perdonarlo, Ryuu —confieso con lágrimas en mis ojos.
—Claro que no podrás perdonarlo, rubio —escucho los pasos de Ryuu caminar hacia mí, y se coloca frente a mí. —No podrás perdonarlo si continúas guardando resentimiento y enojo hacia la persona que amas —alza sus manos y las lleva hasta mi rostro. Deja pequeñas caricias sobre mis mejillas y luego limpia las lágrimas que mis ojos no han podido retener.
—Es solo que... —guardo silencio y observo fijamente a Ryuu.
—Puedes hacerlo, rubio. Solo debes ser fuerte y afrontar la realidad —habla como si fuera tan fácil hacerlo.
—¿Cómo se supone que perdone a la persona que me arrebato a mi padre? —pregunto con voz entrecortada.
—Con amor, rubio. Puedo verlo en tus ojos, ese hombre que mató a tu padre es al que amas y no hay marcha atrás y tú lo sabes. Desde que recibiste la Katana tus sentimientos se han magnificado, es por eso que el vacío que sentías antes ahora lo sientes el doble, y el amor que sentías hacia él, ahora es mucho más grande y fuerte.
Cierro mis ojos y solo me detengo a escuchar las sabias palabras de Ryuu.
—Jimin, ser un escogido es difícil. Todo se vuelve y se siente más fuerte que antes, lo perdí todo, lo perdí a él, y no sabes lo doloroso que es sentir el dolor más fuerte que antes. No tienes ni la mínima idea del inmenso dolor que sufro al no tenerlo a mi lado, no pierdas lo que te ama y lo que amas por el resentimiento y enojo que tu corazón guarda.
Abro mis ojos al recordar que el mismo Jungkook fue el que me confeso que había sido el culpable de matar a mi padre.
—Se acabo la charla —retiro las manos de Ryuu de mi rostro y me alejo.
—Rubio —llama mi atención el japonés.
—No, Ryuu —espeto molesto.
Ravi llega a la sala de estar del apartamento y nos observa a ambos.
—¿Ocurre algo? —indaga curioso.
—Nada —responde Ryuu.
—¿Dónde está, Yoongi? —pregunto a Ravi.
—En el pasillo —contesta.
—Quiero que alisten el jet —les ordeno a ambos.
—Creí que nos quedaríamos un día más —dice Ravi, observándome.
—He cambiado de opinión, ahora empaquen todo y preparen el jet —ordeno por segunda vez.
Camino hacia el pasillo que se encuentra entre las habitaciones, observo al fondo a Yoongi en una llamada telefónica, se pasea de un lado hacia otro, con su mano derecha sostiene su celular contra su oreja, mientras que su mano izquierda la tiene dentro del bolsillo de su pantalón de seda.
—Necesitamos hablar —me detengo frente a él, evitando que continúe paseándose en el pasillo.
Me ignora por completo y continua con su llamada, sobre pasa de mi como si no me hubiese dirigido a él anteriormente.
—¿Acaso no me has escuchado? —me giro molesto, y antes de que continúe paseándose, llevo mi mano derecha hasta su hombro y con un poco de fuerza logro que se gire un poco y me observe—. Te he dicho que necesitamos hablar.
Me observa furioso, pero estoy seguro que el más furioso en este preciso momento soy yo.
—Dame un segundo —habla para el aparato electrónico. —¿Qué mierda te pasa, Jimin? —me pregunta alzándome la voz.
—Que mierda te pasa a ti, te he dicho que necesitamos hablar y me has ignorado por completo —le respondo de la misma manera en la que él me ha hecho la pregunta.
—Estoy tratando de ponerme al tanto de lo que ha pasado ahora en Kobe, rubio. Lo siento por ignorar tu maldito cambio de humor repentino —suelta con ironía.
—No estaría con mal humor si tú no hubieras respondido los mensajes de Jungkook, haciéndote pasar por mí —dejo caer mi saco al suelo de lo molesto que me encuentro.
—No he sido yo —dice más relajado.
—Claro, y si no has sido tú entonces ¿Quién? —pregunto sin dejar de observarlo.
—No lo sé, Jimin. Ni siquiera sé dónde mierda esta tu antiguo celular, cuando descubrimos todo estaba junto a ti —me hace recordar, Yoongi.
—No puede ser —susurro mientras niego al recordar que le deje mi celular a Tae.
—Taehyung —habla bajo Yoon, mientras yo niego con una sonrisa fingida en mi rostro.
—Alista a Dai, nos iremos a Kobe después de que aclare esto con tu novio —le ordeno a Yoon.
—Como digas —dice desinteresado. —No seas tan duro con mi chico —me pide con voz tranquila, mientras lleva su celular de nuevo a su oreja.
No le digo nada, camino hasta la habitación en la cual Taehyung y Yoongi permanecían. Mi mejor amigo se encuentra acomodando las almohadas para poder dormir.
—¿Con que derecho lo hiciste? —pregunto, entrando por completo a la habitación.
—Perdón, pero no entiendo la pregunta Jiminie —gesticula confundido.
—¿Cómo pudiste tener la osadía de responder los mensajes de Jungkook, sin mi consentimiento? —cuestiono más claramente.
El rostro de Tae cambia al momento y con eso me confirma que ha sido él.
—Responde, Taehyung —exijo molesto, cruzándome de brazos.
—Jiminie, lo siento, pero no podía quedarme sin hacer nada —hace una pausa y empieza a caminar hacia mí. —Mierda, sé que lo que hice te molesta, pero juro que no me arrepiento de haberlo hecho —me confiesa.
—Explícate, Taehyung.
—No tienes idea de lo mal que me sentía al observarte solo por la casa y sin olvidar los sollozos e hipidos que escuchaba junto a Yoongi, por las noches —empieza Tae a explicarme. —Sabia que no solo tú sufrías, sabía que él también lo hacía. Y sí, lo sé, Jungkook, el imbécil no me agrada mucho, pero si de algo estoy seguro es de que él la estaba pasando peor y por esa maldita razón decidí responder algunos de sus mensajes —se acerca más a mí y toma mis manos. —Sé que te sientes molesto y traicionado de mi parte, pero mierda, Jimin, tú y yo sabemos lo que realmente sienten ambos cuando están juntos y cuando están separados —acaricia el dorso de mis manos con su dedo pulgar.—Lo siento, Chim —se disculpa.
—No, yo ... —hago una pausa y recapacito.—Yo también lo siento, no debí alterarme. Pero mierda, no me escondas nada —le pido a mi amigo.
—Es lo único que te escondía, Chim. Lo hice porque sabía que si te decía me obligarías a botar el celular —dice entre risas, Taehyung.
—Sí, bueno, tienes toda la razón —digo sonriendo por un segundo y luego quedándome pensativo observando el lindo rostro de mi mejor amigo.
—¿Sucede algo, Jiminie? —me interroga.
—Lo he visto —suelto en voz suave.
—Lo sé —dice emocionado, Taehyung.
—Hemos hablado un poco, me ha tocado y lo he tocado —Tae abre sus ojos un poco más de lo normal debido a lo que le estoy comentando. —Nos hemos besado, nos hemos detenido y nos hemos vuelto a besar —guardo silencio por unos segundos.
—¿Qué es lo que sentiste? —cuestiona Taehyung.
—¿Qué que sentí? —digo vagamente, observando como Tae asiente frente a mí. —Sentí palpitar mi corazón de una forma que solo palpita cuando escucho su voz y cuando él permanece a mi lado. Sentí como mi cuerpo no sentía más frío, sentí como poco a poco mi cuerpo ardía y mi piel se erizaba al sentir su piel acariciando la mía, mientras todo mi ser lo reconocía al instante —sonrío pacíficamente y pienso bien lo siguiente que estoy por decir. —Me sentí pleno, completo. Me sentí feliz y amado —confieso sinceramente.
—Dios —dice Tae, sosteniendo mis manos un poco más fuerte.
—También me dijo que me ama, tan sincero y directo como siempre —suelto la primicia para mi mejor amigo.
—¡El imbécil está enamorado de ti y te ama! —alza su voz, Tae.
Me suelto del agarre de Taehyung y me alejo un poco de él.
—Recoge tus cosas, nos vamos a Kobe —le hago saber, camino hacia la puerta luego de haber aclarado todo.
—¿Ahora? —pregunta aturdido.
—Sí, Tae —aclaro.
—Realmente no te entiendo, Jimin —suelta en voz alta y grave.
Me detengo, me giro y lo observo.
—¿Qué es lo que no entiendes, Taehyung?
—Acabas de decirme que te besaste con Jungkook, que te ha dicho que te ama y lo que haces es volver a Kobe.
Tae se ve alterado y por esa maldita razón he decido no acercarme a él.
—Escucha, Taehyung. El hecho de que Jungkook me haya dicho que me ama y nos hayamos besado no quiere decir que todo volverá hacer como antes, por si lo has olvidado él fue quien mato a mi padre —mis ojos se llenan de lágrimas al decir las últimas palabras.
—Jimin, Jay le robo —dice con voz insistente Tae.
Estoy más que seguro que el que mi amigo sepa que mi padre le había robado a Jungkook, se lo había confesado Yoongi.
—Era mi padre, Taehyung —digo en voz baja y quebrada.
—Solo intenta empezar de nuevo, Chim. El hombre que te ama está intentando recuperarte. Por Dios, abre tus malditos ojos.
—El que Jungkook confiese que me ama no traerá a la vida a mi padre —digo molesto.
—Y el que vivas completamente infeliz, lleno de resentimiento y enojo hacia la persona que te ama y amas, tampoco lo volverá a la vida —Taehyung, camina hacia mi furioso. —Te espero abajo —pasa de largo frente a mí y sale de la habitación.
Me quedo de pie por unos segundos en la habitación, abandono la habitación y llego a la sala. Ryuu y Yoongi esperan por mí, levanto mi saco, me lo coloco y los observo a ambos.
—El jet está listo —me informa Yoongi.
—Ravi espera con Taehyung abajo y Tsubasa tiene a Dai —me comunica Ryuu.
—Ok —acomodo mi saco.—Es hora de volver a casa —ambos asienten.
Salgo del departamento y ambos me siguen.
Hakone/Japón
Aiko Shiromatsu, se encuentra furiosa luego de haber sido completamente avergonzada por Jeon Jungkook. El maldito enamorado de su hijo bastardo.
Viajó hasta el lugar en el que su padre Osamu Shiromatsu que en paz descansa, le había dejado oculto todo a su nieto.
La ira de Aiko aumentó en el momento que se percató que su peor error había sido el dar a luz a Jimin. Ya que este le había arrebatado absolutamente todo.
Después de pensar por unos largos segundos y de quitarle la vida al soplón que le había confesado donde Jimin ha encontrado toda su herencia. Lo que no sabía el soplón y Aiko es que todo el dinero, oro y documentos ya no se encuentran en ese lugar.
—¿Qué haremos? —pregunta uno de sus hombres entrando a su oficina.
—Lo que harán es simple, esperaran pacientemente hasta que tenga la puta llave. Luego matare a Jimin y me quedare con todo su dinero —habla Aiko sin pensar lo que dice. —¡No, claro que no harán eso, para hacer eso necesito a Jimin y es el puto jefe del clan Yakuza de Kobe! —grita exasperada cambiando de opinión.
Toma uno de los cigarrillos que se encuentran sobre su escritorio, uno de sus hombres se acerca a ella y le enciende el cigarrillo.
—Primero necesitamos al maldito de Jiminie para luego proseguir con mi plan —dice dejando salir la nicotina por su nariz.
—¿Qué sugiere, jefa? —pregunta el japonés que ha encendido su cigarrillo.
—No podemos llegar a Jimin directamente y eso lo comprobé. Necesito tener su total atención y atraerlo a mí —dice con una sonrisa, que solo significa que el malvado cerebro de Aiko ya ha elaborado un buen plan. —Sino puedo tener lo que quiero él tampoco tendrá lo que quiere —sonríe ladinamente, para luego inhalar un poco más de nicotina. —¿Saben a lo que me refiero? —sus hombres asienten.
—Entonces largo y no vuelvan a menos que traigan consigo lo que el bastardo de mi hijo quiere —les ordena la mujer.
Lanza la cabuya del cigarrillo al cenicero, abre una de las gavetas de su escritorio, saca una pequeña caja negra, toma una pajilla de vidrio, toma asiento en la silla color rojo de cuero. Se acerca por completo al escritorio, coloca la punta de la pajilla sobre el polvo blanco que se encuentra dentro de la caja inhala un poco de este, limpia su nariz y luego coloca en la misma gaveta la pequeña caja negra.
—Vamos a jugar un juego, en el cual yo mando dulce, Jiminie —murmura para sí misma.
Recarga todo su cuerpo en la silla de cuero y clava su mirada en el techo de la habitación, mientras la droga empieza hacer efecto en todo su cuerpo. Su mente viaja y piensa en las cosas que está dispuesta en hacerle a su hijo para obtener lo que desde un principio le perteneció a ella y no a Jimin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top