54

Jeon Jungkook y sus hombres han arribado al prestigioso casino que aún está a nombre del señor Kim. Todos son recibidos por la hermosa y atrevida Hana, heredera de absolutamente todo lo que su padre tiene.

—Buenas noches, Jungkook —saluda al guapo y elegante pelinegro que atraviesa el umbral de la puerta y pasa a su lado ignorándola.—Te he saludado, Jeon Jungkook —dice molesta, girándose.

—Y te he escuchado, Hana —se detienen Jeon.
Gira un poco su rostro y observa a Hana sobre su hombro. —Pero he decido ignorarte —le guiña su ojo derecho y continua su camino con Jin a su lado y Hoseok y Namjoon detrás de ellos.

—Aún sigue coladita por ti —bromea Jin.

—No le veo la gracia a eso —comenta Jungkook, seriamente.

Luego de tomar sus respectivos lugares, los cuatro charlan mientras se mantienen alerta. Un mensaje de Tsubasa le informa que llegará tarde, pero que estará lo más pronto posible en el lugar de la fiesta del casino junto con el nuevo dueño de todos los casinos.

Jeon le informa a sus hombres y les ordena que se diviertan un poco, mientras mantiene una conversación junto a Jin.


En la habitación enorme que el señor Kim le ha dado al nuevo jefe del clan Yakuza de Kobe, se escuchan los lloriqueos de Dai.

—Opino que deberíamos dejarlo encerrado —dice Yoongi, desesperado por salir de la habitación.

—No haremos eso, es un niño, Yoon —lo reta Taehyung, molesto.

—Basta, Dai —alza su voz Jimin, fastidiado.

El pequeño deja de llorar y ve a su hermano con sus ojos llenos de lágrimas.

—Quiero que pares de llorar y te dejes cambiar.

Taehyung le retira la camisa sucia al pequeño.

Jimin le coloca la nueva camisa de forma rápida, mientras escucha los hipidos constantes de su hermanito.

—No puedo creer que se han cuatro hombres y no puedan cuidar de Dai —suelta molesto el castaño.

Por su parte, Tsubasa, Ravi, Ryuu y Yoongi tratan de ignorar el comentario de Taehyung.

—Vamos tarde y no fue mi culpa ni la de Dai, ha sido la culpa de ustedes cuatro por no poder cuidar a un niño —Jimin le coloca el blazer a Dai y luego lo deja en el suelo. —Ya basta, tranquilo —se coloca de cuclillas, con una toallita húmeda limpia el rostro de Dai y luego deja besos sobre todo su rostro. —Todo está bien ahora, cariño —le habla con voz dulce el rubio al pequeño.—Ravi, lleva la maleta de Dai —le ordena.

Taehyung junto a los demás no pueden contener su risa.

—¿Por qué yo? —pregunta sorprendido.

—Porque te lo he ordenado.

El rubio se pone de pie, toma la mano de Dai y luego camina hacia la puerta para dirigirse hasta el lugar donde se llevará a cabo la cena.

Todos abandonan el departamento, Tsubasa los guía ya que ha habido cambio de planes. El señor Kim a decido que firmara los papeles y cerrará contrato con el nuevo dueño en su oficina.

—¿En serio bajaremos hasta el maldito primer piso y luego volveremos a subir? —inquiere Taehyung, realmente molesto.

—Sí, ha sido por petición de Kim —informa Tsubasa.

—Como sea. Taehyung quita esa cara y se mi apoyo como siempre lo has sido —le pide el rubio.

Cuando el ascensor se detiene todos bajan y siguen los pasos de Tsubasa, se detienen en una enorme puerta color grisáceo, una linda chica sale a recibirlos y luego le pide a Tsubasa y a Jimin que los acompañe.

—Dai, debes quedarte con Taehyung.

El pequeño niega desenfrenadamente con su cabecita girándola de un lado hacia otro.

—Detente, vas a lastimarte —le ordena Jimin.—Quédate con Ryuu entonces —el rubio le señala al japonés.

El pequeño observa al hombre que lo hace reír, suelta la mano de Jimin y se dirige hasta Ryuu.

—Quisiera saber qué es lo que tiene —dice Jimin dirigiéndose a Tae, para luego entrar a la habitación junto a su tío.

Ambos entran, Jimin acomoda su Katana y su traje, la oficina huele delicioso y todas las cosas a su alrededor son de mucho valor.

—Tsubasa Shiromatsu —escucha la voz de un hombre, Jimin.

—Kim —saluda el japonés.—Este es mi sobrino, Jimin - San Shiromatsu —presenta al rubio.

—Intercambiamos unas cuantas palabras en un bar. ¿Lo recuerdas? —cuestiona Kim a Park.

—Sí, lo recuerdo —afirma Jimin.

—Tomen asiento —les pide Kim.

Ambos toman asiento bajo la atenta y evaluadora mirada del señor Kim, el enorme escritorio los separa. En el centro yacen dos contratos frente a ellos, junto a dos bolígrafos.

—He decidido cederte mis casinos debido a la deuda enorme que nunca salde con tu padre y tu abuelo —señala a Tsubasa y a Jimin con el cigarrillo que ha sacado de la cajetilla de cigarros que se encuentra sobre su escritorio.

—Debió ser enorme —sonríe suavemente, Jimin.

—Osamu Shiromatsu, me prestó dinero cuando quebré. Logré obtener los casinos en Busan y en Japón gracias a él —empieza Kim a relatar. —Se podría decir que por un año dependí del jefe del clan Yakuza de Tokio para poder subsistir —enciende el cigarrillo, aspira la nicotina, cierra sus ojos y la disfruta reteniéndola dentro de su boca. —Le dije que le pagaría de una u otra forma, y mi forma de pagarle ha sido está —habla, mientras deja escapar el humo que ha tenido en su boca.

—No voy a negarme, cuando te lance la propuesta de los casinos no tenía la menor idea sobre la deuda que tenías con mi padre —habla ahora, Tsubasa.

—Sí, me percate de eso —da una buena calada de humo a su cigarrillo. —¿Pero por qué tanto interés en mis casinos? —lanza la pregunta Kim.

—Simple, tienen las mejores vistas de Busan y ni hablar de todas sus ganancias, será un regalo más para mi sobrino —palmea el muslo de Jimin el japonés.

—Por esa razón no he pensado mucho en acceder a darte los casinos —arroja la colilla de cigarro al cenicero y toma uno de los bolígrafos que hay en el escritorio. —Hagamos esto entonces —sonríe ladinamente, mientras observa a Jimin.

El rubio se pone de pie y toma el otro bolígrafo, ambos firman un contrato y luego intercambian.

—Ha sido un placer saldar la deuda que tenía con tu abuelo —extiende su mano hacia Jimin.

El rubio solo se limita hacer una reverencia y a estrechar su mano con la del señor Kim.

—Solo tengo algo que decir —habla Jimin, cuando su tío se ha puesto de pie. —Lo que haga y decida desde el día de ahora con el casino es mi responsabilidad —deja salir las palabras.

—Ya lo escuchaste, Kim —dice Tsubasa.

—Tiene un buen carácter —lo alaba Kim.

—Es de familia.

Los tres hombres salen de la habitación y caminan hasta el ascensor.

Jimin lleva el contrato en su mano, pero decide dárselo a Ryuu, para luego tomar a Dai de su manita.


En el enorme local dentro del casino, yace Jeon desesperado. Decide ponerse de pie e ir al centro del lugar, observa hacia el ascensor en compañía de Jin. Su desesperación es grande, sino fuese importante para él obtener los casinos estaría en su enorme casa encerrado en su habitación pensando cómo reencontrarse nuevamente con su lindo rubio para solucionar las cosas.

—Quieres por favor relajarte —le pide Jin.

—No, Jin, no quiero —suelta molesto.

—Tu pareja vendrá pronto, te la follas y haces que Jimin te odie para siempre ya que, eres experto en mandar a la mierda todo lo bueno que llega a tu miserable vida —habla Jin, con tanta sinceridad como siempre.

—Si continúas hablando de esa manera mi humor no cambiará —lo observa Jung, furioso.

El celular de Jungkook suena, al instante no duda en sacarlo del bolsillo interior de su saco, observa el mensaje que le ha llegado y a la perfección lee lo que Tsubasa le ha enviado.

—Tsubasa, viene en camino —le informa a Jin.

El ascensor se abre en el último piso del casino, Jin alza su mirada y ve salir a Tsubasa junto a Kim.

—Lo veo —anuncia Jin, impaciente.

Jeon bloquea su celular y lo introduce de nuevo al bolsillo interior de su saco.

—Veo a Yoongi y a Ravi —agrega Jin.

El pelinegro, alza la mirada luego que ha escuchado que su primo viene en compañía de Tsubasa.

—Si Yoongi está aquí, hay una posibilidad de que...

—Jimin —interrumpe Jungkook a Jin.

La mirada de Jung está fija en el hermoso rubio que sale del ascensor. Su corazón palpita despavoridamente, puede sentir como sus latidos cada vez se aceleran más y más, da unos cuantos pasos hacia el frente esquivando a las personas que se encuentran en el lugar, su vista sigue fija en su lindo, preciado y consentido rubio.

Jimin baja un escalón con la ayuda del tipo que lo acompaña el cual Jungkook desconoce. Ve al pequeño Dai y por unos segundos la ira que siente en su interior se ha disipado.

El tipo que acompaña a Jimin se aleja de él, va directo a la mesa de bebidas. Jungkook regresa su mirada hacia el rubio y el enano y los evalúa externamente, quiere cerciorarse que ambos se encuentran bien.

Jungkook no puede despegar la mirada de Jimin, y es que está hermoso. El traje azul marino tallado y escotado que el rubio viste, lo único que hace es hacerlo ver más hermoso. Jeon se percata de la Katana que el menor lleva consigo y esa es una sola señal que su lindo rubio ha empezado de cero.

—Deja de devorarlo con la mirada —interfiere Yoongi.

—Yoon —lo saluda Jungkook, dejando de ver por unos breves segundos a su lindo chico. —Es bueno verte de nuevo después de unos largos meses —Yoongi pasa su brazo izquierdo por el hombro del pelinegro.

—¿Y qué tal he hecho mi trabajo? —pregunta Yoon, llevando su mirada hacia Jimin.

—Muy bien, ellos están bien —habla Jungkook, feliz.

Ryuu se acerca de nuevo a Jimin, le da un vaso con un poco de soda y alcohol y otro vaso con un poco de soda para el pequeño Dai.

—¿Quién es él? —pregunta furioso, Jeon.

—Él, mi querido Jung es Ryuu —responde. —Es quien nos llevó a descubrir todo lo relacionado con la llave y es el encargado de los hombres de Kobe —lo pone al tanto el mayor.

—¿Qué hace junto al rubio? —lanza otra pregunta.

—Acompañarlo Jung, acaso no lo ves —dice burlonamente, Yoongi.

—¿Están juntos? —cuestiona el pelinegro.

—No lo sé, Jung. No me entrometo en la vida del jefe del clan Yakuza de Kobe —alza sus cejas mientras sonríe.

—No te hagas el que no sabes nada —se gira Jeon un tanto molesto.

—Relájate, y no lo eches a perder, Jung —le guiña su ojo izquierdo, Yoon.

Tsubasa a logrado encontrar un pequeño lugar alejado del alto sonido y de la gente entrometida, le pide a Ravi que se mantenga al tanto, mientras el cierra trato con Jimin y Jungkook.

El japonés líder de Tokio le hace una señal a Yoongi para que lleve a Jung hasta el lugar desolado.

—Es hora de cumplir el deseo de mi tío —habla Yoon.

Jungkook sigue a su primo mayor, pero no sin antes ordenarle a Hoseok y Namjoon que se mantengan alerta ahora más que nunca, ya que Dai y Jimin se encuentran en el mismo lugar.

—Perdón por la demora, Jung —se disculpa Tsubasa cuando ve entrar a los dos primos y a un chico más junto a él.

—Él es Jin —lo presenta Jungkook.

—Un placer —hace una reverencia el antes presentado.

—El nuevo dueño está por venir —le informa Tsubasa.

Unos pasos se escuchan y Jeon dirige su mirada hacia la entrada. Yoongi y Tsubasa se limitan a mirarse el uno al otro ya que, saben que después de todo lo sucedido es la primera vez después de unos meses en los que Jungkook y Jimin se volverán a ver las caras.

—Lo siento, pero tuve que llevar a Dai al baño —habla Jimin.

Jungkook se queda estático observando más de cerca a su lindo rubio y al enano. Ve la silueta del tipo que acompaña a Jimin y frunce su ceño al instante, escucha la voz gritona de Dai y al instante coloca una sonrisa en su rostro.

—¡PA! —grita el pequeño, cuando ve a Jungkook en el lugar desolado.

—Enano —dice Jeon, felizmente.

—¡Pa! —repite emocionado, Dai, soltándose del agarre de Jimin para correr hacia los brazos de Jeon.

—Dai, estás mucho más grande —lo recibe Jungkook en sus brazos.

El pequeño enrolla sus bracitos al rededor del cuello de Jungkook, el pecho de Jeon se siente más grande y es que se siente feliz de que Dai aún lo recuerde.

—Imin —articula el pequeño señalando a su hermano.

—Jimin —repite Jungkook, llevando su mirada hacia el rubio.

Ambos hacen contacto visual y todos en ese pequeño lugar desolado saben a la perfección que sobran, con solo presenciar la forma en la que ambos se miran.

—El contrato —habla Jin, entregándole una carpeta a Tsubasa.

—Muy bien, todos alejémonos —ordena Yoon.

Ryuu toma la carpeta que Jin le ha dado a Tsubasa para entregársela a Jimin. Acto seguido le entrega el contrato que el rubio a firmado con el señor Kim.

—Gracias, Ryuu —le agradece Jimin.

—Relájate —murmura Ryuu dulcemente, cerca del rostro del rubio, mientras Jeon traga grueso al presenciar ese gesto.

—Muy bien, yo también los dejaré solos —dice Tsubasa, alejándose de ambos.

—¿Puedo tenerlo? —pregunta Jungkook, el cual carga felizmente a Dai.

—Por supuesto —contesta Jimin, acercándose más a Jungkook.—Este es el contrato que firme con el señor, Kim —el rubio da unos cuantos pasos hacia la derecha para colocar el contrato que firmó con el padre de Hana, y el que Jin le ha entregado a su tío.

—Estoy feliz de verte —dice Jeon, acercándose más a él.

—El señor Kim, me cedió sus casinos debido a una deuda que tenía con mi abuelo —le informa Jimin, para evitar malos entendidos. —Este es el contrato, puedes leerlo si quieres —Park le acerca el contrato que tiene su firma y la del señor Kim, que lo acredita como dueño actual de todos lo casinos de Busan.

—Voy a bajarte por unos segundos, enano —le habla Jeon a Dai.

El pequeño permanece de pie justo al lado de Jungkook, mientras lee el contrato que su rubio ha cerrado.

—¿Por qué lo has hecho, rubio? —pregunta Jeon, alzando su mirada.

—Te prometí que te conseguiría los casinos y he cumplido mi palabra —responde Jimin, intentando ser fuerte. Intentando no caer en sus deseos y acercarse más al pelinegro que lo vuelve loco, pero que también le ha quitado la vida a su padre.

—Gracias —dice sinceramente, Jungkook. —Lee el contrato —le pide.

—Prefiero escucharte —Jimin se cruza de brazos y recarga su peso sobre su pie derecho.

—Te ves realmente hermoso, rubio —lo elogia Jeon, plácidamente convencido de que Jimin es y será lo más lindo y sexi que sus ojos lascivos y lujuriosos podrán ver en su puta vida. —Está bien, me detendré, pero mierda. Si aún logro que te sonrojes de esa manera debemos darnos una oportunidad para hablar seriamente de lo nuestro —le lanza la propuesta el pelinegro, mientras el menor intenta ocultar el sonrojo de su rostro. —Mi contrato es sencillo, creo que Tsubasa te ha dicho que el noventa por ciento de las ganancias serán para mí. ¿Tienes un problema con eso, rubio? —pregunta mientras lleva una de sus manos al cabello café de Dai.

—No —responde Park.

—Bien, el contrato dice que también los casinos estarán a mi nombre y al del nuevo dueño.

—No tengo ningún problema con eso, Jungkook. No me interesa en lo absoluto obtener los casinos —interrumpe Jimin. —Y sí solo eso es lo que tu contrato dice, sería un gusto para mí firmar —el rubio abre la carpeta con el contrato que Jeon ha hecho.

—Espera —le pide el pelinegro. Carga a Dai de nuevo y se acerca un poco más a Jimin. —He cambiado de opinión —Jeon observa el contrato.

—¿Con respecto a qué? —cuestiona Jimin.

—El ochenta por ciento de las ganancias pasarán a mi nombre.

—Lamento interrumpir, pero Jungkook tenemos un problema —se acerca Jin interrumpiéndolo.

—Dame un segundo, Jin —dice molesto, Jung.—El otro veinte por ciento pasara a nombre de Dai —acaricia los mofletes del pequeño. —Y sobre que los casinos pasaran también a mi nombre. Olvídalo, los quiero todos a tu nombre, Park Jimin —se acerca al rubio y le entrega a Dai. —Debo dejarte por unos segundos, pero realmente me hace feliz poder verte de nuevo, espero y podamos beber una copa más noche y charlar, rubio —Jeon permanece de pie frente a Jimin y Dai.

—Debes irte, Jin, espera por ti —le recuerda Jimin, mientras Jungkook no deja de ver los labios deseables y regordetes del rubio.

—Nos vemos pronto, rubio —le guiña su ojo derecho y sigue a Jin.

Jimin observa como la silueta de Jungkook, el pelinegro del cual está enamorado, y le hace sentir amor y resentimiento y miles de emociones a la vez se aleja de él.

El rubio intenta asimilar todo lo que Jeon le ha dicho y todas las emociones que ha tenido que reprimir al verlo frente a él. Al poder escuchar su voz, al poder oler el aroma a su perfume tan cerca y no poder ser acogido por esos abrazos que tanto anhela sentir.

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