51
Busan/Corea del sur
En la enorme habitación vacía y desordenada se encuentra, Jeon Jungkook, acomodando el nudo de su corbata de manera correcta. Su mirada fija en el espejo frente a él, observando su reflejo detenidamente mientras recuerda el mensaje que su hermoso rubio le había enviado.
Por favor continua con tu vida.
Desde ahora dejará atrás su maldita depresión por no tener a su chico junto a él, seguirá con su vida ya que con ese mensaje Jimin le daba a entender que él haría lo mismo. Pero lo que no sabrá el rubio es que el pelinegro lo buscara hasta volver a ver esos hermosos ojos, hasta poder tocar sus suaves manos, hasta poder acariciar su hermoso rostro. Hasta poder besar sus deliciosos labios y hasta poder recorrer cada rincón de su cuerpo una y otra vez para toda la vida.
El celular del pelinegro suena y deja de sostener el nudo de su corbata, deja caer sus manos al costado de su cuerpo y suelta un enorme suspiro.
—Voy a encontrarlos, rubio. Lo prometo.
Se observa por última vez en el espejo, acomoda su saco y luego se gira.
—No me rendire —susurra, tomando el celular de la cómoda para luego salir de la habitación.
Mientras él desciende las escaleras una de las sirvientas las sube, hace una reverencia ante su presencia y continua su camino. Jeon guarda su celular en su bolsillo cuando ha leído el mensaje que el señor Kim, el padre de Hana le ha enviado.
—Hora de irnos —alza su voz, al llegar a la sala, observando a los tres hombres que siempre lo acompañan.
Hoseok se pone de pie al momento en el que escucha la voz de Jungkook. Namjoon saca su arma, se asegura que lleve el cargador completo y luego le retira el seguro. Jin se pone de pie de manera silenciosa, guarda su nueve milímetros en la cartuchera y camina hacia la puerta pasando cerca de Jeon.
Todos abandonan la casa de Jeon en una de las camionetas polarizadas, Namjoon conduce la camioneta, Hoseok lo acompaña en el asiento del copiloto. Jin, por su parte, viaja en la parte trasera de la camioneta junto a Jungkook.
—¿Estas bien? —pregunta con mirada y voz cuidadosa, Jin.
—Sí —murmura su respuesta el pelinegro.
—¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? Te miraste en el espejo y te diste cuenta que te ves ridículo encerrado en tu habitación, mientras te hundes en la depresión por lo que hiciste —suelta sarcásticamente, Jin.
—No, aunque si me vi en el espejo por unos largos minutos —contesta Jeon a la pregunta burlona de su amigo.
—Ya, di la verdad —le pide seriamente, Jin.
—Recibí un mensaje del rubio —dice Jungkook, sacando su celular del bolsillo del saco.
—Estas bromeando —sonríe Jin, mientras observa a Jungkook.
—Claro que no —espeta en voz baja, Jeon, mientras extiende su celular para que Jin lo tome y observe el mensaje que Jimin le ha enviado.
Jin de forma rápida extiende su mano derecha y toma el celular de Jungkook, ve la pantalla del aparato la cual refleja y revela el mensaje que Jimin le ha enviado a Jungkook.
—Mierda —alza un poco su voz, Jin. —Estoy que no me lo creo —agrega, llevando su mano izquierda a su boca para cubrirla—. Así que esto te ha hecho salir de la mugrosa habitación.
Jin le devuelve el celular a Jungkook.
—Su mensaje y los tuyos —confiesa Jeon, tomando su celular.
—Casi llegamos al bar —informa Hoseok.
—¿Mataras al maldito? —inquiere Jin.
—Debo distraer mi mente con algo —sonríe ladinamente, Jeon, mientras guarda su celular en el bolsillo.
El pelinegro observa por la ventanilla y se percata que están más que cerca, saca del bolsillo interno de su saco los guantes que su lindo rubio le ha obsequiado, se los coloca de forma rápida bajo la atenta mirada de Jin.
—¿Qué haremos? —pregunta esta vez, Namjoon.
—Solo encárguense de cubrirme, si tiene acompañantes mátenlos. El pez gordo es mío —les indica.
Nam detiene la camioneta, le retira las llaves y luego todos revisan sus armas, se cercioran que todas vayan listas para ser utilizadas. Jeon abre la puerta trasera de la camioneta y los tres hombres que lo acompañan hacen lo mismo.
Jungkook se cruza la calle de manera no tan lenta, atrás lo siguen sus tres hombres dispuestos a acatar la orden de su jefe y amigo.
Jeon se detiene en la entrada del bar, espera por sus hombres y luego todos entran juntos, dan unos cuantos pasos para adentrarse al lugar. A lo lejos, Jungkook hace contacto visual con el tío de Namjoon, quien con un simple gesto le indica la ubicación del tipo que ha osado entrar a su territorio y vender producto sin su permiso.
—Síganme —les ordena Jeon a sus chicos, caminando hacia la derecha del bar.
Una mesa aproximadamente con cinco hombres sentados alrededor de ella, se encuentra en la esquina derecha del bar del tío de Namjoon. Unas cuantas zorras actuando de manera provocativa ante el grupo de imbéciles que ha entrado a querer dominar Busan.
Las chicas se percatan de la presencia de Jungkook y de sus hombres y saben que lo que se avecina no es bueno.
—Largo —les ordena Nam, en voz alta a las chicas.
Sin dudarlo las chicas se alejan de la mesa lo más que pueden, uno de los hombres que se encuentra de espaldas se gira molesto.
—¿Quién mierda te crees? —pregunta de forma molesta observando a Jungkook y a sus hombres.
—¿Quién mierda te crees tú para hablarme de esa forma? —contra ataca Namjoon con otra pregunta.
—Voy a golpearte —lo amenaza el tipo, mientras se pone de pie.
—Apuesto a que será lo contrario, pitufin —dice Nam, burlándose de la estatura de su oponente.
—¿Quiénes se creen que son? —habla uno más mientras los otros tres se ponen de pie.
—¿Quién te crees que eres tú? —interviene esta vez, Jungkook.
—Yo soy el próximo dueño de Busan —se mofa el tipo frente a Jeon.
—Por favor, no nos hagas reír —se burla Jungkook, mientras Nam, Hoseok y Jin no paran de reírse.—No puedes ser el próximo dueño de Busan cuando no has matado al verdadero líder de Busan —dice Jeon, dejando de reírse.
—No hubo necesidad de hacer eso —comenta con seguridad el tipo poniéndose de pie.
—¿Así? —alza sus cejas, Jungkook, mientras empieza a caminar hacia el tipo.
Dos de los hombres contrarios intentan sacar sus armas, pero Hoseok y Namjoon se lo impiden golpeándolos y quitándoles sus armas.
—Busan solo tiene un líder y estoy seguro que ese soy yo.
La mesa interviene en el camino de Jeon, extiende una de sus manos y la lanza a un costado para poder continuar caminando sin ningún problema.
—Estoy a punto de matarte por entrar a mi territorio y vender sin mi consentimiento —Jeon se saca el arma de su cartuchera y apunta al tipo frente a él.
—No, por favor —alza sus manos el tipo.
—Hagan lo que les ordené —les recuerda Jungkook a sus chicos.
Cuando el pelinegro gira su rostro observa al tipo que le apunta con un revolver.
—No dejare que me lastimes —amenaza el tipo a Jeon.
—Voy a matarte de todos modos —dice molesto, Jungkook.
—Solo cumplo ordenes —suelta el tipo sin necesidad que Jeon pregunte.
—No me digas —se acerca cada vez Jeon, hasta que el tipo le coloca la punta del revolver en su pecho.
—Dispara, vamos —ordena Jungkook.
Jin de inmediato observa a Jungkook.
—¿A que estas jugando, Jungkook? —pregunta furioso, Jin.
—Cállate —demanda Jeon. —Vamos, dispara. Hazlo —agrega.
Jin suelta dos disparos y le quita la vida a uno de los tipos para luego salir del bar molesto, debido la actitud de Jungkook.
—Tira del gatillo —le pide Jeon.
El tipo niega una y otra vez.
—¿Por qué no? —decide preguntar, Jungkook.
—Porque esa no fue la orden que recibí —suelta el tipo.
—Yo si te mataré, y luego matare al maldito que te contrato —dice sinceramente, Jungkook.
Sin dudarlo golpea el rostro del tipo, le quita el revolver y jala el gatillo una y otra vez, mientras se toma el tiempo para volver a cargar el revolver.
Namjoon y Hoseok matan a los tres tipos y salen del bar dejando dentro a Jungkook, el cual camina hasta la barra.
—Pagare por eso —dice cuando ha llegado al bar y observa al tío de Nam.
—Lo sé —responde el tío de Nam, mientras le da un pequeño trago de tequila a Jeon.
—Gracias.
Jungkook brinda con el tío de Nam y luego ambos beben el tequila.
El celular de Jeon suena, deja el pequeño vaso de vidrio solo sobre la mesa y saca su celular.
—Debo atender —dice observando al tío de Nam.
—Espero verte pronto, Jungkook —se despide el señor.
—Le diré a Nam que te traiga dinero —es lo último que dice Jeon, para luego girarse y caminar hacia la salida mientras atiende la llamada.—Tsubasa, es un gusto saber de ti —atiende con voz fingida.
—Opino lo mismo, Jeon —habla el japonés.—Quiero que prestes mucha atención, Jungkook —le pide Shiromatsu al pelinegro.
—Te escucho —dice Jeon, mientras se cruza la calle para entrar a la camioneta de nuevo.
—He hablado con Kim, espero y te haya contactado —empieza a hablar el japonés.
—Sí, recibí un mensaje de su parte —le hace saber Jeon luego que ha entrado a la camioneta.
—Bien, es el día y la hora en la cual nos encontraremos. Los casinos serán tuyos muy pronto, Jeon —suelta Tsubasa.
—Eso es bueno —confiesa Jungkook.
—Aun no puedo creer que mi sobrino quiera darte los casinos y que no te mate después de todo el sufrimiento que le estás causando —menciona Tsubasa, para luego guardar silencio.
—Yo tampoco puedo creerlo —dice Jungkook, mientras recuerda el mensaje que recibió de parte de Jimin.
—Donde manda corazón el odio obedece —menciona Shiromatsu. —Nos vemos pronto, Jeon —se despide.
—Nos vemos pronto —repite Jungkook, para luego finalizar la llamada.
—¿Dónde está, Jin? —pregunta el pelinegro cuando no lo observa dentro de la camioneta.
—Tomo un taxi —responde Hoseok.
—Bien —bufa Jeon, molesto.
Namjoon arranca la camioneta y se dirigen de nuevo hacia la enorme casa de Jeon.
En Kobe, Jimin se prepara cada día con la ayuda de Yoongi y Ravi, cada vez tiene más hombres de su lado. Se puede decir que el clan de Kobe está renovado y listo para enfrentar a Aiko cuando ella este dispuesta a enfrentar a su propio hijo para conseguir todo lo que su abuelo Osamu Shiromatsu le había heredado, incluyendo su legado acompañado por la bendición de sus antepasados.
Y es que todo final trágico tiene un nuevo comienzo ¿o no?
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