36
Busan/Corea del sur
Faltan cinco días para el enfrentamiento de clanes en Tokio. Tanto Namjoon y Hoseok en compañía de más hombres que trabajan para los Jeon, han sido reclutados.
Yoongi prepara las últimas armas necesarias, su instinto le dice que deben ayudar al tío de Jimin y unirse a él. Kobe quedará sin mandato y esa será una ventaja para ambos.
Un tatuaje se lo hace cualquiera y él sin duda está dispuesto a cederle el puesto en Kobe a su queridísimo y adorado primo, Jungkook.
Yoon piensa que de los dos a Jungkook le conviene quedarse en Japón debido a la cercanía que tiene con Jimin.
Por esa razón, Yoongi optó y pensó que al ganar el territorio de Kobe podía reforzar a Tokio. Además podrían traficar más cargamento hacia Japón si uno de ellos se encuentra del otro lado del charco.
Introduce una M-16 a una de las cajas, coloca su cargador en el respectivo lugar y luego cierra la caja colocándole los seguros.
Jeon, por su parte se encuentra recargado sobre el marco de la puerta observando el accionar de Yoongi.
—¿Todo listo? —pregunta Jung, cuando observa a Yoon asegurar dos cajas más.
—Así es —responde sonriente el de piel pálida. —Es una gran oportunidad, Jungkook —agrega, tomando asiento sobre una enorme caja llena de municiones.
Jungkook entra a la bodega a pasos lentos, una buena charla con su primo después de un largo tiempo no es una mala idea.
El menor toma asiento al lado de Yoongi para empezar una charla como en los viejos tiempos, solo que esta vez mezclando trabajo y vida personal.
—¿A qué te refieres con gran oportunidad? —inquiere el menor, acomodándose sobre la caja.
—Si ayudamos al tío de Jimin, Kobe puede ser nuestra —contesta feliz.
—¿Qué te hace pensar eso? —replica Jungkook, curioso.
—Tsubasa solo quiere su territorio, lo ha dejado claro. El dinero que está obteniendo gracias a nuestro cargamento es grande y lo sabe, encima nadie más de otro clan Yakuza o alguna otra mafia se atrevería a ayudarle sin ningún beneficio a cambio —argumenta de Yoon. —Lo que tú pediste fue que nuestra mercancía entrara y lo lograste, pero también tienes a Jimin y a Dai a los cuales proteges. Estoy seguro que el tío del rubio estará más que orgulloso por eso —sonríe plácidamente el chico de piel blanquecina.
—Insinúas en que nos dará Kobe en agradecimiento por proteger a mi rubio, y al enano —espeta sarcásticamente, Jungkook.
—Así es, hermano.
Yoon palmea el muslo de su primo felizmente cuando se da cuenta que ha captado su idea.
—No te ilusiones, Yoongi.
—Imagínate y eso sucede —menciona Yoon, ganándose una mirada de desaprobación por parte del menor.—Solo imagínatelo, Jung —le pide insistentemente el mayor.
Jeon, fastidiado asiente.
—El territorio de Kobe podría ser tuyo —extiende sus manos y una enorme sonrisa se forma en el rostro pálido de Yoongi.
—¿Por qué mío? —pregunta el menor.
—Porque el rubio se quedará con su tío, porque su tío se lo dará a él, porque el rubio pertenece a Japón y no aquí gracias a su lindo, pero peligroso tatuaje —le recuerda Yoongi.
—No necesito el territorio de Kobe —suelta Jungkook de mal humor.
—Yo sé que no lo necesitas, Jung, pero sabes que cuando Tsubasa tenga a salvo Tokio, Jimin volará a Japón y se mudará con él. Su abuelo le ha dejado una fortuna, yestoy seguro que tu chico no tiene idea de todo lo que su abuelo le ha dejado —canturrea Yoongi, cansando y enfadando a Jungkook.
—Jimin, no me dejará —articula el menor.
—No te ilusiones, Jungkook —el mayor toma las mismas palabras que antes el pelinegro le ha dicho—. Pero lo único que ataba a Jimin a Busan era su padre y tú mismo te has encargado de desaparecerlo.
Al escuchar todas las palabras que Yoongi ha dicho el menor se pone de pie y observa airado a su primo.
—¿Estás diciendo que el rubio no se quedaría por mí? —lo confronta el menor con voz furiosa.
—No, claro que se quedaría por ti —el mayor hace una pausa y piensa por unos segundos lo que va decir—. Pero solo imagínate que Jimin se entere de que eres el culpable de la muerte de su padre. Dime Jungkook, ¿crees que tú rubio decidiría aún quedarse a tu lado?
En ese momento la sangre del pelinegro hierve.
Quiere golpear a su primo por tocar ese tipo de tema, quiere hablar y decir algo que cambie su imaginación, pero no hay nada, absolutamente nada que él tenga para decir que cambie la imaginación trágica y verdadera que su primo le ha expuesto.
—Tu silencio me ha respondido —Yoongi se pone de pie y toma dos cajas con armas. —Olvida mis imaginaciones y ayúdame con las otras dos cajas —le pide a Jungkook—. Solo no olvides que puede suceder y que toda mentira sale a la luz, tarde o temprano.
Son justas palabras que ambos padres les expresaban tanto a Yoongi como a Jungkook cuando eran sólo unos adolescentes hormonales.
Jungkook toma las dos cajas y cuando está por dar un paso para seguir a su primo, ambos escuchan un sonido en la parte de afuera de la bodega.
Sueltan las cajas, sacan sus armas les retiran el seguro y salen de la bodega, los dos saben que esos han sido pasos y que son de alguien que los ha espiado durante quien sabe cuánto tiempo.
—Mierda —dice Yoongi, guardando su arma.
—Seguro y era algún dueño de una de las bodegas vecinas —habla Jungkook.
—Esperemos a que sea así —el mayor toma las dos cajas.
Jungkook hace lo mismo y ambos salen de la bodega de nuevo, bajan la cortina y le colocan el candado.
Salen del millón de bodegas observando hacia todos lados, esperando que quien los haya espiado no haya sido alguien que los exponga. Bueno, que exponga a Jungkook pensaba Yoongi.
Llegan a la camioneta, meten las cajas al baúl, suben y mientras conducen Yoongi tiene la duda en saber si su primo también viajará a Japón para la lucha de clanes.
—¿Vendrás?
Jungkook lo observa sereno y confirma—. Sí.
—Necesitamos esto, Jung.
—Saldremos por la madrugada, déjame en la casa de Taehyung, Jimin se encuentra de visita junto a Dai —le pide Jungkook.
Yoongi asiente feliz, sabe que su primo se despedirá del rubio y él también lo planea hacer con su castaño.
Ambos hablan durante el camino a la casa de la madre de Taehyung, trivialidades y recuerdos de sus padres, pero que hacen más ameno el viaje.
Cuando llegan, el primero en salir es Jungkook, espera a que Yoongi salga para caminar hasta la puerta y tocar el timbre.
—Sí —la voz de la madre del castaño los recibe abriendo la puerta.
—Buenas tardes, señora —saluda Jungkook, cortésmente.
—Buenas tardes —corresponde la señora el saludo. —¿Puedo ayudarles en algo? —pregunta la madre de Taehyung.
—Busco a Jimin, es mi pareja —habla el pelinegro.
La señora se acerca más a Jungkook y recuerda que lo ha visto anteriormente sin camisa, sonríe nerviosa y lo deja pasar.
—Él viene conmigo —agrega el pelinegro para que deje pasar a Yoongi.
—Jimin, cariño. Tu guapo novio está aquí —se pavonea la señora Kim, hasta llegar a la pequeña sala con Jungkook y Yoongi siguiéndola.
—¿Jungkook? —duda, sorprendido el rubio que se encuentra sentado al lado de su mejor amigo.
—Hola, rubio —le guiña su ojo izquierdo.
Taehyung al ver a Yoongi en su casa frente a su madre, se impresiona y su nerviosismo es más que notorio.
—¡PA! —grita Dai, emocionado al ver a Jungkook.
—Enano —dice Jeon, caminado hacia el pequeño.
Jimin se pone de pie en el momento en que Taehyung le insiste en que lo ayude con Yoongi. El menor recuerda que su amigo lo ha metido en problemas anteriormente y decide ignorarlo.
—¿Sucede algo? —indaga Jimin, cuando está frente a su pareja.
—Solo he venido por ti, debo hablar contigo.
El rubio asiente. Se despide de la madre de Taehyung y de su mejor amigo que le ruega por ayuda, pero Jimin, ignora por completo las suplicas del castaño.
—Ha sido un gusto, señora Kim —dice Jungkook, cargando a Dai antes de salir de la casa.
—El gusto ha sido mío —habla coquetamente la madre de Taehyung.
Jimin cierra la puerta y observa a Jungkook.
—No me veas así —le pide el mayor.
—Solo lo dejo pasar porque es la madre de Taehyung —le hace saber Jimin.
El rubio abre la puerta del auto de Jungkook que ha tomado prestado, Ravi a lo lejos los observa dentro de su vehículo.
Jeon coloca en la parte de atrás en la sillita a Dai y luego entra al asiento del acompañante.
—Dejaré que tú conduzcas —sonríe observando a Jimin.
Jungkook
Cuando llegamos a casa lo primero que hago es tomar a Dai en brazos, Jimin se encarga de cerrar el auto y entrar la maleta con las cosas del enano.
—Joven Jeon —me saluda una de las sirvientas, cuando abro la puerta.
No respondo solo asiento y entro a mi casa.
—Buenas tardes —saluda el rubio.
—Buenas tardes, joven Jimin —corresponde cortésmente la sirvienta.
—Necesitamos hablar —me dirijo al rubio, cuando se encuentra en la sala.
—Está bien.
Jimin está por tomar asiento, pero se lo impido.
—A solas —específico.
Tomo su mano y dejo a Dai sobre uno de los sillones.
—Tú, cuida al enano —la sirvienta asiente y de manera rápida camina hasta donde he dejado a Dai.
—Hay biberones y ropa en la maleta —le indica Jimin.
—Que alguien prepare la cena y la suba junto a Dai —ordeno por último, para luego subir los escalones junto a Jimin.
Abro la puerta de la habitación y juntos entramos, nos detenemos frente a la cama y nos observamos el uno al otro.
—Eres tan lindo, rubio —llevo mis manos a su rostro. —Tan lindo que me vuelves loco —lo acerco más a mí.
—Bésame, Jungkook —me pide, sin dejar de mirarme con sus brillantes ojos.
No puedo negarme, no a mí lindo rubio. Acerco mis labios de manera lenta y lo beso tan lento que siento que el corazón se me acelera.
—Voy a viajar a Tokio —le comento entre el beso.
Con sus manos empieza a retirarme la chaqueta y a desabotonar mi camisa, botón por botón.
—Eso es bueno —dice cuando nos separamos por falta de aire, y de paso aprovecha para retirarme la camisa.
—Se supone que hablaríamos —le recuerdo riendo cuando me encuentro frente a él sin camisa.
—Lo hacemos —musita entre risas.
Es un avance, nos besamos y hablamos, eso es bueno.
—Manos arriba —le ordeno.
De inmediato hace lo que le pido, le retiro su camisa y luego lo tomo de su cintura y lo acerco a mi para fundirnos en un profundo beso, llegamos a la cama y lo único que quiero hacer es disfrutar cada rincón de su cuerpo, quiero saborear cada parte de su suave y blanca piel, quiero grabar cada detalle de su cuerpo y cada facción de su rostro en mi mente.
Con sumo cuidado lo coloco sobre el colchón de la enorme cama que ambos compartimos, alzo sus manos sobre su cabeza, beso sus regordetes y malditos labios a mi antojo, siento como enrolla sus piernas en mi cintura, dejo de besarlo por unos momentos y lo observo, sonríe sonrojado y agitado por la falta de aire.
—Hablaremos luego —susurro, mientras me retiro los zapatos junto a mis calcetines y mi cinturón.
El rubio asiente mientras me observa con sus lindos ojos, regreso de nuevo a la cama y con cuidado me coloco sobre él, posa sus manos en mi cuello y empezamos a besarnos, poco a poco retiro sus manos de mi cuello y de nuevo las coloco sobre su cabeza.
—No las bajes —le ordeno, hablando sobre sus labios.
Dejo un último beso sobre sus belfos y poco a poco desciendo con mi boca dejando besos húmedos acompañados por pequeñas mordidas y chupetones.
—Jungkook —articula con voz temblorosa.
—Voy a saborear cada parte de ti rubio, voy a disfrutarte.
Coloco mis labios sobre su pecho y empiezo a besar, a morder y succionar.
Bajo lentamente mi boca a su tórax mordiendo y succionando, mordiendo y succionando, mientras siento como el cuerpo del rubio se retuerce de placer y dolor cuando siente mis labios, mi lengua y mis dientes sobre su blanquecina y deliciosa piel.
—Gírate —ordeno, presionando sus muslos.
Hace lo que le ordeno sin rezongar, hago lo mismo que he hecho con la parte delantera de su cuerpo, puedo escuchar como el ritmo de su respiración cambia de una lenta a una acelerada, puedo sentir como su espalda sube y baja de manera rápida cuando siente mis labios sobre su piel.
—Jungkook, por favor —jadea.
Dejo de hacer lo que hago y él se gira, y besa mis labios con desesperación.
—Mi turno —dice sobre mis labios, coquetamente.
Invertimos posiciones y esta vez él es el que se encuentra sobre mí, besa mis labios, recorre mi cuello con su lengua, puedo sentir como sus deliciosos labios succionan parte de piel, con sus manos acaricia mi cuerpo, luego deja besos regados en mi cuerpo, sus manos se detienen en el broche de mi pantalón, deja besos en mi zona pélvica mientras desabrocha mi pantalón y baja mi cierre.
Alzo un poco mi rostro y lo miro, sonríe divertido, siento su mano sobre mi ropa interior tocando mi miembro que se encuentra duro y completamente excitado.
—Sino vas terminar lo que estás empezando, detente —le pido mientras me apoyo sobre mis brazos para observarlo mejor.
—¿Quién dice que no terminaré esto?
Se levanta de la cama, se retira su pantalón y lo arroja a la alfombra.
Solo queda en ropa interior ante mí, palmea el borde la cama dándome a entender que quiere que tome asiento en ese lugar, me pongo de pie y él al instante se coloca de rodillas, retira mi pantalón acariciando mis piernas y luego retira por completo mi bóxer, tomo asiento donde me ha señalado.
El rubio coloca sus manos sobre mis rodillas y lentamente las mueve hacia mis muslos, acerco mi rostro al suyo, con mis manos tomo su rostro y estampo un largo beso sobre sus labios, mientras lo beso siento una de sus manos sobre mi miembro, dejo de besarlo cuando siento un delicioso placer al sentir su mano estimulando mi erección.
—No soy bueno en esto, pero haré lo que pueda —dice con timidez.
—Solo hazlo, rubio —le pido, desesperado por ver como introduce mi polla en su maldita y deliciosa boca.
Con su mano derecha estimula mi polla, toma su mano izquierda y la coloca en mis testículos, me observa un tanto sonrojado, pero sabe lo que debe hacer, lentamente acerca su rostro a mi polla mientras su mano sube y baja sosteniendo mi erección.
El rubio finalmente introduce la punta de mi falo a su boca, succiona un poco y me hace perder el control, recargo mi cabeza hacia atrás y cierro mis ojos, Jimin no deja de succionar mi polla haciendo un sonido obsceno que solo me calienta más.
—Un poco más, rubio —le pido desesperado.
Hace lo que le pido, saca toda mi extensión de su boca, toma un poco de aire y de manera lenta, pero brutal para mí, introduce mi falo hasta donde puede, su mano estimula mis testículos y el vaivén con su boca empieza y siento la mejor sensación del mundo.
Abro mis ojos con dificultad y puedo observar como mi lindo rubio me está haciendo una riquísima mamada, me vuelvo loco de solo ver como su cabeza sube y baja atragantándose con mi enorme erección en su cavidad bucal.
—Mierda, rubio.
Alzo un poco mi cadera y al instante tose y me observa de reojo, molesto.
Continúa con su cometido y vaya que lo estoy disfrutando, amo su boca húmeda sobre mi polla, amo ver como sus labios succionan la punta de mi erección haciéndome perder los estribos, siento como los espasmos llegan a mi zona pélvica, tiro del cabello del rubio para que se detenga, me observa con sus ojos llorosos, limpio su rostro con mis manos, extiendo mis brazos y le ayudo a ponerse de pie.
Su respiración es acelerada, retiro su ropa interior y la dejo caer, hago que tome asiento sobre mis piernas, beso y succiono sus labios, su mano derecha se posa en mi pecho y su mano izquierda no para de estimular suavemente mi polla.
—Voy a hacerte el amor —beso su cuello mientras una de mis manos baja hasta su culo.
Dejo un pequeño azote en su culo dos veces seguidas, el hacer el amor con el rubio es simplemente la perdición. Tomo un poco de su líquido pre-seminal con mis dedos y luego lo llevo a su entrada, introduzco el primer dedo, alza sus caderas y rasguña un poco mi pecho.
—Aaah —gime en mi hombro.
—Uno más —beso su hombro y dejo una pequeña marca.
Asiente a mi petición e introduzco un segundo dedo.
—Jungkook —chilla, pegando más su pecho al mío.
—Los moveré ahora —le hago saber.
Asiente recargando su frente a la mía, relamo mis labios mientras empiezo a embestir con mis dedos su deliciosa entrada, puedo sentir como su respiración y la mía se mezclan, puedo escuchar como lucha para retener sus gemidos, puedo ver como muerde su labio inferior mientras no deja de observarme.
—A la mierda todo, no puedo más, rubio.
Me pongo de pie, se sujeta con sus brazos de mi cuello e inmediatamente enrolla sus piernas en mi cintura.
—Voy hacerlo ahora —digo con voz agitada y deseosa.
—Hazlo, por favor —me pide aferrándose de mi cuello y dejando besos en mi mejilla.
Saco ambos dedos de su entrada, doy nalgadas a su culo mientras besa mis labios, bajo mi mano derecha y tomo mi polla, la masturbo tres veces y luego la alineó en la entrada de Jimin, poco a poco la introduzco mientras él se aferra a mi cuello y cierra sus lindos ojos al sentir como mi polla se abre paso en su apretada entrada.
Como puedo intento ver la cama, cuando estoy seguro que lo colocaré en el colchón, lo dejo caer sin salirme de él y siendo cauteloso de no golpearlo, mi miembro se introduce en toda su entrada ganándome un doloroso rasguño en mi espalda.
—Imbécil —me regaña molesto.
Beso sus labios para que olvide su enojo.
Sus piernas aun enrolladas en mi cintura mientras empiezo un delicioso vaivén con mi pelvis, penetrando su estrecha entrada que me vuelve loco.
—Veremos qué tan flexible eres, amor —beso su nariz.
—Jungkook —jadea bajando sus manos a mi espalda baja.
—Sube tus piernas a mis hombros.
Me observa por unos segundos y no hace lo que le pido.
—Ahora, rubio —le ordeno, presionando su cintura con mi mano derecha.
Coloco una de mis manos sobre el colchón y la otra la llevo a su erección, hace lo que le pido dejándome más espacio para penetrarlo.
—Prometo que no te arrepentirás, cariño —dejo un casto beso en sus labios.
De nuevo empiezo a embestirlo esta vez tratando de que ambos sintamos el mismo placer, Jimin gime y cierra sus ojos en el momento en que doy en su punto dulce, se aferra a mi espalda con una de sus manos y la otra la baja a mi culo presionándolo un poco.
—Sí, justo ahí, mi amor —gime.
Baja su mano y esta vez presiona mis dos glúteos al mismo tiempo y me atrae hacia él para profundizar más mi embestida.
—Mierda, sí —arquea su espalda dejándome su cuello blanquecino frente a mi boca.
—Eres delicioso, rubio —murmuro en su cuello mientras el sudor recorre su piel.
—Voy a... —se detiene estrujando mi culo y apretando mi polla tan delicioso.
—Mierda rubio, vas a matarme —gimo, acelerando mis embestidas cuando siento relativamente mi orgasmo.
Continúo penetrándolo con dificultad, el rubio presiona mi erección con sus músculos y hace que me corra.
Beso sus labios aun moviendo mi pelvis de manera lenta y suave.
—Me vuelves loco, mi amor —dejo un casto beso en sus labios.
Retiro el cabello que se encuentra pegado a su frente, lo observo y es malditamente lindo sonrojado, sudado y solo mío.
—Rubio —hablo cansado.
—Uum —hace un sonido con su boca, mientras acaricia mi espalda con sus manos.
—Te quiero —confieso.
Conecta su mirada con la mía y sonríe.
Me atrae hacia él sonriendo y me abraza fuertemente, no dice nada y no pienso obligarlo a que me corresponda. Puedo sentir sus caricias en mi espalda y como deja pequeños besos en mi hombro y cuello, me basta con eso, aunque está claro que espero que un día corresponda el te quiero que le he dicho.
Luego de permanecer abrazados por unos minutos desnudos y aún dentro de él, nos separamos cuando escuchamos unos cuantos toques en la puerta de la habitación, salgo de la entrada de Jimin y me pongo de pie.
—Traigo la cena, joven Jeon —habla la sirvienta.
—¡Ya va! —grita Jimin.
—Échate agua primero —me pide el rubio.
—Dame solo unos segundos —le pido a la sirvienta.
Me ducho rápido limpiando el sudor y restos de semen, observo los rasguños a través del espejo y sonrío satisfecho. Salgo desnudo, pero seco, camino hacia la puerta, pero la voz de Jimin me detiene.
—Jungkook, hazme el favor de vestirte —me reta molesto.
Me veo, sonrío y de manera rápida me coloco la ropa interior y un pantalón.
—Gracias —le agradezco, entrando la carreta con comida.
—Voy por el niño —me informa.
Asiento y luego cierro la puerta.
Ayudo a Jimin a llevarlo al baño, le llevo una de mis camisas y ropa interior para que salga listo, la puerta suena de nuevo y esta vez se que es la sirvienta junto a Dai.
—Gracias, si necesito algo más te lo haré saber —me dirijo a la chica tomando a Dai en brazos.
Cuando me giro y he cerrado la puerta, Jimin ya se encuentra cambiando las sábanas por unas nuevas.
Tomamos un plato y decidimos comer mientras Dai observa las caricaturas sentado en las piernas del rubio, y entonces ambos decidimos hablar.
—Prométeme que te cuidarás —me pide.
—Lo prometo, rubio —bebo un poco de vino.
Jimin toma un poquito de comida y la lleva a la boca de Dai, el cual, la recibe feliz.
—No quiero que salgas sin protección, Jimin. Lo digo en serio —tomo su mentón y lo obligo a verme.
—No lo haré —dice desinteresado. —Estoy feliz de que Yoongi y tú, ayuden a mi tío —comenta con una sonrisa.
—Cuando regrese quiero verte sin un solo rasguño, rubio.
Me mira y niega.
—No me sucedera nada, Jungkook —alza su mano y acaricia mi mejilla suavemente.
Estoy a punto de besar los labios de Jimin, pero soy interrumpido por la vocecita de Dai.
—¡Pa, pa, pa! —grita.
Jimin sonríe y continúa comiendo.
Dai me señala las caricaturas sonriendo, asiento y decido hablar con él un poco, aunque no me entienda la mitad de lo que digo.
Todos nos quedamos dormidos, mi celular suena e inmediatamente atiendo.
—Es hora, Jung —me notifica Yoongi.
Cuelgo, me pongo de pie, me coloco los zapatos y tomo la camisa y chaqueta que Jimin ha escogido para mí. Cojo mi arma y abro el primer cajón de la cómoda, remuevo algunas cosas y veo la libreta del padre del rubio, la lanzo al final y dejo mi chequera en la cómoda y luego cierro el cajón.
Observo a mi lindo rubio abrazando a Dai, ambos se miran tan tiernos, sonrío y me acerco cautelosamente a los dos, dejo un beso en la sien de Dai.
—Pa, volvera pronto, enano —acaricio su mejilla regordeta.
Veo al rubio haciendo un puchero con sus labios mientras duerme.
—Eres tan lindo —susurro con parsinomia.
Acerco mi rostro al suyo y dejo dos besos sobre sus labios, el rubio se remueve y acaricio su cabello sin dejar de mirarlo.
—Descansa cariño, volvere pronto —dejo un último beso en su mejilla, me alejo de la cama y antes de salir veo por última vez a ambos.
Cuando bajo las escaleras me encuentro con Ravi.
—Cuida de él —le ordeno.
—Lo hare, Jeon —responde.
Abandono la casa y subo al auto en el que Yoongi espera por mí, me coloco el cinturón y arranca, el portón de la casa se abre y el vehículo sale de mi propiedad.
Mi celular suena, inmediatamente lo saco de mi chaqueta y observo que es Jimin.
—¿Paso algo? —digo al atender.
—Te quiero, Jungkook —dice con voz adormilada.
—¿Estás dormido? —dudo.
—Solo un poco, pero estoy consiente de que te quiero, Jungkook —repite.
Una enorme sonrisa se forma en mi rostro.
—Volvere pronto, rubio.
—Estaré esperando por ti, ahora ve a Tokio y ganen esa batalla —cancela la llamada.
Lo haremos, ganaremos, pero está claro que si ganamos no dejare que Jimin se mude a Tokio y mucho menos me mudare a Tokio o a Kobe. Eso nunca.
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