33
Jungkook
El rubio, sentado aún sobre mis piernas, mientras las risas acompañadas de besos no paran.
—Malditos labios —digo, para luego pasar mi lengua sobre ellos.
—Puedo sentirte —dice el rubio, llevando una de sus manos a mi entrepierna.
—Mierda —susurro al sentir como toca mi miembro.
Llevo mi mano a su cuello y lo acerco por completo a mi rostro, beso sus labios de manera necesitada y desesperada. Si algo nos queda claro es que el control lo hemos perdido y la excitación se ha apoderado de nuestros cuerpos.
Estoy a punto de retirarle la camisa cuando la voz de Yoongi, inunda la casa.
—¡Quiero una puta explicación de todo, Jungkook! —exclama exigente.
Bajo la camisa de Jimin y llevo mis manos a su cintura cusando que me observe sin entender que sucede.
—Primero baja el tono —recito, haciendo que el rubio baje de mi regazo. —Ahora explícate —le pido mientras me pongo de pie con Jimin a mi lado, sosteniendo con una de sus manos el recipiente donde se encontraban las uvas.
—El rubio es un Yakuza —suelta.
Jimin se sorprende, me mira y estruja mi antebrazo izquierdo de inmediato.
—Yoon...
—No mientas más, Jung. Obligué a Taehyung a hablar luego que terminó de hablar con el rubio —me interrumpe mi primo.
—Más vale que no lo hayas lastimado —arremete Jimin contra Yoongi, soltando mi antebrazo.
—Vamos a hablar —digo con mesura.
Yoon bufa, al parecer está por volverse loco, se acerca a Jimin y lo hala hacia él, lo gira bruscamente y cuando está a punto de alzar su camisa el rubio forcejea y yo hago que Yoongi lo deje en paz.
Tomo a mi primo del cuello y lo estampo contra la primera pared que encuentro. Lo contramino con fuerza, él intenta que lo suelte, pero no lo consigue.
—No lo vuelvas a tocar —demando airado.
—¡Basta Jungkook! —grita Jimin. —Suéltalo, es tu familia _escucho detrás de mí.
—Tú y yo vamos a hablar y luego dejaré que Jimin te lo explique todo —le indico.
Suelto a mi primo, observo a mi chico y le ordeno—. Ve arriba.
—Pero...
—Maldita sea, rubio, ve arriba con Dai y baja cuando te lo diga —alzo mi voz.
Asiente, se gira y aún con el depósito en una de sus manos se aleja de la sala y me deja solo con mi primo. Decido no hablar hasta escuchar que Jimin cierre la puerta de la habitación.
—No puedes tener a un Yakuza con nosotros —es lo primero que dice cuando ambos hemos escuchado que la puerta de la habitación ha sido cerrada.
—No debes recordarme algo que ya sé —replico, tomando asiento en el sillón.
—¿A qué mierda estás jugando, Jungkook? —me cuestiona molesto, de pie ante mí.
—No es un juego, Yoongi —respondo con sinceridad—. Si tomas asiento, te tranquilizas y estás dispuesto a escucharme te explicaré todo.
Mi primo me observa por unos segundos, bufa furioso y luego decide tomar asiento frente a mí.
—Te escucho —me da la aprobación, Yoongi.
—Cuando conocí al rubio no tenía idea en lo que estaba involucrado, incluso él no lo sabía. Yoon, fue hasta después de un tiempo que me di cuenta —hago una pausa.
Me pongo en pie y camino hacia las escaleras, me cercioro que Jimin no esté en las escaleras escuchando y luego regreso a la sala.
—Los hombres que matamos en el puerto eran Yakuzas, venían por Jimin. Hoseok encontró la fotografía del rubio dentro de los bolsillos de uno de los hombres —relato, y luego observo de nuevo hacia las escaleras y prosigo—. Pero todo cobró sentido cuando su padre fue el culpable de robar mi cargamento, su libreta además de tener direcciones, cuentas y apuntes personales, tenía el mismo dragón que el rubio tiene tatuado en su espalda.
—¿Mataste a su padre? —inquiere Yoongi.
—Ssshhh —hago que baje la voz, y confieso—. Sí.
—Maldita sea, Jung.
—Lo sé, lo sé —murmuro—. Leí las cartas que su abuelo, el líder del clan Yakuza antes de morir le dejó. Inclusive la que su tío le envío.
—Me has engañado por completo, Jung. Creí que todo esto era por introducir nuestra droga y todo, pero ahora es distinto —menciona. —¿No es así? —duda.
—No lo dejaré ir, Yoon, no me interesa luchar con cualquier clan Yakuza. Si es necesario te dejare a cargo de Busan —expongo.
Yoongi, se acerca a mí y verbaliza. —No, no es necesario. Mierda —resopla—. ¿Qué tan grave es, Jungkook?
—Quieren Tokio y les ayudaré a que no lo pierdan, un clan contrario quiere al rubio. Yuto no es más de confianza, su madre es una maldita drogadicta y al parecer ahora saben que Jimin está bajo mi protección —contesto.
—Es un lindo desastre —rechista Yoon.
—Es lo que hay.
—Bien, ahora quiero escuchar a tu chico —me pide.
Me pongo de pie de nuevo y llego al inicio de las escaleras.
—Jimin, baja por favor —alzo un poco mi voz.
Escucho como la puerta se abre, regreso a la sala y tomo asiento en el sillón. Mi primo y yo esperamos a que el rubio haga su aparición.
Se queda de pie frente a ambos.
—Ven acá —golpeo mis muslos y me observa como si esperase que dijera algo más. —No te gritaré más —le aseguro.
Camina hacia mí, lo tomo de su cintura y lo acomodo en mis muslos.
—Lo siento, rubio —se disculpa, Yoongi.
—Está bien, te comprendo. Jungkook igual se volvió loco cuando se dio cuenta —habla Jimin.
—Dime lo que no sé —le pide Yoon.
—Bueno..., mi madre es la hija de Osamu Shiromatsu, mi abuelo era el líder del clan Yakuza de Tokio, murió y mi tío ahora es líder de Tokio —empieza el rubio.
—¿Qué hay de Dai? —interroga Yoongi.
—Es mi hermano, no tengo idea de quien sea su padre, mi madre se prostituía por dinero así que ignoro quien es el padre de Dai —comenta Jimin.
—Tu tatuaje —señala al rubio.
Jimin se pone de pie, se gira y me observa. Llevo mis manos hasta su camisa y lentamente la alzo para que Yoongi pueda ver su tatuaje.
Trago grueso, esto no es lo que quiero hacer, no quiero que nadie vea su tatuaje. El rubio me mira y me sonríe para tratar de tranquilizarme.
—Es hermoso —articula Yoongi, embobado.
—Es lo que dicen todos —musita Jimin.
Bajo la camisa del rubio y de nuevo toma asiento en mis piernas.
—He leído muchas historias con respecto a los Yakuza. Mi padre me contaba una en específico, pero no recuerdo su nombre —menciona Yoon.
—¿Y? —pregunto observando a mi primo.
—Déjame hacerme cargo del enfrentamiento por Tokio, si has aceptado estar junto a Jimin no me queda más que seguirte, Jung.
Yoongi es mi apoyo y el que él este de mi lado me hace feliz y más fuerte.
—Gracias Yoongi —agradece el rubio, esbozando una sonrisa.
—Mientras ustedes hablaban mi tío me llamó, me comentó que hizo un nuevo trato con el líder de Kobe. Si mi tío gana se queda con todo su clan.
Yoongi y yo nos observamos.
—Un territorio más —dice Yoon, sonriendo ladinamente. —Ganaremos esa batalla, Jimin, te lo aseguro —agrega.
—Eso espero —articula en voz baja, el rubio.
Yoon saca su celular que no deja de sonar y dice. —Necesitaremos armas —se acerca a mí, mientras Jimin espía la pantalla del celular de mi primo.
—¿Cuándo es el enfrentamiento? —indaga Yoongi.
—En un mes —le hago saber.
—¿Por qué Taehyung te está llamando? —interroga Jimin, observando con molestia a Yoongi.
—No es él —niega mi primo.
—Jungkook, te juro que en la pantalla dice Taehyung —se queja como un niño pequeño.
—Claro que no —replica Yoon, cancelando la llamada.
—Puede ser otro Taehyung, amor —digo tranquilo.
—Debes estar de broma, Jeon Jungkook —golpea mis brazos fuertemente. —No lo defiendas —me regaña el rubio.
—Será mejor que me vaya —dice Yoongi, poniéndose de pie.
—No, tú no te vas —parlotea molesto Jimin, intentando ponerse de pie, pero se lo impido.
—Deja que se marche —hablo en voz baja, mientras sostengo con fuerza su cintura.
—Nos vemos, Jimin —se despide mi primo, atendiendo su celular. —Hablamos luego, Jung —se despide de mí.
—Basta, rubio —le ordeno cuando Yoon se ha marchado.
—Era mi Taehyung, te lo juro —dice con un puchero en sus labios.
—Taehyung no es tuyo.
—No empieces Jungkook, me refiero a que es mi amigo. Lo es, algo me lo dice.
Acaricio su cintura lentamente haciendo que me observe.
—No me veas así —me pide.
—¿Así como? —lo cuestiono maliciosamente.
—Basta —alza un poco su voz mientras sonríe.
—Puedes por favor besar mis labios, lindo rubio —demando en voz suave.
—Si me lo pides de esa manera, claro que si —aún sonriendo empieza a besar mis labios.
Deja de besarme y dejo escapar un enorme suspiro con mis ojos cerrados.
—¿Sucede algo? —me cuestiona.
Niego, pero en el interior el recuerdo de haberle quitado la vida al padre de Jimin me consume. No puedo confesarlo, si lo hago arruinaré todo.
Todo lo que he avanzado con él se irá a la mierda y no soy capaz de dejar que se aleje de mí, no ahora que mi corazón se siente feliz junto a él.
—Ve por Dai, prepararé algo de comer —me pide, se pone de pie de mi regazo, da un largo beso y luego desaparece frente a mí.
Me niego a perder lo que he avanzado, me odiaré por mentirle, pero más me odiará él sí le confieso que soy el culpable de haberle quitado la vida a su padre.
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