32
Jeon, ha decidido tener un día libre solo con el enano y Jimin, ambos quieren salir, pero no los expondrá. No después de tener claro que el rubio y Dai corren peligro.
—Podríamos salir —propone Jimin, caminado con sus pies descalzos para luego acomodarse en el sillón mediano junto Dai.
—Podríamos, pero no lo haremos —dice el pelinegro.
—OK —gesticula el rubio, observando la televisión junto a Dai.
Jungkook se pone de pie y camina hacia el comedor y le pide a Yoongi que refuerce la seguridad en Busan.
—¿Todo bien? —pregunta el mayor.
—Sí —responde Jungkook.
—Cuida de Dai, lavaré los trastes sucios —le pide Jimin.
El mayor asiente y vuelve a la sala a cuidar del niño. Marca a Ravi mientras observa como Dai sonríe al ver sus caricaturas.
—Infórmame sobre los tres tipos —le ordena Jeon, cuando el japonés atiende su llamada.
—Tres japoneses, estoy seguro que puedo reconocerlos de nuevo, Jeon —le asegura Ravi.
—Quiero que investigues sobre ellos Ravi, y si encuentras algo házmelo saber. Al parecer han visto que protejo a Jimin, por lo tanto, debo estar preparado para lo que sea —expone el coreano.
—Lo haré, Jeon.
—Si sabes de quién se trata quiero que me lo hagas saber, y por favor, conviértete en la sombra de mi chico para lo que sea —le ordena Jungkook.
—Como pidas.
—Infórmame de cualquier cosa, Ravi —cancela la llamada.
Dai empieza a llorar y Jungkook lo toma en brazos, y lo arrulla mientras Jimin se ocupa de la cocina.
Recuerda las veces que su padre lo cargaba y se encargaba de él.
—Voy a protegerte siempre, enano —musita.
Se pone de pie y camina de un lado hacia otro.
—Descansa —susurra, dando pasos lentos para que el pequeño empiece a dormirse.
Jimin, por su parte, lava los trastes y habla por medio de una llamada con su mejor amigo Taehyung, mientras Jungkook, escucha todo.
—Lo que hiciste fue estúpido, Chim —lo regaña el castaño.
—No es necesario que me lo recuerdes, Taehyung —rezonga el rubio.
—Eres un maldito terco, espero que Jeon te castigue!
—Ya lo hizo —habla bajo y con timidez, Jimin.
—Dime todos los detalles —pide Tae, emocionado.
—Eso no pasará —suelta el rubio.
—Ok, comprendo, pero debes cuidarte un poco más desde ahora. Mierda, sabes que tu tatuaje es tu muerte —empieza una vez más, Taehyung. —Las personas que te quieren saben por qué y nosotros no, apuesto a que ni siquiera tu tío el líder de los Yakuza sabe sobre por qué te quieren —agrega.
—Lo tengo Taehyung, ahora para —suplica Jimin.
Jungkook sube las escaleras con Dai completamente dormido en brazos, lo coloca en su camita y se cerciora de no cerrar la puerta de la habitación.
Baja los escalones y puede escuchar que Jimin no está más hablando con su mejor amigo.
Llega a la cocina y no se encuentra más ahí, pasa por la sala y lo observa comiendo uvas.
El pelinegro tama asiento en sillón pequeño menciona—. Está dormido.
—Gracias —espeta el menor, poniéndose de pie con el recipiente de uvas en sus manos.
Se abre de piernas y se sienta en el regazo del pelinegro.
—¿Duele? —pregunta.
—Un poco —contesta.
—Voy a besarte justo ahora —le avisa, para luego estampar sus labios sobre los del contrario.
—Uva —le ofrece el rubio, luego que lo ha dejado de besar.
El mayor abre su boca y deja que deposite una uva en su boca.
—Debemos hablar, amor —comenta el pelinegro, mientras el rubio se acomoda en las piernas y deja el depósito con uvas en una de las posaderas del sillón.
—Ok, dime de qué quieres que hablemos, cariño —dice dulcemente, luego de haber masticado la fruta.
—Creo que nos vamos entendiendo. Me gusta como suena —Jungkook rodea la cintura de Jimin y lo acerca más a él.
—Al grano, Jeon —le recuerda el menor, al ver que su pareja empieza a centrar su atención hacia otro tema.
—Claro, lo siento —acaricia la mejilla de Jimin con su mentón. —Debemos hablar sobre lo que sucedió ayer.
Park, toma una uva, la lleva a su boca y pronuncia. —Ok —mientras mastica y disfruta la uva que ha introducido a su boca.
—Debemos ser más cuidadosos, sé que no te gusta que te prohíba cosas, pero por una mierda. Puedes obedecer solo por esta vez —le pide sin dejar de mirarlo.
—Voy a intentarlo, está bien —dice Jimin, toma otra uva y la lleva a su boca de nuevo.
—Antes de continuar sobre ese tema, hay algo que debo decirte. Tu tío me pidió que no te lo dijera, pero prometimos no ocultarnos nada así que hablaré —Jungkook, toma una uva con su mano derecha y la lleva a su boca. —Tu madre ha escapado —suelta luego que ha disfrutado del sabor de la uva.
—Es broma —niega el rubio.
—Tu tío ha organizado una búsqueda para encontrarla, teme que sea capaz de cualquier cosa —agrega, acariciando el muslo del contrario con su mano izquierda.
—Mi madre es una drogadicta, Jungkook. No creo que sea capaz de armar un maldito complot en mi contra —habla exasperado, Jimin.
—Quizá tengas razón, pero deja que tu tío continúe con su búsqueda. Él sabe porque lo hace.
El rubio asiente.
—Siguiendo con lo de ayer —retoma el tema, el mayor. —Ravi, observó a los tres tipos que te perseguían —deja de masticar la uva y lo observa fijamente.
—¿Los conoce? —inquiere.
—No, pero le pedí que los busque, seguro y son de un clan Yakuza —hace una pausa—. Ravi también ha dicho que si los ve de nuevo puede reconocerlos.
—Esa es una muy buena noticia —expresa interesado en el tema, Park.
—Tsubasa me ha dicho que hay una posibilidad de que los tipos me hayan visto protegiéndote.
Ahora el pelinegro decide tocar el tema que ha hablado con el tío de Jimin, por medio de la llamada telefónica a larga distancia.
—Mierda, eso es malo —susurra preocupado, el rubio.
—¿Malo por qué? —lo cuestiona el mayor.
—Bueno, porque te han visto y buscarán información sobre ti y son Yakuza de los que hablamos. Eso significa una guerra, Jungkook —expone un tanto alterado el menor.
El pelinegro lo rodea con sus brazos y deja besos en su cuello mientras murmura—. No me importa.
—Eso no es bueno, en definitiva —continúa hablando el rubio.
—No me interesa —replica el mayor, sin dejar de besar y succionar la piel de su cuello.
—Quieres detenerte, por favor —lo empuja Jimin, intentando alejarlo.
—No —articula con dificultad, haciendo fuerza para que no lo aleje.
—Lo mejor será que me vaya —suguiere Park.
El pelinegro, se aleja de inmediato.
—Debería irme, creo que sería lo mejor.
Jeon, recarga su cabeza en el sillón y suspira.
—Cállate, rubio —le ordena.
—No me calles —replica molesto. —Lo mejor será irme junto a Dai —prosigue.
—Basta, rubio —alza su voz. —Tú —toma su barbilla con la mano izquierda y hace que lo mire a los ojos. —Tú no irás a ningún lugar y Dai mucho menos —le hace saber.
—Pero es lo mejor —argumenta Jimin.
—Lo mejor es que estés junto a mí —le aclara.
—Pero te traeré problemas —se queja.
—Me importa una mierda, rubio. Te quiero a mi lado no a miles de kilómetros lejos de mí, la única maldita forma de protegerte a ti y al enano es tenerlos junto a mí.
El menor extiende sus brazos y los coloca sobre los hombros del mayor, y dice. —Eres tan Imbécil —sonríe alborotando despavoridamente el corazón del pelinegro.
—Debes saber que te quiero a mi lado siempre, rubio. Por alguna extraña razón mi corazón te ha elegido y creo que cada día me gustas más —confiesa.
—Eres demasiado guapo, Jeon Jungkook.
Park, sube sus manos al cuello de Jeon, hasta llegar a su cabello, juega con él y lo agita a su manera.
—Soy el hombre más guapo que tus ojos han visto, lo sé —bromea coquetamente.
—No exactamente —murmura el rubio.
—¿Qué quieres decir con eso, Park Jimin? —pregunta alerta.
—Solo digo que he visto y conocido a más hombres guapos, aparte de ti.
—¿Así? —alza sus cejas.
—Sí —contesta. —Al ser mesero he conocido a muchos —agrega el menor.
Jungkook, intenta parecer tranquilo, pero por alguna maldita razón su rostro no colabora.
—Bien por ti —balbucea desinteresado.
—Pero ninguno ha hecho que mi corazón palpite fuerte, ni me ha besado, tocado, castigado y hecho el amor como mi novio —añade el rubio, sin dejar de acariciar el cabello del mayor. —Debes conocer a mi novio. Es un imbécil, posesivo y celoso, pero es realmente guapo, ha sido mi primera vez en todo —acerca sus labios a los Jeon. —No te enfades —le pide, sonríe y luego besa los labios del contrario
—No es divertido, rubio —le comenta, cuando dejan de besarse.
—Debes ver tu rostro —se burla.
—No debes jugar de esa forma —le recalca.
—Sabes que nunca hice nada con alguien más, no debes enfadarte. Tu has estado con muchas y muchos seguramente —retira sus brazos del cabello de Jungkook.
—Pero eso es el pasado —parlotea el mayor, descendiendo sus manos a su culo. —Ahora estoy loco por mi lindo rubio —realiza una pausa para besar la esquina de la barbilla.
—Más te vale —sonríe el menor, observándolo.
—Ahora vamos a besarnos —anuncia el mayor.
Jimin intenta impedir que lo bese, sonríe y se remueve en el regazo, pero sabe que es inútil, y cuando el mayor ha logrado besar sus labios sonríe.
—Jamás podrás escapar, eres parte de este imbécil —susurra sobre los labios del rubio.
—Jamás dejes que me escape de ti —le pide Jimin, deja un casto beso en los labios de Jungkook, para luego enrollar sus brazos alrededor de su cuello.
—Jamás lo permitiré, rubio —unen sus labios y no dejan de besarse.
Ambos saben lo que sus corazones sienten cuando están juntos, ambos saben que son diferentes, pero que a pesar de eso luchan por estar juntos.
En los alrededores de la frontera de Japón...
Yuto, por ser un Yakuza tiene algunos cuantos privilegios, pero antes de dar órdenes debe cerciorarse de que no han dado un decreto para buscarlo y entregarlo.
Ya sea Tsubasa o al jefe que le brinda la felicidad que más necesita.
En todo el país, pueblo o comunidad, hay soplones que venden su información, y Yuto siendo un Yakuza sabe a la perfección quien es un soplón experto y quién no.
Antes de entrar por completo a Japón decide pagar por información, y es que para su buena suerte el único decreto que Tsubasa Shiromatsu, líder del clan Yakuza ha esparcido por algunos lugares de Japón es el entregar a Aiko, si es vista.
Cuando está seguro, entra en un motel Yakuza, pide el teléfono prestado, y en su cartera rebusca un papel con el número de su jefe.
Espera que alguien atienda, marca y marca hasta que consigue que alguien atienda.
—¿Quién habla? —escucha la voz adormilada a través de la línea.
—Ahora quieres matarme, después de todo lo nuestro —suelta.
—Yuto —recita, aclarando más su voz.
—Así es, cariño —le confirma.
—Tus tres hombres intentaron matarme y secuestrar a Jimin _habla Yuto con cautela—. ¿A qué juegas?
—Tráeme al inútil de Jimin y al pequeño —le ordena.
—Voy a encontrarte y si lo hago voy a matarte —amenaza Yuto.
—Si es que Ryuu no te mata primero —se burla su jefe a través de la línea.
—Así estamos, cariño. Ya entendí tu juego y me arrepiento de haber creído tus putas mentiras, más vale que no te acerques a Dai porque juro por mi vida y por la tuya que voy a matarte —dice con odio, Yuto.
—No puedes matarme, tú me amas cariño y yo te amo a ti —le recuerda su jefe.
—El amor entre tú y yo se fue a la mierda. No te acerques a Dai y a Jimin o juro que iré por ti —le adivierte.
—Tsubasa, va a matarte —suelta con veneno.
—Pero antes que lo haga confesaré todo. Te lo juro, cariño.
Yuto cancela la llamada y regresa a su habitación maldiciéndose por ser tan estúpido.
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