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A las fueras de Busan...


Ryuu junto a dos de los hombres que había escogido se encuentran en un motel. Estaba claro porque los japoneses decidieron quedarse a las afueras de Busan, luego de ver como el sobrino de uno de los líderes del clan Yakuza de Japón era escoltado por alguien más y, al parecer no era cualquier tipo de persona.

—Tú —señala al más bajo, experto en rastreo y artes marciales mixtas. —Averigua quién es el tipo que sacó a Jimin de la tienda —el japonés más bajo asiente y hace lo que se le ha ordenado. —Tú, rastrea la señal del celular del chico —le dice al más alto y con un sinfín de tatuajes en sus manos, cuello y espalda.

Ryuu coge una botella de soju, la destapa y toma asiento en una silla, bebe un poco de alcohol, busca el contacto de la persona para la que ahora está trabajando, lo coloca en alta voz y mientras espera que atienda continúa bebiendo sin parar.

—¿Has conseguido algo? —atiende, sin un poco de formalidad.

—No mucho. Yuto ha escapado y es posible que vaya hacia ti —es lo primero que decide informarle, mientras espera que le especifiquen que tipo de chico se ha llevado a Jimin.

—Rastréalo, Ryuu —le ordena su jefe con su voz molesta y un poco alterada.

—Están en eso —dice luego que ha terminado de beber la botella de soju. —La dirección del celular del chico termina en el centro de Busan —agrega cuando uno de los japoneses ha localizado el último rastro de movimiento de Jimin.

—¿Qué hay de Yuto? —indaga el jefe a través de la línea telefónica.

—Incheon, y ha sido su último movimiento —contesta.

—Tengo al responsable —anuncia el japonés más pequeño.

—Déjame ver —le pide Ryuu.

Se pone de pie luego de retirar su celular de su pierna. Camina hasta quedar frente a la laptop.
En la pantalla una foto del responsable de sacar a Jimin de la maldita tienda.

Nombre: Jeon Jungkook
Hijo de Jeon Han-Sun ex líder de la mafia de Busan.
El padre del único hijo de Han-Sun fallecido, el cargo de toda la mafia de Busan ha pasado a mando de su único heredero, Jeon Jungkook y Jeon Yoongi, sobrino del difunto.

—Esto se pone mejor —canturrea Ryuu, regresando al sillón. Toma asiento de nuevo y suspira.

—Infórmame —demanda su jefe.

—Será difícil llegar a Jimin y al pequeño ahora —empieza Ryuu—. Jimin no está junto a Yuto. El maldito lo dejó escapar.

—Voy a matarlo —suelta la voz airada al otro lado de la línea.

—Haz lo que quieras. Yuto, no es mi problema es el tuyo —suelta Ryuu.

—Explícate, porque el llegar al inútil de Jimin será mucho más difícil —le exige, pasando por alto lo anteriormente comentado.

—Un tipo lo sacó del lugar, lo escoltaban muchos hombres y cuando te digo muchos, son muchos —específica. —Tuvimos que quedarnos en un motel a las afueras de Busan para no ser descubiertos —explica Ryuu.

—¿Quién es el tipo? —cuestiona con desesperación su jefe.

—Es el único hijo de Jeon Han-Sun, ex líder de la mafia de Busan —acota esbozando una sonrisa al imaginarse el rostro de su jefe.—Al parecer, Jimin no es tan inútil como tú lo dices. El tipo lo protegió, lo vi con mis propios ojos desde la distancia —le asegura el japonés.

—¡Maldito, Jimin! —escuchan los tres japoneses a través del celular el grito de su jefe—. No sé qué se supone que es lo que harás Ryuu, pero quiero al estúpido de Jimin y tú me lo traerás vivo, no me importa si debes luchar contra el líder de Busan para que eso suceda.

Espera recibir una orden más, pero la llamada ha sido cancelada.

—Ya escucharon, debemos investigar y vigilar a Jimin, y atacar en el momento indicado —los dos japoneses asienten.—Empezaremos mañana, por ahora descansen —les indica Ryuu.

Tokio/Japón


En un lugar desolado rodeado por edificios, dos de los líderes Yakuza acompañados por dos de sus mejores hombres a su lado están a punto de encontrarse. Si bien, las armas ya estaban decididas aún falta por decidir el lugar en el que ambos se enfrentarán.

Uno luchará por la avaricia y la ambición de dominar y dirigir un territorio más a su cargo, y otro luchará para cuidar lo que su padre había conseguido y poder continuar con su legado.

Akhiro Seizu, líder del clan Yakuza en Kobe, se encuentra dentro de un auto negro clásico blindado, esperando que Tsubasa haga su aparición.

Minutos después de espera una enorme camioneta color negro Mercedes Benz, se estaciona a unos dos metros de distancia del auto clásico de Akhiro.

Tsubasa, antes de salir de la camioneta junto a dos de sus hombres observa por la ventana hacia fuera, se coloca su saco y luego su sombrero.

—Deben estar pendientes a los movimientos alrededor, pueden emboscarnos —les indica Tsubasa.

—Sí, señor —dicen al unísono ambos hombres.

Tsubasa prepara dos de sus cuchillos curvos en su cinturón, el hombre que se encuentra en el asiento del acompañante abre la puerta y sale de la camioneta, lo mismo hace el que ha conducido. Abren la puerta de la camioneta y su líder sale de inmediato acomodando su saco.

La puerta trasera del auto clásico se abre y Akhiro aparece, ambos se observan el uno al otro, saben el protocolo, solo serán ellos dos de cerca mientras sus hombres se quedan cerca de los vehículos.

Tsubasa asiente dando su aprobación cuando lo cree conveniente, Akhiro hace lo mismo, ambos líderes les indican a sus hombres que esperen justo y dónde se les ordena, luego ambos se acercan hasta quedar uno frente a otro.

—Akhiro —saluda el líder de Tokio.

—Tsubasa —responde el saludo el líder de Kobe.

—¿Qué te parece este lugar? —pregunta de la nada, Akhiro.

—Es muy bueno, apartado y desolado —responde Tsubasa, observando un poco los alrededores del lugar siendo precavido.

—A unos cuantos kilómetros pasa un río —agrega el líder de Kobe.

—Al parecer conoces muy bien el lugar —Tsubasa, ladea su rostro. —Un río para desaparecer los cuerpos luego de la matanza. Me parece muy buena observación, Seizu —alaba el líder de Tokio a Akhiro.

—Con esto intentas insinuar que el enfrentamiento será aquí. ¿No es así? —interroga Tsubasa.

Seizu ni siquiera abre su boca, solo sonríe y asiente bajo la atenta mirada de Shiromatsu.

—Muy bien, mis hombres vendrán a cerciorarse que esto esté limpio y sin emboscadas el día del enfrentamiento —continua Tsubasa.

—Pero antes —agrega Seizu, acercándose más a Shiromatsu. —Te daré una oportunidad más —habla con prepotencia el líder de Kobe. —Dame Tokio y no hagamos una guerra entre clanes, podrás trabajar para mí —añade, colocando sus manos sobre los hombros del líder de Tokio.

—No —pronuncia fuerte y claro, Tsubasa. —Si quieres Tokio deberás matarme y, aunque me mates. Tokio no pasará a tu poderío —hace una pausa breve y prosigue. —Ahora —aparta las manos de Akhiro de sus hombros bruscamente. —Si te quito la vida, Kobe será mío —palmea el hombro izquierdo de Seizu. —El trato está hecho, nos vemos en un mes en este lugar, Akhiro Seizu —finaliza Shiromatsu.

Tsubasa limpia sus manos en su saco como si hubiese tocado a alguien con una extraña enfermedad, se gira sobre sus talones, pero recuerda que debe encontrar a su hermana.

—Si por alguna razón ves a mi hermana en tu territorio no la mates, hazla llegar a Tokio por el respeto a las familias que tú y yo hemos establecido antes de nuestro enfrentamiento —le pide Shiromatsu.

Tsubasa llega hasta su camioneta, uno de sus hombres abre la puerta trasera y antes de entrar le entrega su celular con una llamada en espera.

—Ravi, señor —le informa.

Tsubasa entra y luego atiende la llamada.

—Dime.

—Tenemos un problema —empieza a informar, Ravi.

—¿Qué tan grave? —inquiere mientras se retira su sombrero.

—Yuto, estuvo en una persecución y Jimin estaba junto a él, otros hombres los seguían estoy seguro que si los veo de nuevo podré reconocerlos —anuncia Ravi.

—¿Jimin, está bien? —pregunta de manera ligera y preocupada.

—Sí, está a salvo. Jeon lo llevó a su casa, pero Yuto golpeó a Jimin —termina de informar.

—Voy a matarlo —suelta colerico, Tsubasa.

—No si Jeon lo hace primero, jefe —agrega Ravi.

—Desde ahora no se confiara más en Yuto, daré la orden a mis hombres. Cuida de Jimin y dile a Jeon que cuando pueda se comunique conmigo.

Tsubasa cancela la llamada.
Se queda en silencio por un momento intentando pensar. Necesita dar con el paradero de su hermana para poder estar seguro a lo que se enfrenta.

—Quiero que empiecen una búsqueda de mi hermana. Ahora, ya —les ordena a sus hombres.

El que va en el asiento del acompañante saca su celular y da la orden que ha recibido a sus demás compañeros de trabajo.

Busan/Corea del sur


Jungkook se encuentra en su enorme nueva y cómoda cama, plácidamente dormido mientras abraza a su lindo rubio.
Todo va a la perfección hasta que el llanto y quejidos del pequeño Dai se hacen audibles en la casa.

El rubio al instante se remueve en la cama despertando al pelinegro.

—Voy yo —susurra el mayor, adormilado.

—¿Seguro? —duda el menor.

—Sí.

Se retira la sábana del cuerpo, se coloca su pantalón de pijama, deja un beso en el cabello desordenado del rubio y sale de la habitación.

Mientras Jungkook sale de la habitación, Jimin se coloca la camisa del mayor y ropa interior, vuelve a recostarse en la cama y espera a que su pareja y Dai entren a la habitación.

Dai se encuentra de pie con sus ojos llorosos en el medio de su cama, cuando observa que la puerta de su habitación se abre cesa su llanto y extiende sus manos hacia Jungkook.

—Pa —balbucea el pequeño, agitando sus manitas.

—Ya está, tranquilo, estoy aquí.

Jeon lo carga en brazos y toma los super héroes favoritos de Dai.

Entra a la habitación más grande de la casa, Jimin al observar a Jungkook cargando a Dai con sus ojos llorosos se sienta en la cama y alza sus brazos hacia el niño.

—Ven acá, bebé —le habla Jimin a su hermano.

Felizmente, Dai va a los brazos de Jimin. Jungkook deja los juguetes sobre la cama y los mira a ambos.

—Haré algo para desayunar —dice Jeon.

Park alza su rostro y lo observa.

—No me veas así —le pide el mayor.

El rubio sonríe, de la cómoda toma el control remoto y enciende la televisión de la habitación.

—¿Algo en específico? —pregunta Jeon.

—Que tal si me sorprendes —contesta sonriendo Jimin, mientras sostiene a Dai.

—Pero antes —habla Jungkook.

Se acerca a la cama, acerca sus labios a los de Jimin y deposita un beso en sus labios.

—Delicioso —murmura, saliendo de la habitación.

El pelinegro lleva su celular en la mano, lee el mensaje que Ravi le ha dejado, mientras saca lo necesario para preparar un rico desayuno y marca el número del tío de su rubio.

—Creo que ya estás al tanto —habla Jeon, mientras revuelve un par de huevos en un depósito.

—Confírmame que mis sobrinos están bien —le pide el japonés.

—Están bien, Tsubasa —le asegura. —El rubio solo recibió un golpe, pero juro que si veo a Yuto voy a disfrutar matarlo —confiesa Jungkook.

—Haré lo mismo —replica Shiromatsu. —Tenemos el lugar para el enfrentamiento —informa, cambiando de tema.

—Bien. ¿Qué hay de la fecha? —indaga Jeon, vertiendo los huevos batidos en un sartén.

—En un mes —contesta el japonés.

—Le diré a mis chicos que vayan preparándose —agrega Jungkook, tomando una cuchara de madera para empezar a mover los huevos.

—Jeon, una cosa más. Ravi me informó que tres hombres perseguían a Yuto y a Jimin, me ha dicho que los ha visto y que si los vuelve a ver es capaz de reconocerlos —hace una pausa.

El pelinegro apaga la cocina y camina hacia el tostador.

—Debes tener cuidado, si te vieron podrías verte involucrado en una pelea entre un clan Yakuza que quiere a mi sobrino —le hace saber, Tsubasa.

—No me interesa, voy a proteger al rubio a como dé lugar. Es mi pareja ahora y si debo pelear contra un clan Yakuza para mantenerlo a salvo, lo haré —le aclara Jungkook.

—Bien, solo quería que estuvieras sabedor, Jeon.

—Lo estoy —muista el pelinegro.

Jungkook vierte jugo de naranja y busca un vasito con piquito para la leche de Dai.

—Hablaré con Jimin sobre esto Tsubasa, y reforzaré todo Busan.

Toma una bandeja y coloca todo lo que ha preparado.

—Nos mantendremos en contacto entonces —culmina Tsubasa.

—Así será —afirma Jeon.

Deja que el japonés cancele la llamada, introduce su celular en el bolsillo de su pantalón, toma la bandeja cuidadosamente sube las escaleras y llega a la habitación.

Un emocionado Dai y Jimin lo esperan feliz cuando observan la comida. Jeon se acomoda al lado de Park y los tres deciden tener un tranquilo desayuno.

Jungkook sabe que debe hablar con Jimin respecto a lo acontecido y a lo que puede llegar a suceder. Ambos deben estar unidos y listos para lo que se venga.






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