2
Un mes ha pasado desde la llegada de Jungkook y Yoongi a Busan, ambos empiezan a tomar el control del negocio de sus padres, obviamente, siendo asesorados por Seok-Bin, el cual, aún se encuentra con vida.
Mientras Yoongi observa algunos papeles con respecto a unos tratos que deben cancelar, Jungkook, se encuentra en el enorme patio frente a la casa atendiendo una llamada.
—¿Estás bien, hijo? —se escucha la voz de la madre de Jeon.
—Te lo he dicho más de una vez mamá, estoy bien —responde, caminando de un lado hacia otro, observando el césped.
—¿Qué tal la salud de Seok-Bin? —indaga más tranquila su madre.
—No ha mejorado, ha perdido más peso —le relata a su madre.
—¿Y Yoon, qué tal? —continúa con sus preguntas.
—Sabe que pronto morirá, he hablado con él y me ha dicho que está listo —responde Jungkook.
—Sabes que puedes volver si así lo quieres, cariño —le recuerda la mujer, con voz tenue y tierna.
—No volveré, mamá, hablamos de esto muchas veces desde que papá murió —replica Jungkook.
—No quiero perderte a ti también —confiesa preocupada.
—No lo harás, madre —le asegura, con voz un poco fuerte. —Debo colgar —agrega Jungkook, al observar que uno de los hombres que cuida a su tío se acerca a él.
—Cuídate mucho, cariño —le pide su madre.
—Lo haré, mamá —musita en tono tranquilizador, para luego cancelar la llamada.
—El jefe quiere verte —le informa.
Jungkook, asiente y luego sigue al trabajador de su tío.
Almuerzan juntos y conviven los tres por un tiempo, el estado de Seok-Bin, no es bueno, ha tosido algunas veces y a su respirador artificial le quedan un par manchas de sangre desperdicigadas.
Ambos chicos deciden ignorar el acontecimiento ya que, si se sienten mal de su estado de salud, el orgullo de Seok-Bin se vera tocado.
—Deben salir a divertirse un poco, chicos —les aconseja con dificultad, Seok-Bin.
—No creo que sea buena idea —dice Jungkook, observando hacia la ventana recordando el estado de salud de su tío.
—Vamos, chicos, han pasado en esta casa encerrados un mes —habla, acomodándose en el enorme sillón negro. —Yoongi, al menos ha tenido diversión, pero tú no, Jungkook. Debes salir y divertirte un poco —continúa hablando, Seok-Bin, entre respiraciones largas y cortas.
—Estamos bien aquí, padre —interviene, Yoongi.
—Quiero que salgan, lárguense ambos. No es una propuesta, es una orden y deben obedecerla.
Jungkook mira a Yoongi, el mayor asiente, y luego ambos se ponen de pie observando a Seok-Bin.
—Continúen el legado y cuídense hasta de su misma sombra —les indica Seok-Bin.
Jungkook, se acerca a su tío, lo abraza y luego sale de la habitación esperando a Yoongi en la sala.
Yoon, llega hasta su padre, se deja caer de rodillas ante él, toma sus manos demostrándole no solo cariño, sino que lealtad aun en su lecho de muerte.
—Hazme sentir más orgulloso de ti, Yoon —musita Seok-Bin con dificultad.
—Lo haré, padre.
Yoongi, se pone de pie hace una reverencia ante su padre y luego sale de la habitación. No se detiene ni cuando observa a Jungkook esperando por él. El menor lo sigue hasta que ambos salen de la casa juntos.
—Morirá —pronuncia entre dientes, Yoongi.
Jungkook, no dice nada, solo coloca su mano sobre el hombro derecho de su primo recordándole que está a su lado.
—Vamos a divertirnos —espeta Yoon, caminando hasta un BMW azul.
—¿Qué tienes pensado? —inquiere curioso, Jungkook, siguiéndolo hacia el auto.
—Recuerdas a los cuatro chicos con los que solíamos jugar cuando éramos pequeños —recita el mayor, mientras abre la puerta del conductor.
El menor asiente.
—Trabajan de soplones, bueno, no todos —le informa, cuando ambos se encuentran dentro del auto.
Llegan hasta lo que parece es un antro, estacionan el auto frente al local y salen de este, todas las miradas estan sobre ellos, toda la gente sabe que pronto ambos serán los que dominarán Busan.
Entran y se abren paso entre la multitud, mujeres se colocan frente a ellos provocándolos para pasar junto ellos un buen rato.
—Estoy dispuesta a un trío.
Se ofrece una pelinegra que luce un vestido rojo de cuero, que deja mucho a la imaginación.
Jungkook, no evita sonreír debido al comentario de la chica, no es algo que le sorprenda, pero le parece demasiado urgida y necesitada de atención.
—Gracias, linda, pero no —la rechaza Yoongi, continuando su camino hasta la barra. —Busco a Namjoon —se dirige al bartender que se encuentra de espaldas.
Este se gira de manera rápida observando a Jungkook y a Yoongi.
—¿Yoongi? —duda el bartender.
—Jin —articula dudoso, Yoon.
—Sí, eres tú —dice emocionado.
—Ire por los chicos, vayan arriba y nos ponemos al corriente, ha sido mucho tiempo —agrega el chico, mientras sale de la barra.
—Las buenas amistades no se olvidan —menciona Yoongi a su primo, el cual, solo asiente.
Mientras ellos esperan por los demás, beben un poco y observan como se maneja el ambiente de uno de los antros que más dinero produce, no importa la hora, el lugar siempre está atascado de gente y de droga.
Jin, llega a la mesa en la que Jungkook y Yoongi, esperan por ellos.
—Jung y Yoon —dice Nam, al llegar a la mesa.
Ambos se ponen de pie y saludan al de tez morena.
—Un gusto volver a verlos —añade Namjoon.
—Es bueno verlos de nuevo —comenta Hoseok, estrechando primero su mano con la de Yoongi, y luego con la de Jungkook.
—Juntos de nuevo —habla Jin, luego de haber servido unos chupitos.
Todos toman un pequeño vaso, lo alzan, brindan y luego beben el alcohol que hay dentro.
—¿Qué pasará ahora? —cuestiona Nam, el cual, es el más serio de los cinco chicos en esa mesa, seguido por Yoongi y Jungkook, que se caracterizan por ser unos hijos de puta.
—Nos haremos cargo de esto —asegura Yoon, luego de haber llevado un limón a su boca.
—Continuaremos el legado —agrega Jungkook, mientras su primo frunce el entrecejo debido a lo amargo del limón. —Contralaremos Busan, nuevas reglas con el fin de mantener nuestra ciudad bajo mi mando y el de Yoongi —añade, mientras observa su vaso vacío.
—¿Iras por los Yakuza? —pregunta, Hoseok.
—No —contesta de inmediato, Yoongi. —Es mejor si nos mantenemos alejados de ellos —continúa.
—En el futuro quizá, tal vez cuando Yoongi se anime —bromea Jungkook. —¿Qué hay de ustedes dos? - pregunta, señalándolos.
—Trabajamos como asesinos de vez en cuando —responde Hoseok.
—Jin, se encarga de conseguirnos trabajo —confiesa Namjoon. —Nos uniremos —suelta de la nada.
Jungkook, lo observa seriamente al igual que Yoongi.
—Si entran no hay marcha atrás —le recuerda Yoongi.
—Lo sabemos —contestan los tres al unísono.
—Hasta la muerte —recalca Jungkook.
—Estamos dispuestos a todo —replica Nam.
—Si es así —Yoongi, llena los pequeños vasos de nuevo. —Por Busan —alza su vaso.
Los tres chicos toman uno y de igual manera lo alzan, Jungkook, simplemente los observa, espera unos segundos viendo como los cuatro esperan por él, toma el vaso y lo alza.
—Por Busan —dice con voz gruesa y seria, para luego beber el whisky, ponerse de pie y salir del antro.
En los alrededores de Busan se encuentra, Jimin, junto a su mejor amigo Taehyung, tomando un descanso luego de haber lavado dos montañas de platos sucios y que no dudan que al regresar esa montaña de platos estará el doble de grande.
—¿Crees que tu papá regrese ahora? —pregunta Taehyung, mientras mastica un pedazo de sándwich.
—No lo sé, no sé nada de él, Taehyung. Ni siquiera sé si se encuentra bien —acota Jimin, luego de beber un poco de jugó en caja.
—Creo que deberías comprarte un celular —le recomienda el castaño.
—Tae, no puedes decirme que compre un celular cuando lo poco que gano, no me alcanza para pagar el maldito alquiler, alimentos y ropa —le recuerda Jimin.
—Está bien, lo siento —se disculpa el mayor.
—Creo que dormire en la maldita calle de nuevo —se rinde el menor, a recostando su cabeza en los muslos de Taehyung.
—Que tal si...
—No —dice el rubio, interrumpiendo a su amigo.
—Pero si ni siquiera has escuchado mi idea —se queja el castaño.
—Está bien, habla —le pide el menor.
—Jimin, no hay trabajo que nos de buen dinero, si queremos una buena paga debemos trabajar de mulas como tu padre o como prostitutos _le sugiere su amigo.
El menor sabe que Taehyung, siempre tiene la opción de prostituirse para ganar más dinero, y hacer que su madre abandone al maldito bastardo que la golpea.
—Quieres que siga los pasos de mi madre —parlotea entre dientes, Park, sentándose de nuevo en el frío asfalto.
—Solo es una opción, Jiminie —refuta Tae, acomodando la redecilla en la cabeza del rubio que contesta desganado. —Lo sé.
—¡Ustedes dos, adentro, estos platos no se lavaran solos! —grita su jefe.
Ambos se ponen de pie y caminan a paso lento hasta la puerta que los conduce de nuevo a su trabajo.
—En serio espero que tu padre esté de regreso, ahora no puedo dejar que te quedes en mi casa, si ese maldito te descubre querra golpearnos —recita Taehyung, mientras se arregla la redecilla.
—Tranquilo, vere como me las apaño —pronuncia el rubio.
Jimin le regala una sonrisa a su amigo y luego regresan a su trabajo.
Park, es un chico trabajador, se esfuerza en cada uno de los trabajos que logra conseguir o que algunas personas le ofrecen, siempre trata de dar lo mejor de sí para volver a ser llamado y así poder ganar dinero para el alquiler y sus gastos.
Trabaja en un restaurante cualquiera, lo que se puede llamar para gente de clase media, precios y buena comida casera, muy atascado de gente y con muy poco personal. Gracias a su madre y a los años que vivió junto a ella. Jimin, puede hablar a la perfección el japonés, así que cada vez que clientes japoneses los visitan, la dueña del local le pide que deje de lavar platos y salga atender al cliente extranjero.
Como precisamente sucede en estos momentos, Jimin, se encuentra tomando la orden de un grupo de diez personas japonesas, con una enorme sonrisa en su rostro a pesar de que sus pies le duelen demasiado, y la angustia de no saber nada de su padre y la posibilidad de dormir en la calle por la noche lo agobia constantemente.
Regresa a la cocina y le entrega la lista al cocinero con todo el pedido que los japoneses han ordenado, mientras preparan las ordenes, Jimin, llega hasta el lavabo donde solo se encuentra Taehyung, meneando sus caderas mientras enjabona los platos y luego los hunde en agua limpia, toma una esponja con jabón líquido para trastes y comienza a lavar platos.
—¿Terminaste? —lo cuestiona Taehyung.
—Espero que todo esté listo para ir y servirlo —responde Jimin, moviendo sus pies al compás del ritmo de la música.
—Mamá me llamó —le plática el mayor.
—¿Qué dijo? —indaga el menor, tomando cinco platos enjabonados para luego hundirlos en el agua.
—Quiere que llegue a casa temprano —dice cabizbajo, el castaño.
—¡Jimin, la orden esta lista! —grita el cocinero.
El rubio seca sus manos y mira fijamente a su amigo.
—Cuando regrese hablaremos de esto.
Taehyung asiente mientras Jimin, toma una carretilla con la orden de los japoneses.
Cuando Jimin termina de atender a los japoneses y estos le dan propina por su maldita descendencia japonesa y por haberlos tratado bien, regresa a la cocina junto a Taehyung, que continúa lavando platos.
—Se fueron, estoy aquí —habla con respiración agitada. —Voy a cubrirte, Tae —le asegura.
—Pero necesito el dinero, Jimin. Se supone que estudiare, bueno, que estudiaremos —menciona el mayor, desilusionado.
—Lo sé, te dare la parte de tus horas, tranquilo.
La amistad de los dos chicos es pura y sincera, si bien, ambos necesitan dinero se esfuerzan por apoyarse el uno al otro.
—Gracias, Jiminie.
El mayor abraza a su amigo y luego prosiguen en su trabajo.
A las seis de la noche, Taehyung, termina su turno dejando solo a Jimin con una enorme montaña de platos. El menor no se asombra ya que esta acostumbrado a eso así que hace lo que mejor sabe hacer, trabajar, aunque su cuerpo le pida un poco de descanso.
El tiempo transcurre, mientras todos se encargan de cerrar el restaurante, Jimin, se encarga de dejar limpia su área de trabajo, se retira el mandil junto a la redecilla de su cabello y lo guarda en su bolsón, sale de la cocina y se dirige hacia su jefe.
—Deje todo limpio y en orden —informa Jimin, mientras se acerca a su jefe.
—Gracias por ayudar con los japoneses —agradece su jefe, mientras cuenta el dinero de la ganancia.
—De nada —pronuncia el rubio, haciendo reverencia.
—Esta es tu paga del día, junto a las horas que hiciste por Taehyung —le explica.
Jimin, toma el dinero y separa la parte que le dara a su amigo y lo introduce en una cajetilla de cigarrillos vacía.
—Y esto —el jefe de Jimin, alza unos cuantos wones, mientras el menor los observa. —Es por tu servicio a los japoneses.
Jimin, hace una reverencia y los guarda aparte en el bolsillo izquierdo de su pantalón, se los dara a Taehyung, para que ambos asistan juntos a la escuela.
Toma el dinero de su paga del día y lo guarda en el bolsillo derecho, se despide de su jefe y de sus demás compañeros de trabajo mientras sale del restaurante.
—Cuídate, Jimin, hasta mañana —lo despide uno de sus compañeros.
—Hasta mañana —contesta el rubio, caminando hasta la estación de buses que más cerca lo deja del motel donde vive.
En el trayecto a su destino descansa un poco, luego baja del bus en la parada establecida y emprende su camino hasta el motel en el que espera encontrar a su padre.
Para su sorpresa unos tipos a los cuales, su padre les debe dinero se acercan a él.
—Ni siquiera sé dónde diablos está —espeta Jimin, cuando le impiden el paso.
—Solo danos dinero, chico —le ordena uno de ellos.
Jimin, introduce una de sus manos en el bolsillo derecho de su pantalón y saca el dinero de su paga, lo coloca en una de las manos del tipo, lo observa y niega mirando a su acompañante.
—Sé que traes más, así que dame todo lo que lleves —le exige.
El rubio, se sorprende y trata de hablar.
Uno de los dos tipos, exactamente el que no tiene el dinero, lo contramina a la pared de forma fuerte.
—Esta bien, está bien —dice en tono asustadizo, Jimin.
Introduce su mano al bolsillo izquierdo y le da el dinero que utilizaría para ir a la escuela junto a Taehyung.
—Buen chico —canturrea el tipo, alejándose de él, y dando unas palmadas en los mofletes de Park.
Jimin, se ha quedado sin la posibilidad de pagar una noche de alquiler, sin poder alimentarse y sin poder asistir a la escuela junto a su amigo.
El señor que cuida el motel ni siquiera deja que Jimin intercambie palabras con él, simplemente le informa que su padre no ha regresado y que a menos que le dé dinero le abrirá el cuarto.
Jimin, suspira, está agotado de esta maldita vida, muchas veces piensa en buscar una manera de contactar a su tío para que lo lleve de regreso a Japón, pero no puede dejar a su padre, entonces a su mente viene su amiga, Tzuyu.
Ella tiene un cuarto en el motel que está una cuadra arriba, se dirige hasta allí recordando que su amiga se prostituye y que posiblemente tendrá un cliente junto a ella, y esta se negaría a darle asilo, pero nada pierde con intentarlo.
Llega hasta el motel o como toda la gente lo conoce, un lugar para pasar el rato, tanto hombres y mujeres se prostituyen sin temor y sin pudor.
Se encamina hasta el cuarto en el que Tzuyu vive, toca la puerta y mientras espera que abra de reojo observa como hombres entran con dos, tres o solo una chica a un cuarto. La puerta se abre y su amiga hace su aparición solo con lencería que oculta sus partes íntimas.
—Jiminie, cariño —pronuncia, intentando abrazarlo.
—¿Tienes trabajo? —pregunta el chico, tratando de mirar hacia dentro del cuarto.
—Así es —contesta la chica, llevando una de sus manos a su cabello para agitarlo.
—¿Tu padre a un no regresa? —interroga Tzuyu, dándose viento con una de sus manos, mientras el sudor recorre su cuerpo y desciende en medio de sus senos.
—No —responde el menor.
Tzuyu, no tiene ningún problema en que Jimin la mire ya que sabe que el gusto del menor son los hombres.
—No puedes quedarte conmigo, se supone que se marchara por la mañana —le explica, Tzuyu a Jimin.
—Mierda —murmura el rubio.
—Pero... —habla la chica, saliendo del cuarto solo con su lencería mientras su cliente espera por ella. —Dahyun, no está —menciona, deteniéndose frente al cuarto de su amiga.
—¿Y que pretendes que haga, Tzuyu? —la cuestiona Jimin. —Quieres que me teletransporte a su cuarto. Si pudiera hacer eso no estuviera en este maldito lugar junto a ti —agrega desesperado.
—No, tontito —bromea la chica. —Puedes ganar dinero, Jimin, solo con unos besos, embriaga al tipo a besos y mientras lo tocas róbale su cartera —le aconseja Tzuyu, mientras el chico la escucha.
—Eso es una locura —espeta Jimin, sonriendo.
—Lo sé, pero yo inicié así —dice la chica, orgullosa.
—Y terminaste así —la señala el rubio.
—Solo intento ayudarte, y serán solo unos besos y le quitas su cartera —le recuerda Tzuyu, caminando hacia su cuarto dejando a Jimin frente al cuarto de su amiga.
—Si será una maldita loca —murmura Jimin, para sí mismo, mientras se gira para salir de ese lugar chocando con un hombre. —Lo... —no termina de disculparse porque unos labios no se lo permiten.
El tipo lo besa desesperadamente, los ojos de Jimin, abiertos tratando de asimilar que esta sucediendo, las manos del hombre ascienden y descienden lentamente en su cuerpo, tocándolo a su antojo. El menor recuerda las palabras de su amiga y de manera lenta y tímida sin romper el beso, empieza a tocar al tipo tratando de ser discreto para poder encontrar su cartera.
Mientras Jeon, pasa por el motel que le trae recuerdos, no se detiene y continúa su camino pasando por el motel del placer.
—Jeon —lo llama la encargada.
Jungkook, sabe que debe demostrar respeto ya que ese lugar es uno de los principales lugares en los que hay muchas chicas que trabajan para ellos, y además de prostituirse venden crack.
—¿Cómo va la noche? —pregunta Jeon, observando el lugar detenidamente y a las mujeres y hombres con ropa diminuta y provocativa que se encuentran frente a sus cuartos, esperando por algún cliente.
—Tranquila —responde la encargada.
Jeon, continúa con su inspección visual, pero se detiene al observar a dos hombres tocarse y besarse a las afueras del cuarto, cosa que según él recuerda, está prohibida.
—Si quieres divertirte te puedo conseguir una buena chica —le ofrece la encargada, mientras Jeon, camina hacia los dos hombres.
—¿Qué haces? No —se escucha la negación de uno de los dos hombres. —No quiero, déjame —se escucha la voz de nuevo.
—¡Oigan, ustedes dos! —los llama Jeon.
—No interrumpas —gruñe el otro hombre.
—Déjame, suéltame —se escucha la voz del primer hombre, nuevamente.
Jungkook, se acerca por completo, abre un poco más sus ojos para poder observar mejor, ve como el tipo mayor quiere desnudar a la fuerza a un chico rubio atemorizado, que lucha por hacer que lo suelte.
—No quiero —se queja el chico.
El tipo alza su mano izquierda y la estrella en la mejilla del rubio.
—¡Maldito, déjame! —grita el chico de nuevo.
El tipo está a punto de golpearlo de nuevo, pero Jeon, se lo impide.
—Dijo que no quiere —verbaliza Jungkook.
El tipo suelta al chico y este cae al suelo, toma su bolsón y trata de regular su respiración.
—Es un prostituto —menciona el tipo.
—¿Y? —lo cuestiona Jungkook, seriamente. —De pie —le ordena al chico rubio, mientras observa al tipo.—¿No escuchaste? de pie —repite observándolo.
El chico se pone de pie sosteniendo su bolsón en sus manos y su mirada fija en el suelo. Jeon, no sabe porque al observar al chico sofocado con su rostro ruborizado y pidiendo que lo dejen, se imagino follándoselo una y otra vez, mientras invierte las palabras; déjame y suéltame, por más duro o fóllame más.
Jungkook, suelta la mano del tipo, se gira un poco para salir del lugar y antes de empezar a caminar extiende su brazo derecho para tomar el antebrazo del chico rubio. Luego camina a pasos largos arrastrando al chico lejos del motel del placer.
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