15

Después del reencuentro entre, Jimin y Jungkook. El rubio no volvió a llamar a Jeon, desde ese día, el menor ha continuado su vida junto al pequeño Dai.

Yuto, el cual, se ha vuelto parte esencial de su vida siempre se mantiene a su lado e intenta apoyarlo.

La madre de Taehyung, es de mucha ayuda ya que apoya a Jimin al cuidar de Dai.

Al día siguiente de la discusión que Jimin tuvo con Jungkook, se desahogó con su mejor amigo y es que después de todo, ambos llegaron a la conclusión de que ha sido la mejor decisión que el rubio pudo haber tomado.

El menor procura ser más precavido y realmente lo es, no se retira su camisa a menos que Taehyung o Yuto, esten frente a él por protección, lo que menos quiere es que alguien más vea su tatuaje.

Son aproximadamente las doce de la noche, el turno de Jimin, Taehyung y Yuto, está por terminar. En una mesa frente a la barrra se encuentra Jungkook junto a Yoongi.

—Deja de tocarme —le pide Jungkook a una pelirroja.

Jeon a lo lejos mira discretamente cada movimiento que el rubio hace, le resulta fastidioso simplemente mirarlo y ser ignorado por él. El mayor se ha cerciorado de estar en las mesas que al menor le corresponde atender, pero estas han sido atendidas por Taehyung o por Tzuyu.

—Quieto, iré yo Yoon —le pide Jungkook a su primo, poniéndose de pie.

Una semana sin haber estado juntos y, aunque quisiera negarlo con sus actitudes y acciones. En su mente, Jungkook, sabe que eso lo está carcomiendo por dentro.

Abrocha su saco y camina hacia el baño del bar, cuando está a punto de colocar la mano en la manija de la puerta, esta se abre de golpe.

—Lo siento mucho —se disculpa el chico, alejándose de él y alzando su rostro.

—Rubio —articula el mayor, con una sonrisa ladina en su rostro y su voz un poco nerviosa.

—Debo irme —dice Jimin, alejándose del mayor.

—¿Podemos hablar? —le propone Jungkook.

El menor niega y mira hacia la salida para buscar una forma de salir del baño.

—Debo irme. Dai, espera por mí en casa —se excusa Park, intentando salir del baño.

—Creo que lo formule mal —vocifera Jungkook, entrando al baño y cerrando la puerta. —Vamos a hablar, rubio —su voz ahora es demandante y fuerte.

—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar, Jungkook. Ahora déjame salir —le pide el menor, no dejándose intimidar por el mayor.

—¿Crees que esto lo planeé? —le pregunta Jeon al menor, haciendo que retroceda.

—No me interesa saberlo —responde el rubio.

Y es que, si bien Jungkook, ha buscado la manera de sentarse en las mesas que Jimin atiende en el bar, pero jamás planeó encontrarse con él en el centro comercial, en el supermercado, en la farmacia, en la calle y en el antiguo trabajo de Park.

Ambos son amantes destinados, encontrarse y buscarse una vez tras otra es su maldita prueba. Es su karma.

—Jimin —llama al menor, desesperado.

—Déjame en paz, Jungkook —espeta el rubio, retrocediendo unos cuantos pasos más hasta que su espalda golpea la pared.

Fue ahí donde el lindo rubio, siente su corazón latir desesperadamente, su garganta secarse de manera rápida y su respiración descontrolarse con la simple cercanía de Jungkook.

El mayor eleva su mano izquierda y la posa sobre la mejilla de Jimin, el cual, al sentir el tacto de Jungkook en su rostro traga grueso e inmediatamente una batalla se inicia en su mente.

Los dedos de Jungkook acarician de manera lenta la mejilla rosada del rubio, su dedo pulgar de manera dulce, pero traviesa va a sus labios. La mente de Jimin está en severos problemas y es que ha extrañado tanto sentir las caricias del mayor, pero sabe que debe ser fuerte y no caer de nuevo.

—Rubio —susurra Jungkook, acariciando con su dedo pulgar los labios regordetes y apetecibles de Jimin. —Déjame sentir el roce de tus labios sobre los míos —habla, perdido en los labios del menor.

Por su parte, Park, trata de reordenar todas sus emociones y hacer que no le ganen.

—Jungkook, por favor detente —le pide el menor, removiéndose un poco.

El rostro de Jungkook cada vez se acerca más al de Jimin, las palpitaciones que el corazón del menor da son tan fuertes que teme que el mayor las escuche.

—Déjame sentir tu respiración en mi boca.

Y así como si nada los labios de Jungkook, se encuentran a unos simples e insignificantes milímetros de juntarse con los del rubio.

La mente de Jimin está por colapsar, realmente quiere ser besado por los labios de Jungkook, él quiere rozar sus labios con los del mayor y respirar sobre su boca. Pero mierda, si lo hace no se detendrá y de nuevo el miedo a que el mayor recuerde su tatuaje y que pueda descubrir todo le hace volver a la realidad y mandar a la mierda lo que su cuerpo pide.

Le pone un stop a sus piernas, las cuales tiemblan de nervios, silencia su corazón, deja que los latidos despavoridos de su corazón cesen de manera lenta recordando que Jeon, solo quiere placer. Por último regulariza su respiración mientras observa los ojos oscuros y lujuriosos del chico de cabello negro, dejando que una carcajada abandone la boca del rubio.

—Eres un imbécil —se ríe con ironía. —Crees que puedes tenerme cuando quieres ¿No es así? —alza un poco su voz el menor.

—Teníamos un trato —habla Jungkook.

—Ese trato no existe más —replica el menor.

—Sabes que puedo darte lo que quieres, rubio —retira su mano de la mejilla de Jimin y la lleva al bolsillo de su pantalón.

—¿Y según tú que es lo quiero, Jungkook?

El tono de voz de Jimin es furioso, pero con un poco de dolor que está más que seguro que al mayor no le importa.

Sin decir nada, el mayor saca un rollo de dinero, se acerca a Jimin de manera seductora de nuevo y lo coloca en su mano izquierda. Un suspiro abandona las fosas nasales del rubio y luego sonríe coquetamente.

Esa sonrisa para Jungkook significa victoria, acerca su rostro de nuevo al de Jimin, pero cuando está a punto de besar los labios del menor este esquiva su rostro y deja que el mayor bese su cuello.

Jimin deja que el mayor juegue unos segundos con su cuello mientras toca la espalda ancha y fornida de Jungkook. Cuando lo cree conveniente lleva una de sus manos al cuello al pelinegro, alza una de sus piernas y la estrella en la entrepierna de este.

—No soy tu juguete, Jungkook —dice el menor, mientras escucha los gemidos de dolor del mayor.

Jungkook se encuentra un poco agachado esperando que su dolor se alivie. Jimin se acerca un poco a él, toma la barbilla del mayor para elevar su rostro un poco para lograr que lo vea.

—No soy un prostituto —abofetea el rostro de Jungkook, fuertemente. —No quiero que vuelvas a tratarme como tu juguete porque te juro que no lo soy y no lo seré, Jungkook —le asegura.

El rubio observa el fajo de dinero en su mano, camina hacia el lavabo, enciende el grifo, retira el hule que sostiene los billetes y luego los lanza al lavabo.

—No necesito tu dinero, para eso trabajo y para mantener a Dai, lo tengo todo resuelto —aclara Jimin.
—Aléjate de mí, Jungkook. No quiero problemas con tu novia o lo que sea —dice el menor refiriéndose a Hana. —Espero y desde ahora te quede claro que debes respetarme y que entre tú y yo jamás volverá a ocurrir un desliz de nuevo —el rubio camina hacia la puerta y sale del baño dejando sólo al pelinegro.

La batalla ahora no se encuentra más en la mente del lindo rubio, la batalla mental ahora se encuentra en la mente de Jungkook. Sí, en la mente del chico que le encanta jugar, del chico que le gusta obtener toda la atención y al que nadie le dice que no.

Pero al parecer los nunca se llegan y para las segundas veces también hay oportunidades.

Jungkook

Salgo del baño y con quien me encuentro es con Jin, furioso reclamándome acerca de lo que ha pasado con el rubio.

—No le hice nada —digo, caminando hacia el auto.

—Eso no fue lo que él me dijo —contra ataca.

—Escucha, Jin. No le hice nada, mierda —hago una pausa. —Olvídalo, solo no te metas quieres —le pido entrando al auto.

—Que no me meta, ¿lo dices en serio? —enciende el vehículo—. Eres un completo hijo de puta, Jungkook. Hasta cuando dejaras de tratarlo como un prostituto.

Jin está furioso, su forma rápida de hablar, su voz alzada y su rostro rojo me lo dejan más que comprobado.

—Te dije que no te metas —le ordeno de nuevo.

—Dime que no lo has extrañado, que no te mueres por besarlo.

Mi mente piensa: mierda, Jin, sí y sí. No hay necesidad de decírselo a alguien, nadie necesita saberlo.

—Sabes que, vete a la mierda, en serio espero que tu madre te obligue a casarte con la maldita de Hana. Estúpido —espeta, deteniéndose en el semáforo.

Toma un bolsón negro que se encuentra sobre el asiento del acompañante y me lo lanza.

—¿Qué hay con esto? —pregunto, cuando lo tengo sobre mis piernas.

—Son las pertenencias que el padre de Jimin llevaba consigo el día que Namjoon dio con su paradero —responde Jin, para luego poner en marcha el auto de nuevo.

Abro el bolsón y saco lo que hay dentro de este, ropa, una cajetilla de cigarrillos, un pequeño collar y una pequeña libreta.

Mientras el celular de Jin suena una y otra vez, observo el collar tan insignificante, lo guardo en uno de los bolsillos de mi saco y retiro el pequeño elástico que sella la agenda. Cuando se lo retiro me dispongo a leer lo que está escrito en la agenda, pero Jin, impide todo.

—Hay problemas en el puerto, Jungkook —anuncia con seriedad, Jin, observándome por el retrovisor.

—¿Qué tan grave es? —indago, colocándole el elástico de nuevo a la agenda.

—Tus contenedores han sido cambiados de embarcación, Jungkook.

Un bufido es lo único que logro sacar de mis fosas nasales.

Tomo mi celular y me comunico con los conductores de los barcos para que detengan cualquier salida del puerto, luego me comunico con Namjoon y Hoseok, pidiéndoles que encuentren a los culpables, los hare hablar y luego los matare.

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