14
Jimin
El viaje de regreso a Corea casi se me hace imposible ya que, no quieren permitir que saque al niño del país. En ese momento me di cuenta del enorme poder que mi abuelo, mi tío e inclusive Yuto tienen en Tokio. Una sola llamada bastó para que nos permitieran poder subir al jet privado sin ningún problema.
El niño tiene no se separa de mí, él simplemente llora cuando sabe que la persona que lo carga no soy yo. Intento que tenga un poco más de confianza con Taehyung y Yuto, para que me ayuden a cuidarlo y poder descansar solo un poco en el viaje de regreso a Corea.
—Jimin, llagamos —escucho a los lejos la voz de Yuto.
—Voy —articulo con voz adormilada removiéndome en la cama que el jet privado tiene. —¿El pequeño? —pregunto, sentándome desorientado en la cama.
—Con Taehyung —responde con una sonrisa.
—Tenemos un problema —digo, mientras Yuto me extiende su mano para ponerme de pie.
—¿Cuál? —inquiere curioso.
—¿El pequeño tiene nombre?
Yuto saca el celular y mientras bajamos del jet se comunica con alguien.
—Mira. Jiminie, viene hacia nosotros —habla Tae, emocionado con el pequeño en sus brazos.
No puedo evitar sonreír al ver el rostro del pequeño emocionado al verme, extiende sus manitas en mi dirección y se remueve en los brazos de Tae.
—Hola pequeño —alzo mi mano y la agito.
—Gracias, Tsubasa, claro, te mantendre informado —Yuto se acerca a mí, luego de terminar la llamada. —Dai —pronuncia.
—¿Cómo? —lo observo un poco confundido.
—Tsubasa lo nombro Dai —menciona, señalando al pequeño.
—¡Oh! claro gracias —hago una pequeña reverencia. —Tae, su nombre es Dai —le informo emocionado a mi amigo.
—Escuchaste. Dai, es tu nombre pequeño —Taehyung, lo alza y luego lo baja haciendo que el pequeño sonría.
—Estamos en Corea de nuevo así que, les entregare sus celulares —habla Yuto, introduciendo la mano dentro de su chaqueta y saca ambos celulares.
—Por fin —dice Taehyung, tomando el suyo.
Por mi parte, solo lo guardo en la bolsa de la sudadera.
—Puedes encenderlo si gustas —me recomienda Yuto.
—No quiero, gracias —digo cortante. —Necesito comprar ropa para Dai —menciono.
—Iremos de compras, Dai —canturrea Taehyung, al parecer el más emocionado con Dai es mi mejor amigo.
—Debo darte esto —Yuto me entrega un pequeño sobre.
—No lo quiero —espeto regresándoselo.
—Tsubasa, me ordenó que te lo diera —agrega, caminando hacia un auto negro.
—Ábrelo —me presiona Tae.
En la parte de atrás tiene el nombre de mi abuelo y al abrirla veo mi nombre, al fondo del sobre una tarjeta de crédito.
—Mierda —balbucea Tae.
—Al parecer es un regalo del abuelo —digo suavemente.
—Calma, Chim, ahora vamos de compras.
Asiento y ambos caminamos al auto mientras Tae aún carga a Dai.
Las compras son rápidas gracias a que Taehyung elige todo.
—¡Jiminie! —escucho el grito de Tae.
—¿Qué?
Me giro para observarlo mientras, Yuto se pasea con el pequeño observando los aparadores.
—Déjame abrazarte —extiende sus brazos acercándose cada vez más a mí.
—Paso —musito desinteresado.
—Es tu cumpleaños, ahora ven acá —tira de mi mano y me acerca a él. —Te amo tanto, Chim —dice, abrazándome cada vez más fuerte.
Mi vida es tan agitada que ni si quiera me da tiempo para recordar mi maldito día de cumpleaños.
—Gracias, Tae -Tae —dejo un beso en su mejilla.
Entramos al auto y lo primero que hago es encender el celular, segundos después en la pantalla aparecen un sinfín de llamadas de Jungkook y de un número desconocido.
—Necesitamos pasar al bar, nuestros bolsones quedaron allí —le pide Tae a Yuto.
—¿Todo bien? —me pregunta, observándome con cautela mientras conduce.
—Sí —sonrío.
Lo mejor que puedo hacer es empezar a ser feliz y continuar con mi vida solo que esta vez con Dai en ella.
Tengo un buen apoyo, sé que Taehyung siempre estará para mí, sé que si quiero puedo volver a Tokio y vivir allá junto a mi tío, pero mi plan no es irme, no por el momento cuando Tengo un sinfín de dudas.
—¿Con quién hablaste para que dejaran salir a Dai de Japón? —inquiero, mientras Yuto estaciona el auto frente al bar.
—Hace calor —habla Taehyung, entre risas para luego salir con Dai del auto.
—Lo importante es que el pequeño está aquí —se limita a decir mientras se retira el cinturón y sale del vehículo.
Veo como pasa frente al auto, retiro mi cinturón y de manera rápida salgo del vehículo para tomar su mano y frenarlo.
—¡Espera! —alzo mi voz, haciendo que algunas personas que se encuentran fuera del bar nos observen.
—Nadie dijo sus nombres así que, continúen haciendo lo que hacen —verbaliza Taehyung, molesto.
—Chantajean a la gente —suelto de la nada aun sosteniendo la mano de Yuto.
—Claro que no —dice riendo. —Nosotros no chantajeamos a nadie, Jimin. Tenemos el poder y cuando digo que tenemos el poder me refiero a todo —coloca su mano sobre la mía y deja pequeñas caricias. —¿Qué ves al observarme? —cuestiona.
—Quiero irme —se queja, Taehyung.
Yuto toma mi mano y ambos nos dirigirnos hacia dentro del bar.
—Vas a contestarme, Jimin.
Asiento.
—Cuando te veo —empiezo hablar, pero me detengo por unos segundos al ver a Jungkook, en el bar mientras la castaña se restriega sobre él. —Cuando te veo no pareces alguien malo, al igual que mi tío. Creo que es por sus trajes caros —desvío mi mirada hacia el frente ignorando la escena vista anteriormente.
—Buen punto —sonríe Yuto, el cual, suelta mi mano.
—Estamos de regreso, Kim —alzo mi mano para saludarlo. —Iré por mis cosas y las de Tae —le informo a Yuto.
—Espera ese tipo no es...
—No, no lo es —interrumpo a Yuto.
—No es mi pareja, Yuto. Es solo un estúpido y maldito juego —continúo caminando hasta llegar a la bodega, tomo mi bolsón y el de Taehyung y de nuevo salgo.—Listo —digo, cuando llego donde Yuto se encuentra junto al señor Kim. —Regresaremos mañana al trabajo —hago una reverencia ante el señor, Kim.
—Eso me alegra demasiado —dice el señor.
—Debemos irnos —Yuto se acerca a mí y toma mi mano entrelazando sus dedos con los míos.
—Sino es tu novio puedo hacer esto —espeta, mirándome a los ojos.
—Eso creo —balbuceo.
—Tengo algo que decirte —se acerca a mí un poco más mientras nos dirigimos a la salida. —Me gustas, Jimin —suelta de sopetón.
Me detengo sin decir nada, provocando que se detenga al sentir que no camino a su lado.
—¿Sucede algo? —pregunta, retrocediendo unos cuantos paso hacia mí.
—Como puedes simplemente decirme eso —alzo mi vista y lo observo, sin nerviosismo y sin rodeos.
—Bueno, no están difícil de hacerlo, Jimin. Eres un chico lindo y no tengo ningún problema en reconocer que me gustas y que estoy dispuesto a esperar por ti lo que sea —confiesa.
Yuto, enserio está demente.
—Ahora vámonos, antes de que el chico con el que te veías y yo acabemos en una pelea —comenta y salimos del bar.
—Dijiste que te gusto porque el imbécil se encontraba allí —digo molesto.
—Claro que no, Jimin. Me gustas y te lo puedo recordar cuando gustes, frente a cualquier persona —replica, mientras entramos al auto.
—Interesante —pronuncia Taehyung.
—Cállate —lo reto.
Después de la confesión inesperada de Yuto, no digo más nada, él conduce y constantemente me observa, pero no dice nada.
—Este no es el camino —dice Tae.
—Lo sé, me bajo aquí, te dejaré el auto, tengo asuntos que aclarar con expertos de Seúl —retira su cinturón. —Si te encuentras en peligro no dudes en llamarme. Sé que tienes muchas dudas, Jimin, pero no puedo responderlas a menos que hayas abierto la caja que tu abuelo te envió —abre la puerta, se detiene, me mira y dice—. Cuídate.
Se gira un poco y toma mis mejillas entre sus manos, trago grueso al instante.
—No lo hare —sonrío ladinamente y bajo mi rostro un poco, y besa mi sien.
—Volveré pronto —es lo último que dice, y luego nos deja solos en el auto.
—Más vale que termines con el imbécil —espeta Taehyung, me cambio al asiento del copiloto y conduzco hasta donde vivimos.
Bajo las cosas y las llevo frente a la puerta.
—Puedes ayudarme, Taehyung —le pido, tomando la última bolsa de ropa del baúl.
—Cuido de Dai, no puedo —se excusa.
—Sí, claro —bufo.
—Llevaré al pequeño a casa para que mamá lo conozca —dice emocionado, Tae.
—Espera, lleva esta ropa y cámbialo —le entrego unos pantaloncillos cortos y una camisa.
Bajo todas las bolsas y cuando las dejo frente a la puerta de mi casa, regreso al auto para cerrar el baúl y colocarle la alarma, cuando regreso a mi casa veo la silueta de Jungkook, de pie frente a la puerta con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
Con mi bolsón sobre mis hombros camino hacia la puerta ignorando su presencia, saco la llave de la casa de mi bolsillo y abro la puerta.
—¿Estás ignorándome, rubio? —habla con voz seria y ronca.
Me agacho un poco y tomo todas las bolsas como puedo, entro a mi casa y las dejo sobre la pequeña mesa, me giro retirándome mi bolsón y veo como Jungkook, entra a mi casa y cierro la puerta de un solo azote colocándole pestiño.
—Lárgate —es lo único que digo, camino hacia el baño para poder refrescar un poco mi rostro.
—Sabes que no me ire, rubio —escucho como alza su voz para que lo escuche.
Tomo una pequeña toalla y la llevo a mi rostro para secarlo, salgo del baño y veo a Jungkook en el centro de la casa.
Paso una vez más la toalla sobre mi rostro y luego la lanzo a una de las sillas.
—¿Huiste por el beso? —pregunta.
Niego de manera rápida.
—El mundo no gira a tu al rededor imbécil.
Saco mi celular del bolsillo de la sudadera y lo coloco sobre la mesa.
—Te llamé muchas veces y no respondiste ninguna —se acerca más a mí.
—No es mi responsabilidad atender tus llamadas —replico, girándome para mirarlo.
—¿Qué es eso? —indaga, alzando su mano y con su dedo índice señala mi rostro.
Alzo mi mano y la llevo a mi rostro. Mierda, he lavado mi cara retirando el maquillaje que Taehyung le había colocado a mi rostro para que el hematoma no se viera.
—Nada —me giro rápidamente.
—Yo sé lo que vi, Jimin, y eso no parece ser nada.
—Es mejor que te vayas, Jungkook —le pido de nuevo.
Coloca sus brazos en mis hombros y me gira de manera brusca.
—Quita tu mano —me pide.
Lentamente la retiro.
—¿Quién fue? —pregunta molesto.
—No importa —pronuncio, desviando mi mirada.
—¿Quién? —verbaliza, alterado de nuevo.
—Es personal y no hablamos de eso —alzo mi voz al igual que él.
—A la mierda lo personal, Jimin. Sino me dices voy a dar por entendido que fue el chico que sostenía tu mano —se aleja de mí, caminando hacia la puerta.
—No fue él.
—No te creo —continúa su camino a pasos lentos hacia la puerta.
—Mierda, fue mi madre —confieso.
Jungkook, se detiene y se gira mientras yo camino hacia él.
—Fue ella —susurro.
No sé porque camino hacia él, cuando se supone que terminare con todo. Cuando quedo frente a él, toma mi mano y termina con nuestra distancia.
—¿Adónde fuiste, rubio? —pregunta, con voz más relajada.
—A Japón —respondo.
—¿Japón? —repite incrédulo.
Mis ojos se posan en sus labios, mierda, necesito sentirlos sobre los míos.
—Cállate —digo.
—¿Qué dijiste?
Relamo mis labios, y sí, pueda que sea la última vez y sí, la disfrutare. Maldita sea, es mi cumpleaños y debo pasarla bien.
—Bésame —le pido.
Sin repetírselo dos veces, Jungkook, cubre mis labios con los suyos y empezamos un beso lento que poco a poco va aumentando. Su lengua y la mía encontrándose y debatiéndose por el dominio del contrario.
—Malditos labios —murmura Jungkook, tomando un poco de aire mientras me retira la sudadera junto a mi camisa.
—¿Me extrañaste? —pregunta, mientras le retiro el saco y luego desabotono su camisa.
Decido no responder nada, si bien dentro de mi sé la respuesta no pienso darle más de lo que lo que no me da.
—Te hice una pregunta —dice molesto.
—Y la escuché —contesto con mi respiración agitada.
—Me gustan estos moretes, pero odio ese —lleva una de sus manos a mi rostro y acaricia la parte afectada.
Baja su rostro solo un poco y lleva su boca a mi cuello empezando a dejar pequeños besos en mi piel. Enrollo mis manos a su cuello mientras el baja las suyas a mi culo, me carga y como puede nos lleva a ambos a mi habitación mientras chocamos con unas cuantas cosas.
Me lanza a la cama, retira su cinturón, baja su cierre y seguido se retira el pantalón quedando solamente en ropa interior.
Se coloca sobre mí, y me observa por unos segundos.
—¿Qué? —inquiero incómodo.
Acerca su boca a la mía dejando unos cuantos besos, toma entre sus dientes mi labio inferior halándolo hacia él, provocando que un pequeño quejido abandoné mi boca.
—Aaah.
Baja su boca a mi cuello, sus manos tocan todo a su paso como si tratase de recuperar el tiempo que ambos no estuvimos juntos. Desciende su boca a mis pezones, luego a mi abdomen dejando pequeños chupones sobre mí.
Baja mis pantalones no tan ajustados junto con mi ropa interior y la deja caer al suelo, besa mis muslos y luego empieza a pasar su lengua húmeda sobre estos para luego succionarlos.
—Jungkook —articulo, con voz agitada y temblorosa.
Extiendo mis manos y tomo su cabello haciendo que alce su cabeza.
—Voy a volverme loco —habla, observándome mientras me apoyo en mis brazos para observarlo.—Voy a besarte de nuevo, rubio. Una y otra vez —escucho su jadeante voz.
No puedo dejar de mirarlo y hacer que mi corazón deje de palpitar de la forma en la que lo hace.
Se aleja un poco colocando sus manos en mis tobillos para jalarme hacia él, lleva sus manos a mi cintura desnuda. Acorta toda nuestra distancia, toma mi muslo izquierdo y lo alza un poco, sube sus manos a mi espalda y luego estampa sus labios contra los míos. Una de mis manos la llevo a su cuello y la otra la dejo sobre la cama.
Beso tras beso, toque tras toque y la ropa interior de Jungkook, desparece, dos de sus dedos preparándome mientras no paramos de compartir nuestra saliva el uno con el otro.
Saca sus dedos de mi entrada y me observa por unos segundos con su mirada llena de placer y lujuria.
—Sobre tus rodillas, rubio —me ordena, alejándose un poco de mí.
Soy nuevo en esto de las posiciones, pero estoy seguro que si no lo hago bien el imbécil me corregira.
—Eso es, recarga tu peso sobre tus rodillas y saca ese lindo culo para mí —me indica.
Se coloca frente a mí mientras masturba su miembro y me mira, relamiendo sus labios constantemente.
Siento como la cama se hunde detrás de mí, luego sus manos alrededor de mi cintura recorriendo mi estómago y subiéndolas a mi pecho mientras deja pequeños besos en mi cuello y susurra cosas que no logro entender.
—Lindo dragón —murmura sobre la comisura de mi oreja izquierda.
—No —musito, intentando alejarme de él.
—Tranquilo, tener un tatuaje no es delito, rubio, y en ti se ve hermoso —aleja su rostro de mi cuello y siento como deja pequeños besos y pequeñas mordidas en la piel de mi espalda. —Te extrañé, rubio —escucho a lo lejos, mientras siento su miembro adentrarse en mi nalgas.—Manos sobre la pared —me ordena, jadeando en mis hombros.
Hago lo que me pide y solo unos segundos después empieza un vaivén que hace que mi cuerpo tiemble de placer. Su mano derecha baja hasta mi miembro y lo estimula al mismo tiempo que me penetra.
Retiro una de mis manos de la pared la alzo y tomo parte de su cabello.
Se detiene por unos segundos y luego me penetra profundamente, provocando que cierre mis ojos y que mi cuerpo tiemble.
—Jungkook —gimo desesperado.
Acelera una vez más sus embestidas al igual que la atención que le da a mi miembro, siento como los espasmos empiezan a formarse en mi parte baja y segundos después siento como me corro.
Jungkook, sale de mi y toma asiento en la orilla de la cama, lo veo fijamente y me acerco a él gateando.
—No viste mi tatuaje ¿entendido? —articulo, cansado.
Me siento en sus muslos y tomo su pene entre mis manos haciendo que suelte un sonoro gemido.
—No le diré a nadie, rubio —me asegura, colocando sus manos en mi culo y acercándome más a él.
Me levanto un poco y dejo que él acomode su miembro en mi entrada, mientras poco a poco empiezo a descender sobre está enrollando mis manos alrededor de su cuello.
—Eso es rubio —murmura, recargando su cabeza en mis brazos.
Intento hacer los movimientos lo mejor que puedo, mientras él deja pequeños golpes en mi trasero y sus manos recorren mi cuerpo.
—Estoy cerca —murmura agitado.
Acelero un poco los movimientos de mi cintura y presiono más su pene.
—Aaah, sí —gime en mis labios.
—También te extrañé, imbécil —digo, cuando se corre dentro de mí, presionando mi cintura.
Obligo a Jungkook, a levantarse del colchón para retirar la sábana y luego lanzarme a la cama a descansar un poco. Espero su retirada, pero lo que hace es acostarse a mi lado sin decir nada, lo único que se escuchan son nuestras respiraciones.
—Acabemos con esto —murmuro, cubriendo mi rostro con la almohada.
—Si hablas mientras cubres tu rostro con la almohada no entiendo nada —reprocha, intentando retirarme la almohada, pero se lo impido.
Alguien toca la puerta, pero no estoy dispuesto a levantarme.
—Alguien te busca —anuncia Jungkook, removiéndose en la cama para luego sentir un vacío.
Retiro la almohada de mi rostro y veo el techo por unos segundos, voy a terminar con esto. Me siento en la cama, me coloco el pantalón y luego busco una camisa limpia para salir a la sala.
—¡Felicidades! —grita Tae, al verme con Dai en brazos y su madre a un costado sosteniendo una caja de regalo y unos globos.
—¿Es tu cumpleaños? —me cuestiona Jungkook, acercándose a mí.
—Sí —respondo en un susurro.
Mientras la madre de Taehyung, me felicita y hablamos acerca de Dai. Jungkook, entra a la habitación unos segundos y luego sale vistiendo solo su pantalón.
—¿Él es tu novio? —indaga la señora Kim.
—No —respondo de manera rápida.
—Es su regalo de cumpleaños ¿no es así, Jiminie? —suelta divertido, Taehyung.
Jungkook me mira y al instante yo desvío mi mirada.
La puerta suena unas cuantas veces, observo a Tae y enarca sus brazos.
—Atiende, rubio —habla Jungkook, tomando asiento en una de las sillas de madera.
Abro la puerta y me encuentro con Jin, sosteniendo un pequeño pastel con una de sus manos y una bolsa grande de Balenciaga en su otra mano.
—Lo hice porque eras tú —me sonríe y agrega—. Felicidades.
Tomo el pastel y se lo doy a la madre de Taehyung, cojo la bolsa y la dejo aún costado de donde Jungkook se encuentra.
Al final del día, mi cumpleaños no fue tan malo como creí, tengo a Dai a mi lado. Taehyung, estará siempre para mí. Jungkook, me ha hecho feliz por casi una hora, no sé nada de mi padre, pero sé que su amor hacia mí es real.
Todos cargan a Dai, incluyendo Jungkook, le pido que se coloque su camisa, pero dice que tiene calor, la madre de Tae agradece su negación ya que de todos los presentes, ella es la que más disfruta del espectáculo de músculos que Jungkook nos regala.
Luego de partir el pastel y comer un poco, el pequeño Dai se duerme en los brazos de Jungkook. Jin, se lo quita y lo lleva a mi cama.
—Es hora de irnos —dice la madre de Tae.
Se despide de mi con un fuerte abrazo, un beso en una de mis mejillas y una caricia en mi hematoma como si eso lo desapareciera.
—Nos vemos, Chim —Tae, me abraza fuertemente. —Haz lo que creas conveniente —susurra en mi oído derecho.
—Adiós y gracias —los despido.
Cierro la puerta y veo a Jungkook, sin camisa, sentando en la silla.
—Feliz cumpleaños, Jimin —es lo primero que dice cuando quedamos solos en la sala.
—Gracias —contesto, debatiéndome entre acercarme o quedarme donde estoy. —Debemos terminar esto, Jungkook —digo repentinamente, descendiendo mi cabeza para observar mis manos.
—¿El qué? —inquiere.
—Lo que no tenemos —pronuncio. Hago una pausa y alzo mi rostro. —Lo de compañeros de sexo, terminemos con esto ahora —agrego.
Deja salir un fuerte suspiro de sus fosas nasales y me observa por unos segundos.
—Hace más de una hora acabas de gemir mi nombre y admitir que me extrañaste, y ahora estas diciéndome que terminemos con esto —expone, mientras se pone de pie de forma lenta.
—Tú también gemiste y también admitiste que me extrañaste —replico.
En mi defensa él ha admitido extrañarme, pero me queda claro que solo para nuestros encuentros.
—Dame una buena razón, rubio —se acerca a mí.
—Dai, vivira conmigo desde ahora —es lo primero que se me ocurre.
—Es un niño, Jimin. Está dormido y sino estuviéramos discutiendo en estos momentos podríamos estar disfrutándonos el uno del otro.
Mierda, es tan astuto.
Jeon uno, Park cero.
—No puedo, Jungkook.
Lleva mis manos a mi cintura.
—Si puedes —dice, acercándose a mí.
—Pero no quiero —susurro, bajando mi mirada de nuevo.
—¿Por qué no? —indaga, colocando sus manos en mi cintura justo sobre las mías y me acerca por completo a él.
Y esas acciones, justo esas acciones hacen que mi corazón se vuelva loco y me quede más que claro que el imbécil de Jungkook, me gusta.
—Me gustas —confieso en un hielo de voz.
—¿Cómo dices? —pregunta incrédulo.
—Lo que escuchaste, imbécil. Me gustas.
Retiro sus manos de mi cintura y me alejo de él.
Sí, es la excusa perfecta para terminar todo, pero sí, lo que siento por el imbécil es cierto.
—No seguire con esto, no lo haré. Tú estás acostumbrado a este tipo de relaciones y yo no estoy dispuesto a seguir con esto. No pienso arriesgarme a enamorarme de ti y que para ti continúe siendo tu compañero de sexo —le aclaro.
Camino hacia mi habitación y con mucha cautela recojo el saco y la camisa de Jungkook.
Regreso y él aún se encuentra de pie en el mismo lugar que lo he dejado.
—Se acabo —colocó su ropa en su pecho, sube su mano derecha y toma mi antebrazo.
—Vas a arrepentirte si salgo de este lugar —me reta seriamente.
—No lo creo, Jungkook —digo, retirando mi mano de su pecho. —Nuestro trato llega a su fin, desde ahora soy libre —agrego, dando unos cuantos pasos hacia atrás.
—Vas a llamarme, Jimin, te lo aseguro —se coloca la camisa.
Ignoro sus palabras y me detengo a observarlo de lejos.
—Fuiste mío y lo seguirás siendo —recita, mientras sacude su saco y luego se lo coloca.
—Como digas —espeto, caminando hacia la puerta para luego abrirla.
Su respiración es agitada y su rostro inexpresivo, no puedo descifrar con exactitud qué es lo que siente.
—Solo vete —le pido, cuando se detiene frente a mí, observándome fijamente.
Lleva su mano a mi rostro y de manera lenta paso sus dedos por mi hematoma, luego con su pulgar recorre mi labio inferior.
—Jungkook...
—Cállate —me exige.
Trago grueso y veo como lentamente acerca su rostro al mío, deja un casto beso, retira sus labios de los míos y me observa.
—Al parecer si te gusto —canturrea burlonamente.
Estoy a punto de hablar, pero sus labios de nuevo se posan sobre los míos, esta vez no en un simple beso, sus labios se mueven sobre los míos de manera lenta como si disfrutase hacerlo.
—Malditos labios —murmura, chupando mi labio inferior.
—Basta —retiro mi rostro y lo alejó. —Lárgate, Jungkook —le pido con mi respiración agitada y mi corazón latiendo cada vez más fuerte.
Asiente y de manera lenta se aleja de mí, cuando sube a su camioneta cierro la puerta un tanto confundido, pero sabiendo que he hecho lo correcto.
Sí, ha visto mi tatuaje, pero estábamos teniendo sexo, la mitad de lo que Jungkook pudo ver no lo recordara y si lo recuerda estoy más que seguro que al igual que yo, él tampoco sabe lo que mi tatuaje significa.
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