FLORECER
Ya casi dos años han pasado, Adrien eventualmente iba a visitar a Marinette. Cada que la universidad de Shanghái tenía días festivos tomaba un avión para ir a verla a Londres mientras María Antonella viajaba con Bartolomé a Perú y Brasil. Eran una pareja como cualquier otra hasta que el fin de carrera comenzó a acercarse cada vez más. Prácticamente solo les falta dos años de los cuales estudiarían meses, puesto que las labores de campo se realizarían a partir del siguiente semestre. Para cuando se dieron cuenta todos habían crecido y cambiado gran parte de su vida actual.
María Antonella ahora se dedicaba a cocinar. Adrien a lavar la ropa, Orlando a Barrer la casa mientras que Bartolomé cortaba el césped y limpiaba los adornos que había en la casa. Cada uno de ellos tenía tareas uniformes. Marianella se había vuelto más dócil, incluso había aprendido a hacer algunas cosas que no sabía. Ejercicio, por ejemplo. Salía todos los días a correr con Adrien. Como todos en esa casa sabían, Adrien necesitaba mantener el físico para las fotos de la revista Agreste y los nuevos diseños que Marinette se encargaba de hacer para Gabriel Agreste Enterprises.
La carrera de Marinette duraba solamente tres años, así que actualmente ella se encontraba en Francia junto con el Sr. Agreste y el pequeño Félix. La Sra. Fiorella había dejado su florería de Londres para dedicarse de lleno al piano, su pasión pérdida durante ya unos cuatro años, los mismo que tenía la pequeña Rose Mary que se encontraba asistiendo a un Kínder de Francia. Casualmente era el mismo al cual asistía el pequeño Félix. ¿La historia se repetiría en los próximos años? Solo Dios sabía.
Actualmente Adrien se encontraba tendiendo la ropa en el cordel de la casa mientras Bartolomé se encontraba con él ayudándolo. Como todos chicos, sabían lo que estaban pasando, se les notaba en la cara. Aunque Adrien estaba completamente acostumbrado a eso. Pero Bartolomé no, él tenía a María Antonella cerca y estar en abstinencia se le hacía duro, especialmente porque la ropa no le quedaba como antes, le quedaba estupenda.
-Y, ¿sigue negándose? – dijo Adrien mientras tendía la ropa blanca en uno de los cordeles- ¿Porque no le cuentas lo que sientes?
-No creo que eso sirva...-Bartolomé miró al cielo de Shanghái- Está determinada a tener abstinencia... Ya sabes, dijo que es por el bien de nosotros...
-Es posible que sea por eso. Es una prueba la que te hace...-dijo Adrien poniéndose algo serio- Si aguantas, podrás tenerla después de la forma que quieras pero sino lo haces.... Estas perdido...
-Perdido...-dijo Bartolomé acercándose a Adrien y parándome detrás de él- Eso quiere decir que....-Adrien asintió apretando su mano en la ropa que colgaría- ... Eres mi puto héroe...
-Nada de eso...es también promesa mía esperar a mi amada Marinette hasta el día que nos casemos...-el rubio suspiró un poco. Y luego giró para ver a Bartolomé- Si la amas, compréndela...
-Supongo que tienes razón...-el grito de Orlando alertó a los chicos. Parecía haber llegado alguien a la casa, ¿un director? Cuando ambos regresaron a dentro de la casa se toparon con una chica de cabello Rubio y ojos de color medio verduzco.
Se quedaron los dos mirándose y luego fue Orlando que mandó a Bartolomé sentarse en el sillón del frente. Había algo que a Bartolomé le comenzaba a molestar, por alguna razón sabía que conocía a esa muchacha. Pero ¿De dónde? La muchacha se abalanzó sobre él besándolo. Orlando se quedó asustado, asustado de lo que esa mujer había hecho y las reacciones que desencadenaría. Adrien y Orlando quedaron mirando fijamente a María Antonella que tomó con fuerza el cucharón de sopa, estaba por reventar en mil pedazos.
-Bartolomé, amore mio... io e venido a verte.... A saber de ti, a casarnos como nuestros padres quieren...
-Gianella. Por favore, no me toques así. Como si io fuera cualquiero cosa...-Bartolomé intentó alejarla de él pero no pudo. Adrien estaba sosteniendo a María Antonella del brazo con suma delicadeza.
-Vaya. No me lo puedo creer...-dijo Orlando mientras se cubría la boca- ¿De dónde saliste? Él conocía de su existencia
-La suya mama le dijo que se casaría conmigo cuando cumpliera los veintidós...-Todos se quedaron perplejos cuando ella mostró un anillo casualmente igual al que portaba Bartolomé- Él ya lo sabía todo, desde hace un año nos escribimos constantemente...
-Ahora entiendo para quien eran esas cartas...-María Antonella susurro dándose la vuelta para no mostrar su rostro. Se quedó completamente callada mientras las palabras de aquella muchacha salían como dagas directamente hacia su pecho.
-El prometió casarse conmigo a penas terminara la carrera, así que solo vine a cumplir parte del trato, la pre-convivencia entre dos personas a punto de casarse...
Todos quedaron mirando a Bartolomé mientras María permanecía callada y mirando al muro que tenía al frente. Se estiró un poco y caminó al pasillo y sin decir nada cerró la puerta de su cuarto con cuidado. Adrien se quedó con la cabeza gacha mientras apretaba fuertemente sus manos entre sus ropas, como podía Bartolomé ser tan sínico. Hablando de ella como si la amara y escribiéndole a otros poemas interminables de amor. Tiró el cucharón al suelo mientras caminaba a su habitación y la cerraba de un golpe. Orlando suspiró e hizo lo mismo que los anteriores.
-Buenas noches...espero que sean buenas. No nos gustan los ruidos extraños durante la noche. Les recomiendo cuidar su intimidad...
-Pero si es de día...-dijo Bartolomé logrando separarse de la chica- No me dejes...
-Lo siento Bartolomé. Pero ando muy cansado y en serio, preferimos dejarte solo con tu visita...-Se rascó la nuca y dio pasos lentos hacia su habitación- Quedan en su casa...-cerró la puerta de su cuarto.
Adrien intentó desde su cuarto vanamente comunicarse con Antonella pero supuso que ya no estaría en casa así que salió de su cuarto e ingresó en el de ella. Para sorpresa suya ella estaba recostada en su cama esperando que algo o alguien dijera algo para ella no hacerlo. Sus cabellos negros cubrían su rostro y su cuerpo delgado y marcado por el ejercicio la hacían ver algo ruda. Sin embargo, sus pequeñas convulsiones sobre la cama la hicieron ver débil.
-Lo siento...-Adrien se sentó a lado de la cama- Supongo que es por eso que no querías abrirle tu corazón a nadie...
-Soy patética...debes estar pensándolo....-dijo ella mientras le sonreía a medias sin descubrir sus ojos- ... ¿Soy acaso tan horrible? ¿Tengo algo de malo? Me lo merezco todo...-comenzó a reír mientras giraba y se sentaba en la cama limpiándose los ojos- ...Marinette vendrá en unas semanas acá, la novia de Orlando vendrá a pasarla aquí y yo... que hay de mí... ¿me hecho un polvo con el de la casa Soto?
-No sería mala idea...-dijo Adrien riendo mientras golpeaba la frente con delicadeza- Venga, dame una sonrisa y un fuerte abrazo...
-¡¡Adrian!! -María lo abrazó para desperezarse, lo abrazó tan fuerte hasta dejarlo sin aire. Cuando lo soltó lo dejó medio desmayado sobre la cama- Necesitaba eso, lo necesitaba mucho...
-Y-Yo también...-Adrien le acarició la mejilla y lo atrajo hacia él. Le dejó sobre él mientras le acariciaba la cabeza- Puedes soltarlo, no diré nada si quieres llorar...
-No lloraré...-La mujer de hierro. Aquella que bajo su voluntad sometió a millones de franceses. Se separó de él, comenzó a trenzar su cabello negro y miró a Adrien- Iré a comprar algo de comida...
-¿Qué tal, un nuevo closet? –María Antonella abrió la ventana y sonrió- Espera, no irás a saltar otra vez...
-Bye bye, Petit Papillon...¡Joder! –se resbaló, su pie fue a dar por el cielo y Adrien no pudo cogerla a pesar de correr a salvarla. Cuando estuvo en la ventana vio a María Antonella ser cogida por un chico alto y de ojos aguamarina. Parecía ser a simple vista un chico normal. Atractivo y con todas las cualidades físicas que cualquier mujer pediría en un hombre, pero ¿Tendría lo necesario mental y emocionalmente? – Hey, tu... maldito grandulón... bájame ahora...
-Encima que te he salvado...-la soltó bruscamente y ella cayó al suelo- Quedas sola...
-Espera, María. Quédate allí....-dijo Adrien gritando desde el segundo piso de la casa. El chico la tocó la cara con el pie y la empujó.
-No te vuelvas a meter en mi camino, pedazo de bombón...o no te irá bonito la próxima vez...-Mientras Adrien tardaba en aparecer, los ojos del joven de mirada turquesa y de María Antonella se compenetraron, como observando sus almas. No dijeron nada después de unos segundos.
Simplemente aquel muchacho siguió caminando.
Recuerdan, el olor a lavanda y a flores silvestre del sur de Francia. Aquel perfume es tan particular, incluso la figura que viene con ese aroma tan exquisito. Marinette Dupain Cheng, la segunda al mando del despacho de diseño caminaba con su maleta hacia la casa de Adrien. Traía unos lentes de sol y una blusa diseñada por ella misma. Fue entonces que sus miradas se cruzaron, para bien o para mal, el joven muchacho hizo contacto visual con ella y fue él quien bajo la mirada ante tal mujer. Porque ella era el sol y él un simple cubo de hielo que expuesto al calor de su mirada se derretía.
Marinette no le tomó importancia, hasta que vio a María Antonella sacudiéndose la ropa. Supuso que se había caída pero al ver que esta caminó en dirección al muchacho la paró sorpresivamente.
-¿Marinette? –María Antonella se quedó parada, 1.73 c.m de María Antonella contra los 1.67 c.m de Marinette. Era como estar frente a un pequeño edificio de dos pisos- ¡Q-Que bueno que estás aquí! Adrien se pondrá feliz cuando te vea...
-De hecho, la vi mientras estaba en la ventana...-Adrien la alzó mientras le daba un suave beso- ¿Cómo está mi diseñadora favorita?
-Pues, Bien. Quería pedirte que fueras mi modelo de unas nuevas casacas hechas por Gabriel Agreste. Claro, también hice ropa para mujer y creo que tu nueva figura la compenetraría con la de Adrien. ¿Podrían ser ambos mis modelos? ¿Bartolomé también lo puede ser?
Adrien, sonrió algo incómodo mientras Marinette miraba a Antonella arreglarse la ropa. No dudó en caminar hacia algún lugar donde ese nombre no fuera escuchado por ella. Llegó a una tienda y pidió un cerveza, que más daba si se veía mal en ella o si la gente comenzaba a preguntar. Daba igual. Tenía tantas cosas por pensar, tomó cada sorbo de malta morena como si fuera agua, tan rápido como acabó la lata se aproximó otra y un cigarro con sabor a menta. Había olvidado que delicioso se sentía estas cosas que ya hace un año había dejado probar. ¿Pero quién se las enseñó? Si ella era una mujer que gustaba de los dulces y estar en casa. Entonces, recordó que la primera cerveza se la dio Bartolomé y seguido de eso su primer cigarro. Vicios que no debería aprender nadie pero que al final se aprendían sin querer.
Dejó caer la última polilla de cigarro y sonrió mientras votaba el humo del tabaco. Al final, alguien se sentó a su lado, la azabache tomó la cerveza y la olió la lata acercándosela a su nariz. ¿Cómo podía alguien beber esa cosa que olía a alcohol? Se dio cuenta al instante que ella no estaba bien. Botó eso a la basura y luego también el cigarro. Se quedaron sentadas ambas, calladas, sin hacer ningún comentario al respecto.
-El fotógrafo es una persona guapa, estuvo merodeando por la casa y parece que iba a tocar pero no se atrevió a hacerlo. Cuando hagas las fotos quiero que le demuestres al mundo que es lo que se están perdiendo...-Marinette apoyó la cabeza en la de ella mientras suspiraba- Bueno, quizás esto era algo que se puede remediar...
-Son una familia muy chapada a la antigua, sus padres piensan en el honor primero que en la felicidad de las vidas pues para ellos no hay felicidad sin el honor familiar. Además él se ha estado escribiendo con ella, supongo que es un amor de infancia, algo como Adrien y tú. No podría romper una promesa tal. No es correcto...-Antonella quedó mirando el reflejo en el vidrio frente a ellas. ¿Había algo malo en ella? Todos aman a otras personas, nadie daría su vida o su felicidad para estar al lado de ella. Eso ya lo había terminado de comprender.
-¿Te parece si vamos por un par de chocolates calientes? Sé dónde los hacen deliciosos...-dijo Marinette levantándose del lugar donde estaba sentada.
-Está bien... Y ¿cuándo será la sesión de fotos? –Se estiró y comenzó a trotar- espero que no sea hoy...-dijo ella rezando para que así fuera.
-Serán dos sesiones de fotos. La primera será dentro de dos días y la otra será para la quincena de este mes, exactamente en 11 días aproximadamente...-dijo Marinette haciendo una llamada- ¿Adrien? ¿Pediste lo que te pedí? Estamos yendo para allá...
Marinette, caminó por las calles de Shanghái junto a Antonella ese día. Por la noche cada quien ingresó a su habitación con su respectiva pareja. María Antonella y Bartolomé se chocaron. Ella evitó mirarlo pero él, acercó su mano acariciando su cabello mientras su acompañante entraba a la habitación de él. Pero ella se volvió como antes, fría como un maldito tempano de hielo, incapaz de demostrar cariño o emoción. Quizás hasta era mejor así.
-Lo siento, pero...-el susurro de Bartolomé la hizo erguirse- Buscaré la forma de deshacer este compromiso y me casaré contigo... como acordamos...
-No necesito que cumplas nada de lo que has acordado conmigo. Las acciones están hechas.... Y no las puedes remediar aunque quieras...-María Antonella llevó la mano a la perilla pero se detuvo cuando Bartolomé le dio un beso en la mejilla.
-Lo siento tanto. En realidad lo siento mucho....-dijo él mientras entraba a su habitación y la dejaba parada en el umbral de la puerta- Pero es mi madre y mi padre. El honor de la familia está en juego...
-Pediré que me trasladen de esta casa...-Al final ella entró a su cuarto y cerró la puerta. Solo para sentarse en el suelo y abrazar sus rodillas.
Se quedó viendo a través de la ventana desde su asiento por un rato hasta que oyó algo golpear la misma. Primero creyó que era la rama del árbol, pero después el sonido amenazó con romper el vidrio. Se paró de donde estaba y se dirigió a la ventana. Era nuevamente ese hombre, el chico de cabello blanco medio canoso con mirada aguamarina. La quedó mirando al rostro y luego suspiró resignado.
-Oye, vamos por un poco de Sake...-dijo él mientras arreglaba su chaqueta.
-P-Pero que estás haciendo...-respondió haciéndole señas raras. Se apoyó en el filo de la ventana y lo quedó mirando- Eres algo así como un criminal, ¿Verdad?
-Solo baja, si vamos a trabajar juntos por lo menos debemos conocernos. Mi jefa me lo ha pedido....-Ya se imaginaba ella que todo esto tenía nombre. Se rascó la nuca y salió por la ventana hasta llegar a la rama del árbol y luego bajó al suelo, justo al lado donde estaba él.
-Tu Jefa es algo entrometida...-dijo ella mientras rebuznaba- No tenía por qué obligarte a conocerme.
-En realidad, también te vi tomando una lata de cerveza y fumando. Supuse que necesitabas salir...-dijo él mientras colocaba sus manos detrás de su cabeza.- No la haz estado pasando bien...
-Eso no es asunto tuyo...-dijo ella mientras caminaba más rápido- ¿Cuál es tu nombre?
-¿Mi nombre? Es Francisco, me puedes decir Paku que es como me llama Marinette Agreste...-Era serio, ese hombre a pesar de su amabilidad era totalmente serio.
-Marinette... ¿Agreste? –Se quedó callada, helada por lo que había escuchado. ¿Qué debía decir ahora?- Ella es Dupain Cheng...
-Perdón. Nosotros los japoneses llamamos a la mujer comprometida por el apellido de su futuro esposo...-dijo Francisco que sacó su celular- Soy el nuevo fotógrafo de Gabriel Agreste. Nathanael tuvo que renunciar debido a que su esposa está embarazada...
-Ignoro quien es Nathanael...Pero debió ser bueno...-dijo ella cruzando los brazos por el frio- A donde iremos...
-No lo sé, es la primera vez que estoy en Shanghái...-Su rostro inexpresivo la hizo enojarse. Pero lejos de demostrarlo solo apretó las manos. -¿No te han dicho que ellos saldrían con nosotros?
-No...-dijo ella mientras observaba hacia atrás. Marinette y Adrien aparecieron tomados de la mano para darles el encuentro- Ya veo, fue una treta...
-No creo que vayamos a hacer algo malo ¿o sí? – No sabía por qué pero sonrió al muchacho, era más alto que ella y parecía de al menos veinte años y algo más. Se quedó parada para esperar a la pareja de tórtolos que rieron cuando estuvieron cerca de ellos.
-Iremos a comer algo delicioso. Luego le mostraremos algunos lugares a Francisco. Así podrá elegir donde quedarse...-Tiritó de frio María Nella mientras miraba al chico de ojos rasgados mientras Marinette hablaba- Y podremos estar juntos todos...
-¿No crees que él puede ir solo? –Preguntó Adrien apretando las manos de Marinette para darles calor – Además tienes que contarme lo de Chloé...
-Espera, solo es una simple palabra. Embarazo. Nada más. –Dijo ella sonriendo- Un día llego con el rostro todo pálido a la sala de ediciones de la revista Gabriel Agreste y pidió hablar con Nathanael. Todos nos quedamos callados cuando él se desmayó en medio del salón de reuniones...-Adrien abrió los ojos. ¿Quién lo diría? Chloé Bourgeois, embarazada de Nathanael. Vaya sorpresa.
-Y, ¿eso cuando fue? –dijo Adrien evitando reírse por la noticia.
-Tres meses, tres meses y dos semanas para ser exactos...-Adrien giró su cabeza cuando el que le respondió fue el chico que había venido con su Azabache- Desde que renunció para dedicarse a su esposa, estoy en la empresa de los señores Agreste.
-No renunció, Bueno, si lo hizo pero tu padre lo cambio de área de trabajo...-dijo ella mientras le picaba la nariz a su amado rubio. La azabache le había hecho mucha falta a él en estos dos años.
-Marinette, te he dicho que te ver hermosa....-María Antonella se tapó los oídos mientras Francisco se peinaba el cabello algo incómodo- Eres lo más hermoso en este mundo...
-Por la santa gloria... dejen de hacer notar su amor. Sean personas normales...-dijo ella mientras se apegaba al extranjero Asiático- tengo una idea...
-No, en ese estado tus ideas son terribles Anto...-dijo Adrien golpeándole la frente suavemente con yema de sus dedos.
-Podría quedarse en mi habitación...-Adrien se golpeó la frente mientras tenía algunas cosas que decirle- No es como si vayamos a hacer algo malo, además, somos dos personas adultas y sabemos lo que hacemos...
-Preferiría....-Antonella le tapó la boca al hombre de cabellos claros y mirada aguamarina- Aunque pidiéndomelo de esa forma...
-Antonella. No es por ser grosero, pero no puedes hacer pasar a un extraño a tu habitación si apenas lo conoces...-dijo Adrien entrando en un ataque de ira- No esas pendeja...
-Cállese, es mi cuarto... -María Antonella tenía razón, era su habitación, sus reglas, sus cosas- Serán un par de días nada más...
-Pero...-Marinette quedó mirando algo incomoda a Adrien, este se quedó callado y aceptó la idea- Bueno...
-Voy a ir a un hotel...-dijo Francisco- Por cierto, mi nombre es Shihiro Francisco...
-Shihiro...-se quedó anonadada ella mientras Marinette reía- Bueno... era de esperarse...
-Siento no poder aceptar tu invitación...pero es mejor así. Nos veremos luego bombón...-Adrien arqueo su boca en señal de enojo mientras el muchacho le besaba los nudillos a su amiga, también asintió cortésmente a su novia y luego se retiró- La salida será para después...
-Podría ser mañana...-dijo Marinette alzando la voz- recuerda que tengo que hacerle unos cuantos ajustes a la ropa que ellos van a modelar...
-Lo sé Jefa. ¿Qué tal si vamos a comer para el almuerzo? –dijo él caminando hacia una motocicleta. Se sentó sobre ella y la prendió- Ustedes eligen...Por cierto, un gusto conocerlo Sr Agreste. Nos vemos mañana Señorita Agreste...- Shihiro sonrió poniéndose el casco y luego se marchó dejándolos a los tres en la esquina de una pizzería.
-Supuse que te gustaría la pizza...-dijo Marinette entrando a la pizzería tomada de la mano de Adrien mientras Antonella estaba algo despistada- Entra, tomémonos un café...
-¿Señorita Agreste? ¿Cree que eres mi hermana o algo así? Marinette, ese tipo no me agrada...-Adrien la abrazó a él- Si intenta robarte lo golpearé...
Por otra parte, Bartolomé no pudo dormir. Gianella estaba descansando en su cama mientras él intentaba solucionar el embrollo en que se había metido. Todo comenzó hace tres años, sabía perfectamente que su madre tenía planes para él. La mujer indicada, el honor de la familia y un puesto al cual ascender. Tomar el lugar de su padre y ser el orgullo de la familia. Desde chico siempre supo que Gianella y él estaban destinados a casarse pero nunca contó con que se enamoraría de María Antonella y sentiría un gran cariño por Gianella. ¿Qué debía hacer ahora? Decepcionar a sus padres era lo menos que quería, ellos habían apostado mucho por él. Prometió darle orgullos y no penas así que no tuvo más que esa noche elegir entre los acuerdos de sus padres y el amor que sentía por Antonella. Desgraciadamente a veces se tiene que sacrificar algo que amas por el bienestar de las demás personas y Antonella había sido sacrificada para cumplir los designios de la Familia.
Tomó su teléfono con todo el dolor de su corazón y marcó a su madre. Cuando esta le contesto lo saludó con tanto amor que no dudó en botar algunas lágrimas de dolor. Su amada madre, ¿cuantas a veces había dado la vida por él en Italia? Se secó las lágrimas y carraspeo un poco.
-Dimmi, mio figlio. Hai pensato a quello che ho detto un anno fa?- "Dime, hijo mío. ¿Pensaste en lo que te dije hace un año?". Bartolomé escuchó aquella oración salir del celular y dando un ligero suspiro dio una respuesta segura y convincente.
-Io sposarla il prossimo mese – "Me casaré con ella el mes que viene" le dijo a su madre en ese italiano bien hablado. Su lengua nativa. Su madre se alegró, hizo fiesta, le colgó para darles la noticia a todos en su casa mientras Bartolomé se resignaba a cumplir una promesa familiar.
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DOBLE CARA
(MARIA ANTONELLA QUÉA- 22 años)
(SHIHIRO FRANCISCO - 21 Años)
(ADRIEN DE ESPALDAS- 22 Años)
(GIANELLA LORDNBAN - 20 años)
(BARTOLOMÉ TABUSSO- 22 AÑOS)
(ADRINETTE)
Nota de la Autora: Comenzamos a llegar al final del penúltimo arco de la historia. Espero que les guste, a partir de aquí le esperan muchas sorpresas y mucho sufrimiento con respecto a los dos nuevos personajes. Aun no se formen una actitud sobre Gianella , quizás no sea tan mala. Espero estén disfrutando y espero que disfruten los capítulos que se vienen.
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