EPÍLOGO: REINICIO

"Ya han pasado muchos años, ¿no crees?"

De aquel tiempo, en aquella época donde los hijos de Marinette aún eran niños, volvieron a pasar veinte años. Los pequeños habían crecido teniendo una vida acomodada y por supuesto llena de emociones intensas y beneficiosas. Marinette se había encargado de hacer eso posible, ya habían todos ellos llegado a una edad en donde simplemente no necesitaban a su madre y quizás por azares del destino, Dios decidió llevársela aquel día.

-Solo iré a comprar algunos vegetales... - Marinette era una mujer ya de unos aproximadamente cincuenta años. 

-Está bien mamá,  cuídate mucho...-dijo Emma quien atendía a las visitas. Algo trágico pasó ese día.

Las horas comenzaron a pasar y la ausencia de Marinette era notoria.  Ya debería haber estado en casa, sin embargo, no llegaba desde ya hace unas tres horas. Estaban preocupados y necesitaban respuestas. Louis marcó a su móvil, pero estaba apagado. Hugo hizo lo mismo, pero igualmente estaba apagado. Emma sin embargo, salió con su auto  a recorrer las calles de París. 

Sin obtener respuesta, acudió a la Policía como lo haría cualquier otra persona. Estuvo esperando cerca de una hora para asentar la denuncia de la desaparición de su madre. Emma tenía un mal presentimiento, quizás hasta estaba en la razón. Marinette había tenido descompensaciones en las últimas semanas, su cuerpo había comenzado a debilitarse y aunque tuviera un gran ánimo , había ocasiones en las que parecía no estar oyendo lo que decían los demás. Estaba quedándose sorda. Eso le impedía muchas cosas, pero nunca imaginaron que tanto. 

-¡Mi comandante! Hubo un accidente en la zona sur. Cerca al supermercado...-expresó un policía que venía corriendo. Las personas de la dependencia se comenzaron a movilizar. Incluso Emma fue siguiendolos.

Cuando llegó encontró a Louis y a Hugo en el accidente. Estaban observando fijamente a un moniculo de papel. Algunas frutas y verduras regadas alrededor de ese montón de papeles y por una esquina. La mano humana de la que parecía ser una mujer.  Emma se quedó petrificada cuando los policías se acercaron a sus hermanos y estos asintieron. Hugo fue el primero en llorar.

-Lo siento señores, pero eso fue lo que encontramos. Coincide con la descripción de su madre. El motorizado chocó con ella mientras cruzaba la pista. Terminó  arrollada. Aún desconocemos de qué fue lo que murió pero lo mantendremos informados. 

Los tres hermanos estaban reunidos ahí, atónitos ante lo que estaba pasando.

-Mamá no puede estar muerta...-dijo Emma sonriendo mientras unas pequeñas lágrimas rodaban por sus mejillas- Solo fue a comprar un poco de frutas y verduras...

-La hicieron tutifruti...-Hugo estaba llorando y sin embargo hizo una broma. El sentido del humor de su padre.

-Eres un tarado...-Louis secó sus lágrimas mientras los tres se abrazaban. Estaban destrozados. 

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Félix estaba volviéndose loco. Había llegado hace un mes a Francia junto a su esposa. Rossé se había convertido en una mujer de familia. Una familia muy pequeña aún.  A estas alturas de la vida y con 37 años a cuestas, era la última oportunidad de tener un pequeño fruto de su amor. Y no lo había desperdiciado. Después de haber logrado sus objetivos personales. Ambos se concentraron en formar la familia que tanto querían. El año pasado Rossé recibió la gran noticia. Un hermoso hijo venía en camino.

-¡Félix!... -Gritaba la Italiana mientras se cogía la panza al final de las escaleras.

-Estoy llendo, cariño. Respira profundo, lo lograremos...-el sonido de agua cayendo alertó a Félix de lo que venía.

-Se me rompió la fuente...-dijo calmadamente mientras caminaba con cuidado de no resbalar.

-Limpiaré ese desastre después...-corrió a Abrirle la puerta. Tenía el carro preparado y no tardó más de 15 minutos en llegar al hospital.

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Por otro lado Claude y Bridgette iban a tener a su segundo hijo o hija. Bridgette estaba internada en un hospital en Shanghái. Una buena ciudad donde los negocios  eran el pan de cada día. La Familia Dupain Cheng había crecido en la últimas dos décadas. 

Claude estaba totalmente nervioso. Al parecer iba a ser una niña. Las enfermeras entraron al quirófano y despues de dos largas horas. El llanto de un bebé se escuchó en el pasaje. Bridgette había dado a luz a una pequeña azabache, blanca y delicada. 

-Señor. Ha tenido una hija....-Claude saltó de alegría. Después de tanto tiempo había tenido una hija, tres largos años esperando por una hija. Lo llenaba la emoción. Le invadía el orgullo. Ahora si podía estar muy feliz.

-Papá, ¿cómo se llamará mi hermanita?...-Expresó un azabache cuyo nombre era Denisse. Los ojos grandes y azules como su madre y el cabello café igual que su padre.

-Marinette...  Se llamará Marinette Dupain Cheng....-Expresó el hombre de negocios. 

-Marinette... es un lindo nombre papá...-dijo el pequeño abrazando a su padre.

-Lo sé cariño, lo sé...- Claude había escogido ese nombre, pues, aunque no estuviera con Rossé. Le tenía gran cariño y también a la persona que decidió acogerla en casa. Esa persona era Marinette, ella había albergado en su corazón a Rossé como una hija más. Y eso era de admirar. 

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Félix ya estaba lo suficientemente cansado. Adormilado comenzó a lo lejos oír el llanto de un bebé. Era potente, parecía que incluso entre esos sueños vió a Adrien pasar por el pasillo. Y cuando eso sucedió no dudó en levantarse e ir corriendo tras él. Caminando a paso de soldado llegó a la Morgue del hospital. En ese lugar encontró a Emma y Hugo. Venían a ver a su madre.

-Y ¿Ustedes qué hacen aquí chicos?...-No lo sabía, de hecho los hermanos no sabían si era bueno decirle la noticia a Félix puesto que él, más que cualquier otra persona quería como una hermana a Marinette.

-Mi madre, falleció ...-expresó Emma con una voz quebrantada. Era lógico, su madre había muerto y ahora veía a Félix de la misma manera. Con lágrimas en los ojos la sobrina se acercó al tío abrazandolo.

-Lo siento mucho, Lo siento tanto chicos...-Félix había llegado a su límite. Después de dar el pésame se sentó nuevamente en las bancas y comenzó a soñar esperando la respuesta sobre el nacimiento de su hijo. 

"¿Recuerdas lo que te dije aquella vez, Félix? El amor es una cosa irrompible. Aunque Adrien estuviera muerto. Siento que él y yo nos encontraremos tantas veces como sean necesarias hasta ser felices. En esta vida o en la otra, buscaremos la felicidad" 

Félix entresueños vió a Marinette y a Adrien. Vestidos de blanco. Tan jóvenes como si ambos tuvieran diecisiete años. Se quedó observandolos por un momento y luego ellos le tomaron de los hombros.

-Tu hijo te espera...-Marinette le sonrió acariciándole el rostro- No estés triste, nos volveremos a ver...

-Cierto, pá. Nos volveremos a ver... - Expresó Adrien riendo a carcajadas- Procura no darle todo a tu hijo. Dale el tiempo que requiere, no seas como Gabriel. Apóyalo, ayúdalo a deshacerse de esos miedos que aquejarán su existencia. Y sobre todo... Amalo , amalo mucho. 

-Serás un buen padre. Ponle un buen nombre a tu hijo... -Marinette le guiñó el ojos a Félix- Nos volveremos a ver... 

El sonido de un portazo lo hizo levantarse del golpe. El doctor se paró frente a él y luego le sonrió mostrándole a un pedazo de carne envuelta en una manta. Las manitos frágiles de un bebé lo hizo  reaccionar, se paró de su asiento y lo tomó en sus brazos.

-Es un varón, cincuenta y seis  centímetros y pesa tres Kilos trescientos cuarenta gramos. Es muy saludable, tiene un gran pulmón...-El doctor rió un poco y volvió a entrar al quirófano mientras una enfermera salía.

-Lo llevaré a la sala de pediatría. Podrá verlo en la ventanilla cuando quiera...- La enfermera amablemente se lo llevaba en brazos y antes de alejarse lo suficiente, lo miró- Su madre dijo que se llamará Adrien... 

-¿Adrien?... - Ahora que tomaba en cuenta el nombre. Tenía el rostro de su hermano, el cabello, quizás hasta los ojos. Rossé había escogido un buen nombre para su hijo. 

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Los años volvieron a correr nuevamente. La familia Agreste celebraba el séptimo año de Adrien Agreste. Un  alegre niño de siete años. Corría por toda la casa mientras trataba de coger a su hermano Francisco. El pequeño de cinco años que había nacido igual que su madre,  cabello azabache y ojos claros. Lo que quedaba de la familia Agreste se había reunido.

Los hijos de Marinette habían llevado sus regalos. Louis estaba comprometido y en espera de gemelos. Hugo por su parte tenía montado un nuevo negocio, algo innovador en la industria de los automóviles rentados. Tenía también una esposa hermosa y joven con la cual habían adoptado a una niña mestiza llamada Cassandra. Emma cursaba apenas el segundo trimestre de embarazo, junto a su esposo Diógenes iba a mudarse a Chicago y como olvidar al viejo Gabriel. Que a sus 78 años estaba muy conservado. 

-Mamá...-dijo el pequeño Adrien jalando de la falda de Rossé- Puedo comer pastel...

-No, primero comerás el almuerzo...-dijo Félix alborotando el cabello a su hijo- Podrás comer después de eso...

-Ya oíste a papá, es hora de comer el asado que hizo tu tía Mia...-Mia era la esposa de  Louis. Una Argentina muy hermosa y rubia. 

-Pero mamá, yo quiero la torta que trajo la tía Camila... - Camila, era la esposa de Hugo. Una Francesa cualquiera, sino fuera porque era millonaria.

-No, no hasta despues del almuerzo...-Camila le sonrió guiñando el ojo y se acercó a su oído- Cortaré el trozo más grande de torta para el príncipe Adrien...

-Pero yo quiero torta...

-Adrien, estoy diciendo que comerás despues del almuerzo. ¿Acaso no entiendes? - La insistencia del niño molestó a su padre. Félix lo quedó mirando, reacción despues de que se diera cuenta de lo que había hecho.

Rossé también lo quedó mirando, molesta. ¿Cómo le podía gritar a su hijo en su propio cumpleaños? Ella tomó a Félix del brazo para llevarlo a un costado. Lo quedó mirando a los ojos esperando que dijera algo, pero la cara de arrepentimiento total era suficiente como para hacer que ella terminara por sonreír.

-Habla con tu hijo, no reniegues mucho o te pondrás viejito...-dijo ella estirando la mejilla de su esposo- Te amo...

-Y yo a ti...-dijo Félix tomándola de la cintura dándole un beso.

-Por cierto. Invité a un amigo... y a su esposa... con una niña muy linda..-Sonrió traviesa Rossé mientras los últimos invitados pasaban. 

Denisse entraba con unos audífonos puesto. Todo un adolescente de trece años, se sentó a un lado mientras chateaba por su móvil. Luego entró Bridgette cogida del brazo de su esposo Claude. Una sorpresa realmente grata para ellos. Y tras ellos, bien escondida una niña que apenas podía asomarse. Tímida dejó ver su cabeza mientras a lo lejos el pequeño Adrien intentaba verla.

-Marinette, sino te sueltas de mi, caeré al suelo. Papá te cuidará pero no sujetes tan fuerte de él...-dijo Claude acariciandole la cabeza a la menor. 

-Hey, Niña boba... -dijo su hermano Denisse desde el Asiento- Dale el regalo a ese niño, él es Adrien Agreste...

-Denisse, respeta a tu hermana...-Bridgette se tomó la cintura. Se acercó a su hijo y le jaló las orejas- ¿Cuántas veces te tengo que decir que no es manera de hablarle?

Claude se arrodilló delante de su princesa.  La tomó de su cintura y la acercó a él. Le acarició las mejillas y le dio el regalo. Félix sonrió levemente mirándolo, su esposa cubría un poco su cara. El parecido de la niña con la verdadera Marinette era increíble. Supongo que era porque Bridgette era una verdadera Dupain Cheng.

-Bien, es tu oportunidad de hacer un amigo. Tu hermano no estará todo el tiempo contigo... Debes conseguir tus propios amigos... -Dijo Claude mientras la niña se asustaba un poco- Podrás jugar cuanto quieras con él y estarán juntos por toda la vida...

-Y, jugaremos a las escondidas...-Claude rió un poco y se peinó el cabello para atrás.

- ¿Por qué no lo averiguas? -dijo al final el padre de Marinette. Sin otra duda más cogió el regalo y comenzó a  caminar hasta Adrien. 

Cuando estuvo cerca, estiró sus manos. Adrien no sabia quien era esa niña y mucho menos porque le daba tanta curiosidad desde que habia llegado. Extrañado tomó el regalo y le sonrió. Destapó la caja para ver a dentro de ella un gato negro de ojos verdes. Un hermoso gato con pelaje esponjoso. Estaba muy pequeño y a  Adrien le fascinaban los gatos.

- Waw, Un gato...-Dijo Adrien sonriéndole. Le faltaba un diente y se veía gracioso y para ser muchos más específicos era un poco más bajo que Marinette.

-Ehmmm pues...  se llama Plagg...-dijo ella sonriendo de la misma manera- Espero que te guste, mamá lo escogió para ti...

-Hubiera preferido una pelota de Basquet...-Oh vaya, al pequeño Adrien el gustaba el Basquet- ..o una cámara fotográfica...

-Waw... yo quiero telas de ropa, son geniales. Quiero hacer un vestido...-La azabache comenzó a conversar con él y todo alrededor comenzó a moverse nuevamente. La tarde transcurrió con normalidad.

Al acabar el día y antes de Irse. Marinette estaba con Adrien en el Jardín.  Era como si ya se conocieran desde antes. Se quedaron mirando un momento y luego el rubio de ojos verdes se acercó a ella. La tomó de la mano y le sonrió.

-Hagámos una promesa...-Marinette rió con fuerza- Si crezco mucho maaas alto que tú, serás mi amada esposa...

-¿Y sino creces? - Marinette estiró sus brazos hacia arriba- Soy muy grande...

-Sino creces, te dejaré de molestar...-dijo él picándole las costillas- Marinette , será mis esposa cuando sea grande...

-Eso es tonto... Pero está bien... - Para cuando terminó la noche. Bridgette y Claude se llevaron a sus hijos. El resto de las personas también tenían que irse. 

Adrien nunca olvidaría aquel día, ni aquella promesa.  Lo más gracioso de todo esto, es que al volverse a encontrar, ya cuando tenían 15 años, Adrien era más alto que Marinette. Se miraron a los ojos y desde ese momento supieron que sus vidas estaba destinadas a estar juntas.

"Te dije que si moría, nos volveríamos a encontrar mil veces más hasta obtener nuestro final feliz. Porque tu y yo estamos destinados a estar juntos, porque nos amamos" 

------------ FIN---------------

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Nota de la Autora: Y colorín colorado. Este libro se ha acabado. Muchas gracias por leer esta historia. Gracias por su confianza. Si quieren una historia como estás pueden ir a mi perfil y encontrarán muchas más historias. Quizás no tan grandes como estás pero sé que les robará el corazón .

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