BONUS: DESPUES DE TI

Aquella tocada sirvió de consuelo para el corazón de Nathanael. Ahora tenía a su lado y completamente suya a Marinette, una chica azabache de buenas costumbres y con un gran sentido de la justicia y el esfuerzo. La había llegado a Admirar tanto que a estas alturas se declaraba completamente vencido por ella. Su carisma, dulzura, su perseverancia y otras cosas más la hicieron especial y admirable para él. Al final de aquella tocada, Nathanael se dispuso a llevar a Marinette en su moto, la abrigó con su chaqueta y le pasó el casco para que se lo pusiera. Marinette le sonrió antes de ponerse el casco y luego subió atrás de él en la Motocicleta, se abrazó a su espalda y cuando la moto estuvo en marcha sabía que era hora de sentir la brisa del viento. Se aventuró a sacarse el casco y dejarlo atrás. Gritó fuerte mientras Nathanael alzaba la velocidad y, debido que a esa hora nadie circulaba por las calles mantuvo ese ritmo en la velocidad de su motocicleta.

Cuando llegaron a la casa de Marinette eran las cerca  dos de la mañana, su madre abrió la puerta y se despidió del pelirrojo que amablemente volvió a ponerse el casco e irse a su casa. Marinette había tenido tantas emociones en ese día que no le costó cambiarse y dormir. Dejó su celular sobre la mesa de noche y se aventuró a soñar.

-Mamá quiere conocerte...-dijo un rubio pequeño que jugaba con un palito sobre la arena- Le he contado sobre ti...

-¿Sobre mí? ¿Acaso me conoces? –la azabache en su sueño tenía diecisiete años y aquel niño simplemente era adorable. Le acarició la cabeza con delicadeza y este le manoteo la mano.

-¿Dirás otra vez que soy un enano? – Marinette rió un poco, había una razón por la que se le hacía familiar la situación.

-Eres un pequeño enano...-dijo ella mientras él se abalanzaba a ella para hacerle cosquillas- Hey, que nos vas a hacer daño...

-Marinette, si un día te vas... ¿Volverás a mí? – Aquel tono melancólico simplemente hizo que Marinette abrazara a aquel niño.

-Sí, volveré a ti...-sintió entonces que aquel niño había crecido. Cuando se alejó de él pudo ver la cara de Adrien. Sonreía de oreja a oreja mientras se acercaba a besarla. Lo empujó un poco pero este la abrazó con fuerza y luego se repitió aquello. El beso de la preparatoria, caminó hacia atrás y sin más cayó al suelo de su habitación de cabeza.

No sabía a ciencia cierta que había sido eso, lo único que sabía que Adrien había aparecido en sus sueños y que le pedía volver por él. ¿Acaso se conocían de niños? Dejó eso por un momento, volvió a la cama nuevamente y se dispuso a volver a soñar , cuando eso pasó se encontraba en un jardín con tres niños. Una pequeña morena de ropa casual, un moreno que jugaba con una pelota de Básquet y un rubio que la miraba mientras trataba de alcanzar su altura.

-Oye Marinette... - El rubio llamó su atención cuando la tomó de los hombros, le sonrió un poco y luego giró para ver al resto. Los niños se acercaban. Parecían estar divirtiéndose.

-¿Si? –dijo ella siguiéndole el juego al ahora preadolescente rubio.

-Hey chicos, le estaba diciendo a Marinette que...-se tomó la cintura, presumido por el rostro bonito que tenía sonrió observando a los otros dos niños. La pequeña Morena rió un poco y Marinette también. Por alguna razón esa niña Parecía Alya- Sobre la apuesta...

-¿Otra vez con esa aburrida apuesta? –Ese niño definitivamente era Nino. Era extrovertido, pero la característica que hizo que lo reconociera era sus grandes audífonos colgados alrededor de su cuello- Es increíble que insistas con eso...

-Un hombre jamás se da por vencido...- El rubio sonrió mientras ella reía delicadamente junto con la niña morena, que al verla ponerse unos lentes también logró reconocerla. Era Alya.

-Está bien, acepto la apuesta....-su boca se movió involuntariamente, el niño rubio se acercó y la besó con delicadeza. Como era de esperarse ese chico volvió a convertirse en Adrien.

- Entonces, te casarás conmigo, ¿no? – ¿Pero si apenas se conocían? ¿Cómo es que podía pedirle matrimonio? No tardó entonces en reaccionar que era un sueño. Sonrió asintiendo – Entonces... porque no me alejas de ella...

Marinette se levantó gritando, asustada. No sabía porque soñaba con Adrien, lo único que sabía es que necesitaba calmarse. Sabine entró por la puerta de su cuarto, se sentó en la cama y la abrazó. No tardó en ponerse a llorar, presa de la angustia, de los miedos. Abrazó con fuerza a su madre y tan pronto como ella le acarició la cabeza se calmó.

-¿Que pasa mi niña? ¿Hay algo que te perturba?

-No lo sé. Solo sé que... No sé cómo explicarlo pero sueño cuando era niña... No recuerdo haber vivido en Shanghái y mucho menos haber estado rodeada de otros niños. Pero lo he soñado y me ha parecido tan real...

-Marinette, tu viviste en Shanghái con nosotros y el Tío Cheng... Conociste a muchos niños, entonces cuando decidimos mudarnos a Francia dejaste a todos esos amigos allá. Lo único que sé es que están en tu escuela. Yo no recuerdo sus nombres, pero se que cuando ellos te vean se acercarán a ti. Incluso el pequeño Adrien, estará feliz de verte hecha una mujer...

-¿Adrien? ¿Sabes cuál es su apellido?...-Sabine negó con la cabeza. La azabache se arrecostó en su cama haciendo un puchero- ¿Pero sabes cómo es?

-Él es rubio y de muy baja estatura. Tiene los ojos verdes y siempre ha sido muy juguetón contigo...-Marinette se ruborizó un poco, pero ¿Sino era su Adrien? ¿Qué haría? Dejó pasar esos pensamientos, volvió a dormir y su madre volvió a la cama.

Otra vez volvió a los brazos de Morfeo. Abrazó con fuerza a su almohada mientras imágenes de su pasado comenzaban a reproducirse nuevamente. Ella estaba agitada y su pecho imploraba calma pero no podía. Sus pequeñas manos impactaban sobre el vidrio plástico del carro de su padre. Tocó con fuerza mientras veía correr a un chico rubio detrás del Carro. Por fin se dio cuenta de que su garganta comenzaba a hincharse debido al llanto.

-¡¡ADRIEN!! ¡¡NO ME DEJES IR ADRIEN!! QUIERO ESTAR CONTIGO!!!

-¡¡MARINETTE!! ¡¡IRÉ POR TI!! ¡¡LO JURO!! ...-El rubio tropezó en el suelo. Sus Amigos lo detuvieron, Alya y Nino querían impedir que se hiciera más daño pero era imposible. El pequeño Adrien de diez años simplemente corrió hasta que no pudo más.

-¡¡ADRIEN!! ¡¡NO CORRAS!!! ¡¡VUELVE POR NOSOTRAS!! –Gritaba ella mientras escuchaba unos ladridos a lado de ella. Era Tikki, aquella perrita en ese momento era muy pequeña.

-¡¡IRÉ POR USTEDES!! ¡¡TIKKI!! ¡¡MARINETTE!! ¡¡¡ESPERENME!!! -Se sintió entonces impotente, tan sola, tan triste. Todo se tornó negro y luego abrió los ojos lentamente mientras veía a su perra a lado. Tikki parecía también estar triste, se hizo una bola a lado de ella y comenzó a emitir sonidos tristes. Lastimeros. Le acarició la cabeza para que se calmara. Era sábado por la mañana y había sucedido mucho a noche. Pero ¿Era verdad? Tenía que descubrirlo, pero sin que nadie se diera cuenta...

Volvió a dormir, tantas pesadillas en una sola noche la habían agotado. Se tapó con la frazada y volvió a soñar.

-Buenas noches...-dijo Marinette a Tikki – Soñemos en Shanghái...

La azabache se volvió a dormir, pero había olvidado un pequeño detalle. Si aquellos eran sus recuerdos y todo eso había pasado. Como le respondería ahora a Nathanael. Eran Novios, estaba comenzando a salir y como tal tenía que corresponder. Ya había tomado una decisión y esa había sido amar a Nathanael y olvidarse de Adrien. Después de todo él tenía novia y si él era el chico del sueño y de Shanghái, no había tardado mucho en olvidar su promesa y rehacer su vida. Lo que venía ahora era simplemente seguir con su vida y encargarse de ser feliz. No tardó en despejar su mente y se volvió a dormir.

"Te amo pero tengo que asumir las consecuencia de mis decisiones"

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AMANTES


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