AMANTES
Marinette se encontraba en la biblioteca leyendo algunos libros. Química era una de las materias más duras para ella pero aun así era fácil de pasarlas. Ahora había ido a ese lugar debido al silencio que en ella había, quería pensar en todo aquello que había soñado. No sabía si había posibilidad de encontrar a ese Adrien en la escuela. Lo único que quería es que ese Adrien no fuera el Adrien que había conocido como el chico que jugaba Básquet y que aun no hablándole había robado su corazón. También pensó en Nathanael, ya había aceptado un compromiso con él y ahora no se podía retractar tan fácilmente. No quería lastimar a Nathanael que había sido lejos de Adrien un caballero.
Se tocó el corazón y despejó todos esos pensamientos negativos sobre ese tema y comenzó a pensar en Nathanael. El dulce pelirrojo había ganado su corazón de la manera más dulce. El timbre tocó para anunciar los diez minutos antes de entrar a la primera hora de clase. Cerró el libró y lo devolvió a su lugar. Caminó arreglándose la ropa mientras entraba a los pasillos de la escuela. Marinette estaba pensando aun en el tomate, su cara, su delicada voz y sobre todo la forma dócil de tratarla. Suspiró con una sonrisa, cuando dio el siguiente pasó su rostro impactó con otra persona.
-Oye... Cuidado...-la voz aguda, chillona de una chica de cabello moreno, se sobó la frente mientras miraba con furia a la azabache- Que crees que haces caminando como idiota en los pasillos sin ver por dónde vas... Estúpida...
-Ay, perdón no era mi intensión...-Esa respuesta hizo estallar a su contraría. Lizeth apretó sus libros y los tiró al suelo en un momento de Furia. Había despertado del lado izquierdo de la cama y no iba a permitir que una chiquilla tonta viniera a joderla.
-Ay. Eres una patética...-pero comenzó a bajar la voz cuando Nathanael vino detrás de Marinette- ...criatura del señor... -sus ánimos amargos bajaron y tan pronto como le dio una palmada, corrió a la biblioteca para esconderse del pelirrojo. Se quedó callada mientras oía la conversación de ambos.
-Oye. Mari...-Nathanael comenzó a hablar delicadamente mientras oía la risa de Marinette- ¿Pasa algo, cariño?
-No nada, solo que...-rió otro poco para luego aclarar un poco su garganta- Pues, la novia de Adrien. Digamos que te tiene miedo...
-¿Miedo? No creo que sea miedo lo que me tiene...-dijo él mientras le daba besos en la mejilla. Liz desde su escondite comenzó a apretar sus manos – Oh, supongo que esos libros deben ser de ella...-se pegó la cabeza mientras Nathanael hablaba de los libros – Que tal si te adelantas, te veo en clase...
-Okay...-los labios de Marinette sonaron en la mejilla de Nathanael y luego escuchó los pasos de ella alejándose del lugar. Salió entonces de su escondite y se chocó con Nathanael. Era la primera vez después de mucho que ambos se veían la cara directamente.
Nathanael le tomó del brazo sin temor a lastimarla. La llevó dentro de la biblioteca y la hizo caminar hasta el lugar inhóspito de ese lugar. El Área de cuentos para niños. La quedó mirando devolviéndole los libros y la arrinconó contra uno de los estantes. ¿Acaso había hecho algo malo para merecer tal trato? Si, ella había lastimado a la azabache y también lo había lastimado a él con sus mentiras. Así que no se merecía el mejor trato del mundo.
-Eres un maldito problema...-dijo él hablándole al oído mientras ella se zafaba de él – No te acerques a Marinette. ¿Me entendiste? No voy a permitir que la toques o llenes su cabeza de cosas inservibles como tú...
-¿Tienes miedo de mí? – Liz le puso uno de sus dedos en la camisa de él. Nathanael dejó sus pensamientos protectores hacia su relación y como todo hombre comenzó a observar a la mujer delante de él. Por alguna razón, le gustó lo que vió – Claro, no me meteré con ella si es así que Nathi...-hizo un ademan con sus manos y luego lo empujó- Lo desea...
-Oh, solo aléjate de mí...-dijo él yéndose mientras golpeaba uno de los estantes con suavidad- No te quiero ver ni en pintura...
-¿En serio? –Lo atrajo a ella tomándole de uno de sus brazos – Mírame cuando hablas de esa manera. Deja de ser un maldito cobarde...-Lizeth le cogió del mentón mientras lo miraba fijamente a los ojos.
-¿Qué quieres de mí? Déjame ser feliz...-dijo él tomándole de las muñecas y arrinconándola contra el estante- Eres de lo peor Liz, de lo peor realmente...-le tomó del mentón y pese a sus esfuerzos por alejarse de ella, la atracción era mucha.
Terminaron ambos cediendo pese a su cólera. Pese a sus problemas anteriores. Pese a todo. Ellos se conocían, se amaban. Pero quizás lo que se hicieron, lo que vivieron era realmente malo como para estar juntos otra vez. Con ira se alejaron, se miraron y comenzaron a discutir. Ella comenzó a gritarle por el hecho de que tenía novio y no podía venir hacer eso de buenas a primeras. Nathanael comenzó a enojarse porque ella lo había seducido. Cayó en su maldito juego de zorra.
-Te odio... ¡Muérete!-dijeron ambos al unísono.
-Recapacita Nathanael... Recapacita. No creas que yo quise besarte. Para eso tengo a alguien mejor que tú y ese es Adrien...
-Por favor. ¿Acaso crees que una zorra como tú me detendría en mi relación con Marinette? Yo no terminaría con Marinette por una perra que se revolcó con el ex capitán de la selección de Básquet...-dijo él mientras se retiraba. Caminó mientras ella se quedaba en aquel pasillo inhóspito.
Lizeth apretó sus labios y las lágrimas comenzaron a caer por su rostro. Nathanael ya estaba acostumbrado a ese tipo de Show. Ella lloraba mientras le hacía recordar el pasado, su maldito pasado oscuro. Aquel de que pocos saben. Golpeó la pared mientras se alejaba de la biblioteca. Otra vez, sentir ese vació. Esas ganas de golpear a alguien. Maldita desgraciada, lo engañó teniendo relaciones con ese chico en los vestidores.
-Eres un idiota, Nathanael. No sabes cómo te odio y deseo que te mueras porque eres incapaz de ver más allá de lo que te cuentan. No mereces a ninguna mujer... Ni siquiera a Marinette... -Fue eso lo último que ella dijo entre sollozos, lo empujó pasando por alado de él y se fue de la biblioteca.
Por otro lado, Marinette estaba en el salón leyendo sus apuntes mientras esperaba que Nathanael hiciera su aparición. Pero no llegó, la puerta del aula estaba cerrada y el profesor no lo dejaría entrar. Se paró y se dirigió a tajar su lápiz y lo pudo ver a través de la ventanilla de la puerta, estaba a punto de tocar. Marinette le hizo unas cuantas señas para que no lo hiciera y se dirigió al profesor hablándole a la oreja. Corrió a abrirle la puerta haciéndolo pasar. Alya estaba mirándola desde su lugar. Había algo extraño en el pelirrojo, vino agitado, molesto, rígido. ¿Qué le había pasado?
No se tardaría en descubrirlo. Para ella no había cosa oculta y sinceramente él había tenido reacciones algo extrañas cuando mencionaban a Lizeth. ¿Acaso se conocían? Debía averiguarlo. Escribió debajo de la carpeta mientras veía a Nathanael pasar por su lado. Nino recibió el mensaje y de inmediato lo leyó. "Nathanael y sus reacciones extrañas. ¿Sabes si conoce a Lizeth desde antes?" No sabía que decirle. Nino no había escuchado hablar de Lizeth y Nathanael. Pero sí de ella y el ex capitán del equipo de Básquet. Eso fue lo que le respondió a Alya. Había incluso más dudas que antes. Seguiría investigando terminando las clases.
El receso finalmente llegó y todos salieron. Fueron a comprar algunas cosas para comer. Y ahí estaba ella con Adrien, se estaban abrazando de lo más sabroso en medio de todo el patio mientras Nathanael echaba un vistazo. Apretó su sándwich, comenzó a comerlo con algo de rapidez. Alya respiró, estaba ya ahora muy segura de que se conocían.
-Oh, Adrien y Liz son una linda pareja. ¿No crees? – Nathanael la quedó mirando. Suspiró pesadamente y comenzó a caminar hacia Marinette.
-¿Pasa algo? –Dijo ella mientras le acariciaba el estómago.
-Te parece si vamos a comer a algún lado después de clase...- A Marinette le gustaba la idea. Sonrió aceptando hasta que Nino se acercó con la pareja de tortolos.
-Alya...-dijo él abrazándola fuertemente- Te eché de menos esta mañana. No me llamaste para avisar que no ibas a pasar por mi casa...
-Jejeje no tenía saldo para una llamada...-Alya le guiñó el ojo, sabía lo que tenían que hacer. Era hora donde se daba inicio al plan.
-Estaba pensando, ¿Por qué no vamos al parque de diversiones? A Lizeth le gusta ir al parque de Diversiones ¿Verdad Liz?- Alya se dirigió a la chica de cabello moreno. La puso en aprietos mientras Adrien le sonreía.
-Oh, Sí. Adoro los parque de d-diversiones...-sonrió de oreja a oreja. Pero por dentro moría de miedo. Sabía que tendría que subirse a la rueda de la fortuna. Miró a Adrien.
-Nos subiremos a la rueda de la fortuna. ¿Recuerdas cuando éramos niños? –Adrien recibió una caricia por parte de Liz. Ella le rascó la barbilla, lo hizo ronronear cual gato y luego le dio un suave beso en la mejilla.
-Sí, eras tan adorable...-un comentario que le permitió salir del apuro. Alya y Nino estaban reventando de cólera, aun así siguieron su plan.
-Marinette. Nosotros hace un tiempo vivíamos en Shanghái. Había un parque de diversiones enormes. Nos encantaba subirnos en la montaña rusa – Marinette se sonrojó, estaba siendo evidente.
-Me encantaría subirme a la rueda de la fortuna...-Nathanael la abrazó, definitivamente Marinette era perfecta para él. Liz lo miró de reojo y sonrió algo sarcástica. Como si eso ya lo hubiera visto antes.
-Oh, Adrien. Podemos ir saliendo de clases...-Alya sonrió. Liz cayó redondita en la trampa. Adrien aceptó dándole un beso en la frente.
-Claro, vayamos saliendo de clase...- Adrien le olió un mechón de cabello a Liz. Las clases volvieron a reanudarse.
Adrien y Liz se separaron. Esta vez Liz no asistió a clases, por supuesto esto no era novedad. Pero para Adrien era una total extrañeza, estaba esperando explicaciones para el final de las horas de Clase. Liz se dirigió a fueras del instituto, caminó hasta estar atrás de unos callejones donde se encontró con un par de hombres. Uno de ellos era compañero de Adrien y el otro simplemente era el Excapitán del equipo de Básquet. Ambos eran hermanos.
-Porque no veo que haya funcionado tu plan. No veo que haya renunciado...-dijo el excapitán. Su nombre era Rodrigo y tenía diecinueve años. Hace un año dejó el equipo de Básquet porque se había graduado. Pero había dejado su legado.
-No lo sé... -Liz, le tenía miedo a ese tipo. Sobre todo rencor. Rodrigo había abusado de ella en los vestidores del equipo de Básquet – No es como si fuera tan fácil...
-Para ti es todo fácil...-dijo él tomándole del brazo- Eres mi mujer, como tal debes tener resultados rápidos...
-No soy tu mujer...-dijo Liz mientras se zafaba de su fuerte agarre – No sabes cuánto te odio...
-Lo sé, yo también te amo cariño...-intentó besarla y al no dejarse sacó su celular. Buscó unas fotos, comenzó a mostrárselas- Bueno, sino quieres obedecerme. Estas preciosuras irán al teléfono de Adrien y Nathanael...
-Jajajaja, cada vez que veo su cara en esas fotos sin duda me doy cuenta de que es una maldita zorra....-dijo el hermano de Rodrigo.
-Está bien, Ashley. Voy a hacer que seas el capitán de Básquet. Si es la única forma de librarme de ustedes... -se tronó los dedos y se giró para dirigirse a la preparatoria.
-Aún no he terminado contigo, Zorrita...-Rodrigo la detuvo y la tiró contra la pared- Mírame cuando te hablo. Termina con Adrien cuando esté hecho el trabajo. No quiero que mi mujer esté con un niñato como ese rubio...
-Te han dicho que eres detestable...- Liz no iba a permitir más esto. Se irguió, le tiró una cachetada y no permitiendo que Ashley la tocara salió del callejón – No te preocupes. Haré que pagues por esto...
Al final del día escolar. Nino, Alya y Adrien se encontraron en la puerta de la preparatoria esperando a Marinette y Nathanael que se habían ido a dejar unos libros de química a la biblioteca. Pensaron que Liz no iría al parque de diversiones hasta que apareció aventándose a la espalda de Adrien haciéndolo tambalear. Por alguna razón no parecía normal. Tenía un poco rojo los ojos. Y como si fuera loca se trepo a él besándole la mejilla innumerables veces. Estaba realmente extraña.
-Te eché mucho de menos Adrien...-dijo ella abrazándolo fuerte- Pensé que me habías dejado...
-Como podría dejarte. Tú eres la que desapareciste...-dijo él bajándola de su espalda- ¿Pasó algo? Te veo algo extraña...
-No, solo quería estar pronto contigo...-dijo ella mientras le enseñaba las muñecas- Mira, ya sanaron...
-Fuiste al médico...-ella asintió mientras Adrien le daba un beso en la nariz- No vuelvas a hacerte eso, no quiero que nada te pase...
Marinette apareció con Nathanael. Él le tomaba la mano a ella con delicadeza mientras ella le sonreía. La mirada de Marinette se dirigió a Adrien que en ese momento estaba abrazando a Liz mientras ella sonreía feliz. Marinette tenía la sensación de tristeza, nunca había experimentado ese sentimiento. La sensación de dolor se hacía más grande con cada muestra de afecto del rubio a Lizeth. Quería llorar. ¿Cómo es que había llegado a pesarle tanto el corazón? Abrazó a Nathanael para reconfortarse.
Alya se había dado cuenta a estas alturas que Adrien y Marinette se gustaban a tal punto de hacerse daño de una manera macabra. Porque eso era lo que hacían. Cada uno tenía una pareja, sin embargo se encelaban por ver al otro sonriéndole a otra persona con total felicidad. Adrien estaba enamorado de Marinette y ella ya lo sabía. Se había percatado desde que él la besó a ella aunque después haya dicho que fue un error. Las palabras definitivamente ese viernes llegaron al alma, tanto, que ambos dieron por imposible su amor y decidieron seguir su vida pese a sus verdaderos sentimientos.
-Nino, que tal si vas sacando mi auto...-dijo ella dándole las llaves – Como hoy somos seis pues Adrien cargará sobre sus piernas a Liz...
-Buena idea. Quiero ir por un algodón de azúcar...-Liz se emoción. Ella estaba extraña. Muy Extraña- Uno de sabor a limón...
-Te gustan los algodones de azúcar...-dijo Alya mientras la miraba a los ojos- Juraría que odiabas el algodón de azúcar...
-Las personas cambian. Alya...-Liz le devolvió la mirada. La retó y eso era lo que menos debía hacer. Estaba literalmente perdida.
Cuando Nino llegó con el auto cada quien tomó su lugar. Liz aún permanecía algo eufórica mientras Marinette y Nathanael se sentaban a lado de ellos. Hasta ahora Liz ni Nath no habían dado evidencia concreta de que se conocían, pero, lo harían más tarde. Nino y Alya observaban el comportamiento de los cuatro por el espejo retrovisor. Alya los estaba vigilando, puesto que Nino tenía que poner atención en el camino. Liz miró a Nathanael abrazar a Marinette y luego él le devolvió la mirada. Le besó la mejilla a Adrien y luego se quedó absolutamente tranquila mientras Nath seguía con el contacto visual.
Nino se estacionó en un parqueo del parque de diversiones. Lo dejó todo seguro, bajaron y se encaminaron hacia las entradas. Era enorme, algo rustico. Nada parecido a lo de Shanghái pero era un lugar para des-estresarse. Lo primero que hizo Adrien fue comprarle un algodón de azúcar de color Verde a su novia, se lo dio mientras ella abría los ojos maravillada. Definitivamente verla de esa manera era reconfortarle aunque siempre fuera algo sería hoy parecía estar muy feliz.
-Bien, comencemos con la rueda de la fortuna...-dijo Alya sacando seis papelitos- Sé que hemos venido en parejas pero no será interesante si no cambiamos de parejas para subir dentro de las canastas. Así que subiremos con otras personas diferentes a nuestros novios.
-Y ¿para qué haríamos eso? –Nathanael estaba comenzando a sospechar. Alya era evidente pero esta vez se había cuidado de no ser tan obvia en sus intenciones.
-Hay que conocernos más, para ser mejores amigos...-dijo ella sonriéndole a todos – recuerden... que este reto durará hasta la hora que todos nos vayamos y quien vaya con la otra persona siendo hombre o mujer deberán compartir los gastos. ¿Okay?
-Okay – se escucharon a unisono.
Todos tomaron un papelito de la mano de Alya. La primera pareja en juntarse sería Lizeth y Nino. La segunda pareja fue Nathanael y Alya. Así que obviamente la siguiente pareja serían Adrien y Marinette. Suerte o no tendrían que acatar las reglas del juego. Partieron del centro hasta irse por caminos diferentes. Alya propuso irse por el área de autos chocones, mientras que Nino llevó a Lizeth al área de montañas y juegos extremos. El único camino que quedaba era el de la rueda de la fortuna. Sin saber que hacer Adrien y Marinette comenzaron a caminar callados. Distantes.
-Y, ¿cómo te va con Liz? –Adrien le tomó la mano, ella quedó helada por tal acción.
-Podemos fingir que ellos no existen por un momento...-Marinette asintió de inmediato. No sabía que lo que hacía pero no refutó la idea. Es más, le encantaba – Hoy seremos novios...
-Está bien...-se tomaron las manos con timidez. Entrelazaron sus dedos y apretaron fuerte sus manos.
-Oye, podemos subir al bote del amor...-dijo Adrien mirándola fijamente. Marinette asintió con una sonrisa.
-Si....-comenzaron a caminar para aquel lugar y el terror de Adrien. El medidor de Altura.
-Oh, bienvenidos. Este es el paseo acuático del amor. Un lugar donde pueden dejar atrás a los demás y podrán concentrarse en su relación...
-Bien, vamos los dos...-dijo Adrien, ambos ingresaron y subieron a un bote – Estás muy callada...
-Oh, no es por nada. Solo estaba pensando en que nunca hemos estado solos todo este tiempo...-Marinette lo quedó mirando mientras un leve rubor se le hacía notar en las mejillas.
-Quizás es porque cada vez que estábamos solos ponías un muro entre nosotros...- Adrien suspiro y soltó suavemente la mano de Marinette para peinarse un poco el cabello- Supongo que es porque te desagrado...
-No. Todo lo contrario, me pone algo extraña estar a tu lado...-confesó la azabache. Se dio cuenta de lo que dijo un minuto después y cuando alzó la miraba para observar a Adrien, él ya estaba cerca de su rostro.
-¿Te pones nerviosa cuando estás conmigo? – El rubio que se acercó más a la cara de la azabache. Cuando esta impulsó su rostro hacia adelante se topó con sus labios. Se besaron cuando entraron al túnel. No un beso efusivo, sino esos besos suaves llenos de complicidad y amor. Se separaron para mirarse, su caras enrojecidas hablaban por si solas. Ambos se gustaban.
-No podemos hacerle eso a...-Adrien le tapó los labios y le dio un beso en la mejilla.
-No diremos nada. Este secreto será para nosotros dos...-dijo él tomándole nuevamente las manos.
-Pero, eso está mal...-dijo ella apretándole las manos- Esto terminará mal. Si seguimos así... yo no podría hacerles daño...
-Entonces terminaré con Liz y estaré contigo...-dijo él decido. Nunca había estado tan consiente de una decisión como ahora.
-...Pero...-se quedó muda. No quiso decir nada.
-Ella puede ser la chica a la que le hice una promesa de Matrimonio en Shanghái. Pero tú, tu eres a lo que he estado esperando...- Marinette miró a Adrien a los ojos, estaba sonrojada y él también. Se pudo escuchar sus corazones latir.
-¿Dijiste Shanghái? –Dijo ella mientras se quedaba sorprendida- Yo... viví en Shanghái hace unos años, no recuerdo mucho debido a que perdí parte de mi memoria en un accidente de auto.
Adrien abrió los ojos en grande. ¿Liz le había mentido? Tenía que confirmarlo. Tenía la pregunta exacta para ella. Estaba seguro que de todo aquello ella recordaría lo que le regaló en su cumpleaños número ocho. Apretó las manos y suspiró antes de formular la pregunta pero ella se le adelantó.
-¿Conoces a Tikki? – No había duda, ella era la chica de Shanghái.
-Sí...-dijo el casi en susurro mientras soltaba su mano. Marinette no entendía la gravedad del asunto, pero tampoco tenía que entenderlo. Porque era Adrien que tenía que arreglar este problema. Pero ¿cómo? Liz había atentado contra su vida cuando escuchó lo de la pelea entre él y Nathanael, no le costaría volverlo hacer y tener buenos resultados- Marinette, necesito que me hagas una nueva promesa...
-¿Una nueva promesa? –extrañada la azabache asintió y alzó su mano doblando un poco el meñique.
-Bien. Nuestra promesa será la siguiente...-Adrien la miró a los ojos, con firmeza – Te casarás conmigo al terminar la preparatoria...
-¿Qué? –dijo ella sorprendida, pero antes de que reaccionara Adrien tenía tomado su meñique con el suyo.
-Si rompes esa promesa, tendrás mala suerte para siempre, solo yo puedo casarme contigo...
-No la romperé...-Marinette sonrió. ¿Ahora qué haría con Nathanael? – Pero, ¿y Nathanael? – Adrien rió un poco y le dio un suave beso mientras le acariciaba la mejilla.
-Cuando llegue el momento se lo explicaremos. Ambos lo haremos...-Fue lo último que el rubio dijo antes de que salieran del túnel. Llegaron al final, se bajaron del bote y siguieron su camino.
Ambos estaban felices, habían aceptado sus sentimientos. Tal cual el plan de Alya pero ¿podrían amarse por completo?
Marinette estaba con Nathanael, apenas tenían un par de semanas de novios y dejarlo ahora sería algo cruel. No quería romperle el corazón porque se notaba que Nathanael si estaba enamorada de ella pero ella no, no lo quería y le dio el sí porque quería rehacer su vida, con alguien que la amara. Pero ahora sus dudas estaban despejadas. Ella amaba a Adrien y él la amaba a ella. No podía mentirle más a su corazón.
El final del día llegó, todos se reunieron en la rueda de la fortuna. Era el último juego en el que se subirían. Todos se quedaron mirando, parecía que se la habían pasado bien. Muy Bien a decir verdad. Marinette y Adrien estaban sonrientes al igual que Alya y Nino. Los otros dos, estaban horrorizados por los juegos a los que habían sido sometidos y obligados a subir.
-Bien, este es el último juego. Aquí podemos subir cada quien con su pareja...-dijo Alya mientras tomaba de la mano a Nino. Nathanael jaló delicadamente Marinette de la mano y Lizeth se colocó a lado de Adrien que hizo notar su malestar. Alya se sorprendió pero no se imaginó el porqué.
-Lo siento chicos... yo tengo que hablar con "Mi amorcito" –dijo Adrien utilizando un poco de sarcasmo.
-¿Pasa algo? –Adrien negó con su cabeza mientras le tomaba de la muñeca, la llevó casi a rastras afuera del parque de diversiones y la hizo subir a un auto junto con él.
-Tenemos que hablar. Lizeth... Y algo muy serio...-dijo Adrien mirando a los ojos.
-¿Sobre qué? –dijo ella sonriéndole algo nerviosa. Estaba en aprietos. Y en unos muy grandes.
-¿Por qué me mentiste? ...
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ROMPIENDO LAZOS Y SECRETOS
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