Capítulo 78 "Yo gano" (Pattie Boyd)

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Grace: ¡Oh, dos am! Es hora de actualizar <3

Solo tres capítulos </3 shora.

Pattie's POV

¡Wow! Realmente nunca había vivido algo similar, fue increíblemente gracioso, divertido y demás tonterías que se les ocurra. George y yo hemos llegado cansados, con la ropa desgarrada y con mucha alegría sobre nuestros rostros. Estamos jodidamente sucios, la cara llena de lodo, palidez y demás.

—Oh, ¿Recuerdas cuanto tome tu guitarra y golpee a Eric? ¡Fue duelo de guitarrazos! —dice alegre.

—Y yo hice comer polvo a Olivia, pero sin duda ella también me dio mis golpes—no para de reír. — Espera, déjame llamar a la principal de todo esto.

Tome el teléfono, aun con risa sobre mi rostro, con una actitud agraciada y turbulenta. Marque al número de hotel que ella nos había dado ayer.

—Hola, hola—digo— ¿Interrumpo?

—Para nada Pat', acabamos de llegar del registro civil.

— ¿Registro civil?—cuestiono con sorpresa— ¿Por qué?

—Bueno, John y yo... ¡Volvimos a casarnos!

—GENIAL—grito de alegría— ¿Cómo paso?

—Bueno pues, yo estaba triste por todo lo que gaste en la trampa final para Roberto. Entonces pedimos a un taxi que nos llevará al primer registro civil de Nueva York. Encontramos a un juez, compramos anillos en la joyería más cercana y... ¡Listo! Tuvimos nuestra segunda boda.

—Me parece maravilloso, Cyn—digo con total felicidad.

—Bueno, dime...¿Qué paso entre la boda de Eppy y Roberto?

—Fue un desastre de primera. Tú debiste haber estado ahí—explico detalladamente—. Fue graciosísimo. Después de que Maureen le dijo que ya estabas en Nueva York, la cara de Roberto se puso roja, luego morada, un poco verde hasta que alguien tuvo que socorrerlo antes de que se ahogara. Las Wings irradiaron rabia por todo su ser en cuanto se dieron cuenta que les tendimos una trampa en su propia trampa, los Pear Scruffs nos protegían sin cesar y ellas querían golpearnos. Finalmente dio inicio una batalla jodidamente épica entre ellos, George, Paul y nosotras. Cada una contra la otra, como esas antiguas batallas y peleas que vivíamos en Hamburgo, ¿lo recuerdas? Espero que sí. Los arreglos florales fueron destruidos, las mesas se rompieron inevitablemente, te juro que nunca había visto algo similar. Fue la mejor experiencia de mi vida, las golpeamos tanto y éramos ya muchos que las Wings y sus secuaces huyeron corriendo despavoridamente, hasta el padre salió corriendo.

—Diablos, aquello debió haber sido la mejor experiencia de la vida. No puedo creer que me la haya perdido.

—Sí, por desgracia sí—hago rulos con el cable telefónico—, pero no te preocupes. Estoy segura que vendrán experiencias mejores.

—No hay que confiarnos, Pattie—dice con desconfianza—, en cualquier momento, esas perras vuelven a atacar, en donde más nos duele.

—Yo ya no veo problema ante ello—especifico—, de todas formas, ya no pueden hacernos nada. Nos separamos, hicimos exactamente lo que ellas pidieron, estar lejos. Si quieren hacer competencia, está bien, no vamos a hacer nada al respecto. Puede que Las Beatlegirls ya no saquen más discos o estén juntas. Pero Cynthia, Jane, Pattie y Maureen seguirán igual de vigentes, artística y amistosamente.

—Es lo que yo digo. Tal vez vuelva en unos meses a Inglaterra, ahora buscaré la tramitación de mi Green Card y la nacionalidad estadounidense.

—P-pero... ¿Por qué? ¿Vas a ir a otros reinos?

—Es inevitable, Pat—dice con pesadez—, Realmente quisiera tener unos meses tranquilos antes de volver a Londres, John y yo lo merecemos, no tenemos disposición como para volver después de todo lo pasado. Incluso, si llegamos a Inglaterra, es posible que nos asesinen a punta de balazos, no podemos estar seguros. Nueva York es muy grande y ya nadie podrá hacernos daño.

—P-pero... ¿Tus hijos?

—A ellos no les harán nada, los conozco. Además, están en el seguro y desconocido pueblo de Hoylake, junto con mi madre.

—De acuerdo—digo tristemente—. Espero que estés muy feliz y que pronto... muy pronto podamos vernos.

—Así será Pat', tenlo por seguro.

Cerramos 1971 de una manera fenomenal, las Wings siguieron su carrera, pero sin interés de asesinarnos, finalmente aprendieron la lección.

Aunque ellas creyeran ser las únicas ahora que su más grande competencia se había retirado. Eso era de lejos la realidad, en verdad no tenían ni idea el monstruo que habían desatado. Pudieron haber destruido el sistema, arruinar a las Beatlegirls, romper el cuadrado que nos unía, pero jamás podrán con cada uno de sus elementos. Juntas somos una gran potencia, no lo voy a negar, eso sería demasiado modesto, pero separadas... uf... separadas, somos peores que el mismo diablo.

Los años pasaron y pasaron. Todo con absoluta tranquilidad, seguí trabajando por dos cosas:

1) Para demostrar seguridad y fortaleza poco a poco

2) Demostrarme a mí misma que puedo trabajar sin ser la sombra de Asher/Powell.

Mejore en muchos aspectos, no solo en el musical. He sido un poco más flexible con mi familia y aceptando que la juventud no es para siempre. Después de casi 18 años de no hablar con mi madre, un buen día de 1974 se me hizo lo imposible.

Lo recuerdo muy bien, mis pequeñas hijas de 9 años ya estaban aprendiendo a leer, y sin más que decir, tocaron la puerta.

—Señora Harrison—dijo mi ama de llaves—, la busca una señora.

— ¿La vendedora de cosméticos? — pregunte con el ceño fruncido.

—No, no...

—Entonces no me importa, cualquier persona que sea dígale que venga más tarde. Mis hijas requieren a su madre en todo momento.

—Esa es la cuestión, señora Harrison—bajo la cabeza—, creo que es el momento perfecto para que sus hijas conozcan a su abuela.

—N-no entiendo lo que quieres decir—la verdad sí sabía, pero quería cerciorarme, mi sangre corría como cubitos de hielo.

—Diana Frances Drysdale- Boyd—ese nombre me hizo vibrar internamente, la busca exasperadamente a fuera.

No sabía que pensar, Geraldine y Louise seguían corriendo alrededor de su cuarto, con la alegría típica que debían tener las niñas de su edad, pero ellas no podían escuchar eso, es más ni siquiera podían escuchar algo que yo estuviera emulando.

Pero tampoco podía ser tan malvada como para decirle a mi sirvienta que echara a mi madre a patadas. Nunca me lo perdonaría, desde que regrese de Hamburgo la primera vez, ella no hizo nada más que desprestigiarme o hacerme sentir mal. Como lo había comentado antes; ME DESHEREDÓ, literalmente lo hizo. Me dijo "no eres mi hija" y me echo de casa.

Con papá había llevado una buena relación y él siempre me brindó sus brazos, pero desgraciadamente murió en 1973, fui al funeral, pero a escondidas por los fans y para no tener que soportar la pelea que se armaría entre la señora Boyd y yo.

Estaba muy traumada con eso, el asunto de la familia era lo que más me daba escalofríos en cada aspecto, pensar que tal vez yo repetiría el patrón de desprestigiar a mis hijas o dejarlas al borde del abismo. Pero afortunadamente encontré a mi alma gemela, mi querido George no hizo más que ayudarme a reponer todo ese dolor que cargaba conmigo y parecía no tener fin. Mis hijas me aman y yo las amo a ellas, pero... ¿Podría ser capaz de hablar con mi madre? No la veo desde 1957.

Lo triste es que es más deprimente ver como todos se reconciliaron con sus familias, Jane es el orgullo de los Asher, Cynthia está feliz con su madre y familiares. Maureen de por sí no tuvo problemas, Paul es el consentido niño McCartney, George está feliz con sus padres y ¡Hasta John arregló las cosas con su madre Julia, su padre Alfred y tía Mimi! Y ¿Yo qué? Creo que es mi turno.

Papá siempre me apoyó cuando la Beatlegirlmania iba al flote, no hizo otra cosa más que demostrarse orgulloso de mí, pero de Diane Boyd no recibí absolutamente nada, ni una carta, ni un telegrama o algo parecido. En Cynthia radicó la diferencia, ella fue a hablar con su madre y sus cosas mejoraron, pero... ¿Estarán de acuerdo que fue cuestión de ambas, cierto? Así fue, tal vez yo debí hablar con ella, pero el miedo carcomía mis venas. De tan solo pensar en ir a mi antigua residencia en Taunton, tocar la puerta y que me echara a patadas diciendo que ella nunca tuvo hijos.

Pero ahora la cosa es... ¿Por qué ha venido ahora?, ¿Qué le interesa de mí? Mi imagen en el ojo público ha sido relevantemente pequeña y hasta indiferente pero... ¿Por qué ha regresado? Sencillamente, no comprendo.

—De acuerdo, dile que bajo en un rato.

Había reflexionado un poco, no podía huir, no podía echarla de la casa, aunque se lo mereciera. Pero yo no soy así, no puedo ser así. No puedo huir de lo que soy, ni de mi pasado. Y por desgracia, mi madre forma parte de ese relevante pero desafortunado pasado.

Caminaba con lentitud por las escaleras, la encontré sentada sin mucho que decir al respecto. Tenía los brazos cruzados, lo hacía lentamente, en serio quería evitarlo, pero no podía.

—Mamá—susurre al terminar de bajar.

—Pattie—se levantó con alegría—. He venido a arreglar las cosas.

¿QUÈ?

Intentaba mantener la calma, pero sus palabras eran sencillamente ¡Idiotas!

—No jodas—dije— ¿En serio? Mamà, intente contenerme, pero realmente lo que dices... ¡Es una estupidez!—alcé la mano en forma de reclamo— No tenemos absolutamente nada que hacer.

—Pattie, perdóname por favor.

—1957—repetí el año muchas veces— ¡Muchos años! Ni siquiera en el apogeo de mi fama pudiste ser capaz de mandarme una maldita carta, no pudiste ser capaz de mandarme una maldita carta, me desheredaste.

— ¡No me hables en ese tono, jovencita!

Ese fue el colmo, digo, después de tanto tiempo... ¿Se le ocurre hablarme de esa manera?, ¡Que no joda! Ya no la soportaba, debía hablar, desahogarme por primera vez en la vida.

—No vas a venir a callarme en mi propia casa, no te lo permito. Ahora tù vas a escucharme claro y perfectamente—no hice interrupción—. Siempre te obedecí, siempre hice lo que tú querías, de la manera en como la querías. Jamás te renegué absolutamente nada. Me desheredaste, literalmente. ¿No me extrañabas? Preferías hablar con tus amigos y tu nuevo novio, tenías mayor relación y lo conocías más. ¿Por qué? No lo entendí y no lo sé, créeme que no. Me hiciste mierda cuando me obligaste a entrar a ese "colegio" para señoritas—dije esto en burla—. No sabes todo el rencor que tengo hacía ti. En serio, es jodidamente grande...

Ella se quedó totalmente callada, tantos años que estuve con ella y a penas la puedo ver llorar.

—L-lo siento Pattie, en serio no tenía conciencia del daño que te estaba haciendo.

—Claro que no lo tenías, yo era un cero a la izquierda para ti, alguien sin chiste, tu hija y nada más.

—Es solo qué... mi madre también fue una mierda conmigo, p-pero en serio... yo no quería hacerte daño.

Observe como mis dos hijas espiaban en el baño, les hice señas de que se acercaran a mi lado. Así lo hicieron, ambas se pusieron en frente de mis rodillas. Yo acariciaba su cabello con mucho cuidado.

—Lo sé, mamá—repetí—. Sé que la abuela Drysdale fue lo peor. Yo también tenía mucho miedo de repetir esos errores con mis hijos pero... ¿Por qué no lo hago? Yo soy el factor de cambio, lo que hará a nuestra descendencia diferente. Al principio era igual, pero ahora sé perfectamente que mis hijos son lo más preciado que tengo en la vida—mis lágrimas salieron sin poder recobrarlas— Y sé que cualquier cosa que ellas quieran ser, como cantante de rock o lo que sea, yo, YO si les voy a brindar el apoyo que mi madre NUNCA—remarque—me brindó.

Bajó la mirada, me desate y lo admito, pero no podía soportarlo. Mis niñas, muy pequeñas no podía entender, eso era en cierta parte una fortuna.

—Sé que nada de lo que te diga va a ser suficiente para que me perdones—repitió con desdicha—, solo quiero decir; lo siento Pattie. Y espero que algún día puedas perdonarme.

—Eso pasará cuando te perdones a ti misma—aclaré.

—Muy bien—caminó con lentitud hasta llegar a la puerta—, de acuerdo. Ahora me voy.

(...)

A la mañana del día siguiente, George me invitò a desayunar, más que nada era para que yo pudiera olvidar el trago tan amargo que había vivido. Dejamos a las niñas en la casa de la abuela Harrison. Le detalle todo lo que había pasado, aunque predilectamente me haya dicho que lo mejor para ella y para mì era que tuviéramos las cosas en paz:

—Tal vez ella no se merece tu perdón. Pero tú si mereces la paz en tu mente.

—Es cierto—admití, porque él es tan sabio.

Hace años que ya no sabíamos primicias respecto a las Wings, sean buenas o malas. Tampoco habían molestado, parece que su mafia había desaparecido. Eso creí hasta que vi a Olivia Arias en la entrada de mi casa.

—Plato de segunda mesa—me señaló—, no eres más que eso.

—Admítelo Olivia—dije con superioridad—. Ya no hay nada que hacer. Nosotras ganamos en su propio terreno. Yo gano en todo, ya no pueden hacer nada.

—Eso es lo que tú crees, pero cuando menos te lo esperes... verás nuestra furia sobre ustedes, en especial para ti.

—No te tengo miedo. Yo gano, yo siempre gano.

—Ya lo veremos—estipuló.

Tonta Olivia, casi un año que me dijo eso y no me ha hecho absolutamente nada. No lo hará, ya se quedó sin piezas en este juego.

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