Obedecer

Era una mañana tranquila y calmada, me había despertado, mis calmantes no habían hecho efecto está vez. Suspiré y toqué mi rodilla, todavía sigo traumado.

Nunca esperé que por el simple hecho de ser esposo de una Beatlegirl, pudiera ir a giras por mi propia cuenta. Ninguno de mis hijos quiso ser parte del mundo musical, nadie, así que no podía volver a creer que pudiera dar una mini-gira yo mismo, pero eso pasó cuando mi libro Cynthia rompió barreras en ventas y se volvió rápidamente un Best Seller del nuevo milenio, era simplemente maravilloso.

Así que... yo pedí una gira por toda América, un país en especial, necesitaba ir a dicha nación para investigar todo lo que pudiera sobre... una persona, una persona que provocó mi odio y ya no puedo decir absolutamente nada, ni a Brian, ni a mis hijos... ¡Ni siquiera dejarlo por grabado! Espero que algún día, las personas puedan saber la verdad.

En fin, fui víctima de una banda de maleantes que quisieron asaltarme, no me quitaron nada de valor. Solamente buscaban algo en particular, yo sabía de quienes venían, yo sabía quiénes los había mandado, yo sabía quién era la persona detrás de mí, y más que nada, yo sabía y sé lo que realmente querían quitarme. Así que un pequeño instinto detrás de mí, supo que era necesario no llevar esta grabadora, que contiene las voces mías y de Paul, y pronto, uniré con las de Maureen. Espero que sean piezas suficientes para que el futuro oyente de esto, pueda resolver el más grande enigma de todos.

Fue algo terrible, recuerdo que yo descendí del taxi, no necesitaba ayuda de nadie, iba entrando al aeropuerto londinense, cuando de pronto... vi en el vidrio de la entrada un rostro conocido, una linda mujer de cabello rubio que me miró con espanto y dijo:

— ¡Cuidado!

No pude reconocer quién era, porque desapareció en un instante, yo volteé y ya estaban ahí los hijos de puta que querían golpearme hasta morir. Uno de ellos me sostuvo y me imposibilitó cualquier movimiento de manos, los otros dos se dedicaron a golpearme y los dos sobrantes espiaron mi maleta, yo gritaba, pedía clemencia, pero nada se podía. Aquella golpiza me hizo recordar mis tiempos de estudio, donde también me hacía bullyng.

No recuerdo exactamente cuánto tiempo permanecieron golpeándome, pero si recuerdo que desperté en un pequeño hospital cerca del aeropuerto, que quedaba lejos de la gran ciudad. Una bella enfermera me atendía amablemente, todavía recuerdo su nombre: Stefany Tucker.

—Mmm... dura paliza que recibió, señor Lennon—dijo mientras me ponía los curitas en mis labios.

—. ¿Qué? ¿Dón...de estoy?

—En el doctor, consulta para ser exacto. No es un gran hospital, pero sin duda, he logrado salvarle la vida. Pude recoger sus pertenecías, increíblemente, los maleantes no se llevaron nada de su dinero.

—Oh... oh por Dios—me levanté subitamente— ¿Me permite hacer una llamada?

Todavía no sé muy bien el uso de estos aparatos tecnológicos que inundan al mundo, pero llamé inmediatamente hacía mi casa Kenwood, me contestó Priscila, la menor de mis hijas:

—Hola papá, ¿Qué ha pasado? ¿Ya llegaste al aeropuerto de Nueva York?

—No, no hija—suspiré—, dime... ¿Ustedes están bien?

—Sí... ¿Por?

—Priscila, por favor, hazme un gran favor. Sube a mi habitación y revisa mi cajón, mientras haces eso, comunícame con tu hermana.

—Vale, vale, espera.

Ella dejó el teléfono, y pocos minutos después, Julia ya estaba frente a la bocina:

—, ¿Papá?

—Julia... ¿Nadie intentó entrar a la casa? ¿Todas las cosas están bien?

—Sí... ¿Qué ocurre? —cuestionó preocupada.

—Intentaron asaltarme, matarme, diría yo. Me golpearon tan fuerte que quedé inconsciente, por favor, yo sé quién fue. Cuando tu hermana vuelva al teléfono, quiero que escuches, ¿De acuerdo?

—Sí—asintió confundida.

Julia y Priscila volvieron a cambiar el teléfono, la última seguía muy preocupada:

—Ya, papá.

—Dime exactamente que viste ahí—hablaba con dificultad.

—Píldoras para dormir, unas tijeras, la cinta adhesiva, una grabadora e hilo dental.

—Uff... muchas gracias, comunícame a tu hermana otra vez.

Parecía un juego muy gracioso de teléfonos. Julia volvía a estar en comunicación otra vez:

— ¿Papá?

—Escucha, tú y los hombres de la casa están a cargo. Cuíden muy bien cada rincón, examinen perfectamente todo... y la vigilancia que aumente sus esfuerzos. Probablemente, alguien intente entrar, quieren quitarme la grabadora... no lo permitas Julia, no lo permitas por favor. —pedí.

—Descuida, ya oíste que la grabadora estaba en su lugar.

—Sí, lo sé. Confío en ti desde ahora, volveré en la tarde o mañana.

Colgué rápidamente y di un fuerte suspiro. No lo podía creer, ¿Qué pretendían? No entiendo... se supone que querían la grabadora, estoy seguro de ello.

Pensaba en ello tranquilamente durante la mañana, hasta que Julia entró a distraerme y regresarme a la realidad.

—Hola papá—dijo amablemente—, te traje el desayuno.

—Gracias—sonreí.

— ¿Cómo te sientes?

—Bien... muy bien.

—Ahora que estamos solos...quisiera decirte y confesar algo, muy personal.

—Te escucho—, no malas noticias... por favor.

—Es sobre el día que partiste hacia América, la verdad es que... sí, si intentaron entrar a la casa.

—. ¿Qué? —me exalté y me quité las sabanas de encima— ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Qué ocurre? Dios...

—Tranquilo, mira, déjame explicarte:

Y ella dijo:

—Lo que pasa es que... estaba con una persona en mi habitación, me da mucha pena papá. Te hice creer que en verdad me había separado de él, pero no.

—No... no me digas.

—. ¡Escucha! —me interrumpió antes de que yo siguiera hablando— ¡Es verdad! Gerald Scarfe ya me dijo todo lo que vivió e hizo pasar a la tía Jane, pero... por Dios, te juro que él no era malo. En realidad, solamente era un títere más de las Wings, pero... ¡Conmigo es diferente! Me ama, y yo también.

—Dios santo...

—Y Lisa sigue con Isaac Tigrett.

—Por todos los cielos—suspiré debatido.

—Y no está de más, que Geraldine permanece con Roberto Bassanini.

— ¡Ese loco no, por favor! —grité horrorizado, siguiendo sospechando que él era la mente maestra tras la muerte de Cynthia.

—Lo sé...

—Un momento, un momento—la miré, seguía con la mirada baja y sin capaz de verme a los ojos, jugaba con los hilos salidos de las cobijas—, se supone que escaparían con ella, hasta que Cyn hizo acto de presencia, ¿Qué tratas de decir?

—Que... los engañamos, en realidad, los engañamos. Nunca terminamos con ellos, pero jamás decidimos escapar con ellos.

—Ay... Julia, pero... ¿Eso qué tiene que ver con qué hayan querido entrar a la casa?

—Bueno, que... justamente cuando lo hicieron, fue Gerald quién escuchó que alguien quería entrar.

—No, no me digas que estaban en la cama...

—Papá ¡Por favor! —exclamó molesta— Tengo 46 años, ¿Qué no puedo tener mi propia relación?

—. ¡Pero no en mí casa y mucho menos con ese cerdo! —le respondí de peor manera.

—Bueno, eso sí. En fin—suspiró—, él fue quién escuchó que alguien quería pasar por la seguridad. Se asomó y nos dimos cuenta que eran cinco personas en específico, uno corría en dirección a nuestra ventana. Así que lo que hizo Gerald... fue realmente memorable.

—. ¿Qué hizo ese patán?

—Bueno... se dio cuenta de que venían justo a mi cuarto. Me encerró en mi ropero y pidió que no hiciera nada de ruido. Así que combatió a uno contra uno, aprovechándose de la gran oscuridad que era representada. Peleó fuertemente y logró tirarlos por la ventana, como fichas de ajedrez. Ya afuera en el patio, los sabuesos se encargaron de hacer el resto al asustarlos.

—Claro, y tus hermanos ni en cuenta—dije pesadamente.

—Exacto, por eso no dije nada... no quería admitir que Gerald los salvó, porque... porque... lo he terminado.

— ¿Eh? Creí que...

—Ahora sí, es definitivo y verdadero—aseveró con una delicadeza sorprendente.

— ¿Por qué lo has terminado?

—Fue algo que quisimos hacer Lisa y yo, lo hicimos... convencimos a Geraldine de que también lo hiciera, pero... no quiso nada, Geraldine está loca, obsesionada con Roberto Bassanini, temó que le pase lo peor.

— ¿Por qué lo dices? —sus palabras me daban miedo.

—Geraldine era muy buena mujer, excelente deportista, persona ejemplar y muy divertida. Desde que conoció a Roberto Bassanini, fue como un verdadero espanto... ella dejó de ser así, se volvió reservada, aparecía con golpes, le dijo a su padre que ya no estaba con él, pero es una mentira más... sinceramente, quisiera que abriera los ojos pronto.

—Y nosotros la obligaremos—dije enojado y me levanté de la cama.

Me puse el primer abrigo que me encontré, me fui con pijama y sandalias, Julia me siguió y pedía que no lo hiciera. Pero... ¡No! Recuerdo a Cyn, recuerdo verla de la misma manera y actitud con la que aparecía Geraldine, recuerdo verla con el rostro golpeado, triste, decaída e infeliz, no, no... si Geraldine aparece muerta, podría comprobar de una vez por todas que ese maldito asesinó a mi esposa. Pero no quiero esperar otra muerte en la familia Harrison para poder comprobarlo.

Nos dirigimos rápidamente hacía Friar Park, la tarde era friolenta y estaba a casi nada de llover, llegamos justo a tiempo. Había una comida muy satisfactoria en el seno de los Harrison, George me abrió muy sorprendido:

—Hola, hola John—dijo alegre—, ¿Qué pasa?

—Tenemos que entrar, hay un asunto que tienes que hablar con tu hija.

Entramos sin que nos diera permiso, y efectivamente, ahí estaban las gemelas Louise y Geraldine Harrison, comiendo tranquilamente, miré a la última con determinación y hasta enojo:

—Geraldine Harrison Boyd—mencioné su nombre—, o debería decir... ¿Geraldine Bassanini?

— ¿Qué pasa, John? —cuestionó George preocupado.

—No le entiendo, señor Lennon—defendió—, yo no me he casado con Roberto, ni siquiera sigo con él, lo terminé hace dos años... ¿No lo recuerda?

— ¡Golpes en los ojos, iguales a los que tenía Cyn cuando salía con él! Dolor en tu alma, tristeza denotada... ¡Sigues con él!

—P...pero... ¡Cómo pudiste, Julia! —admitió lo obvio.

—Lo siento, estoy desesperada, y así como lo dijo él... ¡En realidad tú lucías así! —dijo mi hija y se escudó ante mí.

George miraba todo esto, observó a su hija con determinación y rabia. Se puso frente a ella y empezó a gritar:

— ¿Qué mierdas te pasa, eh? ¿Cómo has podido hacer esto? ¡Estás loca!

—Lo sé, sí... sí, estoy loca, pero loca de amor por él—defendió— ¡Lo amo!

— ¡Vas a morir! —exclamé por mis pensamientos de hoy en la mañana— ¡Vas a morir! No quiero que mueras como murió mi Cyn.

—Ay... por favor, señor Lennon... ¡Roberto no asesinó a Cynthia!

—Eso no es lo relevante ahora—George volvió a tomar la palabra— ¡Lo que tienes que hacer, es obedecer! ¡Obedecerme! No te quiero ver con ese patán jamás.

—Pues ni modo, papá. Así como James siguió su amor por Yoko, yo haré lo mismo por Roberto... ¡Y estaré muy bien! —se levantó de la mesa y caminó hacía su cuarto— ¡Ya lo verán todos!

Ella subió las escaleras y George se fue gritándole todo tipo de cosas. Fue un momento demasiado incómodo para Louise, Julia y yo, pero teníamos que hacer algo, no quería que ella muriera.  

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#PreguntaBeatlegirl2

¿Por qué John cree que Geraldine va a morir?

Ya saben, quién responda correctamente, se le dedicará el siguiente capítulo. Gracias por leer :)

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