Afrontar el dolor

   Nunca creí que John fuera malo, jamás lo pensé, ni siquiera cuando Cynthia se quejaba interminables veces de él, pero ahora lo creo, no sólo eso... ¡Es muy malo! En serio, John es terriblemente malo, me jodió el día de mi boda y no se lo pude decir a nadie, ni siquiera a Marcus, me tuve que contener las ganas de quitarme los tacones y perseguirlo por todo Marylebone si era necesario. Pero no, luego de que me restregó la maldita grabadora a lo lejos, tuve que tranquilizarme, apreté mis puños y casi quería gritar ante todo el mundo, pero no, si él me había jodido el día de mi segunda boda, no quería hacerlo yo también.

En fin, esos sentimientos de dolor mutuo me duraron por toda la boda y lo que siguió de la luna de miel. Marcus lo veía, él lo sabía perfectamente. Pero yo no pude decirle nada, ¿Qué argumentos iba a tener ante eso? ¿Qué diantres le iba a decir? No, no, yo tenía que morir sola con las ganas inmensas de destruir el mundo entero.

Luego de nuestra luna de miel, lo primero que hice fue ir a Surrey, lugar en dónde Yoko y James Richard ya se habían asentado desde hace mucho tiempo, ahora era al revés, yo era quién buscaba a mi hijo.

—Hola—me recibió Yoko.

—Hola, hola, ¿Puedo ver a mi hijo?

—James está dormido—dijo sin pensarlo—, ven a buscarlo mañana.

Cerró la puerta en mi cara y yo alcé mi puño después, en representación de que debí haberle soltado un buen golpe a la cara de simio esa.

En fin, regresé al día siguiente, y sí... James si estaba presente.

—Oh... hola mamá—casi no podía asomarse completamente.

—James, hijo, ven, dile a Yoko que saldrás. Tenemos que hablar sobre un asunto importante.

—No... no puedo salir, no me deja salir.

—James Richard McCartney—dije su nombre entero— ¿Cómo es eso de que esa mujer no te va a dejar salir? ¿Qué clase de idiotez es esa?

—Si quieres hablar... tendrá que ser aquí adentro.

—. ¿Ella escuchará?

—Si no quieres, no.

—Bien—dije enojada—, abre la puerta.

—Es...espera—dijo su voz trastornada.

Cerró la puerta un momento y escuché sus pasos apresurados por correr, no era nada como en la boda, a diferencia de lo que cree John, yo si estoy al tanto y enterada totalmente de mi hijo o de sus acciones, no es como él piensa. Así que se veía un tanto diferente en su voz, no puedo decir lo mismo de su apariencia, ya que solamente habló y mostró sus labios, sin que me dejara ver su rostro.

Luego de unos minutos, él abrió la puerta nuevamente, tenía unos lentes negros que le cubrían los ojos y hasta las ojeras, también un sombrero y un paliacate que hacía lo mismo con sus labios. Su ropa era tan negra, que creí que era un secuestrador.

—Pasa, pasa mamá.

Yo hice la acción. La casa de Yoko y él era bastante normal, sin ningún sólo problema, entramos a la sala. Yoko estaba ahí y mi hijo se sentó a su lado, yo no dejaba de pensar que había gato encerrado en esto.

—Mmm... quisiera hablar a solas contigo—repuse un tanto confundida.

—Mamá—tomó la mano de Yoko—, amo tanto a Yoko que realmente no podría estar sin ella.

—No digas estupideces, por favor Ono—dije seria—, déjanos solos.

—Es lo que tu hijo dijo, además, puedes confiar en mí—sonrió con una maldad impresionante.

No tuve otra opción más que acceder a sus jodidas peticiones, me senté frente a ellos y los miré con decidía y enojo total. Yoko ya estaba viejísima, no podía asimilar que mi primer hijo haya querido irse con ese esperpento.

—Bueno... es sobre la supuesta grabadora.

Yoko alzó los ojos con sorpresa y tentación, James se veía satisfecho, pero asustado al mismo tiempo. Al ver la manera en que Ono quiso entrometerse a esta conversación, deduje que... tal vez, mi hijo solamente quería la grabadora por su bien personal y propio... y... ¿Por qué no? Hasta de la misma Ono.

— ¿Sí? ¿Qué pasó con ella? Dime, dime... ¡¡DIME!! —pidió con un entusiasmo perturbador.

—Mmm... eh...

Me puse muy aterrada al ver a mi hijo de esa manera, Yoko no quería algo más que esperar la respuesta que yo podría decir, sus acciones fueron suficientes como para callarme la boca del miedo.

—Bueno...

— ¿La tenía John, cierto? ¿Qué te dijo? ¿Te la devolvió?

—Es que... realmente...

La expresión corporal de mi hijo fue un factor suficiente como para morirme del miedo, temblé levemente y no me atreví a decir nada. Yoko no emulaba ni una sola palabra, solamente se lamía sus resecos y viejos labios, esperando la respuesta que yo no quería decir. Algo en mí me dijo que debía cuidar a John, protegerlo, así que me quede tiesa.

—Realmente, vine para asegurarte una vez más, que John no tiene nada, ni tus hermanos, ni Maureen o alguien que yo conozca—me levanté del silloncito.

— ¿Cómo estás segura de ello? —preguntó con el ceño fruncido.

—Ya hablé con John, y para que te lo sepas, él tampoco tenía ni la más ligera idea de que Paul guardaba una grabadora.

— ¡¡¡MENTIRA!!! —exclamó con rabia y agitó su puño ante el vaso de cristal que tenía en frente. Yoko tenía tantas ganas de reír, que levantó los vidrios para poder hacerlo en la cocina.

—Quiero que me expliques la historia de esa maldita grabadora—dije como orden.

—John Lennon la robó, ese maldito infeliz tomó ilegalmente la grabadora de mi papá, y yo la quiero.

— ¿POR QUÉ?

— ¡Porqué ahí viene mi última platica con él! —dijo con lágrimas en los ojos.

Lo conozco, lo conozco desde que nació, miente, no hay duda de ello.

— ¿Qué? ¿A qué te refieres?

—Tú no puedes entenderlo, Yoko no puede entenderlo. Pero no saben lo doloroso que es... saber que otro tipo se quedó con mis últimas palabras que dije ante mi padre—empezó a llorar—, ¡Dile que nos la devuelva!

—Él no me ha dicho nada... no sé, pero intentaré hacer todo lo que esté en mis manos—aclaré—, ahora, me voy.

Ni siquiera permití a mi hijo que pudiera despedirse bien de mí, limpié mis pocas lágrimas, subí en mi automóvil y conduje lo más rápido que mi acelerador me lo permitió. Estaba con un sentimiento inexplicable, algo que no podía detallar, ni siquiera sabía que diantres sentía, solamente no dejaba de llorar y enojarme, no era bueno para conducir, pero en verdad... ya no me importaba nada, tenía que hablar con Lennon, quitarle esa grabadora.

Lo decidí, le quitaría la grabadora de una u otra manera, así, cuando escuche todo lo que Paul había grabado... podré descubrir porque James Richard quiere realmente ese objeto, no me puede engañar... no lo dejaré.

—Dame la grabadora o tendrás serios problemas con la justicia—dije, en cuánto John abrió la puerta.

—Oh... claro, sí, sí, porque jugar al detective durante 10 años también es sinónimo de esos—prendió un cigarrillo—, y tú lo hiciste.

— ¡John! ¿Por qué me engañaste? Te pregunté miles de veces si tenías la grabadora y tuviste la poca decencia de decirme que no.

— ¿Para qué querías la grabadora, eh, Jane? —estaba a fuera de su portón en Kenwood, ni él ni yo entramos.

—- ¡La merezco! Es herencia de mi marido.

—Yo hablé con Paul, y él me dijo total y específicamente que yo era el único que podía disponer de esa grabadora. Lo siento.

— ¡Regrésala, Lennon!

—Responde una cosa... ¿James Richard sabe que la tengo?

— ¡Sí! Me la ha estado pidiendo muchísimas veces, él quiere que la regreses, él la quiere en su poder.

—Oh... diantres.

Cerró el portón de rejas en Kenwood y se fue corriendo, yo grité y grité, quería hablar seriamente con él. Como no tuve respuesta, no tuve otra alternativa, intenté probar lo que Cynthia había hecho hace mucho tiempo... escalar por las rejas y entrar a la mansión de esa manera. Así que... no era lo más conveniente para mi edad, pero no podía dejarlo pasar.

Puse mis manos en la tierra para tener más resistencia, subí la primera rendija y ahí me veían, como toda una escaladora primitiva, era muy difícil, tenía tacones, los tiré al piso y mi vestido casi se quedaba atorado, pero logré entrar a Kenwood. Fui corriendo hasta residencia principal, toda la sala tenía una apariencia de la luz de la tarde, no había ningún foco prendido, miré por todos lados. Así que subí por las escaleras, todo estaba muy oscuro, ya estaba anocheciendo, así que fue un escenario aún más tétrico.

Llegué hasta el cuarto de John, cerré la puerta, no estaba ahí, abrí el armario... y encontré lo que buscaba.

—. ¡Dámela, no tienes alternativa! —ordené.

— ¡Tendrás que matarme primero, no les daré esta grabadora jamás! —la sostuvo con sus dos manos.

— ¡Es de Paul, la merezco!

— ¡Él me la dejó! Tú debes de estar confabulada con los asesinos de Cynthia.

—Por el amor del más grande, Lennon—dije furiosa— ¡Claro que no!

—Entonces... ¿Por qué James Richard sigue insistiendo con este asunto? ¡Él quiere la grabadora por su bien y beneficio personal!

—Lo sé, él me dijo que la quiere en respeto y memoria de su padre—argumenté.

—Patrañas y más patrañas...

—No le creí, te lo digo por experiencia como madre... no sé porque quiera la grabadora, pero no le he dicho nada. No le dije la humillación monumental que me hiciste el día de mi boda al restregarme que en serio la tenías... ¡No se lo dije!

— ¡Gracias! —dijo con sarcasmo.

—Bueno... ¿Quieres salir de ahí? —pregunté.

—No, no quiero, y será mejor que te vayas... estamos solos en casa... pero no dejaré que me hagas daño, y mucho menos que me quites la grabadora.

—Bien—suspiré—, sal de ahí. Hablaremos, no te quitaré nada.

John hizo la acción, prendí la pequeña lámpara que tenía a lado de su cama. Ahí estaba, la grabadora marca Sony, que parece de reportero, John la tenía en su mano derecha, de tan sólo saber y pensar que Paul había grabado sus más íntimas cosas, algún detalle, información... diablos, diablos... ¡Paul sabía de mi secreto! Tenía que quitarle la maldita grabadora.

Aprovechando que se distrajo, se la arrebaté con brusquedad y salí corriendo de la habitación de John, escapé por todo el pasillo de Kenwood, John gritaba enloquecido y me perseguía por el camino rumbo a la salida. Las escaleras, que estaban en forma de caracol, eran lo más difícil en mi misión de huir con la grabadora de Paul, pero me alcancé, se abalanzó sobre mí... y los dos rodamos hasta debajo de las escaleras. La grabadora salió volando y cayó en una distancia alejada.

John prendió la luz, ya éramos unos señores grandes, así que estábamos agitados y sin poder hablar. Rápidamente, se precipitó a tomar la grabadora nuevamente, para desgracia mía.

—Escucha...—suspiré adolorida— Por favor, déjame escuchar lo que Paul grabó.

—Sobre mi cadáver, me engañaste, dijiste que no me la quitarías.

— ¡John! —me levanté tan rápido que mi espalda sintió todo el peso— Por favor, no es nada malo...—tenía que actuar— Simplemente... tengo que afrontar el dolor.

— ¿De la muerte de Paul? Entérate, tú te quedaste con su ropa, con sus objetos y más valiosas pertenencias. ¿Con qué me quedé yo? ¡Con una mugrosa grabadora marca Sony año 1980!

— ¿¿AÑO 1980?? —escuché aterrorizada— ¿Paul lleva grabando desde 1980?

—No digas tonterías, no lo sé, ni siquiera la he escuchado—dijo con malicia.

—Retomando, necesito decirte esto. Lo siento... sé lo que te dije en la fiesta de Año Nuevo fue completamente desubicado y fuera de lugar, y sí... sentimos el mismo dolor, tanto como por la muerte de Cynthia, y la de Paul—dije firmemente—, lo dije para ocultar que... siento la misma impotencia que tú. ¿Qué podemos hacer más que seguir adelante? No debí decirlo.

—Exacto—guardó la grabadora en su bolsillo—, no debiste decirlo.

—Y sí... tienes razón, esa grabadora es lo único de Paul, sólo que... quería oír su voz por última vez.

—No viene gran cosa, solamente habla de su último día con vida, lo recuerdas... ¿Cierto?

—Sí, sí—aclaré—, lo recuerdo. ¿Nada más?

—Nada más eso—puso sus manos bien firmes.

—Bien... bien, es momento de hablar seriamente contigo—me senté en la silla y masajeé mis muslos, dónde me habían quedado pequeños moretones—, ¿Sabes? ¿Tú crees que era una mala madre solo por saber que mi hijo está en Surrey?

—No lo creo, lo eres.

—Bien, lo siento... es lo único que sé, eso es todo. No sé nada más, incluso, estoy igual de confundida por la acción de mi hijo ante someterse ante Yoko Ono—dije con claridad.

—Yo nunca me sometería ante Yoko—se sentó en el sillón frontal.

—Eso está bien, pero... ¿Qué puedo hacer yo? Nada, aunque lo intente... y ya, ¿Alguna otra duda? Si querías saber eso... ya te lo he dicho.

—Gracias, Jane—suspiró—, lamentó haberte causado tanto estrés durante este tiempo.

—Y bien... ¿No me prestarás la grabadora? Juro que no se la daré a James Richard, juro que solamente la escucharé yo.

—No, no te daré nada.

Esa respuesta me hizo enojar, apreté mis puños con firmeza y miré a John sentado, él estaba menos enojado que hace unos momentos. Mis ojos tenían apariencia de matadores y siniestros, tuve el tono de voz más grave que pude emular.

— ¿Quieres que te diga la verdad, John? —pregunté.

—Sí, quiero que me digas la verdad.

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#PreguntaBeatlegirl2

(En palabras de John y visión de Jane) ¿Por qué John no quiere regresar ni prestar la grabadora?

Ya saben, quién responda correctamente, se le dedicará el siguiente capítulo. Gracias por leer :)

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