Capítulo 5: La Caída de la Casa Wayne
Bruce se encontraba soldando unas pequeñas cruces metálicas, formando una especie de manopla, con Yvette detrás suyo. La mulata observaba con enorme pesar a aquel hombre, cuyos deseos de venganza parecían haberlo consumido por completo.
—Sabe que no puede ganar solo —dijo la mujer—. Debe pedir ayuda. Quizás a ese sujeto de...
—No —sentenció Wayne—. Es irracional e impredecible. Esto es algo que debo hacer solo.
Bruce se retiró la máscara de soldar, observando su creación.
—Casí tengo la misma edad que mi padre al fallecer. Esto es, posiblemente, lo único que haga en mi vida que realmente importe.
—Todo este tiempo, combatiendo criminales, ¿no significan nada?
—Los criminales son como la mala hierva, Yvette. Saca a uno y vuelve a crecer. Esto es sobre el futuro del mundo.
Bat-Man sobrevolaba la ciudad en un prototipo sobre el cual había estado trabajando en las últimas semanas. Era una especie de avioneta con forma de murciélago y una hélice que la impulsaba para poder zurcar los cielos nocturnos. El luchador contra el crimen no podía evitar mirar las calles de su amada ciudad. Aquel era un panorama desolador, pues no había alma humana en las calles. Todo estaba infestado por animales callejeros y millones de ratas de diferentes tamaños y colores. Gótica estaba en cuarentena debido a una feroz pandemia que azotaba la ciudad. Pero Bat-Man sabía, en el fondo de su corazón, que aquello no era obra de la naturaleza. Aquellas ratas eran comandadas por la mayor amenaza individual a la que la humanidad se había enfrentado jamás; El Conde Orlok.
El murciélago sentía una profunda amargura al ver la ciudad por la que él y sus padres habían luchado, infestada de ratas y con cadáveres de enfermos tirados por doquier. Sin embargo, sabía que aquello podría serle útil. A través de las ratas, empezó a rastrear a su mortal enemigo. Durante gran parte de la noche estuvo así, hasta que descubrió el lugar donde mayor concentración de ratas había.
—"Reconozco este lugar —pensaba Wayne mientras bajaba de su vehículo—. Es una antigua iglesia abandonada que era usada por un extraño culto religioso. Me los enfrenté en mis primeras semanas como Bat-Man: La Secta Sangre".
Bat-Man abrió con cuidado la puerta principal, la cual se encontraba rota. Con la luz de la luna detrás, y su sombra proyectándose a lo largo, empezó a avanzar por el interior del lugar.
—"Nunca te rindes —exclamó Orlok a través de pensamientos, aterrizando a unos metros frente al vigilante—. Tú determinación es admirable. Esta vez, el valor de Julie Madison no te salvará".
—Vine a darte muerte —afirmó el murciélago—. Y no me iré de aquí sin Julie, Ellen, y tu cabeza en mi mano.
—"Tonto mortal. Planteas el juego en mi tablero".
—Tu cometiste un error fatal, Orlok. Yo nunca fui tu presa —dijo mientras tomaba un batarang de adentro de su capa—. ¡Yo soy el cazador!
Bat-Man arrojó un batarang con gran fuerza. Orlok, confiado, lo atrapó con una mano pero el murciélago de plata le cortó gran parte de esta. El vampiro rugió justo antes de que Julie y Ellen descendieran del techo, mostrando sus afilados colmillos.
—Julie, Ellen, debes escucharme. Yo no soy su enemigo, ¡Orlok sí!
Ambas mujeres le saltaron encima, provocando que el murciélago retrocediera para esquivar los zarpazos de ambas.
—Debes escapar de su control —dijo Bat-Man antes de bloquear con el antebrazo el ataque de Ellen—. ¡Deben ayudarme a detenerlo!
Bat-Man le conectó un izquierdazo en la mandíbula a Ellen, la cual salió despedida entre gritos debido a la manopla con las cruces. Sin embargo, Julie logró embestir al justiciero y tumbarlo en el suelo.
—Julie, por favor —dijo con dificultad el hombre murciélago mientras la sujetaba de las muñecas, sintiendo el aliento de la muerte sobre su rostro—. Una vez te dije que me enfrentaría al Diablo por tí. Ahora, necesito que tú lo enfrentes por mi.
En eso, los ojos de la vampira reflejaron una gran duda. Como si recién hubiera despertado de un horrendo sueño.
—¿Bruce?
Usando su fuerza física, Wayne cambió de posición para quedar sobre su prometida. Le apoyó el antebrazo en el cuello, y rápidamente se retiró la máscara.
—Necesito tu ayuda para vencerlo, amor.
Julie estaba confundida y en shock, sin poder reaccionar cuando Bruce fue levantado de golpe y arrojado contra unas bancas. Orlok gruño con una furia diabólica, tanto que el lugar pareció temblar por unos momentos.
—"Esta vez, ¡me quedaré viendo tu cadáver hasta que los gusanos hayan consumido tu carne!"
—Ven por mi —dijo Wayne mientras se acomodaba la máscara para luego ponerse en posición de combate—. Maldita copia de Drácula.
Orlok y Bat-Man corrieron el uno hacia el otro, chocando como dos animales salvajes. El puño izquierdo del justiciero impacto sobre la mandíbula del vampiro, al mismo tiempo que las garras de este rasgaban la mejilla de su enemigo.
—Voy a hacerte sentir la irá de todas las vidas que cegaste.
—"Lo mismo me dijo tu amigo, Thomas Hutter. Y lo hice rogar por su vida, antes de dárselo a comer a los lobos".
Lleno de furia, Bat-Man corrió al ataque. Orlok logró conectarle un rasguño al pecho antes de recibir un golpe frontal en la nariz. El vampiro retrocedió, con una gran quemadura y algo de sangre en su rostro. El luchador contra el crimen avanzó con demoledores puñetazos, haciendo que su enemigo escupiera sangre en cada impacto. Sin embargo, Orlok le atacó con su inhumana velocidad. Lanzó sus garras hacia adelante, clavándose en el antebrazo de Wayne. Con gran furia, cerro su fuerte mano sobre el brazo de su enemigo, escuchando crujir sus huesos, antes de arrojarlo con todas sus fuerzas contra la enorme cruz cristiana invertida del escenario. Bruce golpeó contra esta antes de caer al suelo, donde había un enorme pentagrama rojo. Escupió algo de sangre mientras escuchaba a su enemigo aproximarse; más al alzar la vista vio algo que lo sorprendió. Ellen le había saltado a la espalda a su amo, y le estaba mordiendo con furia el cuello.
—¡Bruce! —exclamó Julie, aterrizando frente al héroe—. Mi amor.
—Sabía que reaccionarias —afirmó el héroe.
Por un momento, ambos se olvidaron de lo que los rodeaba. Se fundieron en un amoroso beso, como aquellos que en antaño se daban el uno al otro. Por un momento, creyeron que el amor podía vencer a las oscuras fuerzas del destino. Por un momento, pareció que así era. Pero eso, solo fue por un momento.
La sangre de Julie inundó la boca de Bruce antes de que esta diera un gritó desgarrador. Ella empujó con sus manos a su amado, impidiendo que la madera puntiaguda que se abría paso a través de su pecho no lo dañase. El cadáver de la mujer salió volando por los aires, mostrando a un enfurecido Orlok como el causante.
—"No se que le habrías dicho para que ambas me atacaran —exclamó algo agitado el vampiro—, pero te haré pagar por eso".
Orlok intentó golpear sus contra el cuerpo de Bat-Man, pero este giró rápidamente por el suelo antes de levantarse de un salto. De un derechazo, le fracturó varios dientes a su enemigo.
—¡La mataste! —gritaba el murciélago, con dolor y furia golpeando su pecho—. ¡Mataste al amor de mi vida!
Aquello había quebrado al caballero oscuro. La frustración de la derrota se acumulaba en su ser, haciéndolo hervir de furia. Ignoraba todo el dolor en su cuerpo, centrado únicamente en un objeto. Con una oscura y diabólica furia, salida de lo más recóndito de su alma, luchaba contra su más grande enemigo. Orlok, desesperado por la crueldad de su enemigo, logró atraparle un brazo para después darle un revés en la mandíbula, haciéndolo tambalearse y escupir algunos dientes. Sin embargo, Bat-Man se mantuvo firme y le devolvió el ataque con un gancho al hígado. Los fuertes golpes, potenciados por las manoplas con símbolos santos, estaban destrozando la carne del vampiro.
La espectral criatura se tambalea hacia atrás, agitado y dañado. Cual animal herido, dio un feroz rugido mientras tensaba cada músculo del cuerpo. Su sorpresa fue grande, cuando Bat-Man le respondió con un gritó de furia mucho más feroz, y más parecido al sonido de una bestia que al de un hombre.
Orlok intentó saltar, pero Bat-Man corrió hacia él y lo embistió con el hombro, arrastrandolo hacia la puerta. Bruce sentía su sangre arder, y un dolor inenarrable apoderarse de todo su cuerpo. Pero aquello no lo detendría. El justiciero estaba loco de furia, y no pararía hasta saciar su sed de venganza. No se detendría hasta derramar la sangre de su enemigo.
La puerta de la iglesia se destrozó cuando el cuerpo de Orlok la atravesó, con Bat-Man aún sin soltarle. El murciélago de Gótica lo arrojó al suelo, subiéndose encima de su estómago para arremeter furioso contra él. Bruce ni siquiera había notado que Orlok le había rasgado profundamente la espalda.
—¡Yo debía salvarla! —gritaba con furia y desesperación, al borde del llanto—. ¡Yo la amaba y me la arrebataste!
Orlok, totalmente desesperado, le clavó sus garras en el estómago y empezó a rasgar la piel de este, pero Bat-Man ignoraba completamente el dolor. Golpe tras golpe cayó sobre el cráneo del espectro de las sombras, del cual salía una oscura sangre. Aún así, el diabólico enemigo esbozó algo similar a una sonrisa.
—Llegas tarde, Bat-Man. Llegas tarde para salvar a Julie Madison. Siempre llegas tarde.
Bat-Man gritó, al principio pareció decir "no" pero aquella palabra se terminó transformando en un rugido demoníaco. Entre gritos y llantos, Bruce Wayne dejó escapar su humanidad en cada golpe que destrozaba el cráneo del Conde Orlok. Entre gritos y llantos, sus puños se tiñeron de un rojo tan oscuro que parecía negro. Entre gritos y llantos, deformó el rostro de su diabólico enemigo. Entre gritos y llantos, alcanzó una victoria vacía.
Mientras se ponía en pie, empezó a sentir el dolor de sus heridas y el mareo por la pérdida de sangre. Poniendo su mano sobre su estómago, camino a pasos lentos hacia el interior de la iglesia.
—"Ellen —pensó al ver en el pasillo el cadáver de su amiga. Esta no tenía ojos, y había un enorme pedazo de madera clavado en su pecho—. Orlok debió clavarle sus garras en los ojos, y después la apuñalo en el corazón".
Mientras el sol salía, camino hasta donde se encontraba el cuerpo sin vida de su amada. Sus ojos reflejaban un enorme dolor, incluso algunas lágrimas de sangre salían de sus ojos. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Bruce le sacó la estaca improvisada del pecho.
—"Pronto nos veremos, amor mío".
Bruce le cerró los ojos mientras se acostaba al lado de ella. Exalando un último suspiro, cerro sus ojos al lado de la mujer que más amaba. Y el sol salió, borrando todo rastro de Orlok y de Ellen, cuyo cuerpo caía justo frente a la luz que entraba por una ventana. Sin embargo, Bruce y Julie quedaron intactos debido a la oscuridad del rincón en donde se encontraban. Allí, los dos amantes reposaron. Unidos por la muerte, y separados por esta también.
Fin.
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