───VEINTISEIS: de una película que ya vi
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CAPÍTULO VEINTISEIS
DE UNA PELÍCULA QUE YA VI.
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AEMOND había estado pudriéndose en las mazmorras de Rocadragón durante lo que parecieron meses. Habían pasado unos días desde su llegada y se lo llevaron instantáneamente antes de poder hablar con su esposa y llorar por la pérdida de su hijo. Aunque sabía que se lo merecía por traicionar a su esposa y a su matrimonio. Debería habérselo dicho y lo sabía, pero el daño ya estaba hecho.
Daemerys respiró profundamente antes de entrar a las mazmorras. Hacía frío y humedad, el agua goteaba desde las paredes de adoquines hasta el suelo de piedra debido al tiempo sombrío. Aemond levantó la cabeza cuando escuchó pasos caminando hacia él, sus ojos se abrieron cuando vio a la mujer que ama: bolsas oscuras vivían debajo de sus ojos rojos, su estómago ahora estaba plano aunque sus manos descansaban sobre su estómago por la fuerza de costumbre.
―Daemerys.―la mujer notó el noto de voz rasposo, no le habían dado nada de beber ni de comer pero ella no podía encontrar la fuerza para sentir simpatía después de todo lo que había perdido y todo lo que Aemond le había quitado.
La mujer se detuvo afuera de su jaula.―Aemond.―su voz era neutral, sin revelar sus verdaderas emociones, pero supuso que tenía suerte porque fue criada por Daemon Targaryen y él no estaba listo para su ira.
Daemerys lo miró fríamente, sin saber qué decirle. ¿Qué podría decir ella? Él fue quien la traicionó y ajora la miraba como si ella fuera su mundo entero. Pero a la gente no se le hace daño así.
―¿Cuánto tiempo voy a estar aquí?―preguntó de repente, mirándola con tristeza pero casi hizo una mueca cuando ella lo espetó.
―Cuando lo crea conveniente.―él asintió antes de hurgarse las uñas sucias, se sentía asqueroso, no solo físicamente, el barro se pegaba a su cabello y ropa, sino que dentro de él sentía como si estuviera avergonzado y lo estaba.―¿Por qué lo hiciste?
Aemond volvió a mirarla a través de los barrotes y tragó.―Son mi familia.―Daemerys cerró los ojos y asintió.―Pero estaba equivocado.
Daemerys abrió los ojos y lo miró confundida.―¿Cómo puedes confundir a la familia? Sabías que éramos una familia. Daemon, tú y yo. Pero nos dejaste a favor de tu madre.
―Lo sé y no hay nada que pueda decir o hacer que pueda compensar eso aparte del hecho que lo siento mucho.―Aemond se puso de pie y agarró las barras, suplicándole con el ojo.
―Te dije que si estabas en el lado equivocado de las cosas, elegiría a mi familia antes que a ti.―le dijo y él asintió, recordando.―Tú eras parte de esa familia, Aemond. En el momento en que nos casamos, ¡éramos familia y tuve que alejarme como un cobarde porque ya no podía confiar en ti!
Aemond apoyó la cabeza en los barrotes y cerró los ojos.―Nunca quise nada de esto. Pensé que si hacía lo que mi madre quería, entonces estaríamos a salvo. Todo lo que siempre quise fue que tú estuvieras a salvo. Tú y nuestro Daemon.
―Siempre estuve a salvo cuando estaba contigo.―murmuró Daemerys mientras una lágrima caía por su mejilla.
―No, no lo estabas.―volvió a mirarla para ver la expresión confusa en su rostro.―En el momento en que te casaste conmigo, tenías un blanco en tu espalda. La única razón por la que mi madre nunca hizo nada fue porque estabas embarazada. Larys...―se detuvo y tragó.―Fue quien envió a ese campesino a tus aposentos esa noche.
El rostro de Daemerys decayó y retrocedió, apretando su estómago vacío.―Otto también estaba detrás de esto, mi madre no tenía idea pero se enteró y me lo dijo después de que te fuiste. Daemerys, nunca estás a salvo cuando estás conmigo. Solo cuando estás con tu padre estás a salvo. Tuve que dejarte ir, era la única esperanza. Pero no pude.―de repente miró hacia otro lado, con la voz ronca como si estuviera a punto de llorar.―Eres mi esposa... y te amo y fui un cobarde.
La mujer dejó caer varias lágrimas antes de caminar hacia adelante y abrir la jaula, cayendo en sus brazos mientras lloraba en su pecho. Aemond la agarró como si fuera su salvavidas y no quisiera dejarla ir nunca más.―Lo siento mucho, por favor, perdóname.―le susurró, con una lágrima cayendo de su ojo.
―Te perdono. Aunque todavía te odio.―dijo y Aemond sonrió. Podía vivir con eso.
· ✦ ·
Lucerys se aventuró a los aposentos de Daemerys, sus pies avanzando rápidamente sobre el suelo de piedra mientras corría. Llamó suavemente a su puerta y esta se abrió unos momentos después.―¿Lucerys?
―Ot-to High...―jadeó.―tower estuvo aquí. Madre te necesita.
Los ojos de Daemerys reflejaban la ira ante la audacia de los verdes, estaban desesperados. Rápidamente agradeció a su hermano antes de agarrar silenciosamente a Aemond y arrastrarlo, ignorando la cara de sorpresa de Lucerys ante el invitado que caminaba con ellos.
―Madre.―llamó cuando entraron al salón del trono. Su madre estaba de espaldas, pero se giró en su asiento para mirar hacia atrás, su sonrisa se desvaneció rápidamente al ver a Aemond al lado de su hija.
―Daemerys.―la regañó, pero Daemerys solo arrastró a su marido, el hombre tropezó escaleras abajo.
―Lo sé, madre, pero él aprendió su lección.―miró a su esposo que se frotó el cuello.―Créeme.
Rhaenyra contempló lo que estaba viendo frente a ella antes de asentir, confiando en su hija.―Lastímala de nuevo y enviaré tu cabeza a tu hermano.―murmuró antes de volver a girar en su asiento.
―El señor de las mareas. Lord Corlys Velaryon.―Daemerys se dio vuelta con ojos muy abiertos y labios separados.―Y su esposa, la princesa Rhaenys Targaryen.
El palo de caminar de Lord Corlys hizo clic con cada paso que tomó las escaleras, miró para encontrarse con los ojos de Daemerys Targaryen, una sonrisa tirando de sus labios.―Niñita.
Daemerys entrecerró los ojos.―Anciano.―el hombre se rio y cojeó hacia ella, aplastándola en un abrazo de oso, haciéndola reír.―Te he echado de menos.
La soltó y le frotó la mejilla.―Te he extrañado más, pequeña.―Corlys se rio entre dientes cuando hizo un puchero y puso los ojos en blanco.
―Mis señores.―se volvió hacia el resto de las personas en la sala. Daemerys agarró a Aemond y lo llevó hacia un lado para que pudieran observar.
―Me gustaría que dejaras de tirarme.―él murmuró.
―Cállate.―ella lo fulminó con la mirada y él asintió una vez antes de mirar a la multitud, pronto se les unieron Alys y Criston parados junto a Daemerys. Aunque la mujer prácticamente había perdonado a Aemond, eso no significaba que lo olvidaría o que las cosas volvieran a ser como antes. Pero Daemerys no renunciaría a su matrimonio tan rápidamente.
―Lord Corlys.―la voz de su madre resonó por toda la habitación.―Es un gran alivio verle santo y salvo otra vez.―Rhaenyra se levantó de su asiento y cruzó las manos frente a ella.
Lord Corlys asintió una vez más.―Lamento mucho lo de su padre, princesa. Era un buen hombre.―el hombre miró a Daemerys detrás de él y ella le sonrió fuertemente, pero él frunció el ceño cuando notó sus manos sobre su estómago plano y se volvió hacia su esposa, quien había notado su mirada y negó con la cabeza.
El hombre había sido una especie de segunda figura paterna para ella, él mismo y Daemon le habían enseñado todo lo que sabía. Corlys había sugerido llevarla a la batalla y Daemon había estado en contra, ella era solo una niña y no quería que mataran a su hija, pero el señor prometió que no sería una batalla cruel, que podía ganarse fácilmente, y así fue.
Lord Corlys se volvió hacia la mesa de guerra, su bastón chasqueaba con cada movimiento.―¿Dónde está Daemon?
―Había otros... asuntos que mi padre tenía que atender.―le dijo Daemerys al hombre y él asintió con un tarareo, con una mirada divertida en su rostro. Hizo una señal a la joven y ella miró a Alys para que observara a Aemond, a lo que ella asintió y Daemerys se acercó a Corlys.
La pareja cruzó la habitación y los miembros de la corte se hicieron a un lado para que el señor pudiera mirar a los aliados en la mesa.―¿Tus aliados declarados?―le preguntó a Daemerys mientras ella caminaba a su lado.
La mujer miró a su madre, quien asintió y comenzó a decir:―Si.
―Muy pocos para ganar una guerra por el trono.
Daemerys miró a Corlys y a su marido al otro lado de la habitación, un movimiento que no pasó desapercibido por Corlys. Aemond asintió brevemente, haciéndole saber a su esposa que él estaba a su lado, lo que hizo que sus hombros se hundieran aliviados.―También esperamos contar con el apoyo de la Casa Arryn, Baratheon y Stark.
Corlys hizo una mueca haciendo que se detuviera, sabiendo que estaba a punto de ser regañada.―¿Te he enseñado tan poco? Espero...
―Es el aliado del tonto.―recitó Daemerys con una sonrisa de complicidad.―Mi...―se detuvo y se aclaró la garganta.―Mi esposo y yo llegamos hace poco con las noticias de los verdes, no hemos tenido mucho tiempo para prepararnos aparte de mi vinculación de un dragón.―Corlys giró su cabeza hacia ella y se quedó boquiabierto cuando escuchó muchos jadeos inundar la habitación.―Me he vinculado a Caníbal y ahora reside en la playa.
Como si fuera una petición, el dragón rugió fuertemente haciendo que todos se volvieran.―Debo decir... estoy orgulloso.―Corlys puso una mano en su hombro a lo que ella sonrió agradecida.
―Tanto Arryn como los Baratheon comparten sangre con mi casa.―habló Rhaenyra.―Todos ellos juraron por mi.
―Al igual que la casa Hightower... si no recuerdo mal.
―Como usted, Lord Corlys.―Daemerys cerró los ojos y se lamió los labios secos, moviéndose para pararse al lado del hombre en lugar de frente a él para poder mirar a la reina con más claridad. El silencio llenó la habitación mientras él la miraba fijamente, los atascos en su cerebro giraban mientras pensaba. De repente se giró para mirar a sus nietos que estaban juntos al final de la mesa antes de girarse hacia Daemerys a su lado, quien ya lo miraba con una mirada esperanzada.
―El reinado de tu padre... era uno de justicia y honor. Nuestras casa están unidad por sangre común y causa común. Esta traición de los Hightower no puede soportarse.―sacudió la cabeza mientras se elevaba la voz, hablando a todos los que residían en la habitación.―Tiene todo el apoyo de nuestra flota y nuestra casa, su majestad.―inclinó la cabeza y Daemerys sonrió ante la sutil expresión de asombro de su madre.
―Me honra, Lord Corlys.―habló y se giró cuando Corlys miró a su esposa quien sonreía levemente.―Princesa Rhaenys.―luego se giró.―Pero, como les dijo a mis abanderados, hice una promesa de mi padre de mantener el reino fuerte y unido. Si el primer golpe de guerra va a caer, no será por mi mano.
Corlys alzó las cejas ante eso, compartiendo una mirada con una nerviosa Daemerys que no estaba de acuerdo con su madre. Quería pelear, subirse a su dragón y quemar Desembarco del Rey hasta los cimientos, pero confió en su madre y dejó que su odio e ira disminuyeran por el momento.―¿No pretendes actuar?
Rhaenyra se defendió.―Tener precaución no significa permanecer firme. Deseo saber quiénes son mis aliados antes de enviarlos a la guerra.
El Señor guardó silencio mientras viajaba hacia la parte más cercana a la reina, Daemerys caminando a su lado.―La consecuencia de mi... casi desaparición en los Peldaños de Piedra... es que ahora los controlamos.―dijo, los ojos de Daemerys se abrieron con incredulidad al igual que los de su madre.―Esta vez me encargué de guarnecer completamente el territorio. En unos días, si no ya, se implementará un bloqueo total de las rutas marítimas. La Triarquía ha sido derrotada. El Mar Angosto es nuestro. Si sellamos aún más la Garganta, podemos cortar todos los viajes y el comercio por mar hasta Desembarco del Rey.
―Matarlos de hambre.―Daemerys se rio entre dientes estando de acuerdo.
Rhaenys dio un paso adelante.―Me llevaré a Meleys y patrullaré la Garganta yo misma.―Rhaenyra la miró admirablemente y ella le devolvió la sonrisa.
―Cuando drenemos el Mar Angosto, rodearemos Desembarco del Rey y exigiremos nuestros propios términos, si se nos niegas, asediaremos la fortaleza roja y obligaremos a los malditos verdes a rendirse.―Daemerys le habló amargamente a su madre, con ojos suplicantes.
―Si queremos tener suficientes espadas para rodear Desembarco del Rey, primero debemos asegurarnos el apoyo de Invernalia, el Nido de Águilas y Bastión de Tormentas.
―Prepararé los cuervos, alteza.
Rhaenyra fue a asentir, pero se detuvo cuando su hijo habló.―Deberíamos llevar esos mensajes.―Todos se volvieron hacia Jacaerys, con las manos presionadas contra la mesa mientras hablaba.
Daemerys sacudió la cabeza inmediatamente.―No.
Jace se volvió hacia ella con una mirada desafiante que ella correspondía.―Hermana, los dragones pueden volar más rápido que los cuervos y son más convincentes.―cuando su hermana no dijo nada, se volvió hacia su madre.―Envíanos.
Daemerys apretó los dientes.―El príncipe tiene razón, su alteza.―habló Corlys y deseaba ahora más que nunca que las voces le hablaran, pero desdes que su querida amiga Alys la había resucitado, sentía que algo malo estaba a punto de suceder, pero no podía decir qué.
Rhaenyra los miró competitivamente.―Muy bien. El príncipe Jacerys volará hacia el norte. Primero al Nido de Águilas para ver a la prima de mi madre, Lady Jayne Arryn, y luego a Invernalia para tratar con Lord Cregan Stark. El príncipe Lucerys volará hacia el sur hasta Bastión de Tormentas y tratará con Lord Borros Baratheon. Debemos recordarles a estos señores los juramentos que hicieron. Y... el costo de romperlos.―habló como una verdadera reina, haciendo que Corlys asintiera.
Pero Daemerys no pudo evitar sentir que algo no estaba bien y cuando miró a su marido desde el otro lado de la habitación, la expresión de su rostro le hizo sentir lo mismo.
· ✦ ·
―Nunca realmente te agradecí lo que hiciste por mí.―dijo Daemerys mientras Alys se unía a ella afuera, el par mirando el mar frente a ellas. Alys echó ligeramente la cabeza hacia atrás, disfrutando del viento que caía en cascada sobre su rostro.
―No tienes que agradecerme por nada, Daemerys. Eres mi amiga.―las chicas se sonrieron y se tomaron de las manos antes de que otra persona se uniera a ellas.
―Ella fue mi amiga primero.―murmuró Criston y se paró junto a Daemerys, la mujer se reía mientras la bruja ponía los ojos en blanco.
―Lo que tú digas, mi amor.―le susurró al oído antes de dejar a los dos, Criston se quedó parado en shock con las mejillas roja mientras la princesa intentaba ocultar su risa. Daemerys sabía de su relación secreta, nada podía pasarla por alto.
―¿Dónde está el joven príncipe Aemond?―preguntó el hombre una vez que se recuperó y la mujer dejó de reír. Criston se dio cuenta de que todavía estaba herida y, aunque conocía a Aemond de toda la vida, siempre estaría del lado de Daemerys.
Daemerys se lamió los labios secos y miró a su dragón tirado en la playa, sus ojos estaban abiertos mirándola, protegiéndola.―Él está en mi habitación tratando de quitarse toda la suciedad de su delicioso cabello. Sus palabras, no mías.
Criston sonrió levemente antes de acercarla suavemente a su lado.―Él hizo mal contigo, él lo sabe y no hay duda de que está de luto por la pérdida de su hijo al igual que tú.
―Estoy bien.―intentó desestimar, tragando saliva.
―Perdiste un hijo, Daemerys, nadie espera que estés bien. Y a pesar de lo testarudo que es tu marido... él también está sufriendo. Muy heridos los dos.―Criston le dio un ligero beso en la cabeza antes de retirarse al interior de Rocadragón.
Rhaenyra apareció a su lado después de unos momentos y miró hacia el mar.―Recuerdo cuando Daemon te trajo por primera vez a la fortaleza.―Daemerys se volvió hacia ella.―Todavía era una chica que buscaba su camino, pero en el momento en que te vi, la sonrisa en tu rostro, supe que nuestra familia tenía esperanza.
―Lo único que recuerdo es a Laena.―Rhaenyra asintió con tristeza ante las palabras de su hija.
―Laena pasó por lo mismo que tú, a Daemon no le gusta hablar de eso pero sé que todavía lo persigue, pero tú... nuestra dulce niña.―se giró para mirar a su hija con una sonrisa.―Tú nos salvaste. Nos salvaste a todos. Luke y Jace te admiran mucho, al igual que Rhaena y Baela. Son muy jóvenes y los proteges sobre todo y por eso también estaré en deuda contigo.
―Ya no puedo protegerlos.―Daemerys miró de su madre al mar mientras una lágrima se escapaba de su ojo.―Ya no puedo escucharlas las voces. Siempre pensé que significaban algo para lo cual tenía un propósito, pero desde que Alya me trajo de vuelta, todo lo que encontré fue silencio. Nunca quise escuchar las voces en mi vida como lo hago ahora.
Rhaenyra asintió entendiendo, aunque sabía que nunca lo entendería realmente.―Alys me dijo algo... dijo que eras una Greenseer.
―¿Qué?
―Tienes la mirada. Puedes ver y escuchar cosas que vienen del futuro, peor ella también nos dijo que traerte de regreso significaría que había que pagar un precio. Supongo que se pagó quitándolo.―Rhaenyra agarró sus manos suavemente.―No necesitas que nos cuiden, vamos a estar bien. Solo que estés aquí con nosotros es suficiente.
Daemerys se envolvió su pecho, sus brazos alrededor de su cintura mientras sonreía.―Gracias, madre.―Rhaenyra abrazó a su hija por unos momentos antes de que un par de pies se acercaran a ellas. Luke y Jace cruzaron el puente y abrazaron a las dos mujeres, el par rio mientras los abrazaban.
Una vez que los soltaron, Daemerys besó las mejillas de los chicos.―Los veré cuando regresen.―los chicos asintieron pero antes de que pudiera irse, Lucerys agarró su muñeca haciéndola fruncir el ceño.
―Quiero que tengas esto.―le abrió la mano y colocó un soldadito de juguete de madera en la palma, el mismo que ella le había hecho para su décimo onomástico, su cumpleaños especial como ella le había dicho.
―Esto es tuyo.―lo tomó en sus manos y sus ojos marrones la miraron inocentemente pero como si estuviera pensando.
―Puedes devolvérmelo cuando vuelva a casa.―le dijo y le besó la mano antes de caminar hacia su madre antes de su partida. Una sensación repugnante se apoderó de sus entrañas, pero se la tragó y tomó el soldado de juguete y se lo llevó hacia adentro de Rocadragón.
· ✦ ·
Había oscurecido, los chicos se habían ido hace unas horas y Daemerys estaba sentada en una silla de madera, cepillando el cabello ahora limpio de su marido, tarareando para sí misma, su padre había regresado de reclamar a Vermithor, otro dragón que tenían a su lado.
―Estoy celosa de tu cabello.―le habló ligeramente a Aemond, quien giró la cabeza para reírse de ella y le dio un beso en el muslo cubierto por el vestido.
―Eres lo más hermoso con lo que los dioses me han honrado.―Daemerys sonrió y giró la cabeza para poder darle un beso en sus labios carnosos, una sensación que había extrañado. Él le devolvió el beso ligeramente, probando las aguas hasta que ella sonrió durante el beso; Aemond hizo lo mismo.
Su momento fue interrumpido con un golpe en la puerta de la habitación, un gemido salió de ambos labios haciéndolos separarse. Aemond se levantó del suelo, se recogió el cabello de la cara y se aventuró hacia la puerta. Daemon estaba del otro lado con el ceño fruncido haciendo que Daemerys arrugara las cejas.
―¿Padre?
Daemon tragó con antes de extender su mano, Aemond observó de un lado cómo su esposa la tomó vacilante y ambos fueron a la sala del trono, su esposo no muy lejos detrás con una mirada de confusión.
El silencio llenó sus oídos mientras su padre caminaba por la sala del trono, la luz del fuego brillaba sobre todos en la sala. Rhaenyra estaba junto al fuego hablando con un señor alrededor de la mesa, pero se detuvo cuando Daemon tomó su mano y los llevó a ella y a Daemerys a un lado.
Las palabras que salieron de sus labios y que ninguna de las dos pensó que escucharían. Daemerys sabía que el silencio que llenaba la habitación era solo el dolor que le atravesaba el corazón. El rostro de su madre decayó mientras caminaba hacia el fuego; su figura tambaleante hizo que todos giraran hacia la reina agarrándose el estómago.
Pero no sólo miraban a la reina, la estaban mirando a ella. Aemond estaba a su lado, ella lo miró; él le hablaba con una mirada preocupante, pero ella no pudo oír nada más que un zumbido en sus oídos. Daemon intentó agarrar a su esposa mientras miraba a su hija.
La habitación tembló al igual que su figura cuando se desplomó en el suelo, Caníbal rugió fuertemente a través del cielo nocturno y su agravio lo hizo gemir. Aemond cayó de rodillas ante ella, los gritos de Daemerys resonaron en las paredes mientras todos los Señores la miraban con los ojos muy abiertos.
Lucerys Velaryon estaba muerto y Daemerys Targaryen dejó morir el último trozo de su cordura junto a él.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
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daemerys targaryen volverá junto con la casa del dragón el próximo año :-).
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