───TRES: tendrá que cerrar un ojo
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CAPÍTULO TRES
TENDRÁ QUE CERRAR UN OJO.
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A ELLA NO LE AGRADABA AEMOND. Daemerys lo despreciaba a él y su hermano Aegon. Los dos Targaryen no tardaron mucho en interrumpir su diversión y, por la forma en que los hijos de Rhaenyra los miraba, se dio cuenta de que a ellos tampoco les agradaban los mocosos.
A Helaena, por otro lado, si le agradaba, las dos pronto se unieron por una araña que caminaba sobre su mano, los murmullos en su aliento hicieron que Daemerys se diera cuenta de que tenían mucho en común: escuchaban las mismas cosas.
Daemon recogió a su hija del lado de la joven princesa Targaryen cuando el cielo se volvió negro y salieron las estrellas. La llevó a sus aposentos, Baela y Rhaena se fueron hace un rato porque todavía estaban de duelo por su madre.
—Tendrá que cerrar un ojo.
—¿Quién lo hará, dulce niña?—Daemon levantó una ceja cuando abrió la puerta de su habitación. Pero la confusión en su rostro lo hizo saber que ella no sabía.—Está bien, solo descansa un poco.
Daemerys no sabía cuánto tiempo había pasado hasta que la despertaron, sus ojos azules se abrieron para ver a sus hermanas cerniéndose sobre ella.
—Ven rápido.
Pequeños pares de pies pisaron el suelo, los niños también se habían despertado y se unieron a las niñas, aunque Daemerys y los niños no sabían nada de lo que estaba sucediendo, solo seguían a las niñas.
—Jace, ¿Qué estamos haciendo?—preguntó Lucerys, agarrando la mano de Daemerys cuando Aemond caminó entre las sombras.
—Es él.
—Soy yo.
—Vhagar es el dragón de mi madre.
—Tu madre está muerta y Vhagar tiene un nuevo jinete ahora.—Aemond dijo y Damerys lo regañó con ira.
—¡No hables de ella!—gritó, pero él simplemente ignoró su arrebato, solo alimentando su ira.
—Ella era mía para reclamar.
—¡Entonces deberías haberla reclamado! Tal vez tus primos puedan encontrarte un cerdo para montar.—escupió Aemond, como si las palabras fueran sucias.
Daemerys no tenía idea de lo que estaba pasando, de pie junto a los chicos mientras estaban juntos, estaba enojada con el chico que no conocía y los susurros en su cabeza se hicieron más fuertes.
Tendrá que cerrar un ojo.
—Te vendría bien.
Rhaena gruñó de ira y pisoteó al chico, agarrándolo con fuerza, pero él la empujó al suelo, haciendo que Baela le diera un puñetazo en la cara.
Daemerys observó sorprendida pero orgullosa de que sus hermanas se defendieran, pero se acercó cuando Aemond le golpeó la espalda y envió a la niña al suelo.
—¡Ven a mí otra vez y te daré de comer a mi dragón!
—¿Cómo te atreves?—Daemerys gritó y se lanzó hacia él, con los puños apretados, golpeándolo repetidamente, pero sus pies se tambalearon hacia atrás cuando un puño golpeó su nariz con fuerza.
Su mente se mareó por un momento cuando estalló el caos, sintió que la sangre goteaba hasta su labio. Sus pequeños dedos se arrastraron hasta llegar a su nariz, dándose cuenta de que estaba sangrando, sus ojos azules se volvieron tormentosos mientras miraba a su atacante.
Abrió mucho cuando Lucerys estaba siendo estrangulado, el pobre chico no era rival para Aemond, ninguno de ellos lo era. Una piedra estaba en la otra mano del príncipe mientras la levantaba como si fuera a golpear a Lucerys con ella.
—¡Morirán gritando en llamas como lo hizo su padre! Bastardos.
—Mi padre sigue vivo.
—Él no lo sabe, ¿verdad, Lord Strong?
Daemerys escuchó en estado de shock. Bastardo. Pero eso significaría que——
Jacaerys sacó su pequeña espada, mientras las chicas gritaban. Aemond empujó a Lucerys hacia adelante, pero Jace lo empujó a los brazos de Daemerys, la chica le sostuvo la cara para comprobar si tenía heridas antes de empujarlo detrás de él, protegiéndolo.
Jacaerys se abalanzó e intentó golpear a Aemond, pero el chico falló en todos sus golpes y lo golpeó en lugar de enviarlo al suelo arenoso.
Daemerys caminó hacia las sombras y recogió la hoja en la palma de su mano mientras Aemond levantaba la roca nuevamente para golpear a los niños.
Tendrá que cerrar un ojo.
Un grito de enojo lo sorprendió cuando se giró para mirar a la chica que no conocía. La arena le cubría la cara antes de que le hicieran un corte. La sangre salpicó su rostro ya ensangrentado: Aemond gritaba de dolor y caía al suelo.
—¡Detengan esto de una vez!—gritó un caballero.—¡Aléjense!
Alguien sujetó a Daemerys por la nuca, le quitó la hoja de la mano y la arrastró con sus amigos y hermanas mientras gritaba que la dejaran ir.
La familia fue convocada de inmediato, Daemerys fue empujada al suelo frente a ellos y Aemond fue atendido por el maestre. La reina Alicent miró a la chica que no mostraba culpa por sus acciones y la fulminó con la mirada.
—¿Cómo permitieron que sucediera tal cosa?—Viserys se puso de pie cansado.—Tendré respuestas.
—Se suponía que los príncipes estaban en la cama, mi rey.
—¿Quién estaba de guardia?
—El joven príncipe fue atacado por sus propios primos y esta bastarda, su alteza.—un hombre que Daemerys no conocía ni le agradaba, abrió la boca.
—¡Hiciste el juramento para proteger y defender mi sangre!
—Lo siento mucho, su alteza.
—La guardia real nunca ha tenido que defender príncipes de príncipes, su alteza.
—¡Eso no es respuesta!
—Fue su culpa.—la cabeza se giró bruscamente hacia la chica en el suelo, gotas de sangre en el suelo junto a sus rodillas de su nariz que aún sangraba, un moretón comenzaba a formarse en su mejilla.
Viserys suavizó su mirada mientras la miraba.
—¡No tienes palabra en esto, bastarda!—gritó Criston, pero ella puso los ojos en blanco, dejándolo enojado.
—Curará, ¿no es así, maestre?—preguntó Alicent con esperanza.
—Espero que no sea así.—murmuró Daemerys.
—La carne sanará. Pero el ojo está perdido, su alteza.—el maestre cosió el ojo del príncipe, el niño gruñendo de dolor.
La reina jadeó y se volvió hacia su hijo mayor.—¿Dónde estabas?
—¿Yo?—pregunto Aegon confundido, pero la bofetada de su madre lo hizo gritar.—¿Por qué fue eso?
—Eso no fue nada comparado con el abuso que sufrió tu hermano mientras te ahogabas en tus copas, tonto.
—¡¿Cuál es el significado de esto?!—Lord Corlys y la princesa Rhaenys bajaron corriendo los escalones hacia sus nietos. Las chicas cayendo en sus brazos en nada más que lágrimas.
—¿Jace?—gritó Rhaenyra mientras ella y Daemon entraban a trompicones en la habitación.
Daemon entró para ver a su hija en el suelo frente a su hermano con la cara ensangrentada y lágrimas secas. Su ira hizo ebullición.—¡¿Cuál es el significado de esto?!—su voz retumbó y dio un paso adelante y tomó a su hija en brazos, comprobando su rostro antes de mirar a sus otras hijas que estaban en la misma condición.—¡Quiero su cabeza! ¿Quién lastimó a mis chicas?—rugió, pero Daemerys lo empujó lejos de ella, dejándolo en estado de shock.
Rhaenyra miró desde su lugar frente a sus hijos, dándole a la niña una mirada de pura simpatía.
—¡Me atacaron!—gritó Aemond.
—¡Atacó a Baela!
—¡Le rompió la nariz a Luke!
—¡Se robó el dragón de mi madre!
—Basta.—dijo Viserys cansado de la discusión.
—¡Él iba a matar a Jace!
—¡Yo no hice nada!
—Suficiente——
—¡Debería ser mi hijo el que cuente la historia!—gritó Alicent a Rhaenyra, quien solo se burló. Daemon seguía mirando a su hija, quien lo miraba con ira y disgusto, sin saber lo que había hecho.
—Él nos llamó——
—¡Silencio!—gritó finalmente el rey, la habitación quedó tan silenciosa que se podía escuchar caer un alfiler.
—Nos llamó bastardos.—susurró Jace a su madre. Rhaenyra se puso de pie para proteger a sus hijos.
—Aemond podrá decir lo que pasó. Ahora.—Viserys caminó hacia su hijo.
—¿Qué más hay que oír? Tu hijo ha sido mutilado. Y esa bastarda es la responsable.
Daemon miró a Alicent antes de mirar a su hija. Eso fue todo. Ella sabía lo que significaba, tenía que ser eso. Y por una vez, él la miró con tristeza.
—Fue un accidente lamentable.—Rhaenyra defendió a la chica, pero Alicent se burló por su excusa.
—¿Accidente? El príncipe Lucerys trajo una espada a la emboscada. Tenía la intención de matar a mi hijo.
—¡Fueron mis hijos y los niños de Daemon quienes fueron atacados y obligados a defenderse!—gritó la princesa.—Se le infringieron viles insultos.
Viserys miró hacia arriba entonces.—¿Qué insultos?
—La legitimidad del nacimiento de mis hijos fue cuestionada en voz alta, al igual que Daemerys.
—Es cierto.—Daemerys graznó, con los ojos aún en su "padre".
—Dime, niña.—le dijo Viserys.
—Aemond llamó bastardos a los chicos, dejando a Lucerys confundido.—Daemerys le dio la espalda a su padre para seguir hablando con su tío.—Aemond luego llamó a Jace "Lord Strong" a pesar de que Lucerys insistía en que su padre todavía estaba vivo. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que había querido decir con bastardo.—se volvió para mirar a su padre, quien miró hacia el suelo.—Jacaerys estaba enojado, como lo estaba yo. Aemond los golpeó a ellos y a mis hermanas. Me encargué de terminar lo que Aemond había comenzado y no me arrepiento de nada.
—Tú, bastar...—rugió Alicent, pero Viserys la silenció.
—Y lo haría de nuevo.—finalizó Daemerys, algunas personas se quedaron sin aliento ante sus palabras, algunos estaban enojados pero su familia parecía orgullosa.
—Mis hijos están en línea para heredar el Trono de Hierro, su alteza. Esta es la mayor de las traiciones. El príncipe Aemond deber ser interrogado severamente para que podamos saber donde escuchó tales calumnias.—Aemond se giró en su asiento para mirar a su media hermana. Rhaenyra sabía de dónde venían las calumnias, pero quería que el chico lo dijera.
—¿Por un insulto?—la madre de Aemond frunció el ceño.—Mi hijo ha perdido un ojo.
—¡Aemond hizo cosas peores en esa cueva!—Alicent miró a la chica que causó esto con ira y lágrimas de frustración.
—Dime tú, muchacho. ¿Dónde escuchaste esa mentira?
—El insulto fue bravuconería en el patio de entrenamiento. La gran cantidad e muchachos. No fue nada.
—Aemond... te hice una pregunta.
—¿Dónde está Ser Laenor, me pregunto? ¿El padre de los niños? Tal vez tenga algo que decir al respecto.
—Sí, ¿Dónde está Ser Laenor?
—No sé, su alteza. Yo... no encontré el sueño, salí a caminar.
—Entreteniendo a sus jóvenes escuderos, me atrevería.
Una ligera risa vino desde el otro lado de la habitación de Ser Criston, pero se apagó rápidamente.
Daemerys miró hacia el suelo, cansándose antes de volver a mirar a su padre. Todavía estaba enojada con él, pero a pesar de lo que sabía, él seguía siendo su padre, tal vez podría escucharlo cuando todo esto terminara.
—Aemond... mírame.—Aemond usó su único ojos bueno para mirar a su padre.—Tu rey exige una respuesta. ¿Quién te dijo esas mentiras?
Daemerys podría haber jurado que miró a su madre, que pareció palidecer con bastante rapidez, pero Aemond murmuró el nombre de su hermano, dirigiendo la atención de todos hacia él en lugar de ella.
—¿Yo?—el príncipe se quedó estupefacto ante la respuesta de su hermano menor.
Viserys pasó rápidamente de Aemond a su hijo mayor.—¿Y tú, muchacho? ¿Dónde escuchaste tales calumnias?
Cuando el chico no respondió, el rey gritó. Daemerys se estremeció un poco una mano se colocó en su hombro; ella sabía quién era y no lo empujó esta vez.
—Lo sabemos, padre. Todo el mundo lo sabe. Solo míralos.
Todos se volvieron hacia los niños, Rhaenyra hizo todo lo posible para proteger a sus hijos de los ojos curiosos.
—¡Esta lucha interminable debe cesar! ¡Todos ustedes! ¡Somos familia! Ahora pidan disculpas y muestren buena voluntad el uno al otro! ¡Su padre. su abuelo, su tío, su rey lo exige!
Alicent miró a su esposo horrorizada, su bastón golpeaba al suelo a cada paso que se alejaba de ellos.—Eso es insuficiente. Aemond ha sido dañado permanentemente, mi rey. La "buena voluntad" no puede curarlo.
—Lo sé, Alicent, pero no puedo restaurar su ojo.
—No, porque se lo han quitado.
—¿Qué quieres que haga?
—Hay una deuda que pagar.—la reina miró a la chica frente a Daemon, los ojos de Daemerys se agrandaron ante sus palabras.—Tendré uno de sus ojos a cambio.
Daemon en un instante agarró a su hija y la empujó detrás de él, parándose frente a ella, con ña mano en su espada de manera protectora.
—Mi querida esposa.—dijo Viserys, pero ella estaba harta de su tierno corazón.
—Él es tu hijo, Viserys. Tu sangre.
—No... permitas que tu temperamento guíe tu juicio.
—Si el rey no busca justicia, la reina lo hará.—Viserys se volvió hacia ella en estado de shock.—Ser Criston... tráigame el ojo de la bastarda.—Alicent se giró para mirar a Daemon y Daemerys.
—Padre.—Daemerys reprimió un sollozo. El temperamento de Daemon se avivó y el agarre en su espada se hizo más fuerte.
—¡Alicent!
—Ella puede elegir con qué ojo quedarse, un privilegio que no se le concedió a mi hijo.
—No harás tal cosa.—dijo Rhaenyra con calma mientras Daemon se arrastraba a sí mismo y a su hija hacia ellos y el resto de su familia: la princesa agarraba a la niña como lo había estado haciendo con sus hijos.
Se había mucho un muro en cada lado, la gente ya de qué lado luchar.
—Detén tu mano.—le dijo Viserys al caballero.
—¡No, has jurado ante mí!
Ser Criston se tomó un momento para comprender lo que se le pedía antes de corregirla.—Como su protector, mi reina.
Alicent frunció el ceño ante sus palabras.—Alicent, este asunto... está terminado.—le dijo Viserys.—¿Entiendes? Y que se sepa: cualquiera que tenga lengua y se atreva a cuestionar el nacimiento de los hijos de la princesa Rhaenyra y la hija del príncipe Daemon, deberé quitársela.
—Gracias, padre.
Pero eso no fue suficiente.
Mientras Rhaenyra se agachaba hacia sus hijos y Daemon daba la espalda para ver cómo estaba su propia hija, Alicent agarró la espada de Viserys y se dirigió hacia ellos, ignorando las llamadas detrás de ella.
Daemon no tuvo tiempo de ponerse de pie mientras su hija y Lucerys gritaban: Rhaenyra ya se había puesto de pie y luchaba contra Alicent, su brazo agarraba el de ella que sostenía la hoja destinada a herir a sus hijos.
Ser Criston fue a atacar, pero Daemon empujó a Daemerys hacia los niños que la sujetaron para protegerse con Lord Corlys, quien sostuvo a la niña en su brazos mientras su padre detenía al caballero en camino.
—Has ido demasiado lejos.—escupió Rhaenyra.
—¿Yo? ¿Qué he hecho sino que se esperaba de mí? Siempre defendiendo al reino, la familia, la ley. Mientras tú te burlas de todo para hacer lo que te plazca.
—¡Alicent, déjala ir!
—¿Dónde está el deber? ¿Dónde está el sacrificio? Está pisoteado bajo tu lindo pie otra vez.—Rhaenyra miró a la reina, las dos se sujetaron.
—Suelta la espada, Alicent.—llamó su padre, la Mano.
—Y ahora le quitas el ojo a mi hijo. ¡Esa bastarda se lo quitó! E incluso a eso, te sientes con derecho.
—Agotador, ¿no? Escondida bajo el manto de tu propia justicia.—Alicent pareció vacilar antes de apretar con más fuerza la espada.—Pero ahora te ven tal como eres.
La reina gritó, empujando a la princesa hacia atrás, las dos cayeron en distintos lados de la habitación. Damerys observó y Lord Corlys la dejó ir y atrapó a Rhaenyra; Viserys hizo lo mismo con Alicent.
Todos parecían sorprendidos mientras la sangre goteaba, sus ojos miraban la sangre que corría por el brazo de la princesa hasta su mano y el piso de mármol.
Alicent parecía sorprendida pero no arrepentida cuando la hoja cayó de su mano, estrellándose contra el suelo.
Daemon dio un paso adelante y alcanzó a su hija antes de pararse junto a Rhaenyra y sus hijos, Lord Corlys al otro lado de la princesa.
—Tendrá que cerrar un ojo.—susurró Daemerys a su padre, quien luego miró de ella a Aemond en estado de shock.
Tendrá que cerrar un ojo.
Aemond había cerrado un ojo.
Daemon no tuvo tiempo de pensar antes de que Aemond hablara.—No llores por mi, madre. Daemerys hizo un intercambio justo.—sus palabra los sorprendieron a todos, a ella más.—Puede que haya perdido un ojo. Pero gané un dragón.
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