───OCHO: cena con los demonios
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CAPÍTULO OCHO
CENA CON LOS DEMONIOS.
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LA NOCHE cayó demasiado rápido para el gusto de Daemerys. Rhaenyra ayudó a Daemerys a entrar en la bañera, tomó el jabón en su mano y lavó la sangre de la piel de la mujer. Las dos se sentaron en silencio, Daemerys mirando una vela encendida que estaba colocada sobre la mesa al lado de la bañera.
Podía escuchar a su padre y a sus hermanos hablando en su habitación, Jace preguntándose por qué quería casarse con Aemond, no tenía sentido para él: se odiaban.
Daemerys frunció el ceño y se abrazó las rodillas mientras su madre le lavaba el pelo.—¿Qué te hizo proponer tal cosa, mi niña?—habló Rhaenyra en voz baja cuando notó el ceño fruncido en su rostro.
—Tuve una pesadilla. Una visión.—murmuró en respuesta, queriendo olvidarlo, pero estaba en su mente con mayor frecuencia.
—¿Estuvo mal?
—Horripilante.
Rhaenyra frunció el ceño ante eso, entendiendo por qué su hija se casaría con el príncipe si eso significaba que su pesadilla no se haría realidad.
Después de que estuvo lista, la familia partió para unirse al resto de la familia para cenar, pero Daemerys se contuvo por un momento, Daemon y Rhaenyra arrastraron a sus hermanos diciéndoles que llegarían pronto.
Sus padres la observaron por un momento mientras ella miraba al suelo.—No quiero ir.—les dijo, mirando hacia arriba. Su vestido morado le quedaba muy bien, el cabello recogido para enmarcar su rosto y olía a lavanda.
Daemon camimó hacia ella.—No, irás con la cabeza en alto y le mostrarás a esos cabrones que eres Daemerys Targaryen. Hoy tomaste la cabeza de un hombre, no te asustes ahora.
Daemerys lo miró por un momento antes de respirar profudamente, Daemon agarró sus manos, animándola.—Está bien.—ella habló, haciéndolo sonreír.
—Toma.—Rhaenyra les sonrió a los dos y le entregó un viejo collar; se lo estaba regalando. Era el collar que Daemon le había regalado cuando regresó a casa por primera vez hace muchos años.
Daemon sonrió ante eso. Daemerys sonrió ante la belleza y se dio la vuelta para que su madre se lo colocara. La mujer se giró cuando el collar estuvo en su lugar y lo sostuvo entre sus dedos, admirándolo.—Es hermoso, lo atesoraré.
—Lo sabemos, dulce niña.
Daemon y Rhaenyra se fueron para asistir a la cena, Daemerys les dijo que estaría allí en un momento. Al mirarse en el espejo, no pudo evitar notar a un hombre apoyado en el marco de la puerta, admirándola.
—¿Qué quieres?—murmuró mientras se alisaba el vestido. Aemond se apartó de la puerta y avanzó, parándose detrás de ella y mirándola desde el espejo.
—Lo admito, me sorprendiste antes.—su vo fría le provocó un escalofrío por la espalda.
Sus cejas se alzaron y lo miró a través del espejo.—Ese era el plan.
Aemond levantó la mano para juguetar con el hombro de su vestido, donde había un pliegue que ella no sabía que tenía; una vez que lo arregló, retrocedió y ella se giró para mirarlo con intriga.
—Gevie.—sus ojos la observaron, sus dedos jugueteban con su vestido con nerviosismo. Él la ponía nerviosa. (Hermosa).
Los ojos de Daemerys se dirigieron hacia él.—Kirimvose.—Aemond la miró sorprendido, lo que la hizo sonreír.—Fui criada por Targaryens.—(Gracias).
Ella salió de la habitación, con él siguiéndola. Una vez que llegaron, la familia miró al par con intriga, ya que entraron juntos. Daemerys caminó hacia la derecha y se sentó junto a Lucerys y su padre y Aemond fue hacia la izquierda y se sentó junto a su hermana y su abuelo, los dos prometidos se sentaron uno frente al otro.
Las puertas se abrieron y todos se pusieron de pie, Viserys fue traído por sus guardias, una vez que estuvo sentado, todos los demás se sentaron también.—Que bueno es... verlos a todos esta noche... juntos.
Alicent tomó su mano.—¿Oración antes de comenzar?
—Si.
—¿Qué carajo?—le preguntó Daemerys a su padre, quien rio por lo bajo cuando Alicent comenzó su oración, la mujer simplemente se recostó en su asiento, agarrando su vino y tomando un sorbo, mirando a todos los demás orarando con diversión.
—Que la madre sonría con amor en esta reunión. Que Smith repare los vínculos que se han roto durante demasiado tiempo. Y que los dioses le den descanso a Vaemond Velaryon.
Daemerys se mordió el labio inferior mientras sonreía, su padre giró la cabeza con una sonrisa propia, el par esperaba que no descansara.
—Parece que esta es una ocasión para celebrar.—comenzó Viserys y Daemerys frunció los labios.—Mis nietos Jace y Luke se casarán con sus primas, Baela y Rhaena, y Daemerys y Aemond también se casarán, esto fortalece aún más el vínculo entre nuestras casas.
Daemerys miró a su prometido frente a ella, dándose cuenta de que él ya la estaba mirando, lo que la hizo removerse en su asiento y mirar hacia otro lado.—Un brindis por todos ellos.—continuó Viserys y todos alzaron sus copas.
—¡Escuchen, escuchen!—gritó Daemon y su hija puso los ojos en blanco, lanzándole una mirada molesta.
—Bien hecho, Jace. Finalmente podrás acostarte con una mujer.—disparó Aegon, quien intentó murmurar pero fracasó estrepitosamente en su estado de ebriedad. Baela le lanzó una mirada de disgusto mientras Jace dejaba su copa con dureza, ignorando las palabras.
—Brindemos también por el príncipe Lucerys... el futuro Señor de las Mareas.
Daemerys agarró su mano que descansaba sobre la mesa, su rostro se sonrojó.—Bien hecho, hermanito. Te dije que todo estaría bien.—le susurró y besó su cabeza, el niño le sonrió.
—¿Sabes cómo se hace el acto, supongo?—continuó Aegon. Daemerys lo miró de nuevo.—¿Al menos en principio? Dónde poner la polla y todo eso.
—Déjalo ir, primo.—lo detuvo Baela, incómoda.
—SI, por favor, cállate.—todos miraban a Daemerys, quien les sonrió inocentemente antes de mirar a Aegon, quien simplemente sonrió, mirando sus pechos haciéndole moverse en su asiento.
No le había importado cuando Aemond lo había observado esa noche que vino a su habitación, porque no estaba siendo irrespetuoso, pero la forma en que Aegon la miró le dio ganas de vomitar encima de él.
—Puedes hacerte el bufón si lo deseas, pero no hables frente a mi prometida.—siseó Jace haciendo tararear a Aegon y alejarse.
Viserys de repente comenzó a ponerse de pie, Alicent lo ayudó levemente.—Me alegra el corazón y me llena de tristeza ver estos rostros alrededor de la mesa. Los rostros más queridos para mí en todo el mundo.. pero tan distantes entre sí... en los años pasados.
Daemerys miró a Aemond de nuevo, sus ojos eran suaves. Quería simplemente mirarlo por el resto de su vida. Él la miró también, sosteniendo sus mirada antes de que un ruido los enviara a ambos mirar a Viserys, quien se había quitado la máscara dorada. Se giró para mirarlos a todos, le faltaba un ojo y todos tuvieron reacciones diferentes, pero ella simplemente le sonrió al hombre, animándolo.
—Mi propia cara... ya no es una hermosa...—se rio entre dientes.—Si es que alguna vez lo fue. Pero esta noche... deseo que me vean, tal como soy. No solo un rey si no su padre.—se volvió hacia Daemon.—Tu hermano.—luego Daemerys.—Tu tío.—luego a Alicent.—Tu marido.—y finalmente hacia los niños.—Y tu abuelo. Parece que no... caminaré por mucho más tiempo entre ustedes. No guardaremos más rencor en nuestros corazones. La corona no puede mantenerse firme si al Casa del Dragón permanece dividida. Pero dejen de lado sus agravios. Si no es por el bien de la corona... entonces por el bien de este anciano que los quiere tanto a todos.
Una vez que se recostó en su silla, con la respiración agitada, Daemerys se puso de pie.—Quiero decir algo.—sostuvo su copa en al aire ligeramente, todos se volvieron hacia ella.—Por este hombre.—miró a Viserys.—Quien ha pasado los últimos veinte años tratando de mantener a esta familia y aún hoy espera que seamos uno, estoy orgullosa de llamarlo mi tío. Nadie ha luchado más duro para mantenerse con vida y ver a su familia unida que tú. Ruego a los dioses que te den descanso y paz.—le sonrió. Viserys también le sonrió, con el corazón floreciendo ante su discurso, al igual que muchos otros alrededor de la mesa.
Una vez que se sentó, su madre también se puso de pie.—Deseo levantar mi copa ante su gracia, la reina.—Alicent levantó la vista en estado de shock.—Amo a mi padre. Pero debo admitir que nadie permaneció... más lealmente a su lado que su buena esposa. Ella lo ha atendido con... inagotable devoción, amor y honor. Y por ello, tiene mi gratitud,,, y mis disculpas.
Alicent se movió en su asiento una vez que la princesa volvió a sentarse.—Tu amabilidad me conmovió profundamente, princesa. Ambas somos madres... y amamos a nuestros hijos. Tenemos más en común de lo que a veces permitimos.—se levantó entonces.—Levanto mi copa por ti y por tu casa. Serás una excelente reina. Y por Daemerys.—la mujer levantó los ojos como platos mientras la reina la miraba.—A quién le debo la mayor disculpa por las calumnias que le he llamado no solo en sus años de juventud sino en sus años actuales. Deseo que tú y Aemond tengan muchos años felices juntos.
Daemerys miró a Aemond con sorpresa, pero el simplemente sonrió antes de volver a mirar a Alicent con una sonrisa tímida pero agradecida.—Gracias, su alteza. Supongo que tengo que disculparme.
Alicent se sentó en su asiento y miró a la mujer sorprendida pero sus ojos solo estaban en Aemond.—Lamento habete quitado el ojo, príncipe Aemond, mi único deseo es que puedas ver más allá de nuestra historia.
Algunos se rieron de su media disculpa, sabiendo que ella no quería disculparse del todo porque sería mentira, Aemond —Bueno, no tiene sentido insistir en el pasado. Estoy esperando con ansisas nuestra boda.—la familia sonrió ante sus amables palabras, pero nadie sonrió más que Daemerys, quién miró hacia abajo para ocultar su sonrisa.
La verdad era que Aemond nunca necesitó una disculoa ni necesitó tiempo para seguir adelante, solo la desebaba y ahora la tenía justo en la palma de su mano.
La charla se llevó a cabo mientras la música comenzaba a sonar, Aegon tosió y se puso de pie, caminando hacia Baela meintras llenaba su copa de vino nuevamente, inclinándose para murmurar:—Lamento la decepción que pronto sufrirás. Pero si alguna vez deseas saber qué es estar bien satisfecha, solo tienes que preguntar.
Jace golpeó la mesa y se puso de pie al mismo tiempo que Daemerys; Jace parecía tranquilo pero su hermana no. Daemon agarró su mano, apretándola mientras, sus ojos nunca abandonaron a Aegon y su figura en retirada.
Aemond también se puso de pie, Otto mirándole a él y Daemerys. Él y Jace se miraron el uno al otro antes de que este último levantara la copa y golpeara el hombro de Aegon.—Por el príncipe Aegon y el príncipe Aemond. No nos hemos visto en años, pero tengo buenos recuerdos de nuestra juventud compartida.
Daemerys levantó una ceja. ¿De verdad?
—Y como hombres, esper que todavía podamos ser amigos y aliados. Buena salud para ustedes y sus familias, queridos tíos.—todos alzaron sus copas ante eso, la tensión aún en el aire.
—Por ti también.—dijo Aegon derrotado y aburrido.
Cuidado con la bestia debajo de las tablas.
Despierta al dragón para tu venganza.
Daemerys saltó en su asiento, mirando al techo, la familia la miraba extrañada con los ojos muy abiertos.—Hay una bestia debajo de las tablas.—susurró mientras lo hacía Heleana, todos se giraron para mirarlas a ambas en estado de shock.
Aemond levantó su copa en un instante.—Me gustaría levantar mi copa.—Daemerys desvió sus ojos del techo hacia él como lo hicieron todos los demás.—A mi prometida que puede escuchar voces.
Su mandíbula se apretó mientras fruncía el ceño, los ojos de todos estaban puestos en aella, lo que la hizo desviar la mirada hacia el plato vacío que estaba frente a ella. Aemond se sentó, frunciendo el ceño por molestarla, ignorando la mirada que sus padres le enviaron.
—Me gustaría brindar por Baela, Rhaena y Daemerys.—Heleana se puso de pie para que todos dejaran de mirar a Daemerys, agradeciendo de que no fuera la única loca.—Se casarán pronto. No es tan malo. Generalmente te ignora... excepto a veces cuando está borracho.
Daemon se rio entre dientes, pero el temor se apoderó de su hija, mirando hacia Aemond preguntándose si se parecía en algo a su vicioso hermano y después de su brindis no pudo evitar preguntarse si lo era.
—Escuchemos un poco de música.
Jace se puso de pie de inmediato, susurrándole a su prometida:—Disculpa.—antes de caminar alrededor de su silla hacia su hermana y extenderle la mano. Daemerys la tomó con una sonrisa pero sin antes caminar jacia Heleana y tomar su mano para que se uniera a ellos. La Targaryen se rio con los dos mientras entrelazaban los brazos y la hacían girar.
Aegon se giró en su asiento desconcertado y miró a Aemond, cuyo rostro estaba en blanco. El rey y la reina, así como Rhaenyra y Daemon sonrieron mientras los tres saltaban al ritmo de la música, girando unos sobre otros y riéndose.
Damerys hizo girar a Heleana mientras Jace observaba con una sonrisa las dos mujers tomadas de la manos mientras giraban alrededor de él.
Otto y Alicent aplaudieron mientras bailaban, con sonrisas en su rostros. Daemerys los dejó a los dos para agarrar a su hermano pequeño.—Ven, necesito una pareja de baile.—ella sonrió y el agarró su mano con su propia sonrisa descarada.
Lucerys hizo todo lo posible para girar a su hermana, pero su falta de altura le hizo fruncir el ceño, Damerys simplemente se rio y se agachó para que la pudiera girar, haciendo que su rostro se iluminara. Después de un tiempo la pareja tuvo hambre y dejarona Jace y Heleana apra seguir bailanado.
Daemerys se sentó y tomó un trago de vino, tomó un trozo de cerdo del plato de su pade y se lo metió a la boca; el hombre la miró con falsa molestia pero sonrió cuando ella lo miró inocente. Daemon comenzó a llenar su plato mientras conversaba con su esposa, su hija la agradeció rápidamente y comió su comida.
No supo que salió mal, en un momento estaban sacando a Viserys de la habitación y luego Aemond golpeó la mesa y se levantaba, sobresaltándola, la música se detuvo rápidamente.
—Tributo final.—volvió a levantar la copa.—A la salud de mis sobrinos: Jace, Luke y Joffrey. Cada uno de ellos guapo, sabio...—Damerys observó con una mirada dura, Alicent se mordió los nudillos mientras el rostro de Aemond de mantenía por un momento como si estuviera debatiendo algo.—Fuerte.
—Aemond.—dijo Alicent mientras Rhaenyra giraba la cabeza con una mirada harta.
—Vamos... vamos a drenar nuestras copas por estos tres...—Aegon instantáneamente levantó su copa mientras su hermano continuaba.—Muchachos fuertes.
Eso la habóa lastimado. Daemerys vio triste cómo su prometido menospreciaba a su familia, alcanzó y apretó la mano de Luke.
—Te reto a que digas eso otra vez.—Jace dijo y Aemond se giró para mirarlo.
—¿Por qué? Fue solo un cumplido.—el par comenzó a caminar más cerca. Daemerys observó sabiendo lo que iba a suceder al igual que Daemon: su padre tomó su espada y se la deslizó por debajo de la mesa, ella la tomó en su mano.—¿No te consideras fuerte?
Finalmente, Jace golpeó a Aemond en el rostro mientras Rhaenyra lo llamaba. Luke se levantó, pero no sin que Aegon le golpee la cara contra la mesa.
Eso fue suficiente para ella, Daemerys se levantó en un instante, caminó alrededor de la mesa y tiró de la cabeza de Aegon hacia atrás por el cabello haciéndolo chillar, le puso la espada contra la garganta mientras todos se detenían. Los guardias sostenían sus espadas sin saber qué hacer, no podían llegar hasta ella.
Finalmente se rompió, todo lo que había hecho para evitar que esta familia se desmoronara era paralizante para ella, las voces en su cabeza se hacían más fuertes.
—Daemerys.—llamó Rhaenyra, pero fue ignorada cuando la mujer acercó la espada al cuello de Aegon.
—Niña, déjalo.—habló Alicent en voz baja.
—¿No lo entiendes?—gimió con sus ojos vidriosos, todos mirándola confundidos.
—¿Entender qué?—la voz de Otto se escuchó por encima de la de los demás.
Daemerys miró a Aemond y luego al resto de ellos.—Lo he visto. Nuestro fin. Esta constnte enemistad entre nosotros. ¡Lo he visto!
Rhaenyra miró hacia abajo con tristeza.—Es solo una pesadilla.
Daemerys le espetó a su madre.—¡No, no lo es! Nos vi a todos, la ciudad estaba ardiendo, las cenizas enterraron nuestros huesos. ¡No sobreviviremos, ya nos está matando!—gritó.—¿No entienden?—suplicó en un susurro.
Los susurros comenzaban a nublar su cabeza un poco más: las personas en la sala no conocían sus visiones, no entendían de qué estaba hablando.
Despierta al dragón para tu venganza.
—No.—gimió, soltando a Aegon y agarrándose la cabeza, el hombre se alejó corriendo de ella.—¡No!—Alicent vio a la mujer desmoronarse y sintió que debía empezar a orar.
Aemond dejó su copa y caminó hacia ella, peor ella sostuvo la espada en alto, haciéndolo detenerse.—Soy solo yo, recuerda.—levantó las manos y caminó lentamente. Daemerys bajó la espada, que cayó haciendo que el hombre la atrajera hacia él y ella comenzara a llorar.
Ella sólo quería proteger a su familia. Las pesadillas la dejaban cansada y las voces la volvían loca. Ella sólo quería a su familia viva.
Aemond le frotó la espalda mientras ella sollozaba.—Llévala a sus aposentos.—le dijo Daemon y el hombre lo hace rápidamente, cubriéndola de las miradas sosprendidas de todos.
—¿Qué carajos fue eso?—dijo Aegon, frotándose el cuello rojo una vez que la pareja salió de la habitación.
—Ella...—comenzó Rhaenyra, todos mirándola buscando algún tipo de explicación.—Ve cosas, oye cosas. No entendemos por qué pero a veces es demasiado y ella simplemente se rompe.
—¿Y lo que dijo sobre que nos convertimos en cenizas?—susurró Alicent en estado de shock.
—Bien podría ser cierto. Cosas cuestionables que ella nos dijo sucederán... sucedieron.
Esas palabras se hundieron en ellos. ¿Realmente iban a ser la causa de sus propias muertes?
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