19

Las cortinas rojas se abrieron. Karina expandió los ojos y una sonrisa de oreja a oreja ya se le formaba a la vez que asentía, aprobando la prenda. El señor de traje a un lado de ella sonrió convencido también luego de ver al joven que salió del probador con el traje puesto.

—Este, tiene que ser este.

—¿No me veo mal?

—La dama tiene razón, joven. Ese traje es para usted en toda la palabra.

Soobin se miró al espejo, no se ve como él.

Parece alguien completamente diferente, fuera de su orbita. Parece ser otro hombre, otro él.

Ni siquiera parece ser un individuo de pueblo. ¿Este es el poder de un traje? Soobin seguirá siempre impactado con ese hecho.

El señor de antes se paró a su lado, le tocó el hombro y con un peine que se sacó del bolsillo de su uniforme, pidió permiso a Soobin y este asintió ya sabiendo lo que el hombre mayor pedía. Se inclinó un poco para facilitar la tarea.

Los dientes del peine separaron su cabello, el señor quien tenía una cara concentrada pareció orgulloso después de unos segundos. Soobin miró a las dos personas que parecían contentas con el resultado.

—Soobin, no tengo palabras. Te ves increíble.

Karina sonrió. Este muchacho tenía bastante potencial para promover una imagen preciosa de algunas marcas de ropa o cosméticos. Sino era mucho pedir, y si Soobin se sentía cómodo con la idea, podría ajustar una sesión fotográfica para fines de invierno.

—Nos llevamos el traje, señor.

El hombre de traje de mozo asintió con una sonrisa a la mujer. Soobin parpadeó cuando la miró dar su tarjeta negra, enseguida el pánico se adueñó de él pero Karina lo detuvo con un dedo en alto antes de que pudiera oponerse.

—Tómalo como un regalo nuestro.

—Ya me han dado muchos regalos —Karina negó.

—Para lo que haces con el restaurante, jamás será suficiente.

Soobin sonrió como mejor pudo. Aunque ella no lo supiera, le devolvería hasta el último dígito de esa cantidad. Se lo daría a Jake. Soobin no podía aceptar algo así y ya.

—Ahora, iremos a un salón para que te arreglen mejor el cabello —Bin iba a hablar pero Karina siguió enumerando las cosas que debían hacer a corto tiempo y rápido antes de ir al hotel donde su padre los esperaba.

Con la resignación en la boca, Soobin simplemente la siguió hasta el auto y el chófer de ella asintió a todas las órdenes de Karina.

Miró por la ventana del auto, después miró la caja con el traje dentro en sus piernas. Reclinó la cabeza contra el cristal y suspiró profundamente.

Todo valía la pena si con eso podía estar un paso más cerca de Yeonjun. Soobin sentía esa sensación de añoranza crecer cada día que pasaba en Seúl porque podía sentirlo tan cerca pero tan lejos de él al mismo tiempo, si pudiera...si tan sólo tuviera las suficientes conexiones, no le tomaría mucho tiempo estar con él.

Tampoco tendrían problemas para estar juntos si Soobin solamente fuera...

No.

Esto era él, no un hombre de grandes posesiones económicas pero ganas de obtenerlas no le hacía falta. Con su propio esfuerzo, eso era un hecho, con ayuda de otros claramente pero no del modo fácil. Soobin podrá tener las cosas que siempre ha soñado con su esfuerzo. Él no lo duda.

Por eso, egoístamente quisiera, que Yeonjun esté allí. Al final, al principio de todo comienzo, de cada nuevo capítulo.

Soobin sonrió con tristeza. De verdad lo amaba, lo hacía tanto que incluso su corazón dolía de pensar que un futuro juntos era imposible.

—¿Estás bien?

Soobin retuvo sus emociones. Necesitaba ser fuerte, estar firme, Yeonjun seguramente también lo estaba haciendo. Combatiendo sus propios desafíos internos y él también lo haría.

Para poder buscar al otro, tendrían que ser fuertes. Soobin no bajaría la cabeza otra vez.

—Sí. ¿Vamos?

Karina sonrió.

—Esa es la actitud. Vamos.

Un poco más.

Soobin promete al cielo, a las mil y un millón de estrellas y al sol que se va, que no dejaría ir a Yeonjun. La alegría de su vida, el que pudo darle un sabor diferente al amor.

Un amor que quiere conocer, cuidar,  proteger y del que desea aprender cada día. Estaba seguro que Yeonjun es el camino que quiere recorrer.

Soobin ajustó las mangas. Se acomodó el cuello del buzo negro y alisó una vez más el saco negro que portaba.

—Señor Choi, la señorita Karina lo espera en el vestíbulo —una dama de limpieza se sonrojó al verlo. Con una sonrisa tímida le guió hasta donde vió la silueta de Karina.

—Gracias.

La dama asintió, retirándose cuando Karina lo vió llegar. Ella lo inspeccionó de arriba hacia abajo y chilló orgullosa. Soobin simplemente deseaba en silencio que esto termine pronto.

No es que le desagrade Karina, era amigable pero sólo pensar en el lugar donde estarían yendo. Soobin se sentía tan fuera de lugar, tenía...pavor.

—Mantente seguro en cada momento —ella asintió a su chófer. El hombre entendió y arranco el motor— esas personas no saben nada de ti, ni tú de ellas, la seguridad es todo lo que lleva al éxito, Soobin. Crea confianza.

—¿Debo hacer algo en específico?

—Solamente sé tú mismo, no dejes que te intimiden y, lo más importante —ella le sonrió— diviértete.

Diversión. Soobin no podía encontrar un motivo divertido en todo el asunto porque el objetivo es dar la palabra de que podrían realizar lo que el cliente les pida. Aunque, bueno, si sería divertido tener una experiencia así de grande.

Daría lo mejor para dar un buen banquete de bodas.

—Llegamos, señorita Karina.

—Gracias. Soobin —ella le dió la señal. Soobin abrió la puerta y esperó respetuosamente a que la mujer baje para terminar cerrando la puerta del vehículo.

Sus ojos vieron el enorme edificio a varios metros de alto. Tragó un poco, sus manos se sintieron sudar y con un respiro hondo, Soobin siguió a Karina quien ya familiarizada con el ambiente, solamente se limitaba a sonreír a las personas que cruzaban palabras o miradas con ella.

No se sentiría tan incómodo de no ser porque varias personas lo miraban y seguían con los ojos. Escaneando cada uno de sus movimientos, murmurando sin quitarle los ojos de encima. Soobin decidió seguir a Karina y no intercambiar miradas con nadie, lo que menos quiere es ofender a alguien sin buscarlo.

—Disculpe. ¿Es usted de casualidad hijo del señor Choi?

Una mujer le preguntó cuando Karina fue en busca de su padre, le dijo que los espere en esta sala inmensa y Soobin trataba de concentrarse y formular las palabras que usaría para los presentes antes de ser interrumpido por la voz interesada de la fémina.

—Eh...no, yo no tengo un vínculo con el señor Choi.

—No tienes que ser modesto, desde lejos se puede notar que la genética corre por tus venas. Eres la viva imagen del ceo Choi cuando era joven —ella se sentó a su lado. Soobin sonrió nervioso cuando se inclinó hacia él, el perfume era fuerte. — mi nombre es Min. Kim Min. Encantada de conocerte.

Soobin devolvió el saludo de mano.

—Soobin, un gusto.

—¿Tu apellido?

Soobin apretó los labios. Ah, no quiere crear malos entendidos pero en Corea la mayoría llevaba su mismo apellido.

—Choi...

A ella le brillaron los ojos.

—Lo sabía, eres el gemelo perdido.

—Lo lamento, pero no soy gemelo de nadie —ella bufó. Soobin quería que Karina ya aparezca porque no sabía cómo rechazar a esta mujer sin la certeza de crear un escenario innecesario.

—Choi Minhyuk es el hijo del ceo Choi, su cara es bastante conocida por aquí y casi te confundí con él pero sus acentos son diferentes. Bueno, después de todo, el pasó toda su vida en el extranjero así que...—se encogió de hombros— ¿Dónde estuviste tú todo el tiempo entonces?

—De verdad que no sé de qué habla. Yo no tengo un gemelo ni nada parecido, quizás sea una coincidencia.

La mujer entre cerró los ojos.

—¿Cuántos años dices que tienes?

Soobin miró el elevador abrirse y miró a Karina salir junto con dos hombres. El alivió llegó a él cuando ella vino hacia donde estaba y se disculpaba con la mujer de antes.

—El señor Choi no es de por aquí, si nos permite. Estamos en trabajo.

—Gracias, no sabía cómo decirle que se vaya sin que pareciera irrespetuoso.

—Descuida, ese tipo de personas son escorias que solamente viven de la vida ajena. No dejes que te intimiden.

Soobin asintió.

Pudo escuchar nuevamente murmullos. A sus costados las personas que tenían otros asuntos se detuvieron cuando Soobin se quedó parado junto a Karina y esperaban a que un hombre mayor terminara de conversar con otro.

Cuando este hombre volteó, Soobin pudo ver como el silencio abundó en la sala. Él sonrió y le ofreció la mano.

—Choi Soobin, un placer.

Karina sonrió, aunque extrañamente el ceo Choi estaba un poco más callado de lo habitual. El hombre correspondió el apretón de manos de Soobin por suerte.

Entonces su padre intervino cuando el señor Choi quedó mudo, viendo fijamente al compañero de trabajo de su hija mayor.

—Al fin nos conocemos en persona, Soobin. Karina me ha hablado muy bien de ti y de todo lo que has estado haciendo por nuestro restaurante —el joven asintió.

—Para mí es un placer ayudarles, señor Park.

—Eres un buen muchacho, ¿te parece si comenzamos a idear el plan del banquete? ¿Está de acuerdo, señor Choi? —el hombre no dejaba de mirar a Soobin. Él se dió cuenta de la mirada inquieta sobre su persona pero decidió ignorarla, igual, ya estaba algo consiente de su parecido y era un poco incómodo.

—Mi hijo aún no llega, esperemos cinco minutos, si no es demasiada molestia.

—No, esperemos —Karina dijo.

—Joven Soobin.

—¿Sí, señor?

—¿Eres de por aquí?

Soobin sonrió y nego. El hombre jamás dejó de mirarlo hasta que otro hombre joven llegó con prisa.

—Lamento llegar tarde, tuve un- oh. ¿Quién es él?

—Soy Choi Soobin, seré quien lleve los preparativos del banquete para, he de suponer que su boda.

Minhyuk parpadeó, ¿acaso estaba viéndose él mismo y escuchando su propia voz?

—Ah, yo...—carraspeó— sí, eso es verdad.

—Felicidades. ¿Quiere revisar nuestros catálagos? Podemos hacer modificaciones sí así lo desea.

—Claro, ¿qué dices papá?

El hombre desvío la mirada y prestó atención a su hijo quien le decía las cosas que consideraba aptas para el banquete. El hombre alzó la mirada.

—Dejemos que el joven Soobin nos diga su opinión.

—¿Sí?

Minhyuk alzó los hombros, ojeo la revista y encontró una nota. Soobin casi quiso quitársela pero tuvo que aguantarse. Demonios. Olvidó despegarla de allí.

—¿Amore mio? ¿Qué es esto? Se ve delicioso.

—Eso es...—mordió sus labios— un postre.

—¿Un postre? ¿Ustedes lo hacen?

Soobin iba a negarse pero Karina lo sujeto del brazo. Casi le rogó con la mirada, mierda, ese postre...

No era para el público.

—Es...un postre personal.

—¿Dejarías que te lo compremos? Verás...mi prometido ama las cosas así, últimamente no lo he visto muy bien con la noticia de la boda entonces...—Soobin sintió pena por el hombre de nombre Minhyuk. Lo veía desganado, algo temeroso incluso— ¿puedes hacerlo solo por esta vez? Te pagaré el doble.

—Uhm...yo —sé profesional Soobin. Contuvo un suspiro, asintiendo— dígame entonces lo que deberá llevar además de este postre.

Minhyuk sonrió, sus ojos brillaron y Soobin le devolvió la sonrisa. Se veía realmente entusiasmado por su compromiso.

El hombre, padre de Minhyuk, sonrió con una extraña sensación de familiaridad tras ver a ambos jóvenes sonreírse mientras Soobin le explicaba a detalle junto a Karina todo lo recomendado para un banquete del tema elegante.

—Como han crecido, ¿no crees?

—¿Uh?...—miró al otro lado. El padre de Karina sonrió.

—Su hijo se casa dentro de poco, sé que es su único hijo y como padre, puedo entender el sentimiento de dejarlos ir.

—Mi hijo es consiente de todo. Alguien debe ser la cabeza de esta familia, él lo será.

—Es un buen hombre, felicidades por la boda, señor Choi.

—Ese muchacho...¿dónde dices que venía?

—¿Habla del joven Soobin? Mi hija me dijo que venía de un pueblo por Ansan, dijo que vino por cosas personales pero tuvo la suerte de coincidir con mi hijo menor y...bueno, aquí estamos. Es un excelente hombre, es realmente bueno en su trabajo.

—¿A qué se dedica?

—Bueno, Karina mencionó que tiene titulación de chef y otras más en diferentes ámbitos de cocina. Realmente tiene un camino brillante por delante si sigue así como está.

—Entiendo.

Soobin volteó, el hombre lo miró a los ojos y todo lo que pudo hacer fue darle una sonrisa cordial.

—Señor Park.

—Dígame, señor Choi.

—Quiero que...Karina sea la que lleve la cabeza de este proyecto.

El señor Park miró confundido al ceo.

—¿Hubo algún problema, señor Choi?

—No, no lo hay. Pero dada la experiencia de su hija, prefiero que ella sea la que organice el banquete.

—Señor Choi...

—Es mi única condición. Esta boda es importante, no solamente será la ceremonia del año sino la consagración de unión de dos grandes empresas —el hombre se metió las manos a los bolsillos y suspiró— Minhyuk sabe que esto es por un bien mayor, el detalle es la otra parte.

—¿Esto tiene que ver con los años de experiencia? El joven Soobin aprende rápido, además, lo he visto a través de los relatos y papeleo de mi hija. Él sabe lo que hace.

—No se trata de experiencia, señor Park. Esto es mucho más denso, se trata de grandeza; el joven Choi es a ojos de todos aquí un don nadie, no tiene un título avalo en la alta sociedad, su trabajo puede llegar a ser algo cuestionable para verdaderos críticos y si no pasa, la boda quedará como un hazmerreír. No quiero notas amarillistas, esto tiene que salir a la perfección. ¿Entiende mi punto?

El señor Park miró a Soobin. El muchacho sonreía con confianza, desde su sitio podía sentir la buena vibra y calma que irradiaba al cliente incluso si se trataba de su primera vez haciendo este tipo de trabajo. Podía pasar por un profesional pues su porte no era de un simple novato.

A pesar de lo mucho que aprecia al muchacho, el señor Park tiene que asentir a los deseos de su cliente. Tiene que ver por su propio negocio. Esto era así, aunque parezca injusto.

—Entiendo, señor Choi. Sin embargo, el joven Soobin es alguien importante en la solidificación de este banquete. Es quien dió las ideas y también, quien hará ese enorme pastel de treinta pisos.

—¿Además de organizador es repostero?

—Impresionante, ¿no? Ese muchacho no se concentro en una cosa durante sus años de estudio. Sí se lo propone no dudo de que sea uno de los chefs más cotizados y completos de Seúl algún día.

—Es de admirar, es lo que debe de hacer si es que desea llegar lejos. Todavía así, no me retracto de mi petición anterior. ¿Será posible, señor Park?

—Sí...Karina será la responsable total de este banquete.

El señor Choi asintió ante la afirmación.

La boda de su hijo era importante. Su prometido por otro lado, necesitaba ser más sensato con esto.

Ese joven mimado se estaba haciendo el difícil. Un obstáculo menor, Minhyuk le daría un buen matrimonio no lo dudaba. Ante todo, el señor Choi esperaba que su hijo sea feliz con su compromiso y ya lo era.

Ansiaba que el tiempo le haga ver al hijo de sus próximos socios que su boda no era el fin el mundo y sería algo agradable al final.

—¡Salud por la boda de Choi Minhyuk! —brindó Karina con una copa de champaña.

—¡Salud!

Todos brindaron. Soobin levantó la copa, pero no bebió el champagne pues no gustaba de ese tipo de bebidas.

Su teléfono se iluminó. La emoción saltó en su pecho al leer que se trataba de Jake, quizás (esperaba) con noticias sobre el lugar donde vivía Yeonjun.

—¿Jake?

«¡Hyung, tengo buenas noticias! Mi amigo me dijo que en una semana irá a visitar a uno de sus primos, y de paso, dejará un regalo de pre matrimonio para el prometido de este»

—Entiendo, ¿entonces...?

«¡Le dije que podías llevar tu ese regalo! Solamente diremos que eres parte de nuestro empleados, ¿eso suena bien, no? ¡Entonces te dejarán ingresar al barrio sin problemas! Y podrás ir hasta la casa de ese amigo tuyo sin pasar por un sospechoso. ¿Que tal, eh?»

—Wow, Jake, eso suena bien —dijo sin palabras. La verdad es que no sonaba como un mal plan— bien, ¿una semana, no?

«¡Sí! Así que no hagas planes para entonces. Además ya tendrás listo el banquete para cuando vayas, las fechas no coinciden y tendrás tiempo para terminar los preparativos. Maldición, soy un genio, hyung»

Soobin rió ante la mención de Jake acerca de lo grandioso que era su plan. Concordó.

—Sí, Jake. Muchas gracias, de verdad, no sé que decirte —sonrió con nostalgia. Tan feliz que el corazón podría salirse de su pecho de pensar que en unos días más vería nuevamente a Yeonjun— esto significa todo para mí.

«Ni lo digas, hyung. Gracias a ti por prestarnos tus conocimientos y servicios. ¡No me debes nada por si piensas darnos algo a cambio! ¿Somos amigos ahora, no?»

—Sí, gracias Jake. Mucho éxito en la universidad.

«¡Lo tendré, hyung! ¡Suerte también a ti con ese amigo tuyo!»

Jake colgó, Soobin no supo borrar su felicidad de sus mejillas.

Un paso más cerca. Estaba a nada de estar junto a Yeonjun otra vez.

Su curación.

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