15

—Sube, date un baño y ponte presentable. Los señores Lee estarán aquí para la cena...—YeonJun apretó los dedos, conteniendo su enojo cuando su madre lo recriminó con la mirada— comportate frente a tu prometido.

Sin otra cosa que agregar, su madre se fue con paso elegante hacia la sala principal. Al parecer, toda la cena estaba ya planeada cuando una de las sirvientas avisó que el banquete que iban a ofrecer, estaba listo.

—Yeon...

—No pienso decir que sí.

Beomgyu veía a su amigo buscar de forma molesta la ropa que su madre le exigió usar para esa noche. El mejor conjunto de su línea de ropa. Una fechoría que Yeonjun quería tirar a la basura.

—Ella no me dará mi libertad sino la busco por mi cuenta, he pasado toda mi vida tratando de darle gusto solamente para que me diga que soy un buen hijo...—su corazón se oprimió— que está orgullosa de mí. Todo lo que hice era para que ella me mire como alguien.

—Estoy seguro de que te ama, Yeonjun. Después de todo...es tu madre.

—Mi madre... mi madre...—balbuceó entre dientes mientras seguía buscando la ropa en su clóset— ¡Ella nunca fue una madre! Cuando me caí en ese maldito estanque congelado, ella jamás fue a verme ni una sola vez al hospital porque estaba demasiada ocupada con sus proyectos y pasarelas, tan ocupada que ni siquiera pudo ir a recibir a su único hijo cuando este salió del hospital ¿Por qué? ¡Porque se fue a un maldito crucero en otro estado!

—Yeonjun...

—¡Porque era más importante mantener ese show de modas en primera plana que su hijo quien casi muere en el maldito día de su cumpleaños!

—¡Yeonjun!

Las cosas que estaban en el tocador cayeron abruptamente, los perfumes y las fotos enmarcadas se destrozaron en el piso. Yeonjun cayó de rodillas junto con todos esos productos, sollozando, su pecho subiendo y bajando. Estaba demasiado alterado que accidentalmente se cortó uno de los dedos con un pedazo de vidrio. Las rosas que dejaron para él también cayeron y se camuflaron con el color de su sangre y sus lágrimas con el agua del florero que yace roto a su lado.

Igual que sus esperanzas, todo está hecho trizas.

—Todo lo que quise...—Beom se quedó quieto en su sitio, sin saber qué decir en ese momento— era ser amado por ella. Yo no pedía demasiado, ¿verdad? Acaso...—sus sollozos fueron reprimidos por una voz molesta y ahogada— ¡¿Acaso pedir el cariño de tu propia madre te convierte en un ser egoísta?!

Sus ojos ardieron. Sus párpados hinchados dolieron al parpadear una segunda vez.

—¿Porqué ella... porqué mi mamá no me quiere, Beomgyu?

El hombre a un lado apretó los puños. Impotente ante esa pregunta siniestra y al mismo tiempo destructiva para el rubio que lloraba desconsolado en el suelo.

La foto tirada hizo el llanto más doloroso de lo que era. Su madre. La mujer que lo concibió jamás lo ha amado como él piensa porque, ella no estuvo a su lado ni siquiera cuando se supone que debió estarlo. Porque en esa foto, ella no lo mira como una madre mira a un hijo.

Con amor.

Lo ve como ...un trofeo. Uno que ganó.

Yeonjun insistió en vivir una fantasía porque se obligó a sentir un cariño que nunca existió. Su nacimiento sus padres no lo planearon con aprecio, fue engendrado con el plan de dar un primogénito que siguiera los pasos de sus padres. Porque el deseo de todos los que admiran a sus padres era ver una combinación perfecta de ellos. Quisieron dar gusto a esas personas, Yeonjun nació para dar gusto a un millón de personas.

Alguien que cumpla con las expectativas.

Cuando él no logró llenar esa espacio, sus padres dejaron de apreciarlo. Los juguetes, la ropa, las escuelas y todas esas fiestas, eran obsequios vacíos que recibía de ellos con tal de que no fuera una molestia en sus vidas ocupadas. Mandarlo al extranjero a la edad de diez años no fue un capricho que viniera de él realmente, porque aunque bailar siempre fue algo que le gustó, su madre lo usó para mandarlo lejos, una excusa para así no tener un estorbo del que ocuparse.

Lo sabía. Sus padres no querían tenerlo cerca, solamente cuando personas externas hablaban maravillas de él, de sus logros para alguien tan joven y de un talento natural. Su madre sonreía complacida. Sonreía como ella lo hace cuando un evento suyo sale como quiere, cuando todo sale tal como desea. Yeonjun no es más que un muñeco de trapo para ella y lo sabe.

Sabe que lo usan para crecer como personas influyentes y no tuvo quejas porque, aunque fuera una mentira cuando decían amarlo, quiso creer que era verdad. Aún si sus mismos padres alimentaban su propia fantasía de una familia real.

Quiso creer que no eran palabras vacías.

Por eso se esforzó tanto para que un día no necesitara obtener un título de impacto en programas televisivos para que sus padres reconozcan su sudor. Su esfuerzo. Yeonjun muchas veces pensó que un día iban a tener suficiente de él aunque él mismo jamás iba a tener suficiente de ellos.

Un día sus padres lo verían como un hijo, su hijo, no el muchacho o niño estrella que aparece en cada portada de revista. Les lleva trofeos o les aumenta la fama.

Sino Yeonjun. A quien le gustaría recibir un abrazo sincero de sus padres por una vez. Una cena, una salida familiar.

Solamente una vez.

—Sólo una...

Una vez era suficiente para saciar su deseo de tener una familia real.

Con la foto en su mano, Yeonjun respiró hondo y aunque tembló, aunque quería retractarse y no ceder. La dejó ir.

Dejó caer al basurero sus esperanzas. Ya no quería tener que sufrir de esta forma, esperando por ese amor que nunca iba a llegar a tocar la puerta de su corazón. Él esperó años, esperó tanto tiempo. Esperó toda su vida. Dándose ánimos de que cambiarían por él. Por sus ruegos. Por sus súplicas.

Pero nada cambió.

El amor de sus padres jamás llegó y él sigue siendo un simple muñeco de trapo ante sus ojos. Su pequeño y querido muñeco de trapo irremplazable.

—No les daré el placer de hacer con mi vida lo que quieran, estoy cansado de hacerlo —Jun sorbió su nariz, sus ojos estaban rojos y lastimados por su llanto. Beomgyu escuchaba en silencio mientras le ponía una curita en el corte de su dedo— nunca más les dejaré dañarme ni usarme.

Beomgyu cerró el botiquín. Yeonjun se quedó callado, sus ojos parecían querer seguir llorando a gusto pero el dueño estaba tan cansado de hacerlo que una mirada adormilada se posaba en su rostro, maltratada y dañada.

Agotada de perseguir algo intocable sin parar.

Por primera vez, Beomgyu siente que su presencia en esa habitación es inútil porque no puede hacer nada más que ver el llanto sin voz de su mejor amigo y no saber qué hacer más que eso. Él quiere decirle tantas cosas pero su cabeza no puede ponerlas en orden.

Gyu dice lo primero que sale de su boca.

—Perdóname.

Yeonjun levanta la cabeza, mira a Beomgyu quien se mira arrepentido. Jugando con sus manos y el hilo de su pantalón.

—No has hecho nada malo.

Beomgyu niega. Toma valor y lo enfrenta con la mirada, Yeonjun ve en los ojos de su amigo el arrepentimiento formarse, derrumbando la apariencia sería y neutra que siempre llevaba consigo. Se sorprende por ello y Beomgyu continúa antes de que pueda intervenir.

—Cuando supe dónde estabas no quería que te quedaras más tiempo en Ansan, no por tu madre o sus amenazas —Beom frunció el ceño, las palabras se quedaron en la punta de su lengua, incapaces de salir— yo...

—Todavía te gusta, ¿no?

Los dedos se apretaron entre ellos. Beomgyu no tenía coraje para ver a Yeonjun, y asintió.

—Sí.

El rubio suavizó su mirada. Colocó un mechón del castaño cabello de Beomgyu tras su oreja, causando en su amigo la sorpresa. Yeonjun le sonrió con cariño que causó mudez en Beomgyu.

—Gracias...—susurró y Beomgyu parpadeó, frunciendo el ceño confundido cuando la sonrisa de Yeonjun apareció, pequeña y sincera a pesar de todo.

—¿Porqué me agradeces? Fuí un idiota, un mal amigo contigo...—suspiró— no quería dejar incomodidad entre nosotros cuando supe que te gustaba Soobin. Sé que mi oportunidad se ha ido, pero todavía deseo reparar el daño que le hice a la persona que amé como a nadie. Me gusta, sí, pero...ya no como antes.

Yeonjun abrazó a Beomgyu cuando lo miró llorar de forma inconsciente mientras le decía las cosas que seguramente se estuvo guardando durante mucho tiempo.

—Soobin fue ese amor que me dió enseñanzas. Él me dió esperanzas, como si fuera una especie de mariposa, me hizo sentir que podía ser yo mismo y eso estaba bien, y más allá de nuestras vidas distintas, él supo ver más en mí de lo que yo veía. Él fue...un refugio para mí.

—Un hogar.

Beomgyu sonrió con melancolía. Dando la razón a eso.

—Sí. Casi como un hogar. Sin embargo...—en el bolsillo de su pantalón sintió el aro de oro, guardado— empiezo a entender qué implica esa palabra y, definitivamente, no era para mí.

—¿No?

Negó. —Un hogar es... esperar a esa persona a altas horas de la noche con las luces encendidas, con dos platos sin mover en el comedor. Es aprenderse su tipo de shampoo favorito, qué lado de la cama le gusta, ver sus defectos y...—un nudo se formó en su garganta cuando recordó el día de su boda— decidir quedarte. Eso...para mí, significa hogar.

Eso es algo que Beomgyu aprendió no exactamente debido a Soobin, sino, a lado de quién fue su esposo. A lado de Jeongin.

—He cometido muchos errores, Yeonjun. Por eso, quisiera repararlos uno a uno.

—Eso está bien —tomó su mano, Beomgyu sintió que no era posible sonreír de ese modo como Yeonjun lo hacía en una situación así— Soobin no es el único que merece disculpas, su familia también. Ellos fueron tu pilar, merecen también que reconozcas lo que hicieron por ti en su momento.

—Lo sé.

Beomgyu miró a Yeonjun, su mirada seria y decidida. El rubio sintió las manos de su amigo sostener las suyas.

—Soobin fue mi primer amor —Jun asintió.

—Lo sé.

«Igual el mío»

—Pero, no el último.

Yeonjun miró a Beomgyu sacar el anillo de su pantalón, sabe bien a qué se refiere con eso.

—Esto sonará insensible de mi parte pero, tardaste demasiado para darte cuenta.

—Lo sé, suelo meter la pata y me doy cuenta de las cosas muy tarde pero...quiero creer que no es el final.

—Aquí estaré por si me necesitas.

—Y lo aprecio. Quiero dejar las cosas en buenos términos con Soobin y su familia. Tienes razón, les debo un millón de disculpas y yo sé que el daño que les causé por mi cobardía no lo podré recompensar con nada que tenga a mi alcance, pero quisiera al menos... que me puedan perdonar.

—Sé que Soobin lo hará. Yo sé que lo hará porque...—su sonrisa se amplió— él tiene un gran corazón.

Beomgyu se limpió algunas lágrimas que salieron de sus ojos cuando Yeonjun lo abrazó tiernamente. Él en verdad, no merecía la calidez de a quien llama mejor amigo. Solamente por esta vez quería ser egoísta y tomar este calor que Yeonjun le ofrecía con honestidad. 

Ahora entiende las palabras que Soobin le dijo ese día. Cuando se dijeron todo lo que debían decirse, gritaron todo lo que querían gritarse y cuando las mareas salvajes se calmaron para ellos, Soobin se lo dijo mientras levantaba las tazas y las ponía en el fregadero.

—La única certeza que tengo, es que no me importa lo complejo que pueda ser. No hay forma de que quiera renunciar a su inigualable aroma a hogar.

Una sonrisa estiró las comisuras de Beomgyu. Podía tener la confianza de que Yeonjun iba a estar bien.

Podía confiar el corazón indefenso de su mejor amigo a la última persona que creyó. Pero está bien. Soobin merece sentir el amor que él da sin condiciones y Yeonjun merece sentir ese amor que no cree merecer. Ambos merecen ser amados.

—Gracias, Yeonjun. Por ser mi amigo y lamento no haberte dicho antes esto. 

—No te preocupes por eso, sólo me dolió que me lo ocultes, sin embargo, fuí exigente y lo siento mucho también Beomgyu, estaba en tu derecho decirme o no.

Beomgyu sonrió y lo volvió a abrazar. Yeonjun también le correspondió.

—A propósito. Le dije que venga a verme. ¿Crees...que venga?

—Deja tu ventana abierta —murmuró bajo cuando una sirvienta entró a recoger el cesto de ropa sucia aunque no fuera más que sábanas sin usar— y procura cerrar tu habitación. Quién sabe, quizás y lo haga.

—Estoy...ansioso. Quiero verlo de nuevo.

Yeonjun siente su pulso subir, sus mejillas se enrojecen cuando Beomgyu ríe con ternura.

—Él vendrá. Así que...—con una sonrisa se levantó de la cama donde ambos tomaron asiento— hay que procurar que ese compromiso se disuelva.

Los ojos de Yeonjun brillaron emocionados. Sus mejillas se tornaron rosadas, lleno de energía y alegría.

—Antes de que te vayas, sé que lo hice yo en mi ataque pero, ¿me ayudas a limpiar?

—Claro que lo haré, tonto. Si te cortas otra vez, ¿qué le diré a Soobin si viene de detective porque su lindo Yeonjun tiene los dedos lastimados?

—¡No lo digas tan alto, tonto! Se supone que es un secreto.

—Ya, ya. Perdón. Bien, entonces, limpiemos este desastre.



Beomgyu sonrió al ver de mejor ánimo a su amigo. Salió de la habitación y entonces, sin saber exactamente la razón. Algunas lágrimas salieron. El alivio dió camino en su pecho, se sentía tan bien, calmado. En paz.

Como si el peso de unas cadenas al fin lo dejaron.

—¿Beomgyu?

En frente estaba Jeongin. Quién al verlo así, dejó su ceño fruncido, caminó hasta él. Beomgyu iba a decir algo pero Jeongin lo sujetó de la muñeca. Llevándolo a una esquina donde después de comprobar que estaban lejos, lo abrazó con fuerza.

—Jeongin, yo..

—No hables —retiró las lágrimas de sus ojos— está bien. Estoy aquí.

Beomgyu sonrió y escondió su rostro en el cuello del otro. De alguna forma, el aroma de Jeongin siempre lo reconfortó pero nunca lo dijo porque no se sentía lo suficientemente merecedor de decirle algo. No cuando Jeongin le daba todo aún sabiendo este secreto que habitaba en su corazón.

—Cancele...el divorcio.

—¿Lo hiciste?

Jeongin se cruzó de brazos, ciertamente molesto aunque para el castaño que ya lo conocía como la palma de su mano, sabía que esa mueca era de timidez, y Beomgyu lo sabía cuando el ceño fruncido desapareció y después se suavizó esa mirada.

—Eres un idiota, el más grande idiota que haya podido conocer, eres terco, frío y gran parte del tiempo te dejas consumir por el trabajo, siempre llegas tarde a casa, te saltas las comidas, olvidas poner la alarma y sueles confundir el frasco de sal con la azúcar, debo repetirte que la alacena de la derecha es para las tazas y la izquierda para las ollas, te distraes fácilmente, odias el tomate aunque yo lo amo, sé que mi comida es un asco pero aún así lo comes, eres un mentiroso, un tonto, un inmaduro algunas veces y te cuesta abrirte a los demás pero...—sus ojos se llenaron de lágrimas y Beomgyu acunó su rostro con cariño. Jeongin sollozó— con todo eso, aún con todo eso detrás, te seguiré amando.

—Jeongin...

—Si, si —restó importancia con la mano. Beomgyu lo miró con dulzura al verlo hacerse el fuerte— Sé que tu corazón le pertenece a otro y lo acepto, solamente decidí que no debería tirar estos años contigo a la basura y-

Beomgyu capturó los labios de Jeongin en los suyos. Jeongin sintió el corazón irle muy rápido cuando Beomgyu lo besó de tal manera.

—T-Tú, ¿qué rayos te paso? ¿Estás tomado? ¿No me digas...te intercambiaron en Ansan? ¿Dónde está mi esposo frío y callado? —apretó su cachetes, enojado por si se pasó de copas pero Beomgyu rió y rodeó la cintura de Jeongin con sus brazos— Choi Beomgyu, te prometo que si volviste a tomar como un maldito repulsivo te voy a-

—Te amo.

Jeongin se calló. Sus ojos buscaron indicio de que Beomgyu estaba borracho porque no hay forma de que él le diga eso y haga esto sino estuviera...

—¿Cómo?

—Te amo, Jeongin —besó sus nudillos. Jeongin sintió lágrimas opacar su vista, Beomgyu juntó sus frentes sin dejar de abrazarlo por la cintura— perdóname por haber tardado tanto en darme cuenta.

—Que va...s-solo fueron diez años. N-No es nada.

Sollozos se escucharon en su pecho. Beomgyu besó la cabeza de Jeongin y este tembló en sus brazos.

—Yo...no te merezco, Jeongin. 

—Si dices otra palabra más, te daré un puñetazo. ¿Entiendes? ¡Solamente abrázame, esposo idiota! —se aferró más a él. Su voz amortiguada por el pecho de Beomgyu.

Jeongin tomó la nuca de Beomgyu y volvió a besarlo. Esta vez más lento y calmado.

El beso que esperó tener hace años.

—¿Ahora... serás mío, por completo?

Beomgyu besó su frente. Jeongin enterró sus dedos en los brazos de Beomgyu, sus mejillas calientes y sus ojos con vista borrosa. Esperando. Siempre esperando por el hombre que juntó sus frentes.

—Puedo decir que no te merezco ni en un millón de vidas, pero todavía así has decidido darme otra oportunidad. ¿Tanto...es tu amor por este hombre indigno de ti?

—Es verdad, no me mereces. Es bueno que lo reconozcas —esas palabras a pesar de ser crueles eran verdaderas y Beomgyu lo sabe. Jeongin lo abrazó, suspiró entre lágrimas— pero, soy un idiota también. Sino te amara...no hubiese esperando tanto tiempo por ti. Es ridículo, lo sé. Pero... supongo que el corazón quiere lo que quiere. Y el mío siempre te querrá a ti, Choi idiota Beomgyu.

Beomgyu siente lágrimas en sus ojos. Sus brazos se envuelven más en Jeongin.

—Gracias...—su voz tiembla— gracias, Jeongin.

Jeongin ríe, entre lágrimas, besa a su sensible esposo y ambos lloran en los brazos del otro en un rincón de esta enorme casa.

—Llevas mirando esa nota desde que se fueron. ¿Qué escondes, eh?

Soobin tiene entre sus dedos ese trozo de nota. Debe armar un plan para que las cosas vayan bien. Kai suspira, tira la toalla ante la distracción de su amigo y cuando decide que es hora de dejarlo un rato, Soobin habla.

—Iré a Seúl.

Kai parpadea. Soobin se levanta del columpio, pasando a su lado con una mirada tan decidida que Kai traga su broma devuelta.

Él habla enserio.

—¿Tan de repente...? No me digas que irás...

La sonrisa de medio lado de Soobin, sus ojos anhelantes y su voz segura le afirman lo que Kai piensa.

—Él me espera. ¿Crees que lo dejaré esperando? —Soobin niega— claro que no.

—¡E-Espera! ¿Al menos te ha dado su dirección? —preguntó cuando lo vió avanzar. Soobin mostró la nota mientras seguía caminando y Kai entendió porque miraba tanto esa nota— ah, claro. Debí suponer que el ángel te lo dió por como no dejabas de leerla.

—Me vas a cubrir.

—¿Perdón? Mi hermoso Soo, sé que soy un encanto y que tu familia me ama, más que a ti me atrevería a decir —el alto alzó una ceja— también sé que mis tácticas de distracción son increíbles, pero, ¡¿Cómo voy a cubrirte durante tanto tiempo?! Arin me pondrá un tarta de huevo enfrente para sacarme la verdad y yo soy un hombre débil, hermano.

—¿Me vas a traicionar por una tarta de huevo?

—Hay prioridades. Lo siento.

Soobin le dió un golpe a Kai y este rió sonoro.

—Mierda, sabes que no te voy a traicionar de esa forma aún si me ponen tartas de huevo enfrente. Además...—sonrió triste— Yeonjun debe tener sus esperanzas en que irás. No puedo fallarle al ángel.

Kai suspiró y miró a Soobin con seriedad. El más alto se centró en escuchar lo que su amigo le iba a decir, sabiendo de antemano lo que su rostro neutra representaba.

—Será difícil, Soobin.

—Lo sé.

—Probablemente el camino sea arriesgado.

—Soy consiente.

—Sus padres pueden odiarte, pueden hacer sufrir a Yeonjun de lo que él decida.

—Estaré a su lado en todo momento.

Kai miró a Soobin con ternura. Palmeó su hombro.

—¿No vas a rendirte, verdad?

—Sabes que no.

—Entonces, ¡Ve por tu amor, Romeo! —dramatizó Kai, con voz llorosa ante la desición de su amigo.

Soobin rodó los ojos pero sonrió. Agradecido con Kai de que lo apoye en esto, había muchas posibilidades y tenía esperanza en que una de ellas, fuera buena para este amor que sabe, vale la pena luchar por ello.

—Les diré que fuiste a conseguir algunas cosas y que te tardarás. Al menos, no preguntaran si les digo que es para tu futuro restaurante.

Soobin asintió.

—¿Podrás mantenerlo en discreción al menos por un día?

—¿Quién crees que soy? ¡Claro que sí! Hasta la pregunta ofende.

Soobin sonrió. El tren bala hizo presencia, con ello el aviso de la próxima parada. Cuando supo que era su pase hacia Seúl, la capital de Corea. Respiró hondo.

Con su tarjeta, una que no había usado en mucho tiempo, pagó su pasaje y una vez entró. Miró a Kai quien le alzó ambos pulgares a lo lejos. Soobin sintió que estaría bien, esto era lo correcto.

Vale la pena luchar, las posibilidades.

—Vale la pena pelear por ti, Jun —murmuró una vez el tren comenzó a moverse.

En unas horas estaría allí. Soobin miró la hora. Calculando el tiempo, probablemente estaría a la media noche y dado que Kai es un buen amigo, el mejor, le dió la llave de un apartamento que antes usaba.

Dijo que lo ocupaba un amigo suyo pero le aviso que iría a pasar la noche allí en caso de que este primer intento fracase. Soobin le debía inmensamente a Kai muchas cosas.

Primeras fase; ir a Seúl. En camino.

—Después, lo difícil...

Segunda fase; entrar en casa de Yeonjun.

Podía hacerlo. Quizás no a la primera pero lo haría, Soobin no va tirar la toalla tan fácil.

No sin intentarlo unas mil veces antes.

Después de tanto tiempo, aquí está la actualización tan esperada. Gracias por la paciencia y su apoyo a la historia.

Los amamos <3.

PD. El Comeback de TXT está a un día, Dios mío, nos tiembla todo. Se viene, chicos, se viene con todo. ¡Dúo de Soobin y Yeonjun! Deja Vu, te amo y aún no sales.

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