12
Soobin no estaba nada bien.
Cualquier otro día quizás no le habría importado, en realidad, no debería de estarle importando pero lo hace. Maldita sea lo hace. Eso no dejaba de ponerlo inquieto.
Conocía a personas con diversos apellidos, no es como si en Corea los apellidos fueran tan diversos en primer lugar. Sin embargo, eso no debería significar que tenía que ser precisamente esa persona.
Esta persona en particular.
Era domingo por la mañana, muchas personas no abrían seguido las tiendas o sólo unas horas porque era un día libre que se usaba normalmente para no hacer nada. Soobin tenía todo un día planeado para dejar en claro, o más bien, aclarar lo que estaba sucediendo entre el rubio y él, si es que había posibilidades de encontrar un camino para un «ellos». Se quedó a medias, con él en blanco debido a un -inesperado- toque en su puerta.
Había un oficial de policía delante suyo, este hombre le hizo unas preguntas mientras anotaba sus respuestas en una tabla que tenía en las manos, pero eso no fue lo que hizo a Soobin querer respuestas.
Fue ver como otro hombre se ponía a lado del oficial y le daba una sonrisa amable a este para posteriormente mirarlo a él. Soobin de inmediato reconoció a ese par de ojos que hace ya tanto tiempo no veía pero sí que recordaba, quizás para siempre, no lo sabe. Su corazón se contrajo al oírlo hablar.
—Buenos días, lamento mucho esta invasión a su propiedad pero...—hubo silencio, el oficial era ajeno a la tensión entre ambos chicos pues el más bajo no dejó que eso fuera visible con una cortés actitud al otro hombre que se sostenía con esfuerzo en la puerta. Como si nunca antes se conocieran, Beomgyu habló con eficiencia—, tengo un presentimiento de que la persona que busco está con usted.
Soobin contuvo la respiración.
—¿Podría pasar a verificar? —Beom no se movió, en silencio, él también empezó a contar sus latidos que subían cada vez más rápido.
—Señor. ¿Nos permite entrar?
La voz del oficial fue casi un murmullo insignificante para Soobin que no podía explicarse nada. Juraba que él no estaba manejando su propio cuerpo. Su cerebro se había apagado, todo esto no se sentía real.
Frunció el ceño al caer ante la petición. Sonaba como una investigación de crimen, no es como si fuera un tipo de secuestrador, pero esa pregunta era más una confirmación que una duda.
—¿Señor?
Beomgyu quiso acercarse, él quiso al menos quitar algo de incomodidad en el ambiente, también «como excusa para ver un poco dentro» más unos cabellos rubios se asomaron y por ende, él bajó su mano, hecha puño como si de repente se hubiese quemado. Guardó silencio.
Ambos lo hicieron. Ninguno dijo nada.
Entonces Yeonjun bajaba las escaleras, con una gran sonrisa en su rostro mientras tarareaba. Beomgyu lo vió venir con lo que parecía ser una bata la cual tenía forma de camisón que más bien no era uno, sino una camisa tallas grandes. Una que sabía a quién pertenecía perfectamente porque sabía que esa camisa de Iron Man era la favorita de Soobin.
La que una vez hizo juego con la que tenía guardada en el fondo de su clóset y que decidió nunca más ponerse otra vez.
Beomgyu sonrió cuando Yeonjun lo vió desde su sitio con ojos llorosos, brillantes y emocionados una vez que lo reconoció entre la puerta. Sin pensarlo corrió a él, aunque su cuerpo estaba rígido por esta situación de la que su amigo era ajeno, correspondió a su cálido abrazo. Su zona confortante. Yeonjun estaba de nuevo con él.
—¡Dios mío, Gyu! ¿Cómo es que estás aquí? ¡Estoy tan feliz de verte! —casi dijo gritando con todo tipo de emociones. Beomgyu siguió siendo indiferente a esa mirada que lentamente se volvía intensa a su persona.
Escondido en su pecho, Yeonjun gimió de alivio luego de sentir el calor de los brazos de Beomgyu. Su amigo, al que tanto echaba de menos, le dejó palmadas en la espalda, extrañamente sintió la respiración de Beomgyu contenida con su cuerpo semi tembloroso. Seguramente estaba tan emocionado como él de volver a reencontrarse.
—Te extrañé.
Beomgyu suspiró, correspondiendo.
—También lo hice, Jun. Me hiciste falta.
Con un par de segundos más compartidos. Beomgyu limpió las mejillas de Yeonjun, lo tomó de los hombros y dejó un beso corto sobre su frente. La mirada ajena de Soobin se clavó en su nuca cuando dejó la frente de Yeonjun y se dirigió al oficial quien tenía una sonrisa en el rostro por tal conmovedor encuentro.
—Me encargaré a partir de aquí, oficial Kim.
—Es un placer ayudarlo, abogado Beomgyu. Es un hombre honorable.
Beomgyu mantuvo una sonrisa corta. Le ofreció la mano al oficial Kim quien le correspondió el apretón.
—Es significativo que considere mi trabajo como algo de honor. Gracias por todo. Si se requiere algo, me comunico con usted.
—Claro. Que tengan un agradable día los tres —con una reverencia se despidió.
Dos chicos siguieron despidiendo al oficial y uno se mantenía aún en silencio, sus nudillos quedaron en blanco contra la madera de la puerta.
Esto no estaba pasando.
Yeonjun estaba tan feliz que enseguida jadeó cuando se dió cuenta de la falta de respeto que estaba cometiendo. Rápidamente se giró a Soobin, tomando su brazo con emoción, el hombre que miró esos ojos brillar hacia su persona, sintió apretado su estómago.
—Binnie.
«¿Binnie?» quiso decir en voz alta Beomgyu por tal apodo íntimo. Aunque si recordaba esa noche, ya tenía una explicación asegurada.
La sensación de incomodidad lo invadió.
—Este es Choi Beomgyu. Te hablé de él, ¿recuerdas?
—La persona más bondadosa —repitió Soobin, casi con ironía, viendo fijamente a Beomgyu quien carraspeo ante ello— entonces este es tu mejor amigo.
Yeonjun asintió, feliz de que Soobin recuerde sus palabras aunque las haya dicho atropelladas en el momento.
—Beomgyu, este es Soobin. Es quien me ha estado ayudando junto a su familia desde que llegué aquí.
Beom sin importar que su cabeza fuera una marea salvaje, le tendió la mano a Soobin. Este se mantuvo serio por unos segundos, ambos estaban teniendo una conversación muda y a la vez ninguna con sus miradas, después simplemente decidió seguir.
—Gusto en conocerte, Beomgyu.
—Digo lo mismo, Soobin.
Fue tan rápido la forma en que sus manos se alejaron, para Beomgyu el tacto seguía siendo igual que siempre, las manos de Soobin no habían estado más frías hasta ese momento.
—Eh, ¿Podemos...?
Jun estaba avergonzado pero Soobin asintió, sin mirar, dándose la vuelta hacia la cocina.
—¿Tu amigo le gusta algo en particular? —seco, Yeonjun sintió tanta sequedad en la voz de Soobin quien se movía sin mirarlo— ¿Vino, tal vez un té de manzanilla? ¿Café con leche?
—Hum, creo que estaremos bien con-
—Tal vez un café con natilla estará bien si propones muchas opciones —Beom habló, su voz estaba rígida y con falta de tono, casi ronca, aún si sonrisa estaba presente. Soobin tensó la mandíbula y asintió como un robot, retirándose a buscar lo dicho— tu amigo es muy cordial, Yeonjun.
Yeonjun observó a Soobin buscar casi como una máquina con órdenes lo que Beomgyu quería. Estaba teniendo una mirada muy extraña en los ojos, casi no podía reconocerlo y sin evitarlo un pinchazo de preocupación pegó a su pecho.
Los ojos de Soobin se veían húmedos.
Probablemente Yeonjun solamente estaba imaginándose cosas. Beomgyu siguió mirando alrededor, con sus brazos contra su pecho en una postura firme. Pero por dentro, estaba gritando.
Cerró los ojos. Esto no era a lo que venía.
—Yeonjun.
—Sé porqué estás aquí —el rubio no podía mirar a su amigo, con suavidad habló— ella seguramente está furiosa conmigo. Lo entiendo, pero no pienso volver a Seúl.
—¿Qué? Yeonjun —tomó su mano— cariño, escucha. Sé que no es como quisieras pero confía en mí cuando te digo que puedo ayudarte con el divorcio si no funciona. Sólo te pido que vuelvas —Jun miró a los ojos de Beomgyu— porfavor.
—Beom, sé que no quieres que ella me haga algo. Lo sé y aprecio tanto que te preocupes por mi pero no quiero estar con alguien por conveniencia.
—Espera, hace unos días conocí a tu prometido —engatuso ambas manos entre las suyas— te prometo que es buen hombre, Jun. Yo mismo lo ví en persona, lo interrogue como no lo imaginas, necesitaba asegurarme de que estarías bien con él y puedes estar seguro de que quiere ir enserio contigo. Le gustas a Minhyuk.
Yeonjun negó con la cabeza. Beomgyu suspiró mientras sus manos se soltaban.
—Le gusta mi cara, no yo. Él no está enamorado de mi ¿Cómo podría si no me conoce?
—Es serio con el tema respecto al matrimonio. Él quiere conocerte, Yeonjun —su voz no vaciló— Minhyuk podría ser el hombre adecuado para ti. Podría darlo todo por ti si le dieras la oportunidad de demostrarlo.
—Si de verdad es así como dices, ¿por qué no vino él a buscarme?
—Bueno, eso es porque no sabe que estás desaparecido. Tu madre le dijo que estabas en el extranjero y cuando volvieras, él podría conocerte —Jun miró a otro lado. Las excusas de su madre eran increíbles— ha esperado por ti durante estas ocho semanas. ¿No crees que... podrías intentarlo?
—No quiero jugar a estar en una relación, Beomgyu. No podría...—la sensación de melancolía tensó sus labios— sé cómo se siente cuando alguien te ilusiona y después se va.
Beomgyu no dijo nada. Yeonjun siguió, no quería volver a vivir el deja vu otra vez.
—No quiero que Minhyuk se ilusione. No podría cargar con el dolor que le deje a su corazón cuando le pida el divorcio. No puedo hacerlo —Jun lo miró con sinceridad— de verdad que no puedo.
No quería ser la razón de un corazón roto.
—Tu madre tiene la intención de quitarte todo —confesó— Tu apellido, tu derecho al testamento, todo. Porfavor Yeonjun. No puedes dejar que ella te haga eso, no es justo para ti.
—Ella no será justa conmigo nunca. Si me caso, seguirá siendo todo igual —Beom vió la sonrisa triste en Yeonjun pintarse una vez más— quiero vivir mi vida, Gyu. No me importa lo que ella me quite, solamente...
Detrás de la pared, Soobin se detuvo de mover cucharas, tazas y vertir agua caliente cuando Yeonjun exclamó.
—Solamente quiero estar con una persona.
Estaba diciendo esto en la casa del hombre que le hace sentir un millón de cosas, cada fibra de su cuerpo se siente aniquilada de una forma, el corazón va a salir de su pecho. Yeonjun baja la mirada tímidamente ante la de Beomgyu quien necesita un minuto para ver lo que está enfrente.
Apretando sus labios, Beomgyu se removió un poco en la silla, un tipo de amargo brotó de su boca y también hubo un breve tirón en su pecho.
—¿Qué significa eso? —«tonto» era una estupidez preguntar porque era claro lo que eso significaba. Beomgyu quería oír que estaba equivocado pero las expresiones de Yeonjun, el anhelo y el brillo de sus ojos, eran pruebas físicas de que no lo estaba.
—Es que yo...—su voz se agudizó al sentirse así de expuesto, su cara brillaba de rojo, el corazón le retumbó muy fuerte—, creo que tal vez me estoy enamorando.
—¿De quién? —era grosero de su parte ser así de intrusivo pero Beomgyu no quería escuchar esas palabras de la boca de su amigo, sabía lo que obtendría, y aún así insistió— dímelo.
Yeonjun ladeó la cabeza, viendo la espalda al fondo del azabache. Beomgyu enterró los dedos en el pantalón cuando Jun le susurró con timidez «Soobin me gusta» eso sonó como eco en sus oídos.
Beomgyu apretó los puños bajo la mesa, sus labios temblaron, su sonrisa decayó lento y cuando menos lo pensó algo se sintió caer en el fondo de su estómago cuando Yeonjun lo miró de ese modo. Sus ojos jamás mentían. Él de verdad lo quería.
Beomgyu se sintió marearse. Disimuladamente observó que Soobin estaba muy ocupado en las bebidas, así que prosiguió esa conversación con voz cautelosa.
—Es imposible eso, Jun. Ustedes viven en mundos completamente opuestos —su voz estaba quebrada y eso a Yeonjun lo confundió. Beomgyu quien tenía los ojos serios, estaban opacos y se humedecieron cuando pronunció— estás confundido. Él te ayudó cuando más necesitabas de alguien. Solamente te sientes en deuda.
—¿Crees que estoy mintiendo respecto a lo que siento? Sé que él y yo no congeniamos a simple vista, pero eso no me detuvo para amar cada cosa.
—No creo que sea una buena idea. ¿Cómo sabes que esto es una buena opción?
—Él no es ninguna opción, yo lo amo.
—¿Acaso él va a elegirte cuando llegue el momento?
Yeonjun parpadeó, eso no le llegó a la cabeza, pero si lo ponía de ese modo... los ojos marrones se enfrentaron a los suyos.
Gyu respiró hondo, necesitaba calmarse. Esto era un asunto serio.
—Dime Yeonjun, ¿es mutuo? ¿te ha dicho que le gustas?
—No exactamente pero... —Beom negó con la cabeza.
—¿Ha hablado contigo del tema en términos serios? —Jun de repente sintió frío cuando Beomgyu murmuró— ¿Qué eres para él?
—Yo soy...—recordó entonces esa pregunta que nunca tuvo respuesta en la mañana. «¿Me quieres?» esperó mucho pero Soobin no respondió.
Supone que eran amigos, aún así...ellos se besaron apasionadamente muchas veces. No era algo típico en mejores amigos mirarse con pasión y deseo, menos con cariño que podría significar algo más profundo. Estuvieron a punto de llegar a segunda base esa mañana pero fue Soobin quien detuvo todo. Se alejó de él.
Yeonjun sonrió, aún si había tristeza en esa risa.
—Esta bien, de verdad que no me importa si no me quiere como yo lo hago —mordió sus labios— igual lo voy a amar.
—¿Aún si no te corresponde?
Yeonjun no pudo hablar pero asintió con mucha fuerza de voluntad debido a que imaginarse tal escenario, dolía. Le dolía si recordaba todos los momentos que tuvo con Soobin y que se volverían únicamente recuerdos.
Porque Soobin no se sentía igual que él.
—Yeonjun, volvamos a casa —habló suavemente yendo a cubrirlo con sus brazos. El rubio estaba resintiendo a la incertidumbre, Beomgyu lo abrazó y le dijo en un tono bajo y monótono— no pertenecemos aquí.
—Pero yo...
—Mirame Yeonjun —sus ojos se encontraron, ambos estaban llorosos— sé lo que te digo, es mejor irnos de aquí. No tenemos lugar en este pueblo. Nuestra casa nos espera, pero no es aquí.
—Prometí que no me iría.
Beomgyu cerró los ojos con pesadez. Abrazó a Yeonjun fuerte y necesitado.
—A veces...—su garganta se sintió seca— las promesas deben romperse.
Yeonjun no entendía porque Beomgyu estaba conmocionado, su cuerpo temblaba y todo lo que pudo hacer fue abrazar a su amigo. Pedía al cielo saber cómo se sentía Soobin con él. Él corazón de Yeonjun estaba revuelto, no entendía si quería llorar o reírse de esto.
No sabía si era amado devuelta.
—Minhyuk te espera —Beom susurró— tal vez...debas conocerlo.
Jun no dijo nada. ¿Qué podía decir?
Cuando iba a decir algo, la silueta de Soobin apareció de regreso con una bandeja en manos y tres tazas encima. Dos iguales y una diferente, las puso sobre la mesa mientras evitaba mirar al par que se soltó de aquel abrazo. Beomgyu acomodó sus ropas mientras Yeonjun miraba el mantel, sumergido en su mente como para notar los nervios en su mejor amigo.
—Gracias, aunque creo que el café con leche no era necesario.
—Es para Yeonjun y para mí.
Soobin le acercó la taza de porcelana a Beomgyu. Ambos intercambiaron miradas y aunque a Soobin le costaba mucho respirar, quiso sentir indiferencia para poder sobrellevar este reencuentro.
—Entiendo. Perdón si te moleste.
—Ya no importa —Soobin se sentó y tomó el líquido en silencio, Beomgyu también lo hizo copiando su acción. Uno frente al otro.
Yeonjun quedó en medio. No sabe si era su imaginación o no, pero ellos dos parecían llevarse bien aparentemente. Esa mirada que Soobin le daba a Beomgyu y viceversa, no eran de personas que apenas se conocían.
Quiso evitar su pregunta pero la lengua se le soltó.
—¿Ya se conocen de antes?
Yeonjun sentía que algo iba a pasar, sentía que no debía estar allí. Que no debió preguntar nada. Porque no le importaba en ese momento pero, cuando Soobin habló, todo fue bastante claro.
Las palabras de Beomgyu cobraron sentido.
—Bueno...—Soobin no tenía agallas de mirar al rubio, por lo tanto mantuvo sus ojos en Beomgyu quien tenía una expresión de que se calle pero lo ignoró— estás viendo a mi ex prometido.
El silencio fue matador y hostigante. Nada a excepción de sus latidos se escuchaban en esa cocina, la respiración de Yeonjun se quedó pausada.
Beomgyu enfrentó la mirada de Soobin.
—¿Acaso no tienes decencia humana? —la última gota rebosó el vaso, desde que tocó la puerta la tensión cortaba, Beomgyu dejó la taza en la mesa haciendo que se derrame un poco del té sobre el mantel— ¿Qué es lo que intentas hacer?
Soobin asentó también su taza, sus ojos jamás dejaron los de Beomgyu. Ambos tenían tantas cosas que decirse.
—¿Decencia humana? —rió sarcásticamente, el dolor fue tan palpable para Yeonjun. Soobin tensó la mandíbula—, me estás jodiendo. ¿Cómo me dices eso a mí cuando tú hiciste algo peor?
«¿Peor? ¿De qué habla?» Jun quería entender pero su corazón era el que más necesitaba una respuesta a este globo tan denso de tensión entre sus dos personas más queridas.
Beomgyu empezó a impacientarse.
—Eso no fue así.
—¿Quién dijo que me amaba más que a nada o nadie? —pegó la mesa con sus palmas. Yeonjun se asustó y Beomgyu frunció el ceño igual que Soobin— ¡dime quién fue el que me dejó en el maldito altar esperando por dos horas! ¡Dos putas horas!
—¡Fui yo! —los ojos de Beomgyu se humedecieron más y más. Igual que los de Yeonjun quien lentamente entendía— pero lo hice para protegerte, porque jamás creíste en mí lo suficiente, Soobin.
—No, no te confundas. Yo creía en ti, Beomgyu. Confiaba plenamente en ti porque te amaba, te dí tanto como querías y jamás cuestione la forma en que me querías, y aún así, te fuiste —Soobin tenía los ojos rojos por el llanto que sentía, la voz se agudizó por el dolor que empezaba a perforar— de verdad te amaba, maldición...—las gotas saladas bajaron sin remedio— yo te amaba. ¿Por qué tuviste que dejarme de esa forma?
Beomgyu sollozó.
—Soobin...yo-
—¡Puaj, que frío hace allá afuera!
El chillido de otro hombre interrumpió a Beomgyu, los dos chicos parados miraron al recién ingresado. Kai se mantuvo con una sonrisa incluso si reconoció al dueño del corazón roto de su mejor amigo.
Kai tuvo que respirar internamente hondo, le dedicó a Soobin una mirada de dos segundos antes de voltear y mirar a Yeonjun quien resistía a llorar.
—Aquí estás, hyung —Jun miró a Kai, quiso hablarle con amabilidad, darle la bienvenida, pero su voz estaba atorada en su garganta— justo te estaba buscando. ¿Me ayudas con una cosa?
Jun sabía que era mejor irse por un momento. Su mente no podía con tanta información, además, caminar le haría bien. No quería que lo vieran llorar de ese modo aunque su rostro lo delate desde un principio.
Asintió con una sonrisa, y cuando una lágrima resbaló sin él quererlo. Kai la atrapó con su pulgar.
Algo se inquieto en Soobin cuando Kai guió a Yeonjun hasta la puerta sin decir algo o mirarlos a ellos. Su cuerpo se movió para seguirlos pero al final, decidió dejarlos ir.
Necesitaba un cierre. Uno definitivo.
—¿A dónde vamos, Kaissi?
Kai miró a su lado al rubio. Ambos caminaban sin rumbo por el momento, él se rascó la nuca con una risa avergonzada.
—Lo siento, dulzura. No esperaba nada como eso cuando llegué, simplemente iba a prestarle a Soobin una sábana porque la mía llegó a su fin y como hace frío —Jun sonrió ante la anécdota— perdón, iremos a dónde quieras.
—Gracias por sacarme de allí. No habría podido hacerlo yo mismo sin dar una imagen patética.
—No sé qué tanto dijeron esos dos pero por lo que veo —los ojos de Jun seguían llorando— fue suficiente.
—¿Lo sabes, no? Todos ustedes...saben de esto.
—Sí...lo sabemos. Beomgyu fue quien dejó a Soobin cuando estuvieron a punto de casarse —dijo con calma ya que esto era difícil de digerir para el rubio podía ver— no entiendo cómo diablos se atreve a venir después de haberlo abandonado, más cuando-
—Él vino a buscarme. Es mi mejor amigo.
—¿Qué? ¿Beomgyu es tu...?
Kai se quedó parado con ojos impactados, Yeonjun caminó hasta los columpios y miró uno por varios segundos antes de sentarse sin importarle que seguramente estaba helado el plástico.
—Es imposible que sea tu mejor amigo.
Él lo acompañó después sentándose en el otro. Kai miró a Yeonjun, este tenía cerrado los ojos, sus lágrimas ahora estaban petrificadas en sus mejillas debido al viento invernal y la punta de su nariz estaba rojiza. Parecía buscar calma en el aire. A Kai le dolía verlo sonreír cuando todo lo que Yeonjun sentía era lo contrario.
—Beom siempre ha estado conmigo desde que teníamos ocho años... él es como mi hermano. Es mi familia.
Kai apretó las tiras de metal que sostenían al columpio cuando varias gotas gruesas cayeron en la nieve porque Yeonjun bajó la cabeza, su respiración se aceleró y entonces escuchó el primer sollozo abandonar esos labios apretados entre dientes. Yeonjun cubrió su rostro con sus manos, frías porque olvidó los guantes, ellas temblaron como todo su cuerpo.
—Yeonjun.
—No entiendo porqué...—tragó con dificultad antes de sollozar— ¿por qué él no me lo dijo? Yo podría haberlo entendido yo...—el dolor le estaba quemando— él es mi mejor amigo, yo siempre le he contando todo de mi, él sabe mis miedos y mi pasado. No estoy diciendo que me cuente toda su vida pero ¿no soy alguien en quien pueda confiar sus dolencias? Él iba a casarse...—miró a Kai con brotes de lágrimas por doquier— dios mío, él iba a casarse y jamás me dijo nada.
—¿Te duele...que no te haya dicho nada?
—¡Claro que sí! Beomgyu siempre ha estado para mí, lo único que quisiera es poder también haber estado para él cuando todo esto sucedió —Kai se quitó su gorro y se lo puso a Yeonjun, quería abrazarlo pero dejaría que el rubio saqué todo lo que sentía— sé que no puedo cambiar nada de lo que pasó, también sé que lo que hizo Beomgyu no estuvo bien. No voy a justificar sus actos. Sólo quisiera que él me tenga confianza para decirme, eso es todo.
—¿Qué pasa si siguen sintiendo algo?
Yeonjun cerró los ojos, su corazón oprimió su tórax pero sonrió con calidez a Kai a quien se le encogió el corazón.
—Amo a Soobin, pero si él ama a alguien más, lo dejaré ir. Él no me pertenece.
Lo único que Yeonjun quería era ver al amor de su vida ser feliz. Incluso si esa felicidad no la compartía con él.
Estaría satisfecho de verlo sonreír.
Empezamos con el café amargo chicxs.
Todo lo que quieran decir, a mi amiga estimada que estará a cargo en este conflicto de la historia. ¡Leemos sus comentarios! Los queremos ^^
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