Capítulo 0. Teus
«Porque tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales»
Isaías 6: 12
«¿Qué quisieras hacer en tu última noche con vida?». Me costó encontrar la respuesta, ¿puede ser que no quisiera hacer nada? Tampoco es tan difícil de creer, después de todo solo vivía para mantenerlo él con vida. La única razón por la cual solté el cuerpo inerte de mi madre en medio de ese puente derruido, la única razón por la cual no esperé la muerte consumiendo la última traza cálida de su cuerpo, fue él. Desde que nació no importó nada más. Esa última noche fue él quien se llevó los últimos abrazos y besos de ella. No sentí celos de que él estuviera en su regazo mientras yo, desde el suelo, me aferraba a un trozo de su falda para sentir que alguien me protegía. Ella no dejó de bajar su mirada hacia mí y dedicarme pequeñas sonrisas, con esa mirada llena de esperanza que me decía que después de esa horrible noche de viaje, en un camión dónde estábamos más de cien personas aglomeradas, una sobre otra, seríamos felices. La libertad estaba tras ese puente que se veía tan largo y, sin embargo, tan posible. La libertad, esa que no entendía, pero olía a pollo frito, chocolate, y se escuchaba a risas infinitas, estaba a tan solo unos cuántos metros, muy pocos para todos los que habíamos recorrido.
Aún recuerdo la enorme sonrisa que adornó su delicado rostro cuando bajamos del camión y pudimos ver el inicio de un enorme puente de concreto. Era una sonrisa llena de lágrimas. Así es la felicidad en este maldito mundo, un atisbo de sonrisa en medio de un mar de lágrimas. Fue bello verla así, como si en sus ojos ya se reflejaran los prados del paraíso. Así que también sonreí, incluso salté y grité a todo pulmón: ¡libertad, libertad! Tenía tan solo nueve años de edad. El grito tonto de un niño, pronto se hizo eco, se reprodujo tanto y tan rápido que el grito de libertad exclamado por miles se convirtió en uno solo. No como el sonido de humanos, sino el estremecedor grito de un enorme monstruo.
Un par de minutos después un sonido aún más aterrador acabó con todo. Habíamos pisado apenas el puente cuando todo se hizo pedazos. Las balas pasaban cerca de mí llorando como zancudos. Una de esas penetró en su estómago; aún en el suelo nos abrazó intentando ser un escudo. Sentí un líquido caliente en mi pecho, pensé que él se había orinado, pero era la sangre de ella, era su vida escapándose para siempre. «¡Cuídalo! ¡Corre y cuídalo!».
Era tan solo un niño que se estaba quedando sin su ángel guardián, sin su Dios, sin su mundo. Miraba el mundo a través de sus ojos. Quería envolverme en sus brazos, cerrar los ojos y juntos ir a dónde sea que van las almas al morir. Rogué, le pedí, exigí entre gritos que no me dejara, y rogué a Dios, ese que jamás sirvió para nada que no se la llevara. Ella solo señalaba a Tave, mientras repetía: corre, llévatelo, cuídalo. Hasta que los gritos se fueron convirtiendo en balbuceos, luego los gritos vinieron de sus ojos, esos que se reusaban a encontrar la paz. Quise decirle que yo también importaba, yo también la quería, también era un niño. Aún no sé qué me llevó a intentar darle la paz que necesitaba, tomé la pequeña mano de Tave, quién no paraba de gritar, lo cargué como pude y me reviré hacia ella solo para extender mi mano echa un puño con el dedo pulgar elevado: Estaremos bien, Tave estará bien, confía en mí. No lo dije, mas ella lo entendió. Corrí antes de que sus ojos se cerraran por completo, corrí al único lugar que conocía, al lugar dónde la palabra libertad no existía.
Un niño de nueve años criando a uno de cuatro, nadie esperaría que sobrevivieran, pero lo hice. Entendí a muy tierna edad que la única forma de sobrevivir entre fieras es ser el mayor depredador.
Matar, vomité la primera vez que corté el cuello de un viejo para robarle su comida, lloré toda la noche a escondidas de Tave, para quién siempre tuve una máscara de todo poderoso. Eso fui, el todopoderoso de la zona más oscura de este maldito país, del lugar dónde los colores no existen, dónde la vida se vive en una divergencia de grises. Pero tenías que conocerla a ella, que encontrar ese maldito libro, y romper todas las reglas que nos mantuvieron con vida. Te fuiste, ¿y qué me quedó? Solo un sueño y una venganza que no es mía. Una que estoy emprendiendo solo por cumplir lo que tanto querías, la tan idiota libertad por la que mamá y tú murieron. No obstante, para eso nací, soy tu hacedor de sueños, aunque te odie por haberme traicionado de esta forma, hermano, tu idiota sueño se hará realidad.
—¿Qué quisieras hacer en tu última noche con vida? ¿Ya tienes una respuesta?
—El mar, quiero ver el mar. ¿Puedes lograrlo, genio de la botella?
Se quedó un rato boquiabierto, supongo que esperaba que le pidiera alguna cena suculenta, pero no, hace tiempo que los lujos dejaron de importarme. Sin embargo, sonrió demasiado rápido, con su típica sonrisa pícara torcida, en la que sus labios se extienden más hacia el lado derecho.
Aquí estoy, en lo cima de la torre más alta de la zona blanca. Siendo que es de noche es poco lo que puedo ver del mar. Solo estoy cifrando mi confianza en que lo que él dice que es el mar, en efecto lo es. Aunque, no puede mentirme, una vez amanezca su mentira acabaría. En realidad ya ni me importa ver el mar para verificar si es como en mis recuerdos. Desde acá puedo ver todo, mi zona y todas las otras que siempre me estuvieron prohibidas, y ahora lo entiendo.
Cuando llegó a mí con todo ese cuento que esto no era más que un enorme circo lleno de fenómenos y bestias bajo la sujeción de un domador, me eché a reír. Pero ahora lo veo, esta es una enorme carpa rodeada de cientos de jaulas en dónde todos aguardamos rogando no recibir el látigo de nuestro amo.
—¿Y qué fenómeno soy yo en este circo? —pregunté esa noche con algo de gracia. Solo estaba esperando el momento para matarlo.
—Tú definitivamente eres una fiera. Un hombre lobo, pero no cualquier hombre lobo, el rey de la manada. ¿Puede un simple humano domar al hombre lobo?
Nadie más que yo estaba consciente de ser el esclavo de alguien demasiado poderoso. Nadie más que yo entendía las repercusiones de ir contra él. Él le había quitado todo a todos, y no podíamos hacer nada más que no pensar en ello. «Los hijos de la oscuridad no deben pensar». ¿Cómo fue que lo llamó él? Ah, sí, el despertar de las bestias.
Lo veo ahora, con su piel tan blanca, sus cabellos tan dorados danzando con la fría brisa de la noche. ¿Cómo alguien tan frágil pudo vivir por tantos años en las garras del domador? Peor aún, ¿cómo es que puedo estar confiando en un hijo de la luz?
—¿En qué piensas? —me pregunta de pronto. Supongo que estuve viéndolo por más del tiempo permitido.
Pienso en que tal vez ya no hago esto tanto por mi hermano. Pareciera que encontré otro domador.
—No sé, es una lástima no poder ver la caída del circo.
—Es el precio que hay que pagar. Lo harás bien, sé que todo saldrá bien. No estés nervioso, nada puede salir mal, todo ha sido planificado por mí.
Cuando lo veo así hasta logro entender la obsesión del domador por él.
—Quiero algo más esta noche, cuéntame alguna de esas historias de dioses que sueles contar.
—Mitología griega, son mitos —repite con cansancio.
—¡Ajá! Cuenta alguna mierda de esas.
Pone mala cara, pero finalmente empieza. Él ama sus cuentos y para qué mentir me entretiene escucharlo, él sabe todo lo que me fue negado aprender. Lástima que este es el último cuento, mañana es el gran día, el estreno del show diría él. Se equivoca al pensar que estoy nervioso de echarlo a perder. No son nervios, es solo que sé que antes de dar el gran golpe debo matarte. Sé que fuiste tú quién mato a mi hermano y eso es algo que simplemente no puedo pasar por alto. Pero hoy cuenta tu mítica historia, hoy te escucharé e ignoraré que sé lo que sé. Hoy seamos solo dos fenómenos acariciando la libertad, hundidos en la irrealidad.
Nota de autor: Pues espero que disfruten de esta novela corta. Tengo la intención de que sea una exploración al alma y la tiranía.
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