Se reconcilian (secuela de: "Se pelean")
Tony:
Corriste y corriste hasta que tus piernas comenzaron a doler. Mirando alrededor, te encontraste en el Central Park; no el mejor lugar para estar sola de noche. Te sentaste en una banca junto a una farola, dejando a tu cabeza caer sobre tus manos mientras reproducías en tu cabeza las palabras que Tony te había dicho. ¿De verdad no le importabas? No es como si sus acciones demostraran lo contrario. Tu entendías que trabajara duro y, a veces, construir sus trajes y maquinas le ayudaban a mitigar su estrés, pero tú lo amabas, tú fuiste la que cuido de él cuando regreso de Sokovia. Tal vez no lo ayudabas tanto como pensabas que lo hacías.
—¿Estas bien? —Una mano en tu hombro te saco de tus pensamientos, te levantaste para pelear—. Cálmate, T/N —Natasha se sentó en la banca, esperando a que tu hicieras lo mismo.
—¿Cómo me encontraste? —Ella alzo una ceja.
—El Central Park no es un lugar para esconderse. Y también rastree tu teléfono —considerabas a Natasha tu mejor amiga; ella era la que te había entrenado—. Sabes que Tony no es muy bueno con el conflicto, a veces él dice cosas que no quiere decir. Eso no excusa sus acciones por cualquier medio, solo no quiero que te lo tomes a pecho. Cuando me fui para buscarte, él ya se estaba arrepintiendo —suspiraste pesadamente, pasando tus dedos por tu cabello.
—Hablare con él —ella te sonrió, palmeando tu espalda como señal de apoyo.
Cuando regresaste a la Torre, Tony estaba yendo y viniendo en la sala, ignorando por completo a Steve y a Bucky quienes estaban tratando de calmarlo.
—Um, Tony, ¿podemos hablar? —Su cabeza se alzó cuando escucho tu voz. Él te siguió hasta el cuarto de entrenamientos, jugando con sus dedos con nerviosismo.
—Lo siento tanto. Me pase de la raya. Es solo que he estado tan estresado últimamente desarrollando al nuevo equipo... desarrollar y arreglar cosas mantiene mi mente ocupada pero las cosas que construyo no son más importantes que tú. Tu eres mi prioridad en este momento y no quiero perderte nunca —él fregó sus ojos, tratando de mantener la compostura.
—No voy a mentir y decir que lo que dijiste no me dolió, pero te amo y estoy dispuesta a perdonarte. ¡Pero tienes que hablar conmigo, Tony! No me mantengas en la oscuridad, si estás molesto dímelo, llora, grita. Una relación se supone que sea de dos —él dio un par de pasos hacia ti antes de abrazarte con fuerza. Pudiste sentir las lágrimas mojar tu camisa y supiste que él ya estaba mostrándote más de sí mismo. Besaste su frente, pasando tus dedos por su oscuro cabello, dejándole saber que estabas ahí y que siempre lo estarás.
Thor:
Lo que habías hecho estaba mal, y como respondiste al Thor estando molesto te volvió una idiota. Te diste cuenta de eso veinte minutos después de que él terminara de manera no oficial contigo. Estabas molesta contigo misma por siquiera pensar que estaba bien el dejar que tus amigos se burlaran de él. Antes de ensayar lo que ibas a decirle durante diez minutos, fuiste escaleras arriba hacia su habitación, tocando la puerta con suavidad.
—No deseo hablar contigo, T/N —queriendo arreglar las cosas, entraste de todas maneras.
El rubio claramente estaba herido y lucía como si hubiera luchado con mantener sus lágrimas—. ¿No me escuchaste? Vete —demando.
—De verdad lo siento. Fui estúpida e ignorante por pensar que esas cosas no te lastimarían porque sé que me hubieran lastimado a mí, o a cualquiera. También, eres increíblemente divertido. Siempre he pasado los mejores momentos en Asgard, especialmente cuando Sif me enseñó a luchar. Mis mejores recuerdos son contigo —él finalmente encontró tus ojos y tu corazón se rompió. Tú y tus "amigos" realmente lo habían herido—. No tienes que perdonarme. Solo quería que supieras que lo siento y que ninguna de las cosas dichas sobre ti son ciertas —ambos se sentaron en silencio durante un momento.
—Te perdono, pero no perdono a tus amigos —una gran sonrisa tomo lugar en tu cara y te lanzaste a sus brazos, presionando tus labios sobre los de él.
—Te amo —mascullaste contra sus labios.
—También te amo, T/N.
Steve:
Cuando llegaron a la Torre después de la interrogación por parte de Fury y Hill, Steve te llevo al laboratorio de Tony y Bruce, el cual estaba sorprendentemente vacío. Traste de marcharte pero él te puso contra la pared, sus suaves ojos azules encontrándose con los tuyos.
—Peggy está muerta, pero fue mi primer amor. Ella me enseño mucho, y eso, a la larga me volvió una mejor persona. Ella me dio la confianza para pelear y por eso es que conservo su foto, para recordarlo. Pero tú me has enseñado mucho también. Y si, Peggy siempre tendrá un lugar especial en mi corazón, pero yo te amo. Peleo por las personas que no pueden hacerlo y peleo por ti —tu cara se suavizo. Para un hombre que no sabía mucho de relaciones, se las ingenió con las palabras.
—Eso es entendible. Lo siento por haber exagerado. Es solo que estas rodeado de hermosas mujeres que fueron criadas por Peggy; Peggy era la tía de Sharon, y Maria fue criada por ella —él sonrió, dándote un pequeño beso en los labios antes de llevarte a la sala.
—Sharon es feliz estando soltera. Está enfocada en su trabajo, como Peggy lo estaba. Y Hill... Nunca me interesaría de esa manera —reíste, sintiéndote tonta por pensar en que ellas podrían ser tu posible competencia. Nadie era como tú y tú eras lo que Steve quería.
Pietro:
Incluso Tony pensó que estaba mal que Pietro hiciera lo que hacía, y él era Tony Stark. Tú sabías que estar con Pietro iba a ser difícil. Él era un hombre atractivo y las chicas estaban tirándose sobre él constantemente como lo hacían con cualquier otro Vengador. Pero eso no significaba que tenía que echarle un vistazo a cada chica. Podías lidiar con él mirando a una chica de vez en cuando, pero era así cada vez que salían.
—Pietro, ella... —antes de que Tony pudiera terminar, Pietro ya lo había pasado mientras corría a tu habitación.
—Vete —por supuesto que él te ignoro y se sentó en la silla que estaba frente a ti.
—Soy un idiota —asentiste de acuerdo.
—Eso y otras cosas —añadiste.
—No tengo una excusa y no voy a proveer una para que mis acciones luzcan bien porque no lo están. Pero si te prometeré que parare —escaneaste su cara, observándolo para ver si estaba diciendo la verdad, un truco que habías aprendido de Maria y Natasha.
—¿Y si no lo haces?
—Te dejare tranquila —todos merecen una segunda oportunidad. Te paraste de la silla para ir hacia la puerta.
—Bueno, ¿terminaremos nuestra cita o te vas a quedar sentado ahí? —Él sonrió, poniéndose de pie y corriendo hacia su restaurante favorito con su chica favorita.
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