Capítulo 1: "Esto es la guerra."

Canción para este capítulo: Raise hell–Dorothy


Termino de colocar la bomba y trago saliva mientras observo como los números van descendiendo hasta llegar a 120 segundos. Tengo dos minutos para salir de este lugar: más que suficiente. Me bajo las mangas de la chaqueta de cuero y me pongo en pie, saliendo sigilosamente de la despensa del lujoso restaurante repleto de Visitantes.

Han pasado tres meses desde que me convirtieron. Tres meses que he pasado recorriendo el mundo junto a Jack. Tres meses en los que he hecho todo lo posible por ganarme su confianza, incluso fingir estar de acuerdo con los que los alienígenas planean. Hace tiempo que descubrí a un grupo de humanos que contaban con armamento en Rusia y me uní a su causa. Al parecer tienen pequeñas centrales por los cinco continentes, pequeñas centrales repletas de armas de fuego que están dispuestos a usar contra los extraterrestres.

Han pasado tres meses desde la última vez que vi a Cole. Cuando desperté, él ya no estaba.

Por lo que me ha contado Jack, sigue en Nueva York. Al parecer le ha ascendido de puesto y ahora tiene una función importante en el ejército, o algo así; poco o nada me importa. Una parte de mi le está, en cierto modo, agradecida por lo que hizo: ahora ya se que es lo que tengo que hacer. No dejaré que nadie vuelva jamás ha meterse bajo mi piel, a partir de ahora el único objetivo que tengo es cumplir mi promesa, mi venganza. Y es lo que voy a hacer.

La bomba que he colocado hace tan solo unos momentos es tan solo el primer paso, el primer ataque de los muchos que lo seguirán. Este es nuestro mundo, y los Visitantes deberían de haber sabido a qué se estaban enfrentando cuando nos declararon al guerra. Puede que no seamos tan fuertes o tan rápidos, pero contamos con el factor sorpresa.

Todo este tiempo sola ha sido un infierno, el Cambio me dejó sin fuerzas y el tener que alimentarme de sangre al menos una vez cada dos meses era lo que más asco me producía y me sigue produciendo. Los humanos de las centrales aún no están del todo seguros sobre confiar en mi, e incluso, algunos me llaman monstruo a la cara. No me importa. Lo único que me ha producido dolor, dolor de verdad, ha sido el vivo recuerdo de Cole en mi mente. 

Salgo de mis pensamientos cuando cruzo el pasillo en dirección a la barra. Hay algunos espejos en las paredes y evito con todas mis fuerzas mirarme, pues odio ver el horrible color verde que ahora adorna mis ojos. Eso que me identifica como "uno de los suyos".

Me coloco las gafas de sol espejo de aviador y le hago un asentimiento a la Visitante que trabaja tras el mostrador, intentando atender a la gran cantidad de clientes que hay a su alrededor. Ahora mismo me encuentro en Shinjuku, Japón; para ser concretos en un lujoso restaurante repleto de extraterrestres. Al ser el primer golpe, no queremos usar todo lo que tenemos. Ese momento ya llegará, pero no será hoy. Salgo del edificio de colores vivos pensando en las consecuencias que tendrá lo que acabo de hacer. Hago una mueca y miro de derecha a izquierda, asegurándome de que haya la mayor cantidad posible de Visitantes alrededor de lo que pronto será un edificio en llamas.

No puedo evitar que una media sonrisa se forme en mi rostro a medida que voy avanzando, tomando cada vez más velocidad. Cuando se que estoy lo suficientemente lejos como para que la bomba no me produzca ningún daño, me vuelvo en dirección al ya lejano centro.

––Tres... Dos... Uno... ––el edificio estalla.

Observo como el fuego arrasa con todo y el único sonido que hay en la zona antes repleta de voces y risas, es el de las llamas consumiendo todo lo que encuentran. Me apoyo en el alto muro y me cruzo de brazos, esperando unos minutos. Oigo un grito y las alarmas en mi cerebro se disparan.

"Mierda"

Gruño y me separo de la pared. En menos de un segundo estoy delante de la construcción. Sonrío al recordar lo que me molestaba que Cole usara su súper velocidad. Ahora debo reconocer que mola bastante.

––¡Ayuda! ––el grito desgarrador hace que me estremezca, pero no siento ningún tipo de pena.

Las bombas son una gran forma de acabar con los Visitantes, ya que si todo su cuerpo estalla en mil pedazos, su corazón también.

Sigo el sonido de los horribles gritos y entrecierro los ojos en dirección al cuerpo de un Visitante que aparenta unos treinta años y que está cubierto de sangre y cenizas. Su torso tiene un enorme agujero a la altura del estómago. Seguramente estaba lejos de la explosión en sí, pero eso no impidió que los efectos de la bomba lo alcanzaran. Sus pupilas se mueven en mi dirección y noto como el alivio se instala en ellas. Alzo las cejas con diversión: piensa que lo voy a ayudar.

––Menos mal... que me has... encontrado... ––murmura a duras penas y con dificultad, habiendo necesitado mucho aire para hacerlo.

Sonrío y dirijo mi mano a la daga que hay en mi cinturón. Me acerco con lentitud y coloco la punta en su pecho. El ser frunce el ceño y el sonido de su corazón palpitando nervioso y herido llega a mis oídos. Sin esperar un segundo más, clavo el arma en el punto débil del alienígena, el cual ni grita ni jadea. Simplemente se deja ir, quedando con los ojos abiertos.

Me levanto del suelo y giro un par de veces sobre mi misma, observando el caos que he originado en tan solo unos segundos. El bonito restaurante rojo con adornos dorados ha desaparecido, dejando en su lugar cenizas y llamas. Y cuerpos. Muchos cuerpos. La mayoría de los Visitantes están quemados hasta los huesos, pero algunos aún tienen restos de carne y ropa pegados a ellos. Trago saliva y con ella el vómito que quería salir y me acerco a un montículo de cenizas que hay cerca de donde antes estaba la barra.

Me agacho y deslizo la punta de mi dedo por la superficie, trazando un mensaje:

"Esto es la guerra."

Sonrío al ver como ha quedado y una alocada idea surge en mi cabeza. Me muerdo el labio y dibujo una pluma, como si fuese una firma. Me habría encantado dibujar un par de alas, pero si esto llegara a los oídos de Cole (el único que conoce la existencia de mi tatuaje), estaría perdida.







He cruzado toda la ciudad y he entrado en una tienda de ropa, intentando pasar desapercibida. Hace unos cinco minutos, la voz de alarma sonó y un mensaje de Jack llegó rápidamente a mi móvil, exigiendo saber mi ubicación. Le dije el nombre del establecimiento en el que me encontraba y continúe mirando zapatos, fingiendo no saber nada de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Poco a poco, la gente ha ido abandonando el establecimiento, y las dependientas se miran las unas a las otras con nerviosismo. 

Las puertas se abren bruscamente y por ellas entra la musculosa figura de Jack. Su pelo castaño está tan corto como siempre. Sus ojos expresan frialdad, y me pregunto si en algún momento permite que alguien vea a través de esa máscara de indiferencia y quién. Sus pupilas examinan el lugar hasta dar conmigo.

––Nos vamos. ––son las únicas palabras que salen de sus labios fruncidos en una fina línea. Está preocupado. Bien.

Les hago un gesto con la mano a las dependientas que miran embobadas y con un brillo de admiración en sus ojos a Jack y camino en la dirección de este, frunciendo el ceño.

–¿Ha ocurrido algo? –pregunto inocentemente mientras él coloca la mano en la parte baja de mi espalda y me conduce fuera de la tienda.

El Visitante se mantiene en silencio, pero todo su cuerpo está en tensión, como si esperase que en cualquier momento alguien le fuera a atacar por detrás. Me detengo y cojo su mano. Odio tener que hacer esto, fingir preocuparme por él y el Imperio de los Visitantes, pero no tengo otro remedio. Se gira lentamente.

––Por favor, cuéntame qué ha ocurrido. ––pido.

Jack se pasa la lengua por el labio inferior y me hace un gesto con la cabeza en dirección a la limusina en la que siempre viajamos. Suspiro pero entro en el vehículo sin rechistar. Odio que me den órdenes, pero merece la pena tener que acatarlas si luego puedo tomar las riendas del asunto. Me remuevo incómoda en los asientos de cuero beige y cuando el Visitante se sienta a mi lado, pongo mi mejor cara de preocupación.

––Jack... ––digo su nombre con un deje de súplica y eso parece hacerle reaccionar. Su cabeza se gira en mi dirección y sus ojos se encuentran con los míos.

––Han colocado una bomba en un restaurante cercano, Astrid. ––confiesa al fin. Me llevo una mano a la boca, fingiendo estar asustada. Dios, esto es tan divertido.––No te preocupes, lo tenemos todo bajo control. Seguramente haya sido tan solo un estúpido acto de rebeldía, pero estate tranquila, en cuanto encontremos al culpable, le haremos pagar. ––aparta la mano que cubría mis labios y la aprieta suavemente.

Asiento y dirijo mi vista a la ventanilla, observando el paisaje. Los árboles están perdiendo sus hojas, formando en el suelo un montículo de preciosos colores rojizos. Permanecemos en silencio, y eso solo incrementa aún más mi distracción.

Quién iba a decir que cada una de las decisiones que he tomado, me han llevado hasta aquí. Si no hubiera aceptado el trato de Cole ... ¿Estaría donde me encuentro ahora, estrechando lazos con el enemigo para luego arremeter contra él? ¿Dependería de mí el futuro del planeta?

Frunzo el ceño al darme cuenta de que nos conducimos al aeropuerto. Al ser el Presidente, Jack tiene que viajar mucho, y por ello cuenta con un lujoso jet privado.

––¿A dónde vamos? ––cuestiono insegura.

––Volvemos a casa, Astrid. ––responde pasándose una mano por el corto cabello castaño.

––¿Qué?

––Volvemos a Nueva York. 





Primer capítulo resubido :) 

Mañana actualizaré el siguiente y así sucesivamente. Al ser el capítulo 1 no tiene muchos cambios, tan solo he corregido faltas ortográficas y he eliminado y añadido algunas frases. 

Gracias por vuestra paciencia. 

Nos leemos mañana <3

–Lau. 






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