Capítulo 9
Una sensación amarga a parece en la boca de mi estomago. Mi mundo gira violentamente y me obligo a resistir para no caer al suelo, tener frente a mi a mi tía luciendo enojada estremece cada centímetro de mi cuerpo pero es menos doloroso que este sentimiento de desasociego.
Kristen por más que sea muy amorosa, comprensiva y paciente conmigo esto a rebosado todos los limites me había pasado, pero una vez más no era mi culpa.
—¿Dónde pasaste la noche? —me pregunta en un bajo siseo.
Mi piel se eriza. No soy capaz de articular palabra alguna, aunque mi mente me pide a gritos que hable, que diga lo que sucede que me desahogue pero soy cobarde, el miedo a su reacción a la lastima que sentirá al enterarse me pone la piel de gallina y me hacan dar ganas de vomitar. Aprieto la mandibula y parpadeo ahuyentando las lágrimas que estoy segura saldrán en cualquier momento.
—Tía...yo —me atragante con mi propia saliva, sintiendo tremendas ganas de llorar así que dejé de hablar al no tener argumentos para defenderme.
Mi tía niega muy lentamente.
—Para que pregunta, claramente no me vas a contestar. ¡Sos una inconsciente Mary! —explota. ¿Cuántas veces había escuchado esta frase?.— Ian y tú me prometieron una cosa y terminaron haciendo otra. Pasé un infierno luego de que Ian me llamara preocupado porque no aparecías. Creí morirme imaginando que te pudo haber pasado lo peor estando lejos de mi —decía exasperada sin respirar.— incluso estaba dispuesta a ir a la policía ya que no aparecías. No sabia por dónde empezar a buscar —suspira audible interrumpiendose. Su pecho sube y baja erratico.—Pero jamás, jamás me imaginé que...Yo no te eduque de esta manera, no lo hice. ¿En qué me equivoqué? ¿En qué...? ¡Uff! Me enfurece todo esto. En-en no saber como ayudarte, en no comprenderte.
Niego pero no soy capaz de articular palabra alguna. No con mi tía, ella es la única que tengo y no me gustaría verla sufrir, no por mi causa. Pero prefiero su decepción a su lastima.
—¿Dime qué hago contigo, Mary? ¿Cómo te ayuda? ¿Cómo te entiendo? —pregunta cada vez más desesperada.— no sé si sentirme bien porque llegaste con esta chica de lo O'connor o preocuparme por las horas en que apareces.
Trago saliva y niego.
—Tía no es eso...
—¿Entonces qué es? —me interrumpe, cansada. Suspira y vuelve a negar. Su mirada recorre la habitación pero noto en ellos desesperación.—Explícame porque yo no entiendo. En verdad... De un tiempo para acá no se cómo acercarme, no se cómo hablarte, cómo... No sé como comprenderte —Kristen bota el aire que tiene retenido y vuelve a negar.
Nos quedamos en completo silencio. Nuestras miradas en ningun momento dejan de verse. En los bellos ojos acre de Kristen destella la desileción. Una punsada de tristeza y remordimiento me
—No tienes que tratar de comprenderme. Yo en verdad lo siento, no volverá a ocurrir —le dije luchando contra las lágrimas.
Nos quedamos en silencio. Silencio en que mi tía se tomo el tiempo de respirar para tratar de calmarse.
—Claro que no volverá a ocurrir porque estas castigada. No más salidas, no más Ian, no más teléfono—sentencia.
—Necesito el teléfono para hacer tareas —protesto sin ganas.
—Hay muchos libros en la biblioteca que puedes utilizar y el castigo empieza desde ahora —dictamina y me estiende la mano moviendo sus dedos para que le diera el teléfono.
—Se me a perdido —le digo.
A mi tía le da un tic en el ojo, me mira decepcionada y dandome la espalda, se adentra a la cocina, perdiéndose de mi vista.
Suspiro audible, giro sobre mis pies y subo las escaleras. Me detengo al poner un pie en el pasillo mirando el recorrido que tenía que hacer hasta llegar a mi cuarto. De pronto, siento el pasillo demasiado oscuro y frío, sobre todo tenebroso. Mi piel se pone de gallina, la sensación de querer salir corriendo me invade pero rápidamente desecho aquel pensamiento.
Siento frío, una ráfaga de viento me envuelve, tiemblo y me abrazo emprendiendo el camino hasta mi habitación.
La puerta esta abierta y todo esta tal cual y como lo había dejado al marchar la noche anterior, me adentro al cuarto pero dejó la puerta abierta, de pronto, estar a solar no me apetece.
Paseo la mirada por la fría habitación, tratando de reconocerla. Frunzo el ceño y avanzo, encerrándome en el baño con un poco de terror. Me deshago de la ropa y la dejó en el suelo. El agua fría erizó mi piel pero fue un balsamo para mi tormentosos pensamientos. La insertidumbre de lo desconocido, de lo que pudo y pasó la noche anterior me atormenta. No salí de la ducha hasta no sentirme "limpia". No pasó. No me senti limpia, pero tuve que obligarme a salir y enfrentar todos mis demonios.
Ya no puedo dar marcha atrás, no puedo despertar e impedirme creer en Ian, salir con él, ir a ese antro. Ya no puedo.
—¿No vas a cenar? —me pregunta mi tía, adentrandose a la habitación, pero sin acercarse.
Levanto la cabeza y niego.
—No tengo hambre —respondo.
Kristen hace una mueca.
—Bien—gesticula y sale de la habitación.
Suspiro y recuesto la cabeza en la almohada. El motor de un auto acercarse hace que me levante de un salto de la cama acercandome a la ventana. Era Ian.
Pensar en Ian provocan un malestar horrible dentro de mi pecho. No quiero verlo. No hay forma de que lo vea.
—No hay forma que lo vuelva a ver —susurro a la nada y en voz alta.
Niego cuando su mirada se encuentra con la mia. Ian atravieza el jardín, llega al portico de la puerta y toca.
Mi tía lo recibe y se quedan hablando por un par de segundos. No alcanzo a escuchar lo que hablan pero sus tonos empiezan a elevarse hasta que Kristen le cierra la puerta en la cara. Ian no se va de inmediato, atravez de la ventana lo observo mirando hacia el lugar donde me encontraba, después se sube a su carro y desaparece de mi vista.
Intenté dormir, incluso tomé de algunas gotas de las que mi tía toma para dormir pero no pude pegar el ojo en toda la noche. Cada vez que intentaba conciliar el sueño el rostro borroso de aquella misteriosa persona se me venia a la mente impidiendo que mi cuerpo se relajara, estoy temerosa de confirmar mis sospechas. No me duele nada, pero aún me siento volando sobre una nebulosa.
Soy incapaz de dejar de pensar en lo que me sucedió mientras estaba drogada porque estoy segura que algo me había echado ese hombre para lograr arrebatarme el control de mi cuerpo... Para tenerme controlada. No soy una persona sociable, de hecho soy solitaria y desconfiada, no me gusta hablar con extraños, la curiosidad no se me da y mucho menos el don de entablar una conversación. Jamás e hablado con extraños y en los últimos doce años de mi vida e tratado de huir del contacto humano, es más, si por mi fuera sería una sombra, de las que nadie nota pensé que lo estaba haciendo pero tal vez me equivoqué y el resto del mundo si me nota.
El alba me agarro despierta, tuve que maquillar mis ojeras y finjir que el día de ayer jamás había ocurrido. Mi tía no me habló ni cuando me dejó en la escuela, ya había comenzado la primera hora de clases por eso no fue muy difícil escapar e ir y hacer lo que tanto habia pensado hacer y de la que cada vez era más comsciente a medida que avanzaba. Guiada por la dirección que estaba en la tarjeta, me alejé de los edificios y me adentré al bosque, llegue hasta una antigua casa en medio del bosque, la casa tiene una fachada antigua de madera, es de una sola planta y una chimenea por donde salia humo muestra irrefutable que había alguien en casa. Me desconcierta pensar que un hombre como este viva tan alejado de la civilización, ¿cómo un hombre que respira ciencia puede vivir tan lejos de la civilización?.
La madera del suelo crujio cuando pise la terraza de la entrada de la casa, tome aire y alce la mano convirtiendo mis dedos en puño pero antes de tocar la fría madera la dejo suspendida.
¿Qué carajos estoy haciendo aquí? Debería salir huyendo lejos de este lugar, sobre todo porque se los motivos por los que esta persona me dio su tarjeta, pero no tengo a otra persona quien me ayude con esto sin hacer preguntas. Alguien que no le importa lo que me suceda.
Toco dos veces la puerta. Nada nadie responde. Vuelvo a tocar. Me inclino un poco hacía delante para tratar de escuchar algo
Escucho algunos pasos acercándose, la puerta hace un ruido y es cuando esta se abre y el doctor Thismand aparece. El hombre se muestra sorprendido ante ni repentina presencia. Su cabeza se mueve hacia un lado, seguramente preguntándose el motivo de mi presencia.
—Mary —vocifera apenas audible con la incredulidad en su voz, pero rápidamente se recupera la compostura.— hoy no es la fecha para nuestro encuentro— su voz ahora esta cargada de desinterese ironía.
¡Ja! Como si yo quisiera estar aquí.
Paso saliva.
—Lo sé, pero necesito su ayuda —gesticulo y mi voz sale chillona, me aclaro la garganta.
El doctor se hace a un lado y deja que entre. Apenas pongo un pie dentro de la casa un aroma a galletas horneadas inundan mis fosas nasales. ¿Quien lo diría?.
Recorrimos el estrecho pasillo viendo algunas fotos puestas en la pared, no emitimos ningún sonido solo el de a madera crujir tras nuestro paso. En la sala solo hay un están lleno de libros, fotografías y premios, dos sofás individuales y cerca a la chimenea, una mesa de comedor y sobre las paredes habían otras fotografías y algunos diplomas.
—¿Quieres algo? —me ofrece, invitandome a sentarme en el sofá de la izquierda. Le hago caso y me siento.
—Solo agua —respondo.
El doctor recorre la sala y se adentra a lo que parece ser la cocina. En cuestión de segundos me entrega el vaso y se sienta en el otro sofá. Rápidamente bebo todo el contenido del vaso aliviando mi sed.
—Su casa es... Muy diferente a lo que tenia en mente.
—Al grano por favor —pide impaciente dejándome en claro dos cosas, la primera que no piensa hablar mas de lo estrictamente necesario y la segunda, soy un simple experimento.— ¿qué es ese favor que quería que te hiciera?.
Parpadeo por un momento había quedado suspendida en mis propios pensamientos. Hablar de este tema es aceptar lo que me pasó, sin embargo, tengo la esperanza que mis sospechas no sean ciertas.
Había ensayado tantas veces la forma en que lo diría, pero entonces caí en cuenta que no lo había dicho en voz alta, todo había sido en mi mente y que no era tan fácil como creí que sería decirlo.
—Oh si —me aclaró la garganta ahuyentando la incomodidad.— yo quería... Primero prometa que esto quedara entre los dos y que no hará preguntas —me interrumpo sin poder evitarlo. Necesito securidad y total silencio de su parte.
—Niña yo soy el más beneficioso si esto nunca se supiera, pero ¿eres consciente que debo tener un registro verdad? Algo que certifique mi investigación.
El silencio reinó entre nosotros. Nuestras miradas no se apartaronen ningun momento. Sabía que ninguno de los dos esta muy comodo con el otro pero llegando a este punto, nos necesitamos. Al final, el doctor suspira rindiendose pero no aparta la mirada.
—Esta bien, lo prometo —dice.
Asiento y paso saliva.
—Estoy consciente de lo que me dice, pero no deja de ser difícil —me muerdo el labio, tratando de aferrar lo poco que me quedaba de fuerza.— iré al grano. Necesito saber si yo... Si yo... fuí, si fuí violada —digo sintiendo el sabor ácido de aquella palabra. Lo que significan.
En doctor ni se inmutó, pero la ceja que tenia alzada cae totalmente y se frunce. Sus ojos se agrandan y menton se aprieta. No sé lo que esta pensando pero agradezco que en su mirada no haya una pisca de compación, no quiero parecer la victima ante los ojos de nadie, solo deseo salir de esta sospecha. El doctor abre la boca, sin embargo, me apresuro a hablar.
—Usted prometió que no haría preguntas, a cambio, yo estoy dispuesta hacer todo lo que usted necesite para su investigación, pero esto es urgente.
El doctor aspira por la boca antes de decir:
—Esta bien, te ayudare. Pero ahora no cuento con los medios necesarios para trabajar, ¿te parece si nos vemos mañana en el hospital?.
—¿Es que usted no ha entendido? No quiero que nadie se enteré de esto.
El doctor asiente y bebe de su taza.
—Y nadie lo hará. Hace poco tuviste un accidente, ¿crees que se imaginaran otra cosa?.
—Entiendo... Gracias, yo tengo que irme.
—Esta bien. Te acompaño a la puerta.
Ambos nos levantamos de nuestros asientos, cuando estábamos en la puerta, él dentro de la casa y yo afuera fue cuando me volteo y le digo.
—Le dejó un mensaje y nos ponemos de acuerdo la hora.
—Me parece bien— dice asintiendo.
—Si, permiso.
La puerta se cierra apenas salgo de la casa, mpiezo alejarme lejos de la propiedad y me pierdo de vista al doblar a la izquierda en busca de la carretera. La brisa es fresca, pero sigo sintiendola fría.
Un día más, solo un día más para despegar las dudas que me carcomen.
—¡Ey Mary! Que bueno que apareces. Tratamos de cubrirte pero fue en vano, el directorse dio cuenta que no estabas en el aula —me dice Casey alcanzandome.
Rocco y Alvis también caminaba hacia mi.
—La estúpida de Sorperra le fue con el chisme al profesor que no te encontrabas en clase, y por más que sacamos excusas no pudimos evitar que el director llamara a tu tía —comenta y su voz sale cargada de rencor. Hago una mueca.
Asiento en respuesta.
—Me imagino que esta en la oficina.
Los tres asienten en respuesta.
—Llevan varias horas encerrados y a nosotros nos interrogaron pero obviamente no sacaron nada de nosotros—habla Rocco y su mirada se torna preocupada.
—Okay, voy para allá.
Me despedí de ellos y empecé a buscar la oficina del director.
Al doblar la esquina me estrello de frente con Sara, ambas retrocedemos a la defensiva, asesinandonos con la mirada.
—¿Mucha prisa? —pregunta em forma de burla. No respondo. —Una lastima que el director se haya dado cuenta de tu escape, si me dejas aconsejarte, no intentes sentirte lista, no lo estas y claramanete no lo eres. Te dije que me las ibas a pagar, aunque esto no se compara con lo que estoy planeado hacerte. Preparate esto ni siquiera empieza.
Alzo el mentón retandola. Mi mano se transforma en puño, tengo la tentación de lanzarme encima y darle unos buenos golpes hasta hacerla sangrar. ¿Desde cuándo siento este instinto asesino tan arraigado y apunto de surgir?.
—No le temo a tus amenzas —gruño en respuesta apretando tanto los dientes que los siento quebrarse tras cada palabra.—en cualquier momento te lo puedo demostrar.
Sara tuerce una siniestra sonrisa y sus ojos se entrecierras.
—¿Nos vamos? —habla Hillary a mis espaldas. Se interpone entre nosotras, y su mirada se intercala entre Sara y yo. Tal vez ella fue la que le avizó a la rubia que yo no había entrado a clase. —No pierdas el tiempo y vamonos—añade.
Hillary avanza golpeandome el hombre pero Sara la sigue después de torcer una sonrisa siniestra. No me dio miedo, pero debo admitir que es intimidante. Suspiro y continuo con su camino. Yo también seguí con el mio hasta llegar a la oficina del director.
La secretaria salza la mirada del computador y su rostro se torna acusativo y severo.
—Señorita Phoenix, el director y su tía —marca con sus palabras lo último.—ya la estan esperando.
Sigo caminando hasta abrir la puerta y adentrarme a la oficina. De inmediato, la mirada de mi director y la de mi tía se vuelcan a mi toda la adrenalina que sentia hace un momento se transforma en cobardia. Ninguno de los dos se inmutan y el ambiente se vuelve bastante incomodo.
Me adentro a la oficina pero no soy capaz de acerca a ellos. La filosa mirada que me dedica mi tía me pone los pelos de punta.
—De todas los estudiantes de la institución jamás se me cruzó por la cabeza que usted señorita Phoenix fuese hacer semejante barbaridad, ¿usted sabe en el problema en que se encuentra metida? —la fría voz del director provocó que diera un respingo. —aparte de todo lo que me a contado su tía.
Sé que lo estoy, estoy metida en muchos problemas desde hace un tiempo. Entonces no tengo nada más que decir, no hay defensa para mi.
¿Soy culpable? ¿inocente?.
¿Para qué contestar?.
Agacho la cabeza mirando hacia el suelo.
—Creo que no hay mucho que decir, ¿verdad? —interviene mi tía.
—Lo siento —susurro sincera. Siento ganas de llorar, pero entonces recuerdo que no puedo hacerlo, yo soy la culpable de todo lo que me pasa. Cada acto trae consecuencia y cada uno debe asumir su responsabilidad.
Escucho a mi tía suspirar y removerse.
—No serás suspendida Mary, pero como castigo harás servicio social en las tardes. Aparte, vamos a trabajar en conjunto con la psicóloga de la institución para que ésta te atienda.
No refuto, ¿debería hacerlo? ¿qué más da?.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top