Capítulo 6
Al desperté me encontraba sola en la habitación y mi cuerpo estaba frío. Mis ojos vagaron por el techo blanco, chisto los dientes y trato de reincorporarme.
Dejó escapar un suspiro cansado, la soledad me aterra pero en esta ocación es perfecta para llevar acabo la idea que se habia formado en mi cabeza desde ayer. El día de ayer retiraron algunos aparatos que tenia conectado a mi cuerpo.
Me levanto de la cama y a paso lento me adentro al cuarto de baño. Me las arreglo para hechar el pestillo de la puerta y recargo débilmente mi espalda sobre la frío madeta. Retomo el paso hasta el lavabo, me sorprendo al ver mi aspecto; estoy ojerosa, extremadamente pálida y mi cara esta hinchada jamás en mi corta vida me había visto tan mal como me veo ahora. No me considero una persona vanidosa pero me veo horrible.
Suspiró por la nariz y niego varias veces con la cabeza tratando de espantar las malas ideas, entonces mentalizo mi mente para lo que voy hacer.
Cierro y abro la boca varias veces incluso dejo descansar mis manos en el lavabo, todo para tratar de calmar mis nervios.
Cuando me sentí preparada fue que alce una de las vendas y comprobé horrorizada que mi mano estaba curada por completo, tampoc habían rastros de cicatriz alguna.
Ni siquiera me dio tiempo de procesar lo que mis ojos veían ya que mi tía toco la puerta del baño con insistencia, espantándome.
-Mary cariño, ¿qué haces de pie y encerrada? El doctor aún no te ha dado permiso para que estés fuera de la cama...—me dice sin dejar de tocar. Me apresuro a abrir la puerta, mi tía calla, pero su gesto es de absoluta seriedad. De vuelta a ma cama, Kristen no dejó de reñirme.— ¿me puedes explicar quién te dio permiso de levantarte y sobre todo, de usar las manos? ¡Eres una inconsciente Mary! Igualita a tu padre, no se pueden mantener en un solo lugar —pese a sus regaños mi tía me ayudó a llegar a la camilla ya que yo no tenia muchos ánimos para continuar. Mi mente trabajaba a mil por hora y se imaginaba cientos de cosa extrañas, pero no soy capaz de explicar porque mis manos estan curadas.
Mi tía me arropo y encargó de colocar de vuelta el catéter, cuando estuve lista dio dos pasos hacia atrás y sonrió conforme.
—No quiero que vuelva a pasar — ordena sería y yo asiento.—bien. Afuera tienes unos invistados, estuvieron aquí el día que te internaron pero no pudieron verte.
—¿Quienes son? —pregunto, frunciendo el ceño.
Mi tía sonríe y esa sonrisa me confunde.
—Es Rocco, viene acompañada de un tal Alvis y Casey; no sabia que tenías tantos amigos, ¡no sabes la felicidad que siento! ¿los hago pasar?.
—¿Así? —le pregunto, desconcertada. Realmente no esperaba esta visita, bueno tal vez de Rocco pero de Alvis y Casey no. Vaya sorpresa.— Pues si... no los hagamos esperar —añado.
Kristin chillo y se apresura a la puerta de donde se asoma. Trato de
—Pueden pasar —les dice mi tía.
Casey, Rocco y Alvis entran a la habitación uno siguiendo al otro. Éste último traía una ramo de diferentes rosas en su mano.
—Hola —saludan los tres al unísonimo. —te tragimos un regalo —habla Casey.
Alvis da un pequeño salto cuando su amiga habló y me tiende las rosas, pero Rocco lo codea e intercalando la mirada de mis manos a su mirada le dice que no es una buena acción. El moreno al principio no capta los gesto, y cuando lo hace, ya es demasiado tarde.
—Muy bien, yo las recibo —interviene mi tía y agarra las rosas.—voy a... ponerlas en agua. Mm huelen muy bien, chicos muchas gracias, esta precioso el regalo —les dice, quitandome las palabras de la voca.—Bueno yo voy a buscar algo de beber, ¿ustedes no quieren nada muchachos? —les pregunta, llamando su atención. Los tres se giraron al tiempo y negaron. Mi tía lanzó una risilla.— bien, los dejó solo entonces —ésta agarró sus pertenencias, acortó la distancia entre nosotras y dejándome un beso en mi frente, abandonó la habitación.
—Lo bueno de estar enferma, es que te consienten por mil, ¿no? —comenta Casey, sonríente.
Alvis pone los ojos en blanco y esconde sus manos en los bolsillo de su abrigo.
—¿Y cómo estas? —pregunta Rocco.
—Estoy bien —respondo.—Creo... creo que en un par de días me daran salida.
—Oh, ¿de verdad? ¡que bien! —celebra Rocco, emocionada.
—Pero... ¿no es muy pronto? ¡Digo! Perdiste mucha sangre y esas heridad que te hiciste... ¡ugh! Espantosas... —el codazo que recibe de Rocco la interrumpe. Casey se queja, tapandose la zona adolorida, hace una mueca un poco infantil y se aparta de ella, plantandose enfrente de mis pieseros.
Pero su comentario me incomoda. Mi cuerpo se tensó y no pude ocultarlo. Tanto Alvis como Rocco se dieron cuenta e intercambiaron una rápida mirada.
—Pero... eso esta muy bien, ¿no? —interviene Alvis. Sus ojos vagan por la habitación tratatndo de buscar una idea convincente para que la situación no se torne más incomoda.—pronto volveras al cole. Y-y eso quiere decir que la situación no a sido tan delicada como se comenta por los pasillos —añade y varias gotas de sudor bajan por su frente. Su pecho sube y baja, agacha lacbez y parece murmurar algo pero no alcanzo a escuchar. Rocco si y creo que es algo gracioso porque sonríe.
—¡Oh si ese es otro rollo! —vuelve hablar Casey.—el director Burns se a vuelto loco. Él de por sí ya estaba loco pero esto a rebasado los límites. Los padres se han quejado por la seguridad de los alumnos, han organizado y mandado la queja al departamento de educación, creo que en menos de lo que canta un gallo tenemos nuevo director —cuenta rápidamente. Suspiro.—¡como sea! Nos han cambiado de aula, es en el primer piso cerca de la cafetería, sin ventanas y cerca de los baños de hombres —la forma en que dijo la última oración me ruborizó a penó a la vez.
—¡Iu, Casey, que pervertida eres! —se queja Alvis apartando la mirada.
La colorida suelta una risa y mueve sus cejas de un lado a otro mirando a su amigo. Río ante la situación comica, una mujer entra a la habitación acaparando nuestra atención
—Oh lo siento niños pensé que la paciente estaba sola, mi nombre es Alia Skiler psicóloga. Necesito que por favor nos dejen a sola —pide.
—Oh claro —dijeron y se apresuran a marcharse.
La doctora Alia Skiler me sonrío, jaló una una silla y se sentó.
Durante la charla que tuvimos ésta trató de convencerme que estaba en shock debido al episodio que viví, pero que no todas las personas reaccionamos igual. Me dio toda una charla sobre las emociones e impactos y previamente recetó otras secciones. Mi tía y la psicóloga hablaron durante mucho tiempo fuera del pasillo, nada me puede enterar y al preguntarle a Kristen su contesta fue vaga pero no quiso entrar en detalles.
Ésta enciende la televisión y se sienta en el sofá que tomó como cama a ojear una revista, sin embargo, yo no pude concentrarme en nada más que no fueran mis manos sanadas y la cara de horror del doctor al descubrir este acontecimiento, ni siquiera pude pegar en ojo en toda la noche.
El doctor a la mañana siguiente llego muy serio, le explicó los motivos por los cuales no me iba a revisar el especialista y cuando nos quedamos a solas ya que mi tía tuvo que ir a firmar los papeles de mi salida, el ambiente en la habitación se volvió denso.
El doctor mantenía una distancia vista a simple vista que reflejaba su desconcierto, yo no estaba muy lejos de estar en el mismo estrado. Nuestras miradas en ningún momento se apartaron y fue el propio médico que después de aclararse la garganta, habló.
—Seré claro. Tus heridas eran profundas, desde que entraste a la sala de urgencias temíamos que nunca volvieras a recuperar la movilidad de tus manos al cien por ciento. ¡Ni siquiera sabíamos si alcanzaban los veintes! De alguna forma poco... Creíble tus manos y heridas están completamente sanas —dice. —Y sin cicatrices —añade después de un tiempo en silencio.
Escuche atenta cada palabra que decía sin ningun ánimo de interrumpirlo. El doctor continuo hablando impacible mientras me estaba muriendo lentamente.
—Los vidrios comprometieron tres tendones de tu brazo izquierdo y destruyo tu mano derecha casi a totalidad. Fueron dos cirugías de emergencia donde extrajimos los vidrios y cerramos por totalidad casi todas tus heridas. Necesitabas otra cirugía para cerrar algunos cortes menores, pero temíamos que tu cuerpo no fuera a resistir debido a la pérdida de sangre, y ya que tu posees un tipo de sangre muy escasa estábamos contra el reloj— mientras el doctor hablaba movía sus manos de arriba abajo y su voz poco a poco se transformo en absoluta y completa devoción... Mas que eso. Sentí miedo.
—Pero... ¿Y los medicamentos...?— insistí en el tema tratando desesperada de buscar una solución lógica.
El doctor suspira cansado.
—Los medicamentos que se te suministraron no sanan heridas Mary, una eran des-inflamatorios y para los dolores previos a la operación — me interrumpe mostrándose cansado.
—¿Entonces qué quiere decir? ¿Qué mi cuerpo tiene la capacidad de sanarse por si solo? ¡Vamos doctor! Tanto usted como yo sabemos de sobra que eso es imposible — digo auto-convencida.
—Creo que si analizamos tu sangre a profundidad podremos dar con la causa —propone acercándose a paso lento.
—Si es una prueba de sangre lo que usted esta proponiendo, aquí en el hospital tienen mucha...
—Hablo de estudios mas avanzado. Algo más... Profundo —asegura.
—¿Profundo?— preguntó confundida.
Asiente y toma aire.
—Si. Nadie se puede enterar, absolutamente nadie— dictamina.
Parpadeo confusa.
—Esto me haría ver anormal — murmuro mirando al vacío.
—Aún es muy pronto para afirmar hipótesis Mary — escuchó la voz del doctor.—primero debemos hacer una intervención mas profunda de muchas cosas; recopilar datos, hacer investigaciones a cerca de casos similares, realizar pruebas de tu cuerpo...
—¿Por qué?— le interrumpo mirándolo con dureza —¿por qué esta interesado en mi caso? Creo que tengo un dejavú sobre usted tratando de convencerme que soy un... Un, un—me cayó cuando no se que decir como definir esta situación .
El doctor no responde de inmediato, creo que esta pensando la respuesta y eso me hace desconfiar. Entre cierro mis ojos inspeccionando cada gesto.
—Lo hago porque nunca en toda mi carrera había presenciado un acto tan poderoso de sanación como el que te sucedió a ti — responde con seguridad.
Parpadeo a su dirección.
—¿Y que hará si descubre algo anormal?.
—Esto es simplemente algo profesional. Verás... E pasado toda mi vida buscando la cura para diferentes enfermedades y cuando creo encontrar un avance algo sale mal. Algún agente patológico interrumpe el proceso y vuelvo a estar en el mismo lugar. Siempre es así y... —el doctor se interrumpe tratando de buscar las palabras correctas para seguir hablando, pero no se lo permití.
—¿Me esta diciendo que me quiere usar como conejito de india por no se que clase de investigación científica?.
El doctor se desestabiliza y su brillante mirada se endurece.
—Tal vez usted sea de mucha ayuda para mi investigación, por favor piénsale —me dice, escribe en el historia y sale de la habitación.
Y allí esta el verdadero interés de este hombre, su investigación, a él le importa un verdadero comino lo que yo podría estar padeciendo.
Esa misma tarde me dieron salida. Sin embargo, tras mi paso las enfermeras se me quedaban viendo de forma misteriosa. Sus miradas eran difíciles de decifrar pero éstas se quedaban estéticas al verme pasar. Mi tía no comentó nada, pero cada que nuestras miradas se encontraban apartaba la mirada y seguia sin emitir palabra.
El médico que me atendió y mi tía acordaron a que me quitarian las vendas dentro de quince días cuando tuvieran que "cortarme los puntos". Aquello me daría el tiempo suficiente para tomar o rechazar su oferta. Aunque sé que no tengo otra opción si no es cooperar con lo que el doctor me pidió. Sé que no es obligación pero debo de admitir que estoy demasiado curiosa y agradecida.
Ya en casa mi tía me informó que debía asistir a un psicólogo particular con el que ya había hablado y establecido una cita. E huido lo mejor que e podido del asunto de mis manos hasta debo reconocer que el doctor ha ayudado gran parte de esta huida, él más que nadie debe estar interesado en lo que me sucede o al menos eso quiero creer.
Por otro lado, estar en casa fue duro y aburrido. Los primeros días estuve rodeada de personas, los profesores fueron a visitarme y Cassey, Rocco y Alvis. También el director y algunos amigos de mi tía.
En esos días también me e sentido extraña. No se, simplemente se me es muy difícil acostumbrarme a la rutina de antes, y es que después de lo ocurrido aquel martes, siento que mi mente me esta jugando una mala pasada porque no puedo concebir el hecho de ser observada en todo momento. A veces creo sentir una presencia. Algo inexplicable y de lo que me a mantenido sin poder dormir, temerosa hasta de mi propia sombra.
No sé si es mi subconsciente pero cada que duermo siento que me hablan al oído, como susurros que no me dejan descansar y me asustan irrumpiendo en mi sueños.
El tiempo pasó hasta que el supuesto día de "cortar los puntos de mi mano" llegó. Mi tía me acompañó, sin embargo, el doctor no le permitió entrar.
—Por favor sientese —me ordena y señala la camilla.
—¿Esto era necesario? Ambos sabemos que no hay hilos que quitar así que... —dejó la idea en el aire y suspiro profundo.
El doctor se acercó, agarró mis manos y empezó a quitar lad vendas.
—Lo que hacemos es rutinario y para encubrir tu sanidad.
Al descubrir mis manos la vibra densa empezó a formarse entre nosotros. El doctor se volvió rígido y apretó los labios. Yo también estaba tensa, la piel descubierta estaba tan pálida que podía ver mis venas a través de estas. Paso sáliva y rompo nuestro contacto. El doctor sale de trance en que estaba sumergido y se apresura a quitar la otra venda.
—Acepto —le digo, llamando su atención. Nos miramos.—no lo hago por la ciencia. Acepto por agradecimiento... y porque tengo mucha curiosidad.
El doctor asiente, parpadea y deja caer mi mano ya descubierta. Tira las vendas que había estado usando y regresa a su puesto.
—Entonces debes saber que habrá un poco de dolor —me informa.
Tomo aire por la nariz.
—Ya tomé mi decisión, y soy de las que no se retracta cuando da su palabra.
El doctor parece satisfecho con mis palabras. Entonces yo me preguntó, ¿le acabó de dar poder sobre mi?.
Regresar a clases fue duro, principalmente porque aún llevaba puesta vendas. Sin embargo, aún podía mover mis dedos. Mi tía se puso como loca cuando supo que podía regresar al colegio, discutió con el doctor por ese asunto.
Tal como Cassey había dicho en su visita, el director se había encargado de mudarnos de salón. Uno sin ventanas y con pupitres compartidos.
Rocco, Cassey y Alvis me saludan en cuanto entro al curso y la morena aparta su moral de la silla vacía, intentó sonreírle para agradecerle por guardarme el puesto pero lo que logré fue una extraña mueca en mi rostro.
El salón que por extraña razón se quedo en silencio apenas me vieron llegar, tal como sucedió cuando puse un pie fuera de la camioneta de mi tía, el mundo se detuvo para los demás y se redujó a mi. Afortunadamente solo quedaban algunos estudiantes pero igual fue super incomodo.
Caminé hacia mi asiento donde me senté. Resulta obvio que todos mis compañeros se me quedaran viendome, pero al menos ellos se quedaron en silencio, tal vez fuera porque ellos presenciaron todo lo ocurrido.
La jornada escolar inicio con unos aburridos ejercicios de química, me perdí entre tantos números y deje que mi mente bagara por cada uno de ellos hasta que el profesor empezó a pasar a alumnos al tablero. Rocco con suerte logró resolver el ejercicios que le colocaron, pero el resto de los compañeros no contaron con la misma suerte.
—Es increíble que los próximos "futuros del mundo" no sepan crear un simple molécula, que por supuesto se a visto tantas veces—nos regaña el profesor viéndonos despectivamente. Se quita sus lentes, masajes su cien y llega hasta su mesa. Recoge la lista y ojea.— a ver... La próxima en salir es... ¿Mary? ¿esta aquí?— pregunta alzando la cabeza, buscándome con la mirada. Genial, ahora vuelvo a tener toda la atención— ¿usted es Mary?—asiento en respuesta.—no te había visto en esta clase, ¿eres nueva?—niego. —¿te sientes preparada para hacer el siguiente ejercicio? ¿segura que puedes hacerlo con tus manos vendadas? —asiento, me levantó de mi asiento y caminó hacia el tablero. El profesor me tiende el marcador y me dispongo hacer los ejercicios.
Reemplazo los alcoholes por dos alcalinos, coloco una cetona, un ácido... Así continuo hasta que la nombro.
—¿Ya? —pregunta el profesor al verme dar dos pasos hacia detrás.
—Si.
Coloco el marcador en la pizarra y vuelvo a mi asiento.
—Muy bien Mary, se nota que dominas a la perfección este tema—dice el profesor mirándome.—próxima clase quiz así que estudien —la clase abuchea y el timbre suena.
Soy la última en salir, realmente no quería salir afuera, me cuesta ignorar tantas miradas. Sin embargo, Rocco me insita a que haga frente aquello que me esta incomodando.
—Ánimo Mary, no tienes porque mantenerte alejada, aparte, hoy es día sandwich no querras perdertelo por nada del mundo—me dice mostrandose positiva.
—Si, si. Además, ya tenemos todo calculado, Alvis va a ir por nuestras meriendas, así que no tienes que hacer tanto esfuerzos con la mano —habla Cassey.
—Esta bien—le digo rindiendome a sus suplicas, Cassey chilla y me abraza.
—¡Genial! Ahora vamonos o ya no habrá puestos donde sentarnos y Alvis se volverá loco—comenta ésta rompiendo el abrazo.—¿quieres que te ayude con tu moral? —me pregunta.
Frunzo el ceño.
—No. La voy a dejar aquí —respondo.
Salimos del salón y nos dirigimos a la cafetería. No tuve tiempo de procesar que estaría enfrente de todo el alumnado por eso me asusté un poco, no sabía que iba ser tan difícil tener tantas miradas sobre mi.
Sin embargo, la atención de los alumnos quedó dividida por otra chica.
Era la prima de la adolescente de último año que fue atropellada. Lo sé porque Rocco me lo dijo cuando le pregunte, resulta que a ella también se la quedaron viendo y se produjo el silencio.
Ahora la atención estaba dividida, pero eso sí... Todos miraban, si no era la chica que se llamaba Malia era a mi.
Con Rocco intenté pasar desapercibida entre las personas, intente olvidar las miradas y solo me sentí a salvo en mi casa, en mi habitación y en mi cama por eso no entré a la última clase del día, no tenía ánimos.
Junto con Rocco y Cassey, Alvis no fue con nosotras puesto que tenia que cubrirnos. Fuimos a parar a una pizzeria muy poco conocida pero que a esas horas de la mañana estaba vacía. Por fortuna a las tres nos gusta la misma pizza, la de salchicha.
Por desgracia allí también estaba el grupo de amigos de Hillary, intentamos ignorarlos y nos ubicamos en la mesa del fondo al otro extremo de aquel grupo.
Rocco fue la que se encargo de ir a pedir la pizza.
Las risas del grupito de populares captaron mi atención. Sara, la arpía líder imitaba la voz de alguien mientras con la corbata del colegio se la colocaba en la frente haciendo reír a sus amigos. Dylan le sigue el juego colocando sus dedos en cada extremo de su boca, abriéndola y sacando su lengua hasta que Lesly se levanta de su asiento y diciéndole algo a sus amigos se encamina al mostrador, pero al pasar al lado de Rocco está gira exageradamente provocando que la bandeja se le resbalara encima de la ropa.
—¡Rocco! —grito su nombre, levantándome de la mesa y yendo hacia ella.
—¡Ops lo siento! —exclama con fingida torpes a la morena.
—¡¿Que te pasa imbécil?! —le dije, tratando de limpiar su ropa.
—¡Ey, ey! ¡Ya le pidió perdón! —interviene Sara. Me giro hacia el grupo, Lesly se acaba de unir a ellos.
Veo a Rocco, la morena mantiene la cabeza gacha, después miro su ropa toda manchada y me encolero. Volteo hacia Sara mirándola directamente a los ojos.
—¡¿Y crees que eso fue suficiente?! ¡Mira como la dejo!—exclame con furia di un paso al frente dispuesta hacer lo que fuese para defenderla, pero Rocco fue más rápida y discretamente me agarro la mano, deteniendo mi avance. Cassey también había puesto sus manos sobre mis brazos.
Sara ni se inmutó ante mi.
—Cálmate mustia, aparte, fue un simple accidente —me asegura en defensa de su amiga.
—Yo muy bien que la ví. Esto ya estaba planeado. Es ese juego... ¿Ahora qué? Decidieron bulear a la chica indefensa, ¿no? —aseguró sin bajar la guardia. —¡pero hasta aquí se le acaba su juego! No voy a permitir que la hieran nuevamente .
Sara chasque la lengua.
—¿Y que vas hacer? Acusarnos con tu mami. ¡Ah verdad! Que tu no tienes mamita —el grupito de Sara se echaron a reír ante el comentario de su líder.
Rocco aparta la mano y me ve con sorpresa. Mi pecho sube y baja con frenesí, aprieto mi mano en un puño escondiéndola detrás de la chaqueta del uniforme.
—¿Qué dijiste? —pregunto entre dientes.
Sara tuerce una sonrisa con petulancia.
—Lo que escuchaste, ¿O que?, No me digas que a ver visto morir a una pobre chica te volvió tarada —vocifera burlesca.
Dejó de respirar.
Mis oídos empiezan a picar, a tal punto de que las risas de los amigos de Sara rebotan en mi mente.
—No querrás haber dicho eso—amenazó fuera de mi.
Sin controlar mis impulsos, me lanzó hacia Sara dispuesta a borrarle su risa. Sara grita y caemos al suelo, agarró sus pelos con mis dedos y los jaló, Sara hace los mismo con la diferencia de que ella está debajo de mi cuerpo. Oigo muchos gritos a mi alrededor y varios manos tratando de separarme.
Mi cuerpo arde mientras es levantado al aire, distingo las voces de Lesly y Dylan. Un fuerte manotazo en la cara me desestabiliza y Sara aprovecha ese instante para escapar y colocarme debajo de ella. Ahora se que fue Lesly la que me pego ya que ella se encargo de sujetar mis manos cuando Sara se coloco a horcadas a mi.
—¡Eres una perra! —gritó Sara tocándose la boca con sus dedos, justo al lado que le salía sangre.—me las pagarás—sentencia.
—¡Sueltadme! ¡Soltadme desgraciadas! ¡Malditas perras! ¡Soltadme! —gritó, jalando las manos para ser liberada.
La misma mano que tiene sangre la impulsa para pegarme. Pero increíble que pareciera, su propio novio la detiene.
—Suficiente —dice.— estamos dando un espectáculo y el dueño esta a punto de llamar a la policía.
—Suéltame —le ordena su novia entre dientes tratando de zafarse del agarre de este sin éxito. Sara suspira, se gira hacia mi, ambas nos asesinamos con la mirada.— esto no se quedara así perra, me las pagaras, tarde o temprano lo harás —amenaza, se levanta y le hace seña a Lesly para que me suelte, la morena gruñe y me suelta.
En cuestión de minutos, el grupo desaparece dejándome sola y tirada en el suelo. Me levanto con pesadez, Rocco y Cassey me observa con estupor.
Pongo los ojos en blanco y girándome, camino hacia la mesa, agarro mis pertenencias y me apresuro a salir de la pizzeria. Mientras camino trato de arreglar un poco mi apariencia.
—¡Mary, espera! —la voz de Rocco llega a mis oídos. La morena me alcanza pero no habla, no hasta que llegamos a la parada de autobuses— gracias.
—¿Por que agradeces? —le pregunto sin verla, frunciendo ligeramente el ceño.
—¿Cómo que por qué? ¿sabes lo que hiciste allí dentro? Destrozaste a esa perra, ¡le diste su merecido! —responde Cassey energica, sus ojos me veían con orgullo. Sin embargo, yo no me sentía orgullosa de lo que había hecho.
—Y me ayudaste, otra persona no lo hubiera hecho. Aún cuando estas practicamente invalida —Rocco suspira, interrumpiendose. —gracias—repite al borde de las lágrimas.
Cassey al verla, lleva su mano a la espalda de ésta consolandola.
A lo lejos observo al bus que pasa por mi casa. Me levanto del asiento y saco la mano para hacerle la parada. El bus se detiene y abre sus puertas.
—¿Nos veremos mañana? —pregunta Rocco temerosa.
¿Por qué me preguntó ese? ¿A qué le tiene miedo?. Suspiró.
—¿Por qué no iría? ¡Nos vemos mañana! —me subo al bus, pago el pasaje y me siento en la primera silla disponible.
No me reconozco, sencillamente antes no hubiera podido defenderme. Seguramente hubiera dejado pasar ese incidente por cobarde, pero no podía hacerlo, no podía permitir que dañaran a una persona sincera simplemente no esta en mi naturaleza. Por otro lado, que hayan mencionado a la loca de mi madre también fue un gran empujón a que mi reacción fuese tan violenta.
Al llegar a casa, me encerré en mi habitación. Realice mis tareas y maquille para que mi tía no viera los moretones de mi cara.
Ayudé a lavar los platos y ví un rato televisión. A la hora de dormir me despedí de mi tía y volví a la habitación. Me coloque la pijama y encendiendo la lampara tanto de descansar.
Un suave pero frió toque en mi cachete provoco despertara de mi profundo sueño.
Eran las tres de la mañana cuando mire mi despertador. Tenía la respiración agitada, un fuerte estremecimiento recorrió mi espina dorsal al notar que las luces estaban apagadas y la temperatura había elevado aunque mi cuerpo estaba adolorido, temblando y sudorosa.
¡Maldita sea, Mi tía volvió apagarme la luz! ¿Qué no entiende que yo no puedo dormir con las luces prendidas?.
Llena de miedo y rabia enciendo la lampara para después encender la luces, la habitación se iluminó por completo revelando que la sabana con la que me arropo se encontraba tirada en el suelo a unos cuantos centímetros de distancia de la cama.
Frunzo el ceño pero no le doy importancia.
Mejor me doy un baño para pasar el susto.
—Hola cariño, buenos dias, ¿Como amaneciste? —me pregunta apenas me ve entrar a la cocina.
—¿Cuántas veces te tengo que repetir que no me gusta que me apagues las luces cuando duermo? —pregunto enfadada.
Si, estoy enfadada. No me juzguen, estoy despierta desde las tres de la mañana y aquello pone mal a cualquiera, además, mi cuerpo aún esta lleno de miedo.
¿La razón? ni yo misma se.
Observĺ a mi tía detenerse, colocarse recta y mirarme con severidad.
—La psicóloga dice...
—La psicóloga esta loca tía —la interrumpo y suspiro. —¿qué no entiendes que me es mas fácil conciliar el sueño de esa manera? Se que es difícil para ti todo este proceso... y comprenderme, pero pero necesito que tu no me juzgues por favor.
Silencio. Es todo lo que recibo en respuesta.
Mi tía parpadea y coloca el plato en la mesa. Después se gira hacia la estufa, dándome la espalda.
Niego ante su actitud.
Ella no va a dejar de molestarme.
—Me voy a la escuela —anuncio.
Salgó de la casa y empiezó a caminar rumbo a la parada. Si me apresuro, puedo alcanzar el último bus escolar.
No pude alcanzar el bus por lo tanto me toco ir a pie hasta la escuela, fue bueno pese a todo una de esas razones era que me salte las dos primeras horas de matemáticas, y la segunda, mi cuerpo adquirió adrenalina y tembló a causa de la caminata aunque en clases anduve cabeceando y no me pude concentrar, razón por la que tuve varios llamados de atención por parte de los profesores.
El recreo llego y me encontraba sentada en mi puesto cuando Rocco aparece, y con sigo, trae un papel.
—¿Que es eso? —le pregunto, viendo la hoja.
—Oh, ¿Esto? Es una hoja de inscripción —responde, volteándose a su moral saca su mochila y de esta un lapicero. —¿Te inscribirás en algo este año? ¿Por qué estas inscrita en año no?.
—SI. En fútbol —Rocco detiene su acción y me mira.
Me llevo mi jugo a la boca, tomando de este.
—¿Fútbol? ¿Te gusta el fut?—pregunta entre curiosa y sorprendida.
—Mucho —respondo con tranquilidad. —es el único deporte que me entretiene y me da energía—digo una verdad a medias.
Cassey que se mantiene callada por primera vez desde que la conocí, levanta la mirada del cuaderno y mi mira.
—Eras muy buena en fut. Cuando era capitana ganaban todos los torneos —le cuenta a Rocco.
La morena abre mucho los ojos, sorprendida.
—¡¿De verdad?! ¡¿Tan buena eras?! —me pregunta.
—Exagera —le digo, después me giro hacia ella.—y tu mejor apresurate a terminar de copiar la tarea porque el tiempo del recreo se esta agotando.
Como si le hubiesen alertado de algun peligro Cassey se apresura a terminar de pasar.
—¡Yo me voy a inscribir en canto! —exclama feliz llamando mi atención.
Ninguna de las tres comentamos nada de lo que sucedió ayer, aunque el ambiente llego hacer tenso cuando el grupo de Sara con Hillary incluida entraron a la cafetería. Rocco dejo de sonreír y permanecía con la cabeza gacha, respondía con monosílabas positivas mientras escribía tensa como estaba el resto de su cuerpo. En ese momento apreté los puños e irguiéndome lo suficientemente recta me enfoque en la única integrante del grupo que quería asesinar en ese momento, Sara. Claro, la rubia no se intimidó simplemente se dedico a devolverme la mirada sin mucho interés.
Pero del resto estuvo normal. Normal hasta que en la salida apareció Ian. Si les digo que no sentí rabia estaría mintiendo, Ian se creía con el derecho de desaparecer y aparecer como si nada en mi vida y ya me estoy cansando.
—Uy hay esta tu gala, nosotras mejor nos vamos —vocifera Cassey agarra a Rocco y la arrastra a otra dirección.
—No es mi galán —me defiendo, pero obviamente ya no me pueden escuchar.
Suspiró y bajo las escaleras, camino directo hacia el. Ian se muerde el labio dudoso, su mirada en ningún momento deja de verme.
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