Capítulo 3

   Elevo mi rostro al escuchar el ruido de llantas frenar en seco. El viejo chevy color rojo de mi tía se estaciona y Kristen saca la cabeza por la ventana. Suspiro y me levantando del frío suelo. La brisa fresca golpea mi rostro uy mueve mi cabello de un lado a otro.

  —¡Mary!— grita y continua hablando hasta que me subo al coche. — siento la tardanza cariño, pero...

  —¿Qué? ¿Otra clienta te impidió el paso hacia tu auto?— le interrumpo, alzando la ceja hacían su dirección. Mi tía me mira apenada y enciendo el auto. Giro mi rostro hacia donde ella. — tía, si pasar por mi a la escuela te resulta muy difícil debido a tu trabajo, seria bueno aprender a soportar el autobus.

  —Ni se te ocurra decir eso—vocifera.— Para mi siempre va hacer un placer traerte y llevarte, ¡de veras!. Eres como una hija para mi y esto es lo que quiero. Ahora bien, si estas preocupada por mi trabajo no tendrías por qué sólo había mucho trafico, ¡Ya sabes, turistas! —intenta bromear.— Tuve que rodear el perímetro pero encontré la forma rápida y fácil de llegar hacía la escuela este donde este —añade, tronando los dedos.

  —¡Pero tardaste una hora! Y has llegado tarde toda una semana —le recriminó incapaz de olvidar que ayer llego por mi cerca de las dos, y la pobre Rocco se quedó acompañarme hasta que el chofer de su padre paso por ella. Rocco intento darme un aventón pero mi teléfono estaba muerto y si mi tía llegaba y yo no estaba... no me atrevo ni imaginar lo que se ma avecinaba.

   Kristen suspiro.

  —Siento haberte dejado bajo el hielo cariño, no volverá a pasar —se disculpa y promete.

   Asiento pero no habló. Se instala un silencio para nada incómodo entre ambas y permanece hasta llegar a la casa.

   Llegó a mi habitación presa del sueño, me lanzo a la cama sin deshacerme de mi mochila y cierro los ojos tratando de descansar hasta que mi tía prepare el almuerzo y venga a levantarme.

   Estoy muerta, esta corta semana a sido demasiado intensa. Ya me habia aconstumbrado a despertarme cerca de las doce y ser una completa vaga. Aparte, se supone que en la primera semana de escuela no dejan tarea y tengo como mil reposando sobre el escritorio.

   Estaba por quedarme dormida cuando siento un suave, casi inexistente toque en el muslo derecho de mi pierna, por la altura de la falda. Creó que e fruncido mi ceño e intenté abrir los ojos pero el sueño me gana. Aun así el toque persiste y es extremadamente frío.

  —Mary — la voz de mi tía suena lejana. —Mary, cariño — mi cuerpo empieza hacer sacudido. Pero no quiero despertar.

  —Mmm— murmuro.

  —Mary, arriba.

  —Mmm

  —Mary ya está el almuerzo— anuncia. Y esa sola frase es motivo suficiente para que mi estomago ruja y mis ojos se abran de par en par. Mi tía ríe y se aparta, dándome el espacio para levantarme de la cama. — cuando se trata de comida eres como un animalote, ¡glotona!— bromea sin poder ocultar la risa.

   La miro inocente.

  —Es que la comida es lo mejor que se a inventado y lo mas maravilloso —me defiendo y me deshago del bolso arrugando la cara. ¿Tan cansada estaba que ni el bolso me quité?. —¿qué preparaste?—le pregungo caminando fuera de la habitación. Pero mi tía ni se inmuto. —¿Qué?— me giro hacia ella.

  —Antes de comer, cambiate.   Puedes manchar el uniforme. Y solo cuando estés lista, bajas— sentencia dejandome sin palabras. Mi tía sale de mi habitación no sin antes darme algunas palmadas en la espalda.—¡Ah! Y preparé papas horneadas chorreadas de salsa y pollo —mi barriga suena. — así que no tardes...¡Se enfría!.

   Chisto mis dientes.

  —Mmm...delicioso — digo, sintiendo mi boca demasiado jugosa.

   Cuando mi tía se va me apresuró a cambiar mi ropa. Opto por unos shor blancos y un buso de manga larga negro dos tallas más anchas que mi talla habitual para resguardarme del frío, me colocó mis pantuflas y salgo de la habitación.

   Me siento en la mesa ignorando la cara de burla que me lanza mi tía.

  —Eso fue realmente rápido — dice tratando de verse seria.

   La ignoro y me dedico a comer. Mmm papa, pollo.

   ¡Que delicia!.

   Literalmente no dejo ni la salsa en el plato y Kristen se burla por eso, pero tenia tanta hambre, esta mañana no pude desayunar bien ya que iba tarde al colegio, y todo gracias a que el despertador de esta no sonó y por obvia razones no se levantó.

   Cayendo la noche me encontraba en mi cuarto realizando mis tareas cuando mi tía toca a la puerta. Musito un <Adelante> y cierro el cuarder, mirando a mi tía.

  —Mi vida, ¿Estas ocupada?- niego en respuesta.— Ian esta afuera —dice despacio.

   Mi corazón brinca de felicidad y una estúpida sonrisa empieza aparecer, pero la reprimió. Vuelvo a concentrarme en mis deberes.

  —No lo quiero ver— comento.

   Ian Digory es mi único amigo, nuestra amistad nació desde el jardín de niños y desde entonces no nos hemos separado, pero en estos momentos estamos peleados.

   Ian es sinónimo de rebeldía y descontrol, pero estuvo en su limite cuando su relación de más de cinco años con Hillary —antes amigos— terminó casi al mismo tiempo en que dejamos de ser amigas. El "trio dinámico" como nos decían desde pequeños había acabado y nos afectó; bueno, al menos a Ian y a mi. Pero esa no era la verdadera razón por la que estabamos peleados.

   Desde su ruptura, Ian abandono la escuela su vida se redujo a fiestas, donde por lo general terminaba cayéndose de la borrachera o intoxicado sin preocuparse por su futuro, descuidando incluso el negocio que montó gracias a una herencia que le dejó su difunta madre. 

   Y esa es la verdadera razón de nuestra pelea... mi eterna lucha.

   Ian vive por vivir, como si la ruptura con Hillary le hubiera arrebatado todo, hasta sus ganas de vivir.

   Mi tía suspira.

  —Dice que no se va a ir hasta hablar contigo —insiste mi tía.

  —¿Y desde cuando tú dejas que haga lo que se le da la gana?— la cuestiono, sin dejar de escribir. Pero en verdad que ya no sé ni qué es lo que estoy haciendo. — dile que se marché —añado.

  —Yo vengó decidido hablar contigo— habla Ian a espalda de mi tía. Mi cuerpo se tensa y lo miró. Mi tía suspira y se gira hacia él.

  —Te dije que esperaras —gruñó. —¿qué parte no entendiste de esperar afuera?— pregunta entre dientes y cruza sus brazos.

   Ian aparta su mirada de mi para mirar a mi tía.

  —Lo siento Kristen, pero yo no me muevo de aquí hasta hablar con Mary —sentencia y vuelve a mirarme. Bufo y aparto la mirada, sintiendo mis cachetes arder...

   Ahora recuerdo otro motivo de nuestra pelea...

  —Pues yo no tengo nada de lo que hablar contigo.

   Alzó mis cejas, esperando que diga algo más, pero es mi tía quién habla.

  —¡Paren, paren! ¡Me cansé! —interrumpe mi tía. Llamando mi atención. — Ustedes parecen niños pequeños peleándose por quién se comió o no la caca del perro. Y para colmo, ¡yo parezco una adolescente desesperada por no matarlos! ¡por dios, no respetan mis canas! ¡me voy!¡aah! pero tú—apunta a Ian, este se queda muy quieto y sus ojos se agrandan a la espera de que lanzara un ultimatun. Me hubiera encantado reírme pero mi tía daba demasiado miedo cuando se enoja de verdad. Kristen hace presión en el pecho de Ian. — si le tocas un solo pelo a mi pequeña. Despidete de tu descendencia —amenaza apretando los dientes.

   Ian pasa saliva, asiente muy lentamente y no fue capaz de  adentrarse a mi habitación hasta que escuchamos el rugir del coche de Kristen. Cuando quiso reaccionar ya le estaba cerrando la puerta en su cara. Atrincherándome en mi guarida.

  —¡Largo! —le grito. Recostando mi espalda en la puerta, creyendo tontamente que podría servir como escudo.

  —No me iré —me grita de vuelta. Tocando con insistencia la puerta.— ¡abre para poder hablar!.

  —No sé de que vamos hablar, entre tu y yo ya todo esta dicho. Ahora... ¡vete! Y deja de tocar la puerta la vas a tirar.

  —Mary solo quiero hablar. Sabes que me duele que estés en esta actitud...

  —¿Ahora la del problema soy yo? —cuestionó, sintiendo mi cuerpo temblar de pura ira.

  —Nunca e dicho eso —dice Ian. — solo quiero hablar —repite.

   Niego. No quiero hablar con él.

  —¿Y de qué?¿De lo miserable que eres?¿De cómo estás destruyendo tu vida por qué se te da la gana?¿o de tus absurdos sentimientos hacia mi?—cuestiono e Ian no responde.

   Si, esa fue otra grave causa de nuestra pelea. Aparentemente Ian tiene sentimientos hace mi, lo sé porque el mismo lo confesó hace unos días en medio de una borrachera, ¡Hasta se atrevió a robarme un beso! Mi primer beso.

   Fue algo inaudito y ruin que no sé si perdonárselo.

   Obviamente me resistí y termine pegándole un fuerte manotazo en el cachete cuando acabó el beso, pero no tuve el valor de dejarlo a la deriva así que lo traje para mi casa. Fue incomodo para mi y un shock muy intenso para mi tía verlo intentar besarme nuevamente... creo que esa noche mi tía no durmio por estar vigilandolo.

  —Yo...—murmura Ian, regresandome a la realidad. Sin embargo, no logro escucharlo. Así que tengo que pegar mi oreja en la madera de la puerta para oírlo.—yo lo siento, no debí... Decir aquello. Pero estaba verdaderamente mal — su confesión me eriza la piel y hace que despegue el oído de la puerta debatiéndome en abrir o no abrir. Decido esperar a ver que tiene para contar.— esa noche... No era yo ¿entiendes?, bueno si era yo pero jamás imaginé en soltar aquello... ni el beso, el beso no estaba en mis planes —lo escucho suspirar. Yo tambien suspiro. — Estaba celoso, había visto a Hillary con otro hombre esa noche y solo quise olvidar...— su voz suena melancólica y suplicante, casi me parte el alma.

   Pero su confesión me hace daño. Saber que has sido utilizado no te ayuda a sentirse mejor. Una punzada de dolor se instala en mi corazón y llevo mi mano a la zona adolorida, dándole pequeños golpes. Queria que las cosas se aclararán pero escuchar que habia sido utilizada vaya que si dolia.

  —Eres lo único que me queda Mary y no quiero perderte por mis estupideces —prosigue y tengo ganas de gritarle que se cállara.— ¡joder! Realmente soy un hijo de puta por poner en jaque nuestra amistad —su voz se apaga cuando abro la puerta.

  —Tu eres un hijo de puta, si —repito. Ian chista los dientes y le sonrío.—pero eres mi amigo— a Ian se le aguan los ojos, da un paso hacia mi pero lo detengo con mis manos. Al ver su rostro lleno de confusión, prosigo. —pero estas desperdiciando tu vida y juventud. Y aunque me duela, me lastime por dentro no quiero una persona así a mi lado. Me da miedo que una noche  llamen a decirme que esta muerto gracias a un mal trago o en las peleas clandestinas en que sueles meterte —niego triste pero decidida. —esa no es la vida correcta que quiero para ti y ya que tu no piensas apartarte, entonces lo hago yo.

Si Ian no decide cambiar por el bien de él mismo, yo no tengo porque verme obligada a verlo caer.

  —Mary...—murmura mi nombre.

   Suspiro profundo conteniendo mal contenido las ganas de llorar.

  —Quiero que te vayas. Que me dejes —le ordenó. Pero son tam fuertes las palabras que mis ojos empiezaa a cristalizarse.

   Ian niega rápidamente y apartando mi brazo de un gentil manotazo me abraza.

  —¿Qué tengo que hacer? Dime qué quieres que haga y lo haré —me dijo suplicante.

   No respondo. En cambio, dejó caer mi brazo rendida.

  —¿Para qué? Es inútil— susurro negándome apartarme.

  —Lo que sea...—insiste.

   ¿Debo permitirme darle una última oportunidad? Aunque sé que muy probablemente me termine decepcionando. Hemos sido amigos por tantos años. Ian me conoce tan bien, él conoce todo mi y yo... pensé que lo conocía a él.

  —¿Lo que sea dices? Entonces...— divaguo dudando en si decirlo o no. Al final, exusten personas que necesitan que otras les den un empujón. — entonces... Decide —vocifero.— Serás débil y miserable o recuperas al Ian que conozco, y decides pasar página y ser alguien productivo por ti, para ti.

   Ian no responde de inmediato, en cambio, se hecha hacia atras y me mira, aunque se de el lujo de sonreír.

  —Solo si tu me ayudas —murmura en mi oído. 

   Frunzo el ceño e inclino la cabeza hacia un lado, notoriamente confundida.
A Ian se le cambio la expresión triste y acongojada por una vivaz y pícara. Su celeste mirada se oscurece y se vuelve intensa, generandome desconfianza. Entrecierro mis ojos a su dirección.

  —¿Y cómo seria eso? —cuestionó intentando sutilmente poner distancia entre ambos.

   Ian ejerce fuerza en su agarre dejándome sin escapatoria.

  —Aceptando una cita —vocifera arrastrando las palabras.

   Abro mis ojos y lo miro perpleja. Esto debia ser una broma

   Era otra broma. Debia serlo, ¿cómo se le ocurre soltar aquello sin esperar repercuciones?.

  —Ian... —musito, sintiendo mi corazón acelerado.

   ¿Qué pretende al pedirme una cita?.

  —Mary, escucha —pide acunando mi rostro.— Sé que hemos sido amigos durante tantos años que parece raro lo que te pido, pero al menos yo no puedo evitar lo que siento cuando estoy a tu lado.

  Chisto mis dientes, aprovecho que ya no estoy prisionera y me aparto. Ian suspira y coloca los ojos en blanco como si estiviera esperando esa reacción de mi parte.

  —¡Tonterias! — reacciono y me adentro a mi cuarto. Con Ian siguiendome. — es lo mas loco y ... Estúpido que e escuchado. ¡Por dios! Yo ni siquiera te gusto ¿qué dirá la gente? Nu-nuestros conocidos.

  Y solo es una pequeñisima parte de la larga lista que hacian imposible que entre Ian y yo existiera algo más que una buena amistad.

   Había buscado sientos de veces los pros y contras de salir con un amigo. Y olvidar una amistad de años es dolorosa e innecesaria.

   Sigo divagando hasta que Ian me detiene. Ambos quedamos frente a frente, mirándonos a las caras. Pero ninguno es capaz de hablar. Suspiro e involuntariamente miro sus labios.

   ¿Cómo se sentirá besar de verdad a Ian? ¿cómo se sentirá ser amada de verdad? Apenas pensé la pregunta mi cerebro recrea mi supuesto beso con Ian y todo lo que sentí posteriormente a este.

   Fue... raro y fascinante. Me sentí torpe e inexperta pero la sensación era placentera... y bastante humeda y olorosa.

   Agito la cabeza pretendiendo espantar esos pensamiento y vuelco mis ojos a los suyos, buscando su mirada.

   Ian me mira expectante luciendo increíblemente atractivo. ¿Desde cuándo pienso en Ian como un posible hombre?. Nunca me habia detenido a pensar en Ian más allá de un hermano, como amigo o como protector, pero no como hombre.

   Y tampoco es que Ian no fuera atractivo. De hecho lo es. Hombros anchos, cuerpo muesculoso, de tez pálida, rostro cuadrado y ojos claros, tan azules como el coor del cielo. Aunque la breve descripción anterior no se compara con su mayor atractivos, Ian cuenta con innúmerables lunares exparsidos del cuello para bajo detalle perfecto que lo caracteriza del resto.

   Pero aún así siento que no podría haber una relación real.

  —Me gustan los bolos —confieso tratando de que la voz no sonará nerviosa.

   Ian me sonríe y envuelve sus abrazos con fuerza sobre mi cintura, pero no sé por qué no le correspondo.

   ¿Estaré haciendo bien?.

   Es solo una cita.

   Mi tía no trato de indagar sobre nuestra repentina reconciliación, acto que le agradecía ya que ni yo misma podría explicar lo que pasaba como para tener que explicárselo a otro. Sólo nos sonrió cuando nos vio conversando, sonriendo y jugandonos bromas.

   Esa noche Ian nos acompañó a comer pizza y al irse se despidió de mi con un beso que por supuesto me robo cuando me distraje y mi tía no estaba cerca. El camaro negro de Ian se alejó, y al entrar a la casa ayudé a mi tía a lavar los utensilios usados.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top