Capítulo 11
Antes de que se terminará la última clase, decidí poner em marcha el plan que había tomado forma en mi cabeza. Fingí sentir un dolor insoportable desde mi estómago, afortunadamente mi piel adquirio un color pálido y empezé a sudar frío al mismo tiempo que los espasmos empezaron a mostarse. La profesora se preocupó y permitió que Casey me llevara a la enfermeria. Casey me miraba sin poderse creer el show que había amado mientras se aguantaba la ganas de hecharse a reír en medio de la clase, pero apenas salimos pusimos un pie fuera del aula estalló en risas, retorciendose hacia atrás.
-¡Eres increíble! Ni a mi se me hubiera ocurrido escaparme del colegio ¡y con estas ya van dos veces! Y en menos de una semana.
Me mantuve en silencio. Si Casey supiera las verdaderas razones no le encontraria gracia.
-Ya -le pedí.- apuremos el paso, ya quiero irme.
-¿Acaso... te estas escapando para verte con tu novio Ian?.
Me detuve en seco y voltée a verla. Mi pecho arde con solo escuchar su nombre. La sonrisa pícara que tenía poco a poco se le fue borrando de su rostro.
-Ian y yo no somos ni novios ni amigos y tampoco quiero escuchar de él -vocifero, mi voz suena dura. Casey se pone seria y su cuerpo se tensa. Continuo mi camino seguida por la rubia.
-¿Te enteraste de lo que le pasó a Rocco? -me pregunta, incapaz de mantenerse callada.- ¿no crees que Sara es estúpida? El título de perra le queda muy pequeño.
Mis pensamientos fueron dirigidos a Rocco. Apenas logre solucionar toda mi mierda, voy a solucionar la de ella. Y de paso, matar dos pájaros de un solo tiro.
A lo lejos se parqueo el taxi que Cassey me ayudó a pedir. Pero no podía irme sin arreglar las cosas con la rubia.
-Yo... siento como te hablé allá dentro, simplemente no soporto escuchar hablar de I... él.
Casey sonrío.
-¿Qué fue lo te hizo? Tuvo que ser algo grave para que ahora lo odies.
-No me hizo nada. Y tampoco lo odio, pero gracias por ayudarme, nos vemos mañana -me despido y entro al vehículo. Le doy la dirección del hospital y me hundo en la silla de aquel carro, resando en silencio por no ser vista.
El doctor Thismand se encontraba esperandome en la parte de atrás del hospital. Me reuní con él apenas bajé del taxi, éste simplemente asintió con la cabeza y dándome la espalda se adentra a las instalaciones del hospital. Gracias a la ayuda del vigilante pudimos pasar desapercibidos y subir por las escaleras de emergencia, el vigilante nos guió hasta el piso donde me atenderían.
La puerta del consultoríose abrió y de esta aparece una mujer de rasgos finos y pequeña.
-¿Eres Mary Phoexix? -me pregunta. Asiento en respuesta.- El doctor Thismand me habló sobre ti -dice y el doctor se aclara la garganta. La ginecologa lo mira con cierto reproche y al mirarme su mirada se suavisa.-entremos por favor -dice.
La sigo en silencio y no hablo hasta que es ella misma la que me hace hablar.
-¿Por qué crees que te violaron? -me pregunta.- Siento ser borda al abordar este tema, pero es necesario -explica.
Me remuevo incomoda pero debo contestar con la verdad. Mi pecho empieza a doler al igual que mi cabeza, siento como si ambos fueran a explotar. No sé queexpresión puse que la ginecóloga me mira con pena por más que se esfuerza por mostrarse serena.
-Bueno es que -tomo aire para tratar de calmar mis nervios y darme valor.-Salí de fiesta con un amigo, se lo juro que yo no había tomado más de una copa pero cuando desperté había un hombre sobre mi, no recordaba adsolutamente nada, de hecho aún no recuerdo como llegué hasta allí y-y estaba manchada de... de...-tartamudeo luchando por tomar aire y a la vez retener las lágrimas que se me agruparon en mis ojos.
-Entiendo -me interrumpe.- ¿hace cuanto sucedió el supuesto abuso?.
-Ya han pasado dos días.
-¿Después de despertar, presentaste signo de dolor en tu zona intima?.
Lo pienso, pero realmente estaba en tal estado de shock que fue difícil para mi decifrar lo que le pasaba a mi cuerpo. Niego.
-No me fijé -digo sincera.
-¿Te sangró durante o después del baño?.
Niego. La ginecologa frunce un poco el ceño, escribiendo en el computador.
-Estaba toda llena de... sangre.
La ginecologa tecleo en el computador y sin apartar la mirada de la pantalla, habló.
-Colocate la bata que esta colgada en el baño.
Trate de no pensar demasiado en los resultados, si bien temo que estos analisis resulten confirmando mis sospechas o siendo negativos, necesito que esto acabe de inmediato. Me cambie super rápido y cuando entré nuevamente al consultorio la doctora se encontraba sacando algunas herramientas de su empaque.
-Te voy a pedir que abras las piernas por favor, aquí colocalas -apoyo mus pies en los estribus de la camilla y suspiro pretendiedo ahuyentar los nervios.-muy bien -murmura mientras observa mi intimidad.
No puedo negar que me sentí practicamente expuesta, humillada y muy ansiosa mientras era revisada. Muy por el contrario a lo que esperé la revisión de la ginecoloca no duró mucho, y pronto, la escuche alejarse y con ella el aparato que había metido dentro de mi y tenerlo fuera es realmente liberador.
-Puedes cambiarte -me informa alejándose mientras se quita los guantes de latex y los bota en la caneca de la basura hasta sentarse nuevamente en la silla de su escritorio. Me levanto de la cama un poco confusa y preocupada por su reacción. Cuando estaba por entrar a la habitación, la voz de la doctora me detuvo y me hace girar a verlo.-¿puedes asegurar que la sangre que tenías sobre ti era tuya?-me pregunta, y su expresión es indescifrable.
Realmente no puedo segurar que sea mia, había demasiada yo estaba empapada.
-No, no estoy segura -respondo y me adentro al cuarto de baño.
Sólo cuando me volví a quedar sola expulso el aire que no pensé que tenía retenido. Me desvisto y coloco mi ropa. Cuelgo la bata y salgo del baño, me siento en la silla en que estaba sentada y esperé a que terminará de teclear en el computador.
-Voy hacerte sincera -dice la doctora.-después de revisarte no observé ninguna alteración en tu vagina por lo que me hace sospechar que no hubo ninguna agresión física.
Al escucharla, un gran peso desaparece de mis hombros dejándome en las nubes y en paz por solo unos momentos. Estoy a punto de romper en llanto, mi labio tembló y mis ojos vuelven a picar esta vez con intensidad.
-¿E-eso quiere decir que no... que yo no... que a mi no? -pregunto, sin poder pcultar la nota de dudosa en mis palabras.
-Yo no observo ninguna alteración en las paredes de su vagina y puedo casi asegurar que aún sigues siendo virgen.
Las lágrimas salen libres de mis ojos, un nudo empieza aparecer en el centro de mi pecho pero mi mente me grita que no fuí violada, aún así las convulsiones debido al llanto. Entonces, una pregunta aflora de mi mente y no quiero ignorarla.
-¿Y cómo explica...? -tomo aire y seco las lágrimas que nublan mi vista.-¿cómo explica que no soporte estar bajo la mirada de los hombres? ¿qué me de asco?.
-Puede que no hubiese acceso carnal violento, pero la experiencia traumática que tuviste que vivir aúnque tu mente no la recuerde, tu cuerpo si, y ese hecho puede hacer que de cierto modo sientas repulsión hacía el sexo apuesto -explica con paciencia.
Asiento, mucho más calmada. Tomo aire por la boca ya que mi naris se encuentra congestionada de tanto llorar. Aprieto con fuerza el paño y lo llevo a naris, sonandola.
-¿Eso es todo? -pregunto, comgestionada.
-Te mandaré hacer una prueba de sangre para descartar o confirmar si tienes alguna sustancia en tu sangre. Mañana mismo tendre los resultados, ¿pasas por ellos?.
-No, puede entregarselo al doctor Thismand.
La ginecóloga asiente.
-Muy bien, se ha acabado la consulta -dice. Me levanto de la silla y empiezo a caminar hacía la puerta, pero nuevamente la voz de la ginecóloga me hace detener.-y Mary -me giro y la miro. Ésta se encuentra sonriendo.-que bueno que no te haya pasado nada -suspiro.-Nos estamos viendo.
Salgo de la consulta y el doctor Thismand se acerca a mi.
-¿Y?-me pregunta.
-Nada, ya tengo que irme -respondo.
El doctor asiente conforme y empezamos a caminar por donde habíamos entrado. Luego de esperar a que el taxi nos hubicara, dos despedimos reafirmando una vez más nuestro trato.
-Mary, no te olvides del trato que tenemos, ¿vale? -asiento a sus palabras. Jamás podría olvidarla. -estaré comunicandome para cuadrar la primera entrega -me suelta y se aleja solo unos pasos hacía atrás. Me adentro al taxi. El doctor Thrismand le da dos golpes al maletero del taxi como señal para que este arranque.
Entró a la casa y me voy directo a mi cuarto sin detenerme pese a que mi tía me llamó, aunque no insistió. Me lanzó a la cama y observo por un largo rato el techo todavía sinnpoder creerme las palabras de la ginecóloga.
Al rato mi tía me llama para que vaya a almorzar, ambas nos comemos el almuerzo en completo silencio.
-Tía -llamo al terminar de tragar.
-¿Si? -dice apartandolos ojos de su celular.
-Bueno yo quería decirte... Más bien quiero informarte que e decido volver al equipo de futbol.
Kristen abre sus ojos sorprendida y su mirada se ilumina.
-¿Vas a volver a jugar? -su pregunta me causa gracia, sin embrago, asiento. Kristen deja el teléfono en la mesa. -eso es... Eso esta muy bien -añade mientras se levanta de la mesa.
-¿En verdad? Pensé que no me dejarías, como estoy castigada -le recuerdo.
Kristen suspira audible, sus ojos celestes se quedan fijos en mi rostro. Creo que esta en plan de mártir.
-Estoy muy enojada contigo lo acepto, pero no te voy a prohibir algo que sabes hacer tan bien -comenta sincera.- lo último que quiero es tener que castigarte, ¿lo sabes? Pero las circunstancias lo ameritaban. Sin embargo, me parece muy bien que quieras volver a las canchas, Manson debe estar muy contento.
-Y lo esta. Tanto que quiere que vaya hoy al entrenamiento, pero aún no e llenado la inscripción... No creo poder ir -le comento, llevándome el tenedor llena de pasta a la boca.
Mi tía parpadea.
-¡¿Qué?! ¿cómo que no vas a ir? ¿por una insignificante inscripción?¿Y hasta ahora me lo dices? -me aborda de pregunta alterandose, se aleja de un brinco de la mesa y se adentra al cuarto de lavado.-no tienes listo el uniforme... tendré plancharlo -la escucho vociferar. Su voz adquirió un tono jóvial y aquello fue como un salvoconducto para que mi castigo fuera removido y prócimamente extinto.
-No creo que sea necesario solo voy a observar -le digo con la boca llena.
-Sabes como es William, querrá que entres a la cancha a probar tu destreza. Seguramente también te hará otro par de pruebas... -su voz se pierde al entrar al salir de la cocina. La escucho subir a la segunda planta, revolver cosas. Me apresuró acabar la comida, y para cuando mi tía bajó ya no había nada en el plato.
-Solo voy como observadora -repito llegando hasta el cuarto en el momento exacto en que mi tía enciende la lavadora. -tía... Aún no lleno ningún formulario.
Kristen me ignora y continua divagando.
-¡Lo zapatos están sucios! -exclama echando el uniforme a la lavadora y sale disparada a la segunda planta. Al regresar trae consigo mis tennis y también los hecha a la lavadora.-¿a qué hora planearon encontrarse? -me pregunta, girandose y conectando miradas.
-A las cuatro -respondo.
-Bien, tenemos todavía dos horas y media -menciona y vuelve a observar la lavadora.
No me coloque el uniforme como quería Kristín aunque sí los guarde en el moral sólo por prevención. Como era de esperarse mi tía me acompañó al entrenamiento, la pobre esta más entusiasmada con mi regreso al equipo que no dudo ni en un momento en arreglarse de deportivo para poder inspeccionar el rendimiento del equipo, y es que mi tía al igual que yo compartimos el gusto por el fútbol practico y cuando supo de mi curiosidad no dudo ni un segundo en inculcar esa pasión en mi cuando preferi un balón que una muñeca a los cuatro años.
-Ve siguiendo, mientras yo aparco el auto -dijo aparcando el auto en la acera del colegio.
A lo lejos observó a todo el equipo reunido. Pese a que el clima es frío mis antiguas compañeras estan haciendo calentamiento bajo la estricta mirada del asistente Marx Morets mientras el entrenador estaba reunido con algunos padres de familia. También estaba el equipo de porristas -entre ellas Hillary- pero yo camine directo hacia donde el entrenador, ignorandolas. En el transcurso algunas chicas detenían lo que estaban haciendo solo para verme.
Había todo tipo de miradas; sorpresivas, confundidas, y otras no pudieron evitar su descontento pero Marx les llama la atencion y éstas rápidamente retoman el ejercicio.
-Entrenador -lo llamo cuando estoy cerca de él. Éste se disculpa con una madre y voltea hacia mi.
-Siempre llegando tarde Phoenix, vivir con tu tía es muy mala influencia para ti -bromea poniendo las manos en su cadera. Sonrió. Juntos caminamos hacia el grupo de chicas que todavía están haciendo ejercicio. -¿Como vez el equipo?-me pregunta. Desplazo mi mirada por el equipo.
-No están nada mal, aún mantienes a muy buenas jugadoras. Dk no está -comento haciendo mención a una integrante fundamental para el equipo.
El entrenador gruñe.
-Fue transferida a otro instituto -comenta con amargura.
En ese momento Marx viene hacía nosotros.
-¡Maria que alegría verte! -exclama con un marcado asentó alemán.
Nos damos la mano en forma de saludo.
-¿Formaras parte del equipo? -Asiento en respuesta.- genial entonces. Te esperó en la cancha. William.
Marx nos da la espalda y se apresura a entrar a la cancha. Hace sonar el silbato señal de final del calentamiento e inicio de lo practico.
-¡Reúnanse! -pide Marx.
El entrenador y yo nos miramos y nos acercamos. Marx se coloca a su lado. Pero fue el entrenador quién habló.
-Bien chicas es un gusto tener a la mayoría nuevanente en el equipo. Este año apunta hacer un nuestro año y no esta de más advertirles a todas que este año seré mucho más exigente. Abra más horas de entrenamiento que fiestas donde seguramente se emborracharan hasta perder el conocimiento, pero no quiero verle en la penosa obligación de sancionar a cualquiera de ustedes si llegan tarde a uno de nuestros entrenamientos, así que -toma aire. -Regla número uno, cero vida social; regla número dos, notas sobre cuatro; regla número tres, menos platica y más goles y regla número cuatro, no rompan ninguna de las anteriores... No querrán concercar las consecuencias-nos amenaza y su mirada de osurece.- ¡Bien! ¿Alguna pregunta?.
Todas negamos.
-Elizbeth -el entrenador llama a nuestra portera.
-Si entrenador -dice ésta, dando un paso al frente.
-Colocate en la porteria, veamos que tan bien patean las novatas -le ordena. Elizbeth asiente, se ajuzta los guantes, nos da la espalda y empieza a trotar lejos de nosotros hasta llegar a la porteria. El grupo de papás aplauden nombrando el nombre de sus hijas y mandandonos fuerzas. - ¿Y bien? ¿Qué estás esperando? ¡Anda a cambiarte! -me dice sin apartar la mirada del grupo de chicas que caminan de regreso a la cancha.
-¡Vamos Mary, tu puedes! -grita mi tía a todo pulmon desde las gradas, después aplaude y por ultimo chifla.
Abedecí. Entró a la cancha junto con otras cinco nuevas chicas dispuestas a todo por ser parte del equipo.
Trotamos hasta acercarnos a la zona de tiro. Elizbeth golpea sus manos y se hecha la bendición. Marx se posiciona a mi izquierda con silvato en mano. Suspiro por la boca sin apartar la mirada del arco. El silvato suena.
Retengo el aire cuando mi pierna hace contacto con el balón y este sale disparado a la porteria, donde Elizbeth se lanza para atraparlo contando con muy mala suerte ya que sus dedos rosan logran rozar en balon, pero no es suficiente para atraparlo y este se va directo a la red, siendo mi primer gol.
Escucho aplausos a mi espalda pero los ignoro y doy un paso hacia mi derecha. Elizbeth rápidamente se levanta del cesped y se coloca en posición. Sus ojos adquieren un brillo lleno de ansiedad y determinación, y no dejan de observar la pelota.
Vuelvo a escuchar el silvato de Marx. Pateo. Elizbeth se tira en la dirección donde va la pelota pero no logra atraparlo convirtiendolo en gol. La escucho jadear, se levanta y se vuelve a poner en posición, esta vez su ceño se mantiene fruncido.
Suspiro y paso al siguiente, espero el silvaro. El último balón esta a tan solo unos pasos, Marx hace sonar el silvato y solo segundos después lanzo la pelota. Lizbeth se lanza, sus dedos logran rozar el balón y moverlo, sin embargo, este va a dar al fondo de la porteria. A mis espaldas oigo aplausos y chiflidos.
-¡Muy bien hecho Phoenix, otra! -me grita el entrenador.
Me reuno con el grupo, quienes me reciben con entuciasmo.
-Muy bien hecho. Te la hechaste Phoenix.
-Contigo ganaremos sin duda-expresa Camille emocionada.
-¡Ala, las leonas resucitan!
-¡Urrá!.
-¡Silencio!-grita el entranador.
Nadie volvio hablar.
Cerca de las cinco de la tarde empezo a nevar, razon por la que el entrenado detuvo el entrenamiento. Nos encontrabamos en los camerinos, cuando Elizbeth se acerco a mi, ganandose algunas miradas de las chicas. Nos observamos por algunos segundos hasta que ésta sonríe, también le sonrió y nos damos la mano en forma de familiaridad.
-Estuviste muy bien Phoenix, espero que tu buena racha dure toda la temporada.
-Yo solo espero poder ser parte del equipo -admito.
-¿Es una broma, cierto? Si eres la favorita del profe Manson -interviene Camille, la medio campista. Colocandose al lado de la pelirrojo.
-Y hoy estuviste más que bien -comenta Hellen, la chica de la defensa.
-Sin duda quedaras -asegura Elizbeth.- Todas lo harán. Ahora bien, ¿vamos al boliche? Esta noche es noche de pop. ¡Todas estan invitadas! -hubo una bullicio colectivo, y de pronto, todas me quedaron viendo, espectante.
-No cuenten conmigo, no puedo-sus caras se entristecen.- No traje ropa adecuada -me excuso, tratando de evitar la salida y sin muchas ganas de salir. Sus rostros se iluminan
-Si es por ropa, ni te preocupes. Yo te puedo prestar una bufanda -dice Miranda, una medio campista.
-¡Y yo un gorro!-Habla Camille.
-Yo tengo otro par de guantes.
-Y yo una chaqueta.
-Ahora tienes todo lo necesario -asegura Elizbeth, sonriente. Me da la espalda y entra a las duchas.
-Y si quieres un par de pants nuevos, yo te los presto.
Arrugue mi frente.
-¿Qué? ¡No! -rió al compaz de mis compañeras pero siguieron molestando y bromeando.
Salgo cargando la maleta. Kristen ya me esperaba cerca de la salida del campus y al verme se apresura acercarse.
-¡Tada! Te conseguí un formulario en blaco para ser llenado. Rachel me dijo que podríamos enviarlo por fax -me cuenta entusiasta como de una niña se tratase, mostrandome el papel.
-Uau, genial -digo.- ¿Cómo lo conseguiste? -le preguntó llegamos al auto, entramos y coloco la maleta en las sillas de atrás.
-Me acado de encontrar a Rachel en el estacionamiento... y aproveche la oportunidad -explica mientras entrabamos al vehículo, mi tía enciendo el auto.- ¿Qué te parece llenarla juntas? -me pregunta. A lo lejos visualizo el pequeño grupo de chicas que se esta aglomerando al lado derecho del paqueadero. Incluso hay algunas de ellas que tienen sus autos encendido.
-Tía -interrumpí su relato. Ésta de calla y me mira. Trago saliva y expulso aire por la boca.- sé que aún sigo castigada pero las chicas me invitaron a boliche'Joe y quiero ir -mi tía no se apresura a responder pero tampoco niega y su mirada recae en el grupo de chicas aglomeradas. -Ahora bien, ¿Puedo ir? -le pregunto.
-Solo no llegues tarde -sugiere. Sonrió y asiento emocionada, le doy un abrazo, sorprendiendola.
-Gracias -digo emocionada y me lanzo abrazarla. Al principio mi tía se sorprende pero corresponde el abrazo.- prometo no llegar tarde.
-Anda, anda. Ya ve, tus compañeras te estan esperando. Adiós, pasala bien -pese a que ella fue la que rompio el abrazo y me quito la bolsa solo para subirse al auto sin mirarme, se de ante mano que sus ojos estan cristalinos.
Sonrío y camino hacia el grupo que ya es más grande. Las chicas gritan mi nombre. Me fui en la R12 de Elizbeth junto a diez compañeras más. Solo habia cuatro autos y eramos veinticuatro personas sin contar las que estaban manejando.
-Bien chicas, la noche es toda de nosotras -dice Camil y hace sonar la bocina de su convertible. Las chicas gritan y empiezan a subirse a los coches. Por mi lado, me toca cargar a una de las chicas pero no me quejé.
Este día estaba empezando terminado mejor de lo que esperaba. Descubrí que no había sido violada, quedé en el equipo y poco a poco estoy recuperando la confianza de mi tía. Ahora debo preocuparme por la alianza que tengo con el doctor Thismand, las repercuciones que traerá esta misma, la tonta de Sara y su juego hiper-mega secreto, y también, hacerle pagar por lo que sea que ésta chica este haciendo.
¡No estoy muerta!
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