capítulo trece: Sueños
Puede sentir suaves labios sobre su mejilla dejar varios besos sobre su piel, y la sensación es placentera a la vez que le causa un cosquilleo al que podría acostumbrarse.
— Vamos Renato, despierta. — La suave voz que resuena en su mente cada vez que puede intenta despertarle pero el se niega a abrir los ojos. — Oh por favor, ya Eres un adulto, puedes levantarte por tu cuenta. — quiere reír ante el comentario pero no sé movió, realmente quería seguir soñando otro rato, han sido años desde la última vez que escucho esa dulce voz hablarle con cariño y devoción, quiere disfrutar de eso un poco más. — Mi sol... — Oye susurrar y casi puede sentir los labios ajenos sobre los suyos pero antes de poder sentir más su celular o mejor dicho León lo saca de su sueño trayendo lo de vuelta a la realidad.
— Más vale que sea algo bueno. — Murmuró de mala gana a la persona del otro lado del teléfono.
— Colonnello y Lal están impacientes, temo que puedan arruinar las cosas si siguen así. — Escucho del otro lado y evitó chasquear la lengua.
— Han esperado años pueden esperar un poco más. — Le quitó importancia. — Además, es peor estar cerca de ella, tu deberías saberlo mejor que nadie. — Hubo un leve silencio del otro lado de la línea pero se mantuvo atento.
— Hablaré con ellos, de nuevo, pero no creo que pueda lograr mucho. — Un pequeño suspiro escapó de sus labios, y Reborn sintió empatía por su compañero.
— Solo un poco más, solo... Un poco más y todos estos años habrán válido la pena. — Le convence e intenta convencerse y funciona por unos momentos.
— Lo se, espero que disfrutes del día de campo.
— ¿No te unirás?
— Iré a visitar a Verde, las visitas de Tsu le han hecho bien, pero temo que la ansiedad de no poder ... Estar con "ella" le haya enviado de vuelta a viejos hábitos. — Reborn apretó las sábanas de su cama y asintió aunque el contrario no podía verle.
— Está bien, no quiero que nuestro cielo tenga que lidiar con adictos. — apreta los labios viendo la hora en el reloj de la pared. — Ya me Voy, tengo que hablar con el lacayo.
— Entiendo, buena suerte. — se despidió su amigo cortando la llamada.
Por su parte Reborn cerro los ojos respirando con profundidad, durante un segundo puede ver justo frente a el sentada en su apartamento en Italia a su cielo, tomando una taza de café con su camisa puesta. Algunos rayos de sol iluminan su silueta dándole una figura casi etérea, y cuando su mirada se dirige a su persona puede ver sus labios moverse diciendo una palabra.
Renato.
Ya casi, solo un poco más, y podrá escuchar el nombre que abandonó hace años, salir de los labios de la única persona que parece que nació para decir su nombre y darle un significado totalmente nuevo.
— No estoy seguro de esto ¿Y si lo arruinó? ¡Les dije que debían enviar a Colonnello en mi lugar! — Se quejo nervioso la nube hasta que vio la mirada de pocos amigos del amante del café. — Solo... No quiero perderla por decir algo que pueda alejarla.
— No lo harás, por algo te escogimos, de todos tu eres el menos probable de presionarla y asustarla. — Dijo con un amargo sabor de boca pero siendo totalmente capaz de reconocer su falta de autocontrol.
— ¿Todavía no has hecho ningún avance...? — Pregunto un susurró estremeciéndose ante la mirada asesina.
— Por ahora el que debe hacer avances eres tú, oh y ten. — Saco unos boletos de su bolsillo.
— ¿Mafialanda? ¿No crees que es algo pronto...? Es decir aún ni siquiera hemos tenido una cita, y... — Se calló tratando duro al volver a ver esa mirada que le asustaba.
— Es pronto, pero Lal y Colonnello ya no pueden esperar, y será mejor hacerlo ahora antes de que manden todo a la mierda. — Contestó resignado, Ya que no les podía culpar, por años su única fuente de esperanza fueron las pequeñas migajas que Fon les daba, y muchas veces estuvo por enviar todo su plan al infierno e ir con el plan B...
— Entiendo. — Asintió guardando los boletos para hacer ademán de irse. — Reborn... ¿Tu crees que es cruel lo que estamos haciendo?
— ¿Cruel? — Pregunto elevando una ceja. — Tan solo estamos haciendo lo necesario para recuperar lo que es nuestro ¿O Ya no la quieres?
— ¡Por supuesto que lo hago! ¡Jamás deje de hacerlo y jamás lo haré! ¡Es nuestro cielo! — gritó apretando sus puños. — Solo creo que quizás pudimos hacerlo de otra forma...
— Pudimos secuestrarla, mantenerla en una linda jaula de oro donde solo nosotros pudiéramos verla, pero en su lugar tomamos la ruta larga, así que creo que estamos siendo lo suficientemente amables.
— Sabes a lo que me refiero. — Le cortó viéndole con algo de seriedad.
— No juegues al moralista ahora, todos accedimos a este plan, todos somos igual de culpables en esto. — afilo la mirada notando como la nube parecía meditar la idea para finalmente bajarse de hombros.
— Tienes razón. — Murmuró decidiendo que Ya era hora de irse. — Somos elementos demasiado sucios para un cielo tan puro.
— Eso es lo que la hace tan pura. — Añadió viéndole irse, por unos segundos se quedo pensando en la conversación para luego reafirmarse que estaban haciendo lo correcto, no había otra forma, y ella era tan culpable como ellos.
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