Consuelo

Espero que les guste~

Nota: No es exactamente shipp pero siempre pueden tomarlo como ustedes quieran ^_^

Pomni agradece a quien sea que haya creado ese extraño lugar que alguien como Ragatha, amable y cariñosa, estuviera allí o se habría perdido la cabeza hace un tiempo atrás.

La muñeca es su compañía más constante, la que le responde lo mejor que puede todas sus dudas o intenta ayudarla a buscar las respuestas cuando ella no las sabe, la que la saca de sus trances de crisis con voz suave y una mano cariñosa acariciando su espalda, la que le da un fuerte y firme abrazo cuando la necesidad de llorar se hace muy fuerte, la que le permite darle abrazos y tomarse de la mano sin hacer siquiera una pregunta.

No duda en que se aprovecha un poco de eso último, el contacto físico mantiene su mente más estable y lejos de las crisis de cualquier tipo, así que no duda en acurrucarse contra su costado en cada oportunidad que tiene, recibiendo una sonrisa divertida y un brazo que la rodea para mantenerla en su lugar

Se lleva una gran sorpresa cuando un día, Jax de repente se les acerca. Su usual sonrisa esta desaparecida, los ojos vacíos y extrañamente fríos, sus orejas caídas, luciendo mucho mayos de lo que realmente es. No dice mucho, raro viniendo de quien siempre usaba el sarcasmo y la burla cada vez que podía, simplemente se deja caer al lado de la muñeca y se apoya en su hombro, cerrando los ojos con fuerza, acurrucándose como si quisiera hacerse más pequeño.

-¿Jax?- esta algo preocupada ante su actitud y se mueve lejos de su lugar para poder verlo mejor, sintiendo algo en su interior estremecerse al notar que luce devastado, casi al borde de llorar en cualquier momento. Quiere extender su mano, tomar la suya en un intento torpe de consuelo, pero Ragatha es más rápida y le hace un gesto, a lo que ella retrocede y se aleja.

-Oh, Jax...- y ella se mueve, murmurando una disculpa para su amiga que los mira con confusión, rodeando al conejo con sus brazos mientras los movía a ambos a una posición más cómoda. Quedo medio sentada, usando uno de esos grandes y extraños bloques que decoraban el lugar como respaldo improvisado, dejando que él básicamente se le acostara encima y se aferrara a ella, enterrando su rostro en su hombro. Pomni nota, casi con aire ausente, que las manos ajenas tiemblan pero aprietan tan fuerte el vestido celeste que logra arrugarlo de alguna manera. La muñeca tiene una expresión suave, manteniendo una de sus manos en la espalda del menor mientras que con la otra acaricia su nuca, alisando con tranquilidad el pelaje violeta y tarareando una versión mucho más lenta del extraño intro que siempre los obligan a hacer. El conejo no hace ningún sonido pero sus hombros tiemblan y se acurruca, luciendo como si quisiera esconderse de todo entre los brazos ajenos.

La bufón desvía la vista sin poder luchar contra la sensación de que esta viendo algo que no debería, un momento privado. Se mantiene cerca, principalmente porque no tiene idea de a donde debería ir, y les da la espalda, intentando darles privacidad. Lo único que suena entre ellos es el tarareo de la mayor, extrañamente suave y relajante, casi como un consuelo.

Mucho después, cuando lograron estar solas, Pomni no pudo ocultar más su curiosidad.

-¿Qué fue eso?- miro a la muñeca con sus ojos bien abiertos, ladeando ligeramente la cabeza en señal de confusión, retorciendo sus dedos sin siquiera darse cuenta. -No espere que pudiera lucir...tan triste- se siente mal haberlo visto de esa manera, en silencio y al borde de romperse, cuando esta más acostumbrada a la sonrisa enorme y actitud burlona.

-Eso...complicado- Ragatha hace una mueca, pasando sus manos por los gruesos hilos rojizos que funcionan como su cabello en un gesto casi pensativo. -Escucha, Pomni...- se agacho, susurrando como si estuviera a punto de compartir un secreto, y la bufón no dudo en acercarse un poco más, atenta a lo que pudiera decirle. -...llevamos aquí mucho tiempo, con rutinas y aventuras locas, intentando mantener la mente intacta...- la mira con tristeza. -...pero a veces, es difícil no sentirse desesperado, especialmente después de tanto- y en momentos como ese, la más bajita quiere golpearse a si misma, porque siempre olvida que ellos están tan atrapados allí como ella.

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