Durante las siguientes tres semanas no pasó mucho, su amistad seguía creciendo y comenzaron a tener costumbres compartidas, como ver una película juntas los sábados o domingos, con palomitas caseras que se turnaban para hacer.

Solían ir a la cafetería de la universidad juntas la mayoría de las tardes, a menos que tuvieran mucha tarea.

JiSoo solía notar las miradas raras que recibían cuando andaban juntas, y en un principio creyó que era por ser dos chicas.

—Que puta mierda, cada idiota que pasa nos mira —dijo JiSoo, sonaba muy molesta—. Dios, ni que estuviéramos caminando de la mano o te comiera la boca en cada rincón.

RyuJin se ahogó con su bebida, tosiendo de firma desesperada, con el rostro muy rojo volvió a mirarla.

—¡Unnie! No diga eso. —dijo, sonaba avergonzada y JiSoo rió.

—Lo siento, RyuJin, pero qué quieres que diga, soy bi —se encogió de hombros—. Deben saberlo.

—Tal como saben que soy gay.

—¿Eres lesbiana? —JiSoo actuó con gran sorpresa.

—Ja. Ja. Qué graciosa —RyuJin la miró frunciendo el ceño y su nariz ligeramente, luciendo adorable—. Te miran porque es raro que alguien se lleve con la loca de la uni.

—¿Quién?

RyuJin rodó los ojos.

—Yo, JiSoo —dijo, en tono cansado—. También deben estar sorprendidos que esté fuera del cuarto... No era de salir mucho.

—Tienes todo el derecho de salir y andar por ahí, no tienes que estar encerrada en ese cuarto todo el día.

—Claro, debería estar encerrada en un hospital psiquiátrico.

JiSoo la miró algo molesta, pero RyuJin hablaba completamente en serio y no se retractó.

—RyuJinnie, ¿Por qué dices esas cosas?

—Porque me lo han dicho —dijo, con un suspiro pesado—. Pero está bien, así es la vida, supongo.

—Hey —se inclinó hacia ella, los ojitos grandes y redonditos de la pelirosada la miraron cargados de brillos, luciendo muy bonitos—. RyuJin debes saber que eres una persona muy hermosa, eres excelente compañera, muy inteligente y capaz, eres muy fuerte y mucho mejor en muchos aspectos a toda esa gente que te critica sin conocer ni una pizca de todo lo que eres.

>> No pienses lo que un montón de idiotas creen, porque vales mucho más que eso, no le des lugar a esas críticas sin argumentos, no desperdicies tus energías en algo tan tonto —dejó unos mimos en su cabello, acomodó uno de sus largos mechones detrás de su oreja—, ¿Si?

RyuJin asintió, totalmente embobada con tener a JiSoo tan cera, sus mejillas estaban ligeramente rojas y creía que había dejado de respirar.

En cuanto se apartó suspiró, sintiendo su corazón agitado, llevó una mano al pecho.

JiSoo sólo rió porque era adorable.

—¿Vamos? —preguntó JiSoo, y tomó su mano sin dudarlo, RyuJin se la quedó viendo un par de segundos—. ¿Puedo?

La pelirosada solo asintió, demasiado embobada por sostener la manito de JiSoo.

Regresaron al cuarto y JiSoo no dejaba de sostener su mano, RyuJin sólo podía mirarla sin decir nada, a la mayor le parecía ciertamente divertido.

—¿Te molesta? — preguntó, y RyuJin sólo negó— ¿Eres Tuk? Te quedaste muy callada.

—No, no, soy yo —dijo, y sonrió un poco—. Es que...

Se lo pensó un momento, y decidió no decirle nada acerca de sus sentimientos, y que lo mejor era dejarlo así.

JiSoo tenía suficiente con ser su amiga, ¿Cómo se sentiría si la más loca de la universidad gustara de ella?

Sin duda la rechazaría, quizás hasta sentiría asco y pediría cambiarse de cuarto.

Y RyuJin no quería quedarse sola de nuevo.

—Olvídalo. —dijo, y separó sus manos para ir hasta el dormitorio, tomar sus cosas y entrar al baño para darse una ducha y un tiempo a solas, para vaciar todos sus pensamientos de lo linda que era JiSoo y de que no debía ilusionarse.

‹‹Si te lastima le romperé los ovarios›› le recordó Ace, ‹‹puedes confesarte sin miedo, te irá bien››.

‹‹No funciona así›› respondió en su mente, ‹‹yo me ilusioné, a mí me gusta, yo siento cosas por ella... Ella no tiene la culpa si no siente lo mismo o no me corresponden. No tienes que romperle ovarios por tener buen gusto y no quererme››.

‹‹RyuJin, Choi tiene pésimo gusto si no te quiere››.

‹‹Yo creo que si te quiere›› se metió Jinnie en la conversación.

RyuJin sonrió, el tono infantil de la niña le parecía tierno, no quiso seguir más la conversación y dejó que el agua caliente la despejara un poco.

Mientras tanto, JiSoo escribía en su cuaderno, continuando con su trabajo:

RyuJin siente negación a sí misma por el rechazo de los demás, acepta ser una loca y una solitaria.

Se ha mostrado rehacia a las muestras de afecto, quizás demasiada atención sumado al rechazo social le genera un conflicto que prefiere evitar. Seguiré con más muestras de afecto para ver su reacción.

Miró la hoja y apretó sus labios, no muy convencida de sus palabras, eran muy frías, muy poco personales.

Y si, estaba haciendo un trabajo de investigación, no debía intervenir sus propios deseos, necesitaba ser objetiva.

—Pero es imposible ser totalmente objetiva... —murmuró.

Shin RyuJin es muy linda, debe saber que merece amor, merece una compañía, es mejor de lo que cree que es.

Quiero darle amor y afecto, porque puedo, y porque se lo merece.

Era de noche, JiSoo despertó escuchando ruidos desde la cocina, murmuró una maldición y se volteó, viendo hacia la otra cama, que estaba vacía, la puerta del cuarto estaba abierta y se notaba la luz que provenía de la otra sala.

—¿RyuJin? —masculló, se escuchaba que estaba moviendo cosas, abriendo y cerrando cajones, como si buscara algo, sonaba más a un ladrón buscando dinero que a su compañera.

Se levantó de la cama con pocas ganas y arrastró sus pies hasta la cocina, donde vió a la pelirosada, que murmuraba bajo mientras buscaba algo entre los cubiertos, el molesto sonido del metal al chocar hizo que apretara sus dientes.

—¿Buscas algo? —preguntó JiSoo, y la pelirosada dió un salto, sus ojitos estaban llenos de pánico al verla.

‹‹Oh, es Ging›› pensó, y de inmediato se acercó a ella con lentitud.

—Hola, ¿Me recuerdas? Soy JiSoo —dijo, y la pelirosada asintió, su mirada estaba fija en el suelo—. ¿Buscabas algo en especial? —preguntó, viento todos los cubiertos revueltos, cerró el cajón y continuó cerrando todos los que había dejado abiertos.

—Buscaba un c-cuchillo... —murmuró.

JiSoo sintió un frío recorrerla completamente.

—¿Para que querías eso? —preguntó, intentando sonar firme, aunque su voz tembló un poco.

—Me... Porté mal, y... Y necesito un castigo.

—Ajá, entonces... ¿Lo querías para cortarte? —la otra asintió—. Bien, Ging, dame la mano, por favor. —estiró una mano hacia ella y la pelirosada la miró con desconfianza, hubiera retrocedido de no ser porque estaba acorralada contra la pared de la pequeña sala.

JiSoo tomó un segundo de valor antes de ir hacia ella y tomar sus manos.

—Bien, pequeña Ging, ¿Quieres decirme qué hiciste mal?

—Yo no debo salir —dijo, con voz temblorosa—. Por eso está mal, por eso tengo que castigarme.

—No tienes por qué, dime, ¿Te gusta salir?

La otra asintió.

—No está oscuro aquí... Es más lindo... Pero tengo miedo.

—Es normal tener miedo —dijo JiSoo—. Vamos, acompáñame —pidió, aunque no espero una respuesta, no soltó sus manos en ningún momento y la llevó hasta el cuarto, sus pasos eran torpes e inseguros, como si no supiera caminar del todo, tuvo que encender la luz porque la pequeña tenía miedo, logró que se acomodara en la cama, la cubrió con las sábanas—. Mira, aquí estás a salvo, no hiciste nada malo, estás abrigada con las sábanas, en un lugar seguro y con alguien que conoces.

—Estoy con JiSoo. —dijo.

—Sí.

—Tú eres JiSoo.

—Correcto —dijo—. Mira, te presento un nuevo amigo —buscó el conejo de peluche, aquel que le había regalado hacia un tiempo y se lo mostró—. Él es Conejin, él es tu amigo, mira, es suave y puedes abrazarlo.

Ging estiró sus brazos hacia el peluche y lo abrazó, con inseguridad al principio, pero al final con bastante fuerza, apretándolo contra su pecho.

—¿JiSoo también es mí amiga?

—Claro que sí, soy tu amiga. —dijo la mayor, con una sonrisa encantadora—. ¿Sabes algo, Ging? Te has portado muy bien, te has portado excelente.

—¿Entonces no va a haber un castigo? ¿Esto no es un castigo?

—Ging, estás bien abrigada en una cama cómoda, en un lugar seguro y con dos amigos, esto no es un castigo, esto es bueno, es un premio.

Ging asintió, repitiendo la palabra ‹‹bueno›› por lo bajo.

—¿Dónde están las demás? —preguntó JiSoo.

—Están durmiendo... Salí porque nadie usaba el cuerpo pero... Me meteré en problemas, se van a enojar mucho... No debo salir... Me odian-...

—No, no, no —JiSoo la interrumpió antes de que comenzara a llorar—. Ging, no te odian, sólo les cuesta un poco tratar contigo, pero eres una chica excelente y muy buena, ¿Si? Y que te hayas portado tan bien hoy lo demuestra.

Ging dudó, pero al ver a JiSoo asentir ella sólo le copió.

—Y yo no diré nada de que saliste, será un secreto, no pasará nada —dijo—. Mira, intenta dormir y vuelve a tu lugar.

—Pero es oscuro. —dijo, con un puchero.

—Entonces inventa una luz, pequeña —acarició su cabello con cariño—. Duerme, yo estaré a tu lado hasta que eso pase, y estarás bien, créeme.

>> Solo cierra tus ojitos, relájate, piensa en la luz de tu cuarto, abraza a Conejin, y yo me quedaré a tu lado.

Ging asintió, cerró sus ojitos, hizo una mueca y JiSoo creyó que debía ser por la oscuridad de sus párpados.

RyuJin le había dicho del gran miedo que tenía Ging, a todo, incluido la oscuridad.

—Te voy a cantar una canción de cuna, para que duermas bien.

—Mamá cantaba canciones de cuna. —dijo, y sonrió levemente, mostrando unos lindos dientecitos.

Era la primera vez que sonreía en mucho tiempo.

—Shhh, estás dormido, los que están dormidos no hablan —le recordó la mayor, con una leve risa, Ging asintió y borró la sonrisa para concentrarse en el sueño—. Nada de esto es una coincidencia... Solo sigo la corriente... El mundo es diferente de ayer solo por tu alegría...

>> Cuando me llamas soy tu flor... Como si hubiera estado esperando... Florecemos hasta que todo se enfríe... Tal vez esta es la manera del universo... Así es como es... Yo lo sé, tu lo sabes... Tú eres yo, yo soy tu —dejó caricias en su cabello, y la pequeña se acurrucó más contra la sábana y contra el peluche.

Se veía muy tierna, y calmada, y JiSoo supuso que Ging no había estado en esa calma durante mucho tiempo, y era algo tan fácil, era consolarla un momento y estaría bien.

Sintió pena por ella, era una niña, igual que Jinnie, solo que ella cargaba el dolor, sólo el dolor, ni fortaleza para enfrentarlo, ni la esperanza para ver más allá, nada... Solo dolor. Por eso era la perseguidora, su función era sufrir.

Y no era muy justo.

—Tengo mucho miedo, tanto que mi corazòn late rápido... — continuó cantando con suavidad, la menor tenía una expresión tranquila, ya se estaba durmiendo—. Porque el destino sigue teniendo celos de nosotros... Tengo tanto miedo como tú... Cuando me ves... Cuando me tocas...

>> El universo se ha movido por nosotros sin perder ni una sola cosa... Porque nuestra felicidad ha sido planeada... Porque me amas... Y te amo.

Vió la respiración suave de la pelirosada, ya dormida, abrazado a un juguete de conejo ridículamente bonito pero que no se comparaba a lo hermosa que era la linda chica a su lado.

Dejó un beso sobre su frente, antes de levantarse, apagar todas las luces y volver a su cama a dormir, aunque no pudo pegar un ojo en lo que restó de la noche.

En personal, Ging es mi favorita de todas las alters, no sé qué pensarán ustedes.

¡Gracias por leer!

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