Capítulo Final
—... Concluyendo, la razón por la que los rescatistas acuático tienen experiencias infantiles relacionadas con el ahogamiento, que contribuye a la conformación de un trauma, pero aún así deciden estudiar y seguir con su carrera, que juega constantemente con el límite de su propio estrés, es porque como humanos siempre buscamos superarnos a nosotros mismos, y eso... —pausa dramática— Es la característica más humana que puede haber.
Yelena terminó de hablar, recibiendo los aplausos y la ovación de pie de sus compañeros, y también de sus profesores, incluso el Señor Banner la felicitó.
Dejó una copia de su trabajo en la mesa de sus profesores.
—Para ser un trabajo que preparaste en cuatro meses está muy bien. —dijo el Señor Banner.
—Gracias. —respondió simplemente, como si fuera un verdadero cumplido.
Salió de su clase y, como siempre, volvió a su cuarto, donde estaba su linda novia que la recibió con suaves besos y cupcakes de chocolate.
—Hola, preciosa. —dijo, mientras la menor la abrazaba por el cuello, sus manos fueron a su cintura.
—¿Cómo te fue en tu exposición final? —preguntó la pelinegra.
—Excelente, por supuesto —dijo—. ¿Cuándo es la muestra de tus fotografías?
—Es la muestra de toda la clase, no solo mía... —corrigió— Y empieza el lunes.
—Fabuloso, tenemos cita el lunes. —dijo, guiñando su ojo con encanto.
No habían vuelto a tener alguna pelea, ningún incidente, simplemente funcionaban muy bien juntas, y a demás, Yelena solía usar tácticas psicológicas para hablar cualquier conflicto de forma tranquila, no había nada que no pudiera arreglarse sin hacer sentir mal a nadie.
A veces Kate se sentía mal consigo misma, o con la relación, a veces tenía muchísimo miedo, y cargaba con muchas inseguridades, más de las que realmente pidiera notar, pero Yelena era muy buena con ella, no dejaba que nada pasara a mayores, no dejaba que llorara demasiado, o que se estresada mucho, y le encantaba cuidarla.
Las dos estaban felices, compartiendo su vida y su cuarto, las vacaciones y el fin del año estaban cerca, aún no sabían que harían, pero no se quedarían en la universidad durante el receso, principalmente porque esta cerraba.
Por eso, por la incertidumbre, disfrutaban de cada momento compartido.
Kate no quería pensar mucho en eso, porque no quería correr el riesgo de nuevo, de creer que Yelena la abandonaría.
Le daba muchísimo pánico, y tenía ese amargo sentimiento en su estómago de que Yelena la dejaría en algún momento.
Yelena sabía que ella no lo hacía a propósito, que era algo triste, pero que el rechazo había sido gran parte de su vida, sólo estaba pensando lo que mejor conocía.
Por eso, Yelena solía decir cosas como "¿Qué tal si en verano hacemos un viaje juntos lejos de la cuidad?", "¿A dónde te gustaría ir para festejar el primer año juntos?", "¿No quieres adoptar un perrito conmigo en el futuro?".
Todas cosas que llevaban tiempo, que no estaban cerca, para que se acostumbrara a la idea de que sea dentro de unos meses, o de unos años, ella estaría allí.
Ya verían qué harían después, de todos los planes hipotéticos que Yelena inventaba.
Por el momento lo que más inquietaba a Kate es que Yelena decidiera irse a otro lado durante las vacaciones, que no quisiera verla, o que la abandonara, que pasara sus días lejos de sus besos y de sus abrazos, y que la extrañaría más que a nada en el mundo.
Por eso aprovechaba el tiempo para abrazarla y acurrucarse en su pecho, sentir su perfume y los mimos sobre su cabello, los besos en todo su rostro, esa sensación liberadora que le dejaba luego de hacer el amor con ella, y lo lindo que se veían los chupetones en su cuello.
Hacia un tiempo, Kate había decidido darle un regalo especial a Yelena.
A escondidas, y durante varias semanas, había preparado un cuaderno bastante más grande que el anterior, lo había decorado con fotos de ambas, stickers, y un par de imágenes sacadas de Pinterest para hacerlo todo bonito y estético.
Yelena había insistido en tirarlo a la basura, aunque le había explicado que lo había guardado por los recuerdos, porque allí estaban escritos todo lo que no quería olvidar de sus primeros días.
—Era con un fin muy feo, y las dos sabemos eso, pero... Si veo la parte positiva son nuestros primos días juntas.
>> Pero sigue sin ser muy lindo, y ya nos causó muchos problemas, debí tirarlo a la basura mucho antes, en cuanto decidí cambiar el proyecto.
—No, está bien —Kate la detuvo antes de llegar al cesto de basura—. Tiene cosas lindas allí, Yelena, y... Ya pasó.
Había tenido que insistir un poco más, pero lo habían conservado.
Transcribió los recuerdos del cuaderno de Yelena al nuevo, algo cambiados, para hacerlo personal y tierno, para que sean bonitos.
Obvió un par de cosas, escribió sólo lo que se sentía cómoda, y los mensajes bonitos que Yelena había escrito fueron fotocopiados y pegados en el cuaderno nuevo, así se podían ver como sus originales, con la letra de la mayor.
"Son tan cursis que me dan asco" dijo Kath.
"Tu café de mierda da asco" dijo Kate, ofendida por su largo trabajo.
"Pero ustedes me dan ganas de vomitar".
Ignoró los comentarios de mierda de su protectora, ella estaba algo incómoda por ser una mujer heterosexual y tener que convivir con la novia de la anfitriona.
Finalmente, cuando terminó de llenar las primeras páginas, aún quedaban unas cuantas en blanco, pero ya no tenía más que escribir, así que se lo entregó a Yelena, con una sonrisa tímida.
—E-Es un regalo... Sé que no estamos cerca de festejar nada, pero... Es un regalo de novias. —dijo, con algo de vergüenza.
Yelena vió las primeras páginas, sonriendo ampliamente, lo cerró un momento para abrazarla y besarla con cariño y emoción.
—Katie es precioso... No tengo nada para regalarte.
—No importa, te debo mucho, Yelena.
—No me debes nada, tonta, soy tu novia no tu prestamista.
Lo leyó todo, con Kate a su lado, en las camas unidas que compartían, hasta que llegó a las páginas en blanco.
—Esas son... Para seguir completando en el futuro —dijo Kate, bajo, y era la primera vez que afirmaba en voz alta, que habría un futuro juntas—. Me encantaría completarlas contigo. —sus ojitos la miraron llenos de brillos.
Yelena sonrió ampliamente y tono sus mejillas para besarla, de nuevo, estaba más que orgullosa.
—Lo seguiremos las dos juntas, Katie.
Luego de aquello Yelena estaba más que segura que tenía que tirar el cuaderno, y Kate la dejó, porque ahora tenían algo muchísimo más bonito y con los mismos recuerdos en él.
El lunes, fueron a la muestra de fin de año de la clase de fotografía de Kate, vieron el trabajo de los demás compañeros de la menor mientras buscaban dónde habían presentado las fotografías de la pelinegra.
Había un cartel en grande en la puerta de la sala de exhibición, que decía "Los ojos son las ventanas al alma", debajo de este cartel estaba el nombre de los alumnos que presentaban sus trabajos.
—Veo que todos tienen un proyecto también. —dijo Yelena, viendo un conjunto de fotografías de una chica, bajo el título "Huellas de esperanza" retrataba a unos perritos que estaban siendo adoptados, algunos cachorros y un par más viejos, eran cinco fotos en total, en sus ojitos se notaba la emoción y el cariño, listos para su nuevo hogar, era bastante bonito.
—Sí. Supuestamente en una muestra grupal debe haber un tema grupal, decidimos que cada uno haría su propio tema, pero todos destacaría en las emociones, especialmente a las transmitidas por las miradas.
>> Cada uno debía exponer cinco fotos, y tenía que demostrar su mensaje a través de los ojos de sus protagonistas... Podía ser cualquier cosa.
—¿Qué decidiste hacer tú? —preguntó, aunque creía saber la respuesta.
Kate le había pedido hacer de modelo varias veces en el último tiempo.
Solía sacarle fotos sólo a ella, a veces dejaba el trípode de la cámara y se sacaban fotos ambas, e incluso había tenido sesión de fotos con las demás Alters, a pedido de Kate.
—Elegí que sea de nosotras. —dijo, con una sonrisa tímida.
Llegaron a la muestra de Kate, tenía de título "Mirada a todas las almas", y seguidamente, había cinco fotos, la primera era de Yelena con Elizabeth, luego una de ella con Kath, seguía una dónde estaba siendo abrazada por Lady, la cuarta estaba con Katherine, y la última era de ellas dos, donde Yelena tomaba sus mejillas y la miraba con todo el amor del mundo.
En el pie de cada foto aclaraba cuál de las Alters estaba con junto a ella, y era la primera vez que Kate anunciaba al resto de las personalidades del sistema al mundo.
Yelena sonrió, encantada, vió las mejillas teñidas de rojo de la menor, y la besó con cariño.
—Son hermosas, Katie, estoy muy orgullosa de ti.
—Gracias. —murmuró bajito.
Continuaron su cita en el centro comercial, especialmente en el restaurant de hamburguesas que a Kate tanto le gustaba, luego Lady insistió en ir a los juegos y cuando se negó le hizo pucheros.
—No habrá juegos, es tarde, ¿quieres un helado a cambio?
—¡Sí, sí! —dijo con emoción y la abrazó con fuerza, siendo siempre tan demostrativa.
Luego de terminar su helado de chocolate, ya de noche, Lady se despidió para devolverle la cita a Kate, Yelena le preguntó si quería que le mostrará una sorpresa, a lo que la menor accedió sin dudarlo.
Tomaron un taxi hasta el otro lado de la ciudad, hasta estacionar frente a un edificio muy alto y de muchos departamentos.
Kate estaba sorprendida cuando Yelena abrió la puerta del lugar con una llave electrónica y la invitó a pasar.
—¿Y esto? ¿Es tu especie de departamento privado para sadomasoquismo? —el tono de voz grave y conocido de Kath habló.
Yelena soltó una carcajada y negó.
—Oh no, ojalá. Te comenté que mí familia no tiene problemas económicos y bueno... Suelen dejarme un departamento para las vacaciones... A veces creo que es porque no me soportan... Para cuando la universidad cierra, me quedo aquí aunque los visito mucho, sirve para hacer mí vida, y tener más privacidad.
Mientras hablaba la guiaba hacia el ascensor, subieron hasta el octavo piso.
—Aquí pasaría mis vacaciones, ¿donde estarías tú? —preguntó la mayor.
—Pues... Volvería a la casa de mis padres y me aburriría mucho, queda bastante lejos de la universidad y del centro, está a las afueras.
—Bien. —Yelena asintió, salieron al pasillo y fueron hacia el departamento con el número 84, entraron para encontrar un cómodo y bastante amplio monoambiente, tenía un amplio ventanal desde donde podía ver el mar y las costas de la ciudad.
Tenía una cama amplia, perfecta para dos, una cocina en un rincón y una mesa para las comidas, el baño era bastante amplio y más bonito que el de su habitación de universidad.
—Oh, es muy lindo. —Kate observó el jugar, luego se acercó a la ventana para ver el montón de agua que conformaba el mar, de un lindo color azul oscuro, la cuidad de noche iluminaba más de lo que quisiera, pero las luces también tenían su encanto.
—¿Te gustaría quedarte aquí? —preguntó Yelena, se acercó a su lado, rodeando su cintura en un medio abrazo, su mentón se apoyó en su hombro— Conmigo...
—Me encantaría. —respondió la menor.
Yelena sonrió, se apartó para girarla suavemente, y buscó sus labios, la menor correspondió con gusto, dejando que sus lenguas se encontraran, se recorrieron lentamente, por más que se habían besado miles de veces, nunca se cansaban de esa sensación, el calor que sentían en sus corazones, las cosquillas en sus estómagos, y esa electricidad que recorría sus columnas.
El como todo encajaba perfectamente cuando estaban juntas, y podían estar en paz, seguras y a salvo.
Se separaron luego de un largo rato de acalorados besos, suspirando de forma pesada, muy rojos, las manos de Yelena se apoyaban con seguridad sobre la cintura de la menor, con sus caderas juntas en un abrazo apretado.
—¿Quieres quedarte conmigo para siempre? —preguntó Yelena, bajo, al separarse, su mirada estaba fija en los labios rojos e hinchados de la menor.
Las vió sonreír, tan bonitas, como siempre.
—Sería un honor. —respondió.
—Genial —buscó en sus bolsillos, hasta dar con un pequeño anillo—. Te tengo un regalo... Esto es solo hasta que quieras que sea real, por ahora... Son anillos de pareja, anillos de "Siempre novias", ya sabes...
Le entrego el anillo color plata, tenía grabas las iniciales YB.
—El mío tiene las tuyas. —alzó su manito para mostrar el suyo, donde se notaba el KB grabado.
La menor sonrió ampliamente, mirando el brillo del anillo, rió feliz, y se lo colocó con emoción, estaba muy contenta, la miró con esa sonrisa amplia que enamoraría a cualquiera.
—Te amo, Yelena, mucho... Es hermoso.
—Yo te amo más, Kate. —dijo antes de dejar un beso sobre su nariz.
Fin.
Bueno, espero que les haya gustado la historia. <3
Tengo pensado traer una nueva historia Katelena, pero aún no estoy segura. ¿Qué opinan ustedes?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top