Capítulo 8
—Buenos días, linda —dijo Yelena, viendo a la media dormida Kate que se frotaba sus ojos, la pelinegra sonrió al verla y se acercó a ella para dejar un suave beso de buenos días en sus labios—. Estás muy preciosa hoy.
—Siempre dices lo mismo, todos los días. —dijo la menor, bostezó, aún bastante dormida.
—Será porque estás preciosa todos los días.
Kate sólo podía sonreír y ruborizarse.
En las últimas dos semanas habían estado muy empalagosas, nunca había sido un secreto de que a Yelena le gustaba dar amor, pero no sabía que Kate quería muchas muestras de amor y era muy necesitada.
Por más que a veces se hiciera la difícil, quería mimos y amor todos los días.
Cada oportunidad la usaba para darle un beso, o abrazarla, dormían juntas y paseaban de la mano, sonreía más que nunca.
Yelena sólo podía admirarla con ternura y amor, porque era una ser muy cariñosa, y le encantaba.
Desde que habían empezado con esa relación informal, porque no habían arreglado ser nada aún, las otras Alters aparecían mucho menos.
—Kath no quiere salir porque ella es heterosexual y que un mujer esté cerca afecta un poco. —dijo Kate estaban en la cafetería de la universidad, como les era recurrente.
—Hey, deja a la chica que tenga sus gustos, si no le gusta unas buenas tetas está bien, los penes no están tan mal después de todo.
—Ese fue el mejor comentario que he escuchado decirte —dijo Kath, su voz grave anunciaba su presencia—. No te voy a insultar está vez, te felicito.
—Qué honor, y viniendo de una chica tan linda —le guiñó un ojo, con una sonrisa amplia, Kath hizo una mueca de asco y se fue, dejando a un Kate confundida.—. ¿Me perdí de algo?
—No realmente —dijo Yelena, tomó su mano y entrelazó sus dedos—. Katie, ¿cuándo tendrás una cita conmigo?
—Cuando me invites.
—¿Cuándo estás libre?
—Los fines de semana.
—¿Quieres salir conmigo este fin de semana?
—Claro que sí —dijo, y sonrió ampliamente.—. ¿A dónde vamos?
—Quiero ir al centro comercial y pasar una tarde en los juegos.
—Si me llevas a los juegos Lady va a tomar el control, le encantan los juegos y las luces y los premios de peluche... Tengo que hablar con Kath y preguntarle si es debido, es una niña.
—Lo sé, Kate, siempre podemos cambiar de planes e ir al cine o algo.
—Sé que cuidarás muy bien de Lady, ella no sale mucho, estaría bien darle un gusto.
—¿Puedo tener una cita con Lady en los juegos? Y después te llevo a comer a dónde quieras.
—A un restaurante de hamburguesas.
—Hecho.
—Será la mejor cita de mi vida. —dijo la pelinegra, notoriamente feliz.
Ambas estaban muy felices y muy cómodas juntas, incluso podrían definirse como unas tontas, porque sonreían todo el día y cuando estaban a solas pensaban tanto en su compañera que se distraían se sus clases o de lo que estuvieran haciendo.
—Señor Banner —llamó Yelena, la clase había terminado y sus compañeros se retiraban del aula, quedando los dos a solas.—. Quería comentarle sobre mi trabajo.
—Oh, señorita Belova, claro, ¿siguió mi consejo e indagó en los desencadenantes?
—No, yo-
—¿Va a investigar los traumas que provocan el trastorno de la señorita Bishop?
Yelena estaba molesta de que su profesor hablara con tanta ligereza y tanta frialdad de lo que Kate, y las demás Alters, tuvieron que vivir, y luego sobrellevar.
Le parecía una falta de respeto.
—No, me ha parecido un tema muy delicado y personal para tratar —dijo, hablando rápido para no ser interrumpida de nuevo—. Y en realidad me estaba enfocado en su vida cotidiana pero creo que... Voy a cambiar de sujeto de estudio, y de tema, por supuesto.
El Señor Banner estaba más que sorprendido, sus ojos se abrieron ampliamente.
—Señorita Belova, quedan cuatro meses de cursada, su trabajo debería de estar finalizado mínimo un mes antes del fin de curso para cualquier revisión o consulta, cambiar de sujeto de estudio a esta altura del año le perjudicaría en muchos sentidos.
—Sólo creo que ya no puedo seguir utilizando a Kate como un estudio, un experimento, es una persona y está tratando de dar lo mejor de sí misma. Quiero respetarla en su vida privada, y en todo lo que respecta a las demás Alters también, merecen intimidad, no tengo por qué hablar de su convivencia.
El Señor Banner se mantuvo en silencio, mirándola seriamente, como si todavía no se creyera lo que su alumna quería hacer.
—Planeaba investigar otro tema, relacionado con traumas infantiles, he encontrado que es bastante común que estudiantes de rescate acuático tengan pánico al agua, y ni siquiera lo sepan, podría abarcar temas del psicoanálisis y como un trauma del inconsciente afecta a las decisiones de su futuro.
—Yelena el trabajo que estás haciendo de Kate Bishop es excelente —dijo su profesor—. Eres una de las mejores alumnas que he tenido, y eres muy capaz, por eso tengo tanta fe en ti, por eso te recomendé estudiar a este sujeto, y por eso te ayude a quedar como su compañera de cuarto, para ser cercanas y facilitar tu investigación... Estabas muy emocionada con la investigación, fuiste la primera en estar de acuerdo con esto.
>> Lo siento pero yo no voy a permitir que cambies el tema de tu trabajo, menos a esta instancia, y menos luego de la molestia que me he tomado para que quedarás como compañera específicamente de Bishop.
—Señor Banner, con todo el respeto, es mi trabajo, y yo decido de qué lo hago, yo cambié de opinión, y ya.
Yelena estaba roja de furia, cansada de discutir con un idiota como su profesor.
—Mira, Yelena, no debes dejar que tus sentimientos interfieran en el estudio del sujeto.
—¿Quién dijo algo de sentimientos?
—Señorita Belova, me han comentado sus compañeros que se la ha visto siendo cercana a Bishop de una forma romántica.
Yelena se mantuvo en silencio.
—En una investigación de un sujeto hecha por un profesional, uno no se enamora de su objeto de estudio.
—Kate no es ningún objeto de estudio, es una persona, y es excelente.
—Entiendo.
El Señor Banner asintió, juntó sus papeles y suspiró de forma pesada.
—Belova, piensa bien lo que harás, y después comunícamelo, yo que tú no tiraría meses de investigación y trabajo a la basura. —el profesor cargó con sus cosas, le dió un ligero asentimiento con su cabeza a modo de saludo y salió del aula, dejándola sóla.
Con un suspiro pesado, trató largo rato de calmarse, cuando regresó al cuarto, Kate fue a recibirla, igual que siempre, y le dió un tierno beso, hubiera correspondido de forma más correcta de no ser porque estaba molesta y cansada por culpa del Señor Banner.
—Te tardaste. —dijo la pelinegra, había pasado largo rato desde que la clase había terminado, y entre la charla con el Señor Banner y los veinte minutos que estuvo caminando por la universidad para calmar su malhumor eran más de las seis de la tarde.
—Lo sé, lo siento, un amigo de la clase se me quedo hablando.
>> Está haciendo su trabajo final sobre el TID y me pidió que le comentará algo de ti, porque yo vivía contigo.
Kate frunció el ceño, disgustada, se apartó un poco de ella.
—¿Qué le dijiste?
—Que eres como toda otra persona —dijo Yelena, se acercó a ella para acariciar su mejilla—. Y que cualquiera de las demás también lo es, que se llevan muy bien, y que con un poco de acuerdos de convivencia pueden manejar una buena vida entre todas.
Kate sonrió mínimamente.
—También que eres la cosita más linda del mundo y que me encantas. —dejó un pequeño beso en sus labios.
Kate rió un poco, se mantuvo unos segundos callada antes de hablar.
—Te agradezco por los cumplidos pero... Por favor no le digas a nadie como es nuestra vida, es nuestra, y todo lo que hemos pasado contigo, y todo lo que te he contado es porque confío en ti, y las demás también, porque te lo has ganado de alguna forma... Te has ganado nuestra confianza y por eso puedo ser como soy contigo, y las demás también.
>> Pero yo decido a quien contar mi vida, no tienes que hacerlo por mí.
>> Muchos de mis psicólogos han dicho muchas cosas privadas de mi y de las demás en el pasado, no quiero que pase de nuevo.
Yelena se sentía más que mal, se sentía pésima, asintió.
—Tienen todo el derecho a decidir sobre eso, Kate —dijo, tomó su mano buscando sentirse mejor, pero incluso el ligero apretón que la menor le dedicó le dolió—. Lo siento mucho.
—Está bien —Kate negó, restándole importancia, volvió a sonreírle—. Lo que le dijiste no está mal tampoco, es bastante general y también positivo, es lindo. —intentó animarla, pero la mayor seguía igual de seria.
—Si, supongo. —murmuró.
Kate no respondió, dejó un beso en su mejilla.
—Quizás una ducha te cambie la cara. —dijo.
—Tienes razón —Yelena asintió, y forzó una sonrisa para que Kate estuviera más conforme—. Lo siento, estoy cansada.
—No te preocupes por eso, ve.
La dejó ir, pasó a buscar su toalla y se metió en el baño, y allí se pasó todo el rato pensando que era una persona horrible.
Espero que hayan disfrutado el maratón. <3
5/5
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