Capítulo 6

Katherine responde de forma positiva a las muestras de afecto también, demuestra que ser tratada como a una niña le gusta, no ha tenido miedo de mí.

Se ha levantado a mitad de la noche para que las demás Alters no le prohíban el acceso al cuerpo, aunque sabe que es indebido y iba a castigarse, lastimandose con cortes.

Yelena suspiró de forma temblorosa, habían pasado varias horas de aquel encuentro con Katherine, pero no podía sacárselo de la cabeza, no dejaba de pensar una y otra vez que quizás de no ser por ella, y el que haya ido a buscarla, ahora Kate andaría escondiendo sus muñecas con cortes.

Y la idea de Kate lastimada no le gustaba ni un poco, las náuseas invadían su estómago y le daban ganas de llorar.

Katherine es quien recuerda los mayores traumas, y quién los vivió en el pasado, supongo que por su actitud recibía castigos por cualquier cosa que hiciera, de allí su miedo a todo y el pensamiento de que merece un castigo, como nadie va a hacerlo lo hace ella misma en conductas autodestructivas.

Es una perseguidora, pero tengo esperanzas de que pueda superar sus recuerdos, ha conectado conmigo y demuestra que es capaz de hacer más que solo pensar en lo malo.

No sale mucho, pero trataré de ayudarla cada vez que la vea.

Cerró el cuaderno y volvió a guardarlo en su lugar secreto.

Kate aún estaba en clases, le quedaba alrededor de una hora, ella estaba libre porque su profesor estaba enfermo, decidió consentir un poco a la chica y fue hasta la pastelería para comprar los cupcakes de chocolate que tanto le gustaban.

Al regresar preparó su café y dejó agua caliente para cuando Kate regresara, al rato, la pelinegra entró en silencio y con la mirada baja.

—Katie, te traje tus cupcakes favoritos. —anunció Yelena, mirando su celular.

—Gracias. —murmuró la pelinegra, luego de un momento de silencio.

La mayor alzó la vista hacia ella, de inmediato se preocupó al ver su rostro, levantándose de la silla y yendo hacia ella.

—Dios, Kate, ¿qué te pasó?

—No es nada. —dijo, aunque Yelena no podía ignorar su ojo morado y su labio hinchado de un lado, por un golpe.

—¿Cómo que no es nada? ¿Quién fue?

—No es nada, no importa. —repitió, parpadeó rápido para apartar sus lágrimas.

—Kate...

—Yelena, déjame —la pelinegra se apartó, huyendo del abrazo que la mayor intentó darle—. No es nada importante, en serio, Kath es una idiota que cree que puede pelear contra todo imbécil que diga algo malo de mí —se encogió de hombros, pero no sonó nada convincente—. Es todo.

Yelena la miró sin decir nada, pero sintiéndose mal, Kate borró sus lágrimas y tomó un cupcake, y se volteó al rincón de la cocina para prepararse un té, dándole la espalda a su compañera de cuarto.

La mayor no podía dejar todo así e ignorarlo, y luego de pensarlo un momento, fue hacia ella y la abrazó por la espalda, rodeando su fina cintura con sus brazos.

—Yelena, en serio te voy a pedir que te alejes porque no quiero tu lástima. —dijo la pelinegra, con su voz endurecida para evitar el llanto.

—Kate, deja de hacerte la difícil.

—Tú deja de sentirte mal por mí, estoy bien.

—¿Quién te dijo que me siento mal por tí? —cuestionó la mayor— El que no me guste que estés herida no significa que sienta pena.

Era diferente, ella no se sentía mal por Kate, y mucho menos lástima, ella sabía que era una persona muy fuerte y muy buena. Si se sentía mal porque estuviera lastimada, porque no merecía ningún golpe, ni críticas.

—Kath lo dice, y ella es muy buena para conocer a las personas... Ella dice que me tratas así sólo por lástima.

>> Y te voy a pedir que pares de hacerlo porque no necesitas fingir que te agrado, o que eres mí amiga... No necesitas sentir pena por mí.

Yelena pensó un momento sus palabras, y su mente conectó los dos puntos que Kate había planteado: alguien había dicho algo malo de ella, alguien le había dicho que ella era su amiga porque sentía pena.

Kate nunca se había metido en una pelea, por más comentarios malos que le dedicaran, los ignoraba, ¿por qué está vez sí? Algo había sido diferente.

Y Kath era muy protectora y amenazante pero no pondría en riesgo al cuerpo, no dejaría que se lastimara, ese era su trabajo.

Sólo alguien más impulsiva se metería en una pelea, y no debía ser por un comentario tonto de "la loca de la Uni", debía ser algo más importante.

—Kate, no tienes que mentirme —dijo Yelena, y la escuchó sorber su nariz por el llanto—. Ven, ven, mírame —soltó el abrazo y se colocó a su lado, para mirarla, se contuvo en limpiar sus lágrimas—. Déjame adivinar qué pasó, alguien te dijo algo que no te gustó y tú quisiste defenderte con esos puñitos que tienes.

Kate frunció sus labios, sin responder, en un intento de seguir aguantando el llanto, pero el silencio fue todo lo que Yelena necesitó como respuesta.

Esperó unos cuantos segundos en los cuales Kate parecía tener un debate interno.

—A Kate le gustas —dijo, por el tono de voz supo que era Kath—. ¡No! —lo interrumpió Kate— Y una tipa la molestó con que tú nunca querrás salir con una desquiciada —volvió a decir la protectora—. ¡Que te calles!

Kate se alejó de ella, y golpeó su cabeza con sus manos para que Kath dejara de molestar.

—¡Kate, no te golpees! —Yelena fue detrás de ella.

—¡Déjame sóla! —gritó, y entró al dormitorio, Yelena se apresuró a seguirla antes de que le cerrara la puerta en la cara, tuvo que empujarla para lograr entrar— Yelena, basta... —rogó, entre llanto.

Yelena tomó sus manos y acercó su rostro al de ella, quedando a centímetros de distancia, tan cerca que la pelinegra dejó de llorar de la sorpresa y sus mejillas se tiñeron de rojo.

—Kate, no siento ni un poco de lástima por ti, me siento mal porque no mereces que te lastimen así.

>> Siempre has sido muy amable y muy buena conmigo, yo no soy mala y no tengo razones para ser mala contigo, te trato bien porque tú me tratas igual, eres una excelente compañera y amiga, y yo no finjo absolutamente nada de nuestra amistad tampoco.

>> No importa lo que otros digan, no es verdad. ¿Cómo una persona que no conozco y que no conoces puede opinar sobre algo que es tuyo y mío, nuestro, y de nadie más? No tiene ni idea de nada, Kate y no tienes que ir a golpearla por decir un montón de cosas sin argumentos cuando tú sabes la verdad, no dejes que te afecten un montón de palabras que están vacías.

Kate se quedó llorando en silencio, asintió levemente como respuesta, y Yelena la abrazó de nuevo, la menor tardó un momento en responder, pero finalmente rodeó su cintura con firmeza y escondió el rostro en su hombro, mientras se dejaba dar mimos en su espalda y en su cabello.

—Y ya sabía que te gustaba, Kate —murmuró en voz baja—. Lady me lo dijo.

—¿Cuándo? —hasta sonaba asustada, Yelena continuó con los mimos para que se quedara tranquila.

—Cuando le di el peluche, hace unas semanas.

Kate se mantuvo en silencio unos cuantos segundos, pensando en esas últimas semanas, en las actitudes que tenía Yelena con ella y en cómo no había cambiado ni un poco, y que en realidad se había vuelto más demostrativa.

—Pero... No te alejaste de mí. —dijo, sonó sorprendida y eso le rompió el corazón a la mayor.

—Claro que no me alejé, ¿por qué lo haría?

La pelinegra no respondió, se apartó y limpió sus mejillas sola, Yelena sólo esperó a que estuviera calmada.

—¿Por qué eres "la loca de la Uni", no? ¿Por qué te tengo mucha lástima, verdad?

Kate asintió levemente, aunque comenzaba a sentir gran vergüenza por creer eso, ahora tenía miedo de que Yelena se enojara por pensar mal de ella.

—Katie, mírame un momento. —sus manos fueron hacia las mejillas de la menor, que alzó sus ojitos llorosos hacia ella, uno estaba medio cerrado y amoratado.

Yelena acortó la distancia de los pocos centímetros que las separaban y unió sus labios en un beso pequeño y suave, no sabía cómo iba a reaccionar, o si el contacto haría que otra Alter tomara el control, así que solo dió un pequeño pico y se volvió a alejar.

Sus ojos azules estaban más abiertos de lo normal, sin poder decir nada.

—No es algo malo que te guste alguien, Katie —dijo, en una voz suave y encantadora, sonrió de forma bonita, sus mejillas estaban rojas—. ¿Estás bien?

Kate tardó un momento en asentir, estaba muy sorprendida como para responder.

En menos de media hora le habían dado un buen golpe, le había dicho acusaciones horribles a su crush, había llorado, Kath se confesó por ella, y Yelena la había consolado muy bonito y luego besado.... Era mucha información.

—Bien, vamos a ponerte hielo en ese golpe.

Yelena la guió como si fuera una niña pequeña perdida, le preparó su té y le dejó su cupcake de chocolate a un lado.

—Es la segunda vez que me preparas la merienda y tengo unas espinacas en la cara. —dijo Kate, hablando por primera en mucho rato.

—Son las mismas espinacas de la última vez también, deberíamos comer más verdura.

—Son congeladas, duran como un año, cuando no tengamos otra cosa más que comer allí estarán.

Las dejó a un lado para dar un par de sorbos a su té.

—Gracias —murmuró—. Por tratarme tan bien y por... Todo. No sé cómo haces para estar tranquila y hacer que me tranquilice.

—Bueno... Estudio para eso —se encogió de hombros—. Y no estaba tranquila, creí que en cualquier momento aparecía Kath y me golpearía en la cara.

—Oh, no... Tenemos una regla de si hay algún problema, o conflicto, cada una tiene que arreglarlo por su parte, puede pedir consejos y eso pero... En este caso yo estaba mal y enojada por algo estúpido y yo tenía que calmarme.... —volvió a colocarse las espinacas congeladas sobre su ojo hinchado—. Y las otras estaban cansadas que molestara con que me gustas y también... Debía confesarme, pero no quería.

Yelena asintió, esperando que Kate siguiera hablando.

—Tenía miedo. —dijo, bajo.

Con esa frase, Yelena pensó automáticamente en Katherine.

—Kate, en la noche, Katherine se despertó a buscar algo para cortarse —dijo—. Le dije que no les diría nada, así que no la molestes.

Kate abrió sus ojos ampliamente, y de inmediato se fijó en sus antebrazos, pero estos estaban en perfecto estado.

—La encontré antes de que pudiera hacer algo, la llevé al cuarto y se volvió a dormir. —finalizó la mayor, mientras la pelinegra acomodaba sus mangas de nuevo.

—¿No hizo nada?

—Nop.

—Bueno... Eso explica por qué desperté con el peluche, creí que había sido Lady —fue a dejar las espinacas en la heladera de nuevo, para luego terminar con su merienda—. ¿En serio no hizo nada?

Yelena negó.

—Es una buena chica, sólo está un poco perdida, no sabe lo que hace.

Kate no dijo nada al respecto, después de un momento sonrió.

—¿Te has hecho amiga de todas, no? Sin que yo tenga idea ya nos conociste a las cinco.

—Ellas aparecieron solas, y como su compañera de cuarto debo presentarme —dijo, con una sonrisa bonita—. Las cinco son muy agradables, menos Kath.

—Púdrete.

No pudo evitar reír, Kate se sentía algo avergonzada.

A lo largo de su vida había tenido que disculparse muchas veces por comentarios medios agresivos que Kath solía dedicarle a gente que no le agradaba, que solía ser gran parte de la humanidad.

Estaba bastante agradecida de que no tenía que corregirse o disculparse, ya que Yelena ya la conocía, se sentía más relajada, más libre.

—Gracias por cuidarnos —dijo, con una leve sonrisa—. A todas.

—Lo dices como si fuera un gran esfuerzo —dijo la mayor—. Hago lo que cualquiera haría.

—No eres una cualquiera, Yelena.

—Soy la cualquiera que te gusta. —sonrió ampliamente y le guiñó un ojo.

—Eres una idiota —dijo—. Y eso no lo dice Kath. —finalizó, antes de levantarse de la mesa.

Bueno, si quieren seguiré actualizando (depende de ustedes)

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