Capítulo 12
Pasaron unos cuantos días, seguían con los mismos abrazos y mimos, Kate pasaba más tiempo de lo normal en ese estado de trance, Yelena sabía que en realidad estaba concentrada en su mundo interno, posiblemente arreglando algunas cosas, hablando con las demás.
Apenas reaccionaba a lo que ocurría en la realidad, por eso se quedaban en el cuarto, en un lugar seguro, donde podían tener todo controlado.
Evitaban salir de la habitación, incluso ir a la cafetería de la universidad sería peligroso, porque Kate no tenía registro de las cosas que pasaban, y sus acciones eran una especie de "modo automático".
En esos momentos, Yelena se quedaba a su lado, dejaba leves caricias en su cabello, Kate sabía que ella estaba a su lado por más que pareciera que no la veía, a veces la espera se hacía más larga, podía durar horas, y terminaba usando su celular mientras la pelinegra seguía en lo suyo.
Luego de un rato reaccionaba y se reía porque Yelena usaba su pecho para apoyar el celular y ver videos más cómodamente.
—Deja de aprovecharte de mí, tonta.
—Yo no me aprovecho, sólo saco lo mejor de cada situación. —dijo, con una risa, sólo para molestarla.
Llegó el sábado, luego de unos cuantos días de aquellas profundas charlas internas, que Yelena desconocía y ni siquiera preguntó al respecto, finalmente Kate volvía a sentirse lista para intentarlo de nuevo, y se lo pidió a Yelena con toda seguridad.
Decidió volver a intentar todo como si fuera la primera vez, para de alguna forma "borrar" todos los intentos fallidos y comenzar de nuevo.
De nuevo, estaban en la cama, y de nuevo, se sentó sobre sus caderas, como si fuera su primer intento, y comenzarán todo otra vez.
—¿Lo haremos? —preguntó Yelena, hasta el momento, Kate no le había dicho nada al respecto, y creía que era otra sesiones de besos un poco más calientes.
—Ajá —Kate asintió, sonriendo—, hablé con Kath y con Elizabeth, les dije que me dieran más espacio estando contigo, ellas confían bien en ti, y sabemos que no harás nada que nos lastime, o que nos haga mal, por más que yo esté nerviosa.
—Que es muy común en la primera vez, linda.
—Exacto, por eso les dije que dejaran las cosas seguir y sólo si se ponía bien feo intervengan —dijo la pelinegra—. También decidimos que deberíamos desnudarnos juntas, a la par... Verás si sólo yo soy la que está sin ropa y tú estás vestida, me sentiré más expuesta y débil por... Ya sabes, cosas del pasado, y eso sería un desencadenante para Elizabeth.
—Entiendo, Katie. Sabes que lo haré, no hay problema —Yelena tomó su mano y entrelazó sus dedos—. Estamos juntas en esto, bebé.
Kate asintió, ruborizada y sintiéndose cálida y bonita.
—Entonces creo que podemos empezar, cuando quieras. —dijo, aunque se refería empezar en ese mismo momento, en la privacidad de su cuarto.
Comenzaron de nuevo con los besos húmedos, con los chupetones, y las caricias, sus prendas comenzaron a caer al suelo, mientras se abrían paso a más contacto.
Cambiaron de posiciones dejando a Kate debajo, y dándole paso a Yelena a hacer todo lo que quería con ella, la dejó acomodarse entre sus piernas.
Yelena volvió a besar sus pezones, su torso, dejó chupetones en su cuello y clavículas, mientras Kate seguía pidiendo más.
Se fueron desnudando a la par, como Kate había pedido, así cada una se quitaría primero su remera, luego sus pantalones, quedando ambas en ropa interior.
—¿Lista? —preguntó Yelena, para estar segura, y Kate asintió con una sonrisa, su rostro estaba rojo, combinando perfectamente con las marcas en su cuello.
Yelena volvió a acariciar su intimidad por sobre la tela de sus bragas, escuchando sus gemidos, luego de un momento dónde le permitió acomodarse a esa sensación, descendió con su boca hacia el interior de sus muslos, besándolos mientras se acercaba a su centro.
—Y-Yelena... —la pelinegra gimió su nombre con necesidad— Por favor...
—¿Estás apurada, mi cielo?
Kate masculló un "Ajá" que se mezcló con sus gemidos.
Decidida a avanzar de una vez, Yelena bajó las bragas de la menor, dejando a la vista su sexo que estaba húmedo por la excitación.
Acordando su trato, se quitó sus propias bragas, ahora con ambas desnudas en el calor del cuarto.
Yelena volvió a acercarse a ella, y pasó su lengua por toda su intimidad, escuchando a Kate soltar gemidos más pesados que los anteriores.
—¿Lista, Katie? —Yelena alcanzó su mano y entrelazó sus dedos.—Si te sientes mal sólo dime, ya sabes.
—Lo sé —asintió—. Continúa, por favor... Te necesito.
Yelena sonrió por aquel tono de voz, tan sensible y desesperado, sin un momento de duda, acercó su boca hacia el centro de la menor, pasando su lengua por toda su intimidad para luego rodear el clítoris de la pelinegra con calidez.
Comenzó a succionar y pasar su lengua por todo su intimidad, perdiéndose en los gemidos cada vez más erráticos de su novia y en el apretón que mantenía en sus manos unidas.
Aceleró el movimiento, succionó con más fuerza, escuchando a Kate gemir.
—Y-Yelena... E-Estoy cerca. —murmuró, entre gemidos desordenados, apretaba la mano de Yelena con fuerza.
La mayor se incorporó un poco, tomando algo de aire, antes de volver a su centro, más húmedo que antes.
Introdujo su lengua de golpe, haciendo gemir a Kate más alto por la sensación, repitió aquello unas cuantas veces, hasta que sintió que se había venido, deteniéndose para tragar toda la escencia de la pelinegra, mientras esta acababa entre gemidos cada vez más suaves.
Se apartó en cuanto terminó, para recuperar el aire, sonrió, conforme y orgullosa de que su lindo novia hubiera permanecido con ella.
—¿Sigues ahí, Katie?
—Estuvo genial. —dijo, entre suspiros, sonreía ampliamente.
—Estoy muy orgullosa de ti. —dijo, y dejó un beso sobre la mejilla de la menor, sus brillantes ojitos, tan azules y expresivos le llenaban el alma de alegría.
—Ahora... Seguimos, ¿no? —preguntó, más que bien.
—¿Qué quieres hacer? —las manos de Yelena fueron a acariciar el vientre de su pareja, dejando mimos.
—Ya sabes... Quiero sentirte, dentro de mí. —dijo en voz baja, su sonrisa era tan inocente que contrastaba mucho con sus palabras.
—Todo lo que quieras, pequeña. —dijo, dejando un pico en sus labios.
Se acomodó entre sus piernas, haciendo que las flexionara para tener acceso a su entrada. Kate se quedó viendo el escultural cuerpo de la mayor, un trasero grande y bien formado, sus pechos redondos.
Se mordió su labio con fuerza, imaginándose como sería tenerlos dentro de su boca, escondió el gemido en su garganta.
—¿Teniendo pensamientos impuros, Katie? —preguntó Yelena.
—Lo que estamos haciendo es impuro qué importan mis pensamientos. —dijo la menor, rodó sus ojitos.
—Siempre tienes razón, linda. —dijo la rubia, empezando a besar lentamente a la menor, unos segundos después se separó y la miró para preguntar si estaba lista, y la pelinegra asintió con seguridad.
Yelena llevó sus dedos a la entrada de la pelinegra, comenzando a frotar lentamente.
Introdujo el primer dedo, que se deslizó con facilidad, y provocó un gemido algo molesto de parte de la pelinegra, lo movió en pequeños círculos y luego en penetraciones, así continuó hasta que no sintió más dolor, hasta que se acostumbró a la sensación. Continuó con un segundo dedo.
—M-Más. —gimió.
Yelena estaba siendo suave y cuidadoso con ella, no quería ni lastimarla, ni causar que cambiara a Elizabeth por tocar algún punto sensible.
Continuó con un tercer dedo, está vez fue más brusca y lo metió de golpe, Kate arqueó su espalda de placer, soltando un gemido agudo.
Continuó penetrándola con sus dedos, luego de un rato los sacó, consiguiendo una queja por parte de la menor, se acomodó entre sus piernas y comenzó a mover sus caderas en ligeros círculos, haciendo que las intimidades de ambas se frotaran, mientras Kate se aferraba a las sábanas y gemía con tanto placer.
Se fijó en sus expresiones faciales, asegurándose que no sintiera demasiado dolor, viendo que no se sintiera mal, Kate era lo más importante.
Comenzó a moverse más rápido, comenzando a dar pequeñas embestidas.
Le siguieron más y más, mientras la pelinegra se deshacía en gemidos desordenados, y su espalda se arqueaba por el placer que estaba sintiendo, el sonido de sus cuerpos hacían al chocar le encantaba, y los gemidos bajos que Yelena soltaba combinaban tan perfectamente con los suyos.
Yelena tomó sus piernas y las llevó sobre sus caderas, Kate la rodeó con estas, y la mayor fue más rápido con sus embestidas.
Las manos de Yelena se acomodaron a los lados de la cabeza de Kate, teniendo a la mayor frente a ella, la atrajo hacia sí, uniendo sus labios de forma bruta mientras continuaban con sus movimientos.
—Kate... Y-Ya casi. —habló como pudo, la pelinegra asintió.
—Y-yo también, Y-Yelena~ —sentía aquella hermosa presión en su bajo vientre—. M-más, más...
Aceleró el movimiento de sus caderas todo lo que puedo, fueron un par de segundos más y Kate terminó primera, Yelena apenas un poco después.
Se recostó sobre el pecho de la pelinegra, escuchando los acelerados latidos de la menor, sonrió completamente enamorada de aquel palpitar, de la calidez de aquel hermoso cuerpo, de aquella persona que brillaba tanto en su corazón.
Recuperaron el aire a grandes suspiros.
—Yelena —llamó Kate, haciendo que volviera hacia ella, y se acercará a su rostro, la pelinegra le sonrió embobada, en sus ojitos brillaban lágrimas y en sus rojas mejillas había algunas, todas de placer y felicidad—. Quizás... Es muy pronto, pero, te amo.
Yelena le sonrió totalmente encantada.
—Yo también te amo, Kate. —dijo, y fue hacia sus labios para besarla con bastante suavidad, más por la falta de aire que por otra cosa, siendo correspondida con gusto.
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