Capítulo 04
Amber Foster
—¿Quién es él? —susurro.
Busco una respuesta en mamá, ya que jamás lo he visto, ni siquiera en los encuentros casuales que realiza papá con sus compañeros de trabajo. Aunque siempre tuve que ver desde lejos porque él me prohibió acercarme a ellos.
«¿A lo mejor es un nuevo colega?» Pienso. Aunque engañarme con esa conclusión es absurdo, por el hecho de que mi familia se puso de pie generando un ambiente hostil.
—¿Qué...?
Mirar cómo ese hombre, llamado Ethan, se traslada en un parpadeo enfrente de papá me impacta y más lo hace el hecho de que lo agarra del cuello como si se tratara de alguien pequeño cuando Isaac es una persona inmensa.
Entonces, sin querer, mamá me empuja y caigo al suelo a un lado de las sillas.
—Ven, Amber. —Las manos de la abuela me ayudan a ponerme de pie, pero ver qué mamá se está ahogando me espabila.
—¿Katherin? —pregunto sintiéndome aturdida, ya que recuerdo la pesadilla que tuve—. Déjame ayudarla, abuela.
Me deshago del agarre con rapidez con el objetivo de asistir a mamá, por más que ella trate de retenerme para que no me acerque.
—No hagan nada.
Papá da una señal de advertencia a fin de que nuestra familia no se involucre.
—¿Mamá? Déjame ayudarte.
—No debes involucrarte —murmura, agarrándome del brazo.
Me genera esperanza escucharla, aun así, sus palabras me producen un gusto amargo en la boca.
—¿Qué estás diciendo?
La ayudo a tomar asiento, pero ella sigue sin poder recuperar el aliento y en medio de la exasperación se aferra al cuello desesperadamente con fuerza, arañándose la piel.
—Dime, Isaac Foster.
Volteo cuando Ethan hace una pausa y veo la sonrisa que esboza al momento de enarcar una ceja.
—Qué es más desgarrador para un licántropo, ¿rechazar a su pareja predestinada o compartir el mismo dolor?
«¿Pareja predestinada? ¿Mate?»
Frunzo el ceño al escuchar aquellas palabras.
—Ah —bufa—. Por supuesto, no puedes hablar, ¿no es así? —pregunta con cinismo.
No soy capaz de asimilar lo que mis ojos están viendo porque es irreal, incluso la idea de tener a alguien conectado a mí se queda corta cuando contemplo que ese sujeto lanza a mi padre por los aires hacia una mesa.
El ruido de la vajilla al romperse me saca del trance.
—Qué está pasando, Katherin —pregunto, ya que mis maniobras no están sirviendo de nada y estoy poniéndome nerviosa al ver que sus uñas poseen sangre—. Quién es ese sujeto. ¿Por qué está lastimando a papá?
—Lo lamento... —Ella exhala con dificultad.
Me hiperventilo en el momento que me mira con los ojos llorosos.
—¿Dónde está su alfa?
La pregunta hace que gire en el lugar, sintiéndome molesta. El repudio de ese hombre al caminar hacia mi padre es notable y está dándome coraje. En primer lugar, por qué nadie hace algo para detenerlo.
Mi respiración se detiene y en un acto inconsciente libero a mi madre.
"¡Amber!"
La advertencia de Eiden no me reprime.
—¡Alto ahí! —grito con fuerza.
A pesar de los nervios y el temor debido a la pesadilla, decido ser valiente ante la situación. Además, ya no estoy sola. Mi familia y Eiden están conmigo.
Levanto un cuchillo, que agarré del suelo, en dirección a Ethan.
—¿Cómo te atreves...?
La voz se estanca en la garganta gracias al nudo que tengo en ella.
Él arquea ambas cejas mostrándose incrédulo por mi movimiento y una sonrisa sádica aparece en ese asqueroso rostro.
—Qué tenemos aquí... ¿Luna?
—Te he dicho... —hago una pausa al verlo caminar— ¡Alto ahí! —Muevo el cuchillo con violencia.
En consecuencia, la sangre salpica los manteles blancos.
«No puedo creerlo.»
Me lamento al ver el corte que hice en la mejilla del contrario.
"No debiste hacerlo."
«¿Qué otra opción tenía?»
"No involucrarte."
«¡Cómo quieres que no me involucre! Ayúdame, por favor.»
Cierro los ojos con pesar porque estoy dando mi consentimiento para que actúe acorde a sus principios.
"Hay muchos hombres detrás de él. Tendrás que salir por la puerta de la cocina."
Las manos me tiemblan y el coraje que sentía se esfuma cuando veo la sangre en el arma blanca que empuño.
La tiro al suelo con pánico.
El cuerpo se eriza en el momento que mi mente proyecta imágenes devastadoras.
Entonces, por pocos segundos, sus ojos se centran en mí. Mi cabeza duele gracias a la presión que siento cuando nuestras miradas se cruzan, pero no lo suficiente para confundirme.
Él me señala con el dedo índice, rozando mi nariz, con la finalidad de que sus hombres me den caza.
"Ahora."
—Huye, Amber... —El balbuceo de Katherin y Eiden es todo lo que necesito para retroceder.
—¡No dejen que la atrapen! —grita papá.
Los miro perpleja, mi cuerpo se siente paralizado porque tengo miedo.
—¡Tú solo corre, Amber! ¡No te detengas!
Abro los ojos con fuerza dándome cuenta del fuerte dolor de cabeza y la imagen de mis padres ensangrentados me produce pánico.
Retrocedo en cámara lenta antes de huir del restaurante mientras una pelea se establece entre mi familia y esos sujetos extraños.
¿Cómo se supone que deba digerir lo que está sucediendo?
"Todavía la noche es larga, prepárate para sobrevivir por segunda vez."
La sentencia de Eiden es lo que más me preocupa.
(...)
—No puedo más... —Me apoyo en un árbol y trato de recuperar el aliento. —. ¿Cuánto más tengo que soportar?
Me ahogo, sintiéndome en aprietos.
Haber corrido por el bosque me dejó sin energías y ahora mismo pienso que no fue una buena idea meterme por este camino, porque llevo tacones, está oscuro y no sé hacia dónde debo dirigirme para pedir ayuda.
Además, el dolor en la planta de los pies es insoportable. A su vez, haber corrido sin detenerme es desgastante, incluso si tengo un excelente estado físico.
Sin querer, me he tropezado en más de una ocasión gracias al cansancio y la incomodidad.
—No puede ser... —susurro—. ¿No deberíamos volver?
La preocupación hace que no piense con claridad.
Me detengo para dar media vuelta.
"Solo si estás dispuesta a poner el cuerpo."
—Si lo hago nada garantiza que estaré bien —murmuro oyendo aullidos—. ¿Qué sigue ahora?
Eso era lo último que me faltaba; primero la cena se vio estropeada por ese hombre, llamado Ethan, y segundo, ni siquiera sé qué les estaba pasando a Isaac y Katherin.
—Es como si estuvieran compartiendo... ¿El mismo dolor? —balbuceo con confusión.
«¿Por qué mi familia reaccionó de esa forma?»
"Ellos se acercan. No te detengas."
La orden de Eiden me pone en alerta, por lo que me volteo y emprendo mi camino. No importa adónde vaya, yo necesito encontrar ayuda o papá y mamá, no, mi familia puede salir herida.
—¿Cuántos hombres están siguiendo mi rastro?
"No voy a mentirte. Tienes que pelear, Amber."
—Cállate, Eiden —escupo, molesta—. No es el momento para empezar a decir estupideces —protesto, quitándome los tacos.
«¡Qué alivio!»
"¡Te enseñé con el objetivo de que puedas defenderte y no depender de mí!"
—Aun así, ¿acaso viste cómo hizo volar a papá? —balbuceo, preocupada—. No puedo hacerlo.
A veces pienso que Eiden no tiene percepción de la realidad. Sé que poseo la capacidad para controlar a alguien. Él me ha enseñado muchas cosas, pero no sé si tenga valentía.
Incluso ahora cuando veo que un sujeto sale disparado de los arbustos en mi dirección.
—Mierda.
Me giro rozando ambas espaldas para evitar que me agarre. Y, ahora mismo, tenerlo enfrente no me genera tantos ánimos como debería, pero mientras pueda encargarme de uno, confío en que Eiden se cargará a los demás.
«Confío en que vas a protegerme.»
Flexiono las rodillas y me encorvo midiendo nuestra distancia. Sé que tengo ventaja o al menos no dudo de mi rapidez, pero pensar que Ethan se movió a la velocidad de la luz me genera desasosiego.
—Un humano con agallas.
—¡Vamos! ¡Acércate! —animo siendo orgullosa.
Aunque la alarma se activa en el momento que Eiden me advierte de que los demás están pisándome los talones.
«Haré trampa. Te voy a pedir una mano.»
El corazón se sacude con violencia y siento cómo la adrenalina me recorre el cuerpo, ya que el ser que me acompaña desde pequeña tiene la aptitud de brindarme apoyo.
Entonces, el tiempo transcurre en cámara lenta mientras el deseo de vivir se aviva, el sujeto se lanza y el primer golpe que doy colisiona en el hombro contrario. Él retrocede gracias al movimiento y, a su vez, siento que mi puño golpeó un muro de acero, pero no puedo limitarme, incluso si tengo presente la idea de caer al suelo.
Le golpeo el hombro contrario y me atrevo a levantar la rodilla rasgando el vestido con el objetivo de rozar el tórax. Lo hago. Yo acierto cada golpe y la idea de detenerme se desvanece, el miedo se esfuma y puedo ver todo con más claridad.
No sé qué sea Eiden, un ángel, un demonio o un dios, pero lo que sí entiendo es que él me brinda una energía que nadie más puede sentir. Una fuerza que duele, aunque me convierta en alguien indestructible por unos minutos.
Un golpe, dos o tres, puño izquierdo y derecho, un rodillazo. Detengo y esquivo los impactos que podrían llegar a quebrarme los huesos.
En medio de la desesperación y los nervios que hacen temblar mi cuerpo, me veo acorralada entre un árbol y la inmensidad descomunal de alguien que no es humano.
"Termina rápido."
Me desconcentro cuando escucho las palabras de Eiden, por lo que recibo un puñetazo en la mejilla que me tira al suelo.
"Eso habrá tenido que doler."
—¡Cállate!
Levanto el pie, dándole en la intimidad y me trepo al cuerpo contrario, rodeándole el cuello con las piernas. Me aferro con fuerza a su brazo y a pesar de que golpea mi anatomía contra los troncos no deshago el agarre.
Gimo dolorida, incluso si deseo aguantar es doloroso para mi cuerpo soportar el azote. Sin embargo, las energías que parecían que jamás iban a desaparecer se pierden con el paso del tiempo.
Ambos caemos al suelo.
—Carajo... —Me llevo una mano hacia la nuca, sintiéndome dolorida, ya que una rama impactó con ella.
"Levántate. La carretera está a unos minutos."
—Sí, sí —murmuro.
«No puedo rendirme.» Pienso. Me siento desesperada porque mi vista por momentos se nubla haciéndome tropezar, pero sé que no debo detenerme. Caigo de rodillas y me ayudo con las manos mientras la sangre se desliza por mi cuello.
—¡Puedo verla, Eiden! —espabilo. Por alguna razón, me siento agradecida cuando mis pies tocan el pavimento.
No obstante, debo voltearme gracias al sonido de las ramas al romperse. Los veo acercarse con una postura relajada.
«¡Qué indecorosos! Después de todo, soy yo quien debería tener esa expresión.»
Cierro los puños con impotencia.
¡Mis padres se encuentran descompuestos, mi familia está envuelta en una pelea, quién es Ethan, me duele el cuerpo y mi cumpleaños ha sido arruinado!
Aunque me llevo una mano hacia la cabeza en el momento que la energía que Eiden compartía me abandona. El entumecimiento, las náuseas de haber sido sacudida y el golpe en mi cabeza hacen que me arrodille en el suelo.
—¡Te dignaste a detenerte, mocosa! —reclama—. No puedo creer que redujo a Louis. ¿Una humana? Parece un chiste.
«Sigue con esa mierda.»
Me pongo de pie a duras penas.
—Me siento agotado —hace una pausa y se cubre el rostro para ocultar la expresión sádica que logra estremecer—. Necesito un manjar y tu sangre huele deliciosa. Puedo sentirla desde kilómetros. ¿Podríamos devorarla?
—¿Comerme? —balbuceo.
Su sonrisa perversa desvela dos colmillos bien afilados, por lo que abro los ojos con sorpresa.
¿Vampiros?
¿Demonios?
¿Hombres Lobo?
"¿Podríamos hacer una lista con las posibilidades?"
«¿Cómo puedes darte el lujo de bromear en una situación así?»
Agacho la cabeza, oprimiendo mis labios con terror. Trato de tragar el nudo agobiante que se instala en mi garganta por el pánico.
—¿Qué son ustedes? —indago, horrorizada, siendo consciente de mi estupidez.
Luego de reprenderme escucho sus pasos dirigiéndose hacia mi dirección. Una lágrima se desliza por mi mejilla, pero la limpio al instante. ¡No seas llorona! ¡Ayúdame, Eiden!
Mentiría si dijera que no tengo miedo; ¿qué es todo esto?
Yo no lo entiendo, pero tampoco voy a negar la existencia de seres sobrenaturales cuando soporte la presencia de un demonio desde que tengo uso de razón.
Leer las instrucciones del champú pasó de moda con el zoquete que me sigue al baño, el cual habla todo el tiempo.
—Ayúdame —me rindo cuando la mano helada del sujeto se posiciona sobre mi cuello.
Él lo acaricia con delicadeza generándome náuseas y todavía se da el lujo de hacer a un lado los mechones de cabello que obstruyen la visión.
—No me toques —exclamo, golpeando su mano.
No me encuentro en condiciones de reclamar, tampoco puedo dar una revancha, pero no quiero ceder.
—¿Quién te crees?
Su sonrisa que rebosa de incredulidad hace que mi visión se cristalice. Entonces las carcajadas contrarias producen un gran impacto en mí, porque sé que mi vida no vale nada si no estuviera Eiden a mi lado.
«¿Cómo llegamos a esto?»
—Ser inmundo... —farfullo con rabia siendo agarrada del cuello.
—Aún tienes fuerzas para decir estupideces —ríe con cinismo, enseñando los colmillos que se agrandan con ímpetu—. Una persona como tú debería saber su posición.
—¡Eiden! —chillo, colocando las manos delante de mi rostro.
Tiemblo sin ser capaz de abrir los ojos gracias al miedo y creo que todo esto es una horrible pesadilla de la cual no he despertado. Pero la realidad es que soy alguien que podría morir en un abrir y cerrar de ojos en manos de seres sobrenaturales.
No estoy sorprendida, haber leído innumerables mitos y cargar con el peso de lo que sea Eiden, me ha mentalizado que no estamos solos.
—¿Qué mierda?
Abro los ojos y trato de alejarme del sujeto para contemplar la escena, no obstante, caigo gracias al barranco que separa la autopista del bosque.
Asimismo, no puedo hablar, sé que Eiden ya está encargándose de ese hombre y va a matarlo si es necesario, pero verlo hacerlo... siempre va a dejarme helada.
«Otra vez.»
—Hazlo... —balbuceo.
Eiden se apodera del cuerpo que me tenía de rehén.
Los ojos negros que le daban vida a ese descarado ser ahora son blancos y la sonrisa que adorna sus facciones me genera escalofríos.
«Eiden está aquí.»
Es una presencia que eriza los vellos del cuerpo y da mal augurio, incluso si deseo describir de otra manera las sensaciones que me produce cada vez que él aparece me es imposible.
Eiden genera terror.
Él se gira.
—¿Por qué te detuviste? ¿Eh? ¿Quién eres?
Él no le da margen a que actúe porque le muerde la garganta arrancándole la piel. El sujeto libera un grito desgarrador.
Me siento, cubriéndome el cuerpo para ignorar lo que está pasando enfrente de mí.
A continuación, el cadáver cae por el barranco rodando hasta estar a mi lado. Lloro. Eiden me lanza una mirada, ella es breve, ya que se arranca el corazón seguido de voltear con fuerza la cabeza del hombre que había poseído.
Trago con esfuerzo.
Me abrazo para contenerme.
No puedo evitar que la bilis suba por la garganta dejándome asqueada.
—Te lo agradezco... —hipo en medio del llanto—. Gracias por volver a salvarme, Eiden.
Me pongo de pie, dolorida, y sin ganas de caminar. Aunque el sonido de las ramas al romperse bajo pisadas bien marcadas me pone en alerta. De esta manera, con la visión cristalizada, contemplo zapatos borrosos ante mí.
Lloro teniendo en cuenta que Eiden no es capaz de manifestarse más de una vez, ya que me genera daño y porque ya no puedo moverme de manera apropiada.
Sin embargo, un líquido espeso salpica mi rostro y tengo que levantar la mirada del suelo.
Entonces mi pesadilla cobra sentido.
—Tú...
Mi voz se estanca, pero ver que el hombre de mis sueños le atravesó el pecho con una mano a uno de esos tipos me deja en un estado de shock.
"Estás a salvo."
Las lágrimas caen por mis mejillas y el dolor me pone de rodillas.
—Levántate.
Se aferra a mi brazo y me estremezco gracias a los moretones que me produjo ser golpeada.
El desconocido se percata de mi estado, por lo que me agarra con cuidado y en medio del dolor me atrevo a creer que está llamándome. La mano de él se posiciona en mi cabeza en donde la herida es punzante y por alguna razón empiezo a perder el conocimiento.
(...)
Kate S.🍃
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