07. Flames exorcise the ultimate body.
. . .
Todavía soñaba con el crujir de las viejas escaleras de madera por las que había bajado aquella noche. Pudo sentir tantas cosas, tanta energía y poder. Nunca había sentido algo así, ni siquiera cuando conoció a Byron.
Era como una corriente de energía constante viajando por su cuerpo... Pararse frente al enorme sello, dónde Orochi parecía estar durmiendo... Lo hacía sentirse tan pequeño.
Lo miró de frente. Según Byron, todo el mundo creía que el sello estaba dentro del espejo Yata, más sin embargo si aquello fuese cierto los Yata habrían perdido la cabeza hace años.
El verdadero sello estaba lejos de ahí. Cuando el mayor lo llamó ambos salieron por lo que parecía un parque trasero con un camino de firmes baldosas de piedra... Este camino guiaba a un bosque de bambú. Edgar no sabía si era realmente posible que un bosque normal colisionara de esa forma con otro bosque totalmente diferente, pero no iba a negar que el intercambio de un sitio a otro parecía irreal.
Entonces ahí notó que no cualquiera podría llegar hasta ahí, era un sitio escondido entre aquel viejo bosque de Japón... No había ni una señal de tributo en la zona, solo el silbido del aire soplando entre los largos bastones de bambú.
Finalmente llegaron a una pequeña casa de estructura típica japonesa. Edgar creía que habían llegado al sello pero en realidad pasaron totalmente por alto aquel lugar, así hasta que llegaron a una cueva escondida por la casa, este lugar era ocultado exitosamente por musgo y demás fauna... También de arriba de la entrada colgaban papeles sagrados que según Byron, eran los que protegían y exorcizaban el sello de cualquier energía turbia que intentará penetrar.
Entrar ahí le generó distintas sensaciones... Desde dolor hasta incomodidad, hasta escalofríos de sentir el poder absoluto.
Bajaron escaleras viejas de madera mal puestas entre las rocas de la cueva... Estás rechinaban y crujían con cada paso que daba, Edgar juraba que se caería en cualquier momento, cuando menos se diera cuenta.
Entonces, y solo entonces, un fuerte brillo captó su atención en lo más bajo de la cueva...
Un brillo detrás de un montón de troncos que estaban posicionados de tal forma que parecía una curiosa prisión. Aquellos pedazos de madera estaban cubriendo el brillo, mientras eran sujetados por gruesas cuerdas rojas... Los troncos de madera llegaban hasta lo más, más de la cueva.
Apenas Byron puso un pie en el sitio, los cascabeles que estaban en las puntas de las cuerdas rojas comenzaron a moverse, así causando ruido, como una advertencia.
Volteó a ver a escaleras arriba... Cómo temiendo que alguien apareciera en la entrada a contraluz de la luna... Pero nadie vino.
Byron realmente había acabado con el clan Yata.
Esa escena seguía presente entre las grises nubes de sus sueños, vagando hasta llegar a la zona donde Edgar era más consciente de su dormir.
De un momento a otro, en el sueño, finalmente el joven se encontraba solo frente al sello, y cualquier rastro de Byron se había esfumado, volviendo el recuerdo viejo en una experiencia nueva. Suspiró... Entre susurros intentó comunicarse con la deidad atrapada en el sueño profundo de su celda...
—... Señor... ¿Por qué? —dijo susurrando mientras se dejaba caer frente a la enorme prisión de madera—. ¿Por qué yo?
No esperaba tener una respuesta en absoluto... Según palabras de Byron, Orochi no podría ni siquiera mantenerse de pie si despertaba en un momento como ese, pues por el paso de los años terminó debilitándose al punto en el que no podría forzar su despertar.
Solo miraba confundido los pentagramas al rededor que rodeaban el sello... La tinta que le daba forma a aquel extraño hechizo protector se veía desgastada, atajada, como si alguien hubiese estado poco a poco limpiando y rompiendo el hechizo que mantenía a la deidad en una situación impenetrable. La madera del suelo se veía arañada, dejando ver largos rastros de lo que parecían garras al rededor de todo el suelo, haciendo un montón de astillas sobresalir sin cuidado.
Miró de nuevo al sello, y con un suspiro abrió los brazos como si estuviese esperando un abrazo... Sin embargo nada apareció... Solo sintió una corriente de energía recorrer todo su cuerpo sin compasión.
Abrió los ojos de nuevo. No era la primera vez que eso pasaba en sus sueños, sin embargo ahora se sentía ligeramente diferente... La corriente de energía, poder... Se sentía mucho mayor a lo que estaba acostumbrado.
Sentía como si su piel comenzara a quebrarse, como si de un frágil muñeco de porcelana se tratase... Y esa no fue la única sensación que sintió.
... Se sentía observado.
Buscó con la mirada al rededor de toda la cueva alguna presencia que estuviese fuera de su conocimiento. Durante esos días soñando con el sello de Orochi, nunca había tenido la sensación de ser observado, más bien, se sentía solo junto a la presencia apacible del dios... Ahora que sentía que alguien más estaba ahí, no podía evitar pensar en que tal vez eso no era solo un sueño.
Sin embargo, no pudo encontrar a nadie más en la cueva, entre las piedras. Sentía una tercera presencia pero no había rastros de ello.
Su sueño estaría apunto de acabar, así que mirando el sello con cierto grado de esperanza en su rostro, juntó sus manos, otorgando todo su ser al dios para el que trabajaría entonces...
—Por favor, solo pido una señal de usted... Una señal que me indique ¿por qué yo entre todos los mortales que hay aquí? —su voz tomó un tono firme y potente, y lo notó debido al eco causado al rededor de toda la cueva—. ¡Dígame qué debo hacer para servir en esta misión!
Que debía hacer... Para servir en aquella misión.
Abrió los ojos y finalmente despertó. Se había vuelto una constante rutina el simplemente dormir, tener sueños olvidables y justo antes de finalizar su periodo de sueño, soñar con el sello otra vez. Y siempre era igual, siempre se volvía un soñador lucido al final de aquella travesía, pudiendo tomar elecciones nuevas y así tomar su propio camino. Lo único que le impedía salir de la cueva o tomar otro camino antes de llegar a esta era el hecho, o más bien necesidad de Edgar de intentar hablar con el dichoso dios, preguntando incógnitas que lo tenían ansioso.
Sin embargo ahora tenía otra razón que le invitaba a investigar la cueva, y es que aquella tercera persona que apareció entre el silencio de la noche ahora tenía toda su atención. Quería investigar quién era, quería saberlo, pero no parecía estar listo... Al menos esa era la idea que el sueño le había dado.
Soltó un largo respingo sin saber cómo resolver las dudas que Orochi no podía responder, y no tenía a Byron en mente por la simple razón de que siempre estaba ocupado haciendo planes en constante movimiento. Actualmente ambos seguían en Rusia, y era momento de encontrarse con Jacky en la cafetería que Byron parecía haber conocido hace ya bastantes años...
Nunca dudaba al mencionar el nombre de la cafetería, tanto de "The King's Sword" así como esta, "The Eye Stone".
Entre más lo pensaba, estos sitios parecían tener un significado, considerando que Byron parecía tenerlos marcados en su mapa desde hace bastante... Como si ya conociera de la existencia tanto de Edgar como la de Jacky (confirmando la teoría de que los conocía de hace tiempo). Así, comenzó a jugar con sus manos en lo que su cansado cuerpo volvía a recargar las energías faltantes, pensando en todo lo que había estado pasando.
Esas semanas... Se había sentido más cansado de lo normal. No hallaba explicación para ello, era como si apenas hubiese recibido su poder de fuego toda su energía física y a veces hasta mental se haya ido de la nada.
Tal vez podría preguntarle a Byron apenas ese desgraciado se desocupara con todas sus labores, claramente.
Esa habría sido su única pregunta hasta que...
Notó la piel de sus manos con una textura carrasposa... Miró hacia abajo y con una oleada de terror viajando desde su espina dorsal hasta la sombra más oscura de sus ojos, notó cómo su piel parecía... Estarse quebrando.
Como si de un muñeco de porcelana se tratase.
Soltó un grito y se levantó de la cama de un salto, corriendo en dirección al baño de su habitación. Estaba seguro que Byron aparecería pronto en la puerta de la alcoba preguntando qué rayos ocurría por su cabeza para soltar semejante grito... Miró de un lado a otro, retiró su sudadera, sus pantalones, toda su ropa hasta quedar completamente desnudo... No había ni una sola marca más en todo su cuerpo, con suerte solo era cuestión de sus manos.
Así, escuchó a alguien abrir la puerta de su habitación, preguntando exactamente lo que esperaba que preguntaría...
"¿Por qué rayos gritas así a esta hora de la madrugada?"
Quiso responder pero el ver sus manos lo tenía más ocupado. La piel de sus manos parecía de piedra, con una textura rasposa y dura, con grietas que iban desde la parte baja de su palma hasta la mitad de esta... Podía ver la carne rojiza por debajo, podía ver la sangre fluyendo.
Lo más extraño de todo esto era el hecho de que no sentía dolor alguno.
Miró la puerta, finalmente después de unos segundos Byron se acercó a esta y con un tono de padre preocupado preguntó si todo estaba bien ahí adentro, en el baño empañado por el terror que estaba sintiendo.
Sin preocuparse por vestirse de nuevo, se acercó a la puerta y con los ojos temblorosos, la abrió un poco.
Ahí lo vio, de pie, consternado.
¿Esto sería obra de Orochi?
Si era así, ¿obtendría una respuesta al por qué su piel estaba en dicha condición?
El hombre albino se aventuró a abrir un poco más la puerta con un pequeño empujón. Notó la ropa del muchacho en el suelo, por lo que no lo obligó a abrirla más...
Más tarde se adentró cubriendo el costado de su vista con la mano, mientras Edgar se escondía detrás de la puerta con una respiración pesada la cual hacía su pecho subir y bajar con rapidez. El mayor tomó las ropas del suelo se las ofreció con comprensión antes de sentarse al borde de la bañera sin mirarlo.
Edgar intentó vestirse detrás de la puerta, mientras Byron esperaba una explicación...
Y entonces ya con ropa interior y pantalones puestos, el joven se dignó a hablar con una curiosa voz quebrada...
—Mis... Mis manos... —susurró tembloroso, hasta que finalmente se acercó al mayor y le mostró la parte en cuestión... Con la piel pálida, quebradiza y dura como una piedra.
Byron ni siquiera se tomó aquello con sorpresa, y solamente tomó sus manos con cuidado hasta procurar calmarlo...
—... Tu cuerpo mortal está muriendo —pero más que calmarlo eso solo lo alteró más, y a pesar de su expresión horrorizada el hombre mayor se mantuvo sereno—. Tu alma ha atravesado año tras año distintos cuerpos desde que Orochi se autoproclamó como la voluntad de Gaia, sin embargo muchos de esos cuerpos no han sido lo suficientemente fuertes para soportar el poder.
Edgar comenzó a lagrimear del miedo, viendo cómo sus manos parecían una simple pared rompiéndose por el paso de los años.
Byron entonces se inclinó hasta tomar un jabón refinado que había cerca de la bañera, levantándose al lado del joven y llevándolo hasta el lavamanos comenzando a lavar dónde la herida estaba.
—Tu cuerpo recibió el poder que por ley le corresponde a tu alma, pero aún no es capaz de soportarlo —susurró, lavando las manos del más joven mientras esté se retorcía un poco por el dolor—. A este evento se le conoce como "encontrar el cuerpo definitivo", ¿quieres que te cuente una historia?
Edgar solo lo miró con los ojos llorosos, sin saber qué responder... Byron entonces, secó sus manos con cuidado de no hacerlo sufrir más...
La piel que hace un par de minutos tenía una poco agradable sensación, ahora parecía haber tomado su textura original, suave y blanda, aunque aún se veía algo agrietada, más comparable a un corte de navaja sobre su piel que una grieta en la pared.
Con tranquilidad, Byron guió a su compañero de cuarto hasta la cama, lugar donde se acomodaría de nuevo para descansar.
El otro se sentó en un sillón cercano a la cama, y con una curiosa calma, juntó sus manos mientras el silbido del viento aquella madrugada opacaba el silbar de las aves.
Silencio... Edgar comenzaba a sentir frío puesto a que su camisa y sudadera se habían quedado en el baño. Cubrió su tembloroso y helado cuerpo lo más que pudo con la cobija, hasta que el ambiente helado ya no pudiera llegar a él.
Entonces la historia empezó.
Con toda la tranquilidad del mundo el relato empezó explicando cómo funcionaba el alma de un hakkesshu; vidas pasadas. Edgar no era consiente de ello pero durante al rededor de 1850 años ha vivido en distintos cuerpos, países, distintas historias. Su alma era la misma, el resto era nuevo.
Desde el primer rey celestial del fuego hasta él. Todos habían sido diferentes el uno con el otro, pero todos eran lo mismo.
El favorito de dios.
Así entonces Byron comenzó a explicar. Al rededor de hace 710 años, una disputa ocurrió entre los clanes de los tesoros sagrados; Los Kusanagi fueron acusados de "asesinar" a la doncella del palacio, esposa del actual líder de los Yasakani, y esto no fué más que un plan de los mismos hakkesshus para debilitar el sello.
Finalmente cuando ambos clanes se declararon la guerra, aprovecharon la oportunidad para impulsar al líder de los Yasakani a hacer un pacto de sangre... Con el mismo Orochi.
El pacto ocurrió, y el sello fue roto por el líder Yasakani... Y así, al momento en el que Orochi escapó de la jaula, los hakkesshus tuvieron que encontrar cuerpos definitivos para poder pelear en el nombre de su dios.
Sin embargo, no tuvieron tiempo suficiente para hacerlo. Solo las cabezas de la luz y la oscuridad se arrastraron por el suelo para poder usar los cuerpos de dos damiselas en ataúdes y así poder secuestrar a la doncella del palacio de los Yasakani, sin embargo la piel de los cuerpos de ambas mujeres se fué quebrando poco a poco hasta que las cabezas, luz y oscuridad, se debilitaron y no encontraron forma de escapar, más que deslizarse por la naturaleza hasta caer en los vientres de un par de madres esperando por su nuevo hijo...
Byron explico con orgullo, por cierto, que la cabeza del viento -la suya-, logró tomar el cuerpo de uno de los herederos Yasakani y que con ello logró hacer que el líder de los Yasakani hiciera el pacto de sangre. Tristemente el cuerpo que tomó murió apenas el hakkesshu del viento entró a él, por lo que apenas el cuerpo se fue pudriendo y agrietando, tuvo que tomar la misma decisión que sus compañeras...
¿Y las demás cabezas? Desconocía si imitaron sus acciones, pero sabía que habían logrado quedarse lejos del sello durante bastantes años...
Actualmente los más recientes portadores de las cabezas de Orochi, todos ellos habían muerto hace ya casi ya medio siglo, todos en distintas circunstancias pero cuatro en total murieron como sacrificio a su dios.
Los cuerpos entonces que portaban eran solo elecciones que su dios tomaba antes de que nacieran, y eventualmente cada uno de ellos descubriría su deber como hakkesshu a su debido tiempo, como Byron, quien lo descubrió a sus 20 años...
Y así, el albino explicó que pasó exactamente lo mismo que Edgar estaba pasando en ese preciso instante cuando fue al sello y dejó el poder entrar en él por completo... Su piel se quebró de la misma manera en la que la piel de Edgar había hecho... Pero actualmente no había rastro de ello... Más que tal vez alguna cicatriz.
Finalmente logró calmar al muchacho dándole la idea de que no moriría por aceptar el poder de las llamas del destino, pero que tendría que aprender a controlarlas y además, tendría que conectarse espiritualmente a ellas si quería que así siguiera la cosa.
Entonces Edgar miró sus manos... Recordando cuando le pidió al señor mediante su sueño que le diera una señal que le explicara porqué él había sido elegido para tal labor...
¿Acaso era esa su señal? Tal vez aquella corriente de energía que viajó por todo su cuerpo era... ¿Más poder? Tal vez le entregó más fuerzas para causar el dichoso quiebre del "cuerpo definitivo" y así hacer a Byron contar toda la historia.
No era una elección completamente aleatoria, su destino estaba marcado incluso antes de nacer...
Desde hace 1850 años ha sido así.
Sinceramente esa respuesta no era la que esperaba... Pero sin duda estaba más que satisfecho.
Le sonrió a Byron y con la expresión más cansada que su agotado cuerpo pudo dar, le agradeció por la explicación, antes de acomodarse en la cama.
El mayor le pidió amablemente que durmiera un rato más esa mañana pues su cuerpo ya estaba agotado del poder que cargaba consigo. Sin mucho rodeo explicó que él iría a hablar con la mujer en el café en cuestión, y regresaría con ella a no más tardar las ocho, para de ahí irse al aeropuerto sin más retraso.
Las autoridades de Rusia estaban buscando a la mujer por cargos como "terrorismo". No podían quedarse mucho tiempo ahí.
Así... Simplemente cerró los ojos viendo al hombre marcharse por la puerta, apagando la luz dejando solo los tenues brillos del sol asomarse por entre los altos edificios...
Cuerpo definitivo... Esto era una locura.
. . .
El sol apenas empezaba a salir aquella madrugada en China. Los pajarón volaban y las hojas caían... El chico en cuestión se encontraba sentado en la rama de un árbol viejo que había en su jardín, meditando ante los rayos del sol saliente.
Normalmente iba ahí por las mañanas debido a que su entrenamiento diario tomaba muchas de sus energías. Su familia era fan de las artes marciales, y así el también, pero entrenar con su padre o sus hermanos menores hacía todo más aburrido.
Miraba al sol obviamente no directamente, solo meditaba en medio del silencioso ambiente que rodeaba su hogar. Eventualmente decidió levantarse y volver caminando por las ramas hasta llegar a la ventana de su cuarto, más sin embargo, algo (o alguien) lo asustó.
—¡FANG! ¡DESPIERTA! ¡HAY NOTICIAS SOBRE LOS CLANES! —su hermano menor gritó con tanta fuerza que lo hizo desbalancearse sobre la delgada rama en la que estaba sentado. Nadie de su familia sabía que iba a sentarse en ese árbol a meditar debido a que por las mañanas cerraba la puerta de su cuarto con seguro. Su hermano siguió golpeado violentamente la puerta.
Finalmente se levantó de donde estaba y corrió en dirección a la ventana, cayendo dentro de su habitación y rodando para amortiguar la caída.
Dando dos patadas al aire en dirección a su armario lanzó sus zapatos a este mismo lugar, luego tomó su gorra lanzándola al borde de su cama y finalmente corrió a la puerta, abriéndola con una supuesta cara de cansancio...
—¿Qué sucedió? —dijo, saliendo a paso vago del cuarto, para de inmediato ser jalado del brazo por su hermano, quien lo llevó escaleras abajo hasta llegar a la sala, dónde toda su familia se encontraba viendo la televisión...
Ahí supo que... Su destino estaba marcado.
Al ver cómo la mitad de China buscaba en un lugar desierto...
Ahí, sus ojos se abrieron en shock, la noticia parecía tan irreal.
"Parece que finalmente tenemos una idea de dónde puede estar la Espada Kusanagi..."
Tenía que ir...
Tenía que buscarla.
Era su oportunidad.
. . .
「紫色の炎は赤い炎と衝突します。」
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