#3 Autumn: Secret Tree
Otoño, estación donde las hojas marchitas de los árboles son barridas de sus ramas para ser esparcidas por el suelo.
La mayoría de las personas creen que aquellos grises árboles que alguna vez tuvieron jóvenes y suaves hojas verdes ya no son tan lindos como antes, que por no ser capaces de ver sus primaverales o veraniegas hojas esos enormes y viejos árboles están destinados a desaparecer, a no ser más que el recuerdo de lo que alguna vez fueron. No obstante este pensar está muy alejado de la realidad, puesto que, a pesar de ya no poseer la misma apariencia de antes aquellos robles gigantescos guardan en su interior la más viva de las energías.
El otoño era como Wen JunHui y Xu MingHao, dos almas cuyo único destino creíble es estar atrapados en silencios sépulcrales donde sus más profundos sentimientos quedan en la deriva de la imaginación. No obstante, desobedeciendo a su cruel destino, cada noche, cada que la luz de la luna resplandecia en el azulado cielo, bajo la penumbra de la noche, ambos eran capaces de expresar esos dulces sentimientos. Esas palabras que todos creen pérdidas en el limbo del silencio.
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Otoño, oh dulce otoño, estación donde inolvidables recuerdos debajo de miles de hojas marchitas se forman en la penumbra de la noche. Donde una historia de amor crece cada día cuando todos los ojos dejan de observarlos. Cuando el sol se oculta y la noche es dueña del cielo. ¿Por que?, por que después de un ajetreado día ellos sólo ameritan la simple existencia y sentimientos del contrario. Porque ellos sólo ameritaban la calidez que sus falanges entrelazados podía darles.
Porque sólo eran dos jóvenes enamorados a través del silencio de la noche. Porque era MingHao y Jun amandose silenciosamente bajo el estrellado cielo, amandose tanto como sus corazones lo permitan.
El otoño, tercera y casi última estación del año. Al igual que las demás estaciones en ella predomina un factor cuyo triste pero hermoso efecto es el marchitar de los sanos y verdes árboles. La mayoría siente lastima por dichas plantas destinadas marchitarse. El perder su hermoso color mientras que relagan al viento esas pequeñas hojas que los protegerían de la aproximación del crudo invierno a la tenue brisa era un destino cruel para tan inocentes arboles, más, como la mayoría de las pequeñas cosas que pasan desapercibidas ante ojos críticos y lastimeros, no se percibe la bella escena que dichos árboles crean cuando dejan sus marrones hojas a cargo de su fiel compañera invisible.
El otoño era parecido a la relación de dos almas destinadas a estar juntas pero que en medio de su ajetreada vida no se les permitía tomar un respiro para asi dejar fluir sus más sinceros sentimientos de la manera correcta. MingHao y Jun eran dueños de esos dos corazones atrapados en días construidos a partir de miradas discretas y leves toques que provocaban el más tortuoso anhelo "El poder proclamar sus más sinceros deseos"
Ellos dos se querían, no, ambos se amaban, más la inexperiencia en ese campo peligroso llamado amor los dejaba totalmente perdidos al momento de encontrarse con la mirada ajena. Ninguno sabía que primer paso dar para acercarse a aquellos luceros cafes que detrás de abundantes pestañas clamaban silenciosamente el nombre ajeno; ambos estaban perdidos en un eterno otoño donde se creía que sus hojas estaban destinadas a marchitarse.
MingHao y Jun estaban condenados a perder la oportunidad de gritar a viva voz aquello que su corazón clamaban a causa del miedo que sentían al pensar en decir palabras incorrectas. Ellos vivieron cada estación en ese silencio sépulcral y solitario.
Su amor se fue desvaneciendo para los ojos ajenos a medida que las estaciones pasaban. Debido a sus tímidas actitudes aquellas dos almas silenciosamente enamoradas ya no pasaban tanto tiempo juntos, ambos dejaron de pasar tiempo juntos cuando ep cambio de habitación se dió dentro de la casa de los 13 muchachos. Varios se quejaron por ello, sin embargo, los dos jóvenes permanecieron callados tomando sus respectivas cosas, caminando silenciosamente en distintas direcciones cuando la segunda estación dió casi su culminio. Ya nadie era capaz de ver el supuesto amor que ambos se proclamaban sin palabras de por medio. Todos dentro de la casa dieron por hecho que ambos habían arrancado la página en su historia de amor.
Las caricias sutiles se agotaron, las risas tiernas y las palabras dulces dejaron de escucharse, las miradas llenas del más pasional amor dejaron de ser dirigidas hacia el contrario. Su evidente sentir por la persona ajena dejó de hacerse tan obvio como lo era antes.
Ambos corazones se marchitaron.
O al menos eso pensaron todos...
La verdad era que no todo estaba perdido puesto que los fuertes sentimientos que tenían uno por el otro aún seguían latentes, puesto que si destino era amarse a través de la estrellada noche, en medio de la silenciosa noche donde no pudieran ser vistos por ojos maliciosos o críticos.
Al igual que en las noches solitarias de otoño, cuando todos creen que los hermosos árboles alguna vez decorados por las hojas más llamativas, estaban destinados a morir en la siguiente estación; esos dos corazones eran reanimados por una casi inperceptible brisa.
MingHao y Jun, cuando todos apartaban la vista de ellos, cuando las cámaras se apagaban y solo quedaba la tenue luz de la luna como único reflector, cuando sus compañeros de grupo se iban a dormir y su compañero fiel era aquellos viejos árbol marchitos, cuando ya no había nadie a su alrededor ambos jóvenes se permitían dejar fluir con libertad todos aquellos sentimientos que sus corazones callaban durante el ajetreado día.
Tal y como el destino alguna vez dijo, ellos se amarían en silencio. Un silencio donde sin importar lo que pasara, MingHao siempre amaría a aquel chico de mirada sería pero personalidad gentil quien le enseñó con sólo unas cuantas palabras que el mundo estaba lleno de mil maravillosas y que la más maravillosa era el chico que las relataba con una sonrisa. Jun siempre amaría aquel tímido pero vivaz chico que con tan solo sostener su mano lo hacía ver fuegos artificiales.
Ambos en la oscuridad de la noche disfrutaba de la compañía del otro, puesto que allí, en la soledad más silenciosa, debajo de aquellos árboles que a simple vista parecía tristes frente a los demás, más por el contrario en su interior estaba lleno de la más vivas energía, ambos corazones podían encontrarse y decirse cuanto se necesitaban, cuanto se extrañaban cuando el sol salía, cuanto se amaban en secreto.
Porque, así como los hermosos matices de marrón que decoraban las calles a causa de las hojas marchitas de los árboles otoñales, quienes regalaban en silencio sus hojas al viento y a las desoladas calles; Jun ni MingHao, necesitaban de un gran público para demostrarse cuan importante eran uno para el otro.
Ambos se amaban con locura, evidenciadose por el destellos en los ojos ajenos al momento de tomar la mano contraria compartiendo un dulce beso antes de mirar el cielo nocturno y perderse en la inmensidad del cielo.
Cada anochecer ambos bailarines se unían a la danza eterna de las hojas danzantes en el viento con miradas y gestos desbordantes de amor.
Ellos no requerían de toques exuberantes o subidas de tono, ellos sólo requirían leves caricias, las cuales por su mágico tacto, siempre provocaban la más satisfactoria sensación en sus pieles. Esa sensación de protección y cariño. Ellos no necesitaban de besos largos y vivaces, sólo con el tenue sabor de los labios ajenos podían saber que tan apasionado y profundo era su sentir. Ellos no ameritaban de muchedumbres que observaran como se desarrollaba su relación, con la simple compañía del viejo roble y del tintieno de las hojas al ser barridas por el suelo le eran más que suficiente.
Con palabras silenciosa llenas del más inocente y puro amor, le era perfecto.
No importaba si los marchitos árboles eran los únicos que las escuchaba siendo la tenue brisa la encargada de llevarselas cada noche sin contemplación alguna, puesto que ellos sabían, muy profundo en su corazón, que estas jamás serían capazes de desaparecer. Que esas palabras eran y serían eternas. El amor que ambos bailarines ocultaban para ellos mismos cada azulada noche era el más sincero como para serlo.
Cada noche, como las últimas hojas marchitas de los árboles otoñales, MingHao y Jun, dos almas destinadas a amarse en el silencio de la noche, decoraban su pequeño mundo por los colores más opacos pero naturalmente hermosos de sus sentimientos otoñales.
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F
ue corto :'c perdón but me salió así y bueh. Mucho love pa esta couple :3 <3
¡Una más y se acaba este proyecto especial!
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