Sawamura Daichi | 15.
Sin señalamientos.
El semestre estaba a punto de terminar, los estudiantes en último año del Karasuno High podían sentirlo en los huesos, y desesperanzados solo pensaban en los finales de cada año. Tendría que haber manera, no iban a rendirse, aun sí la respuesta se encontraba en la punta de la montaña más alta en Miyagi, ellos encontrarían la manera de sobresalir, sin embargo, era difícil siendo ese su último curso de preparatoria, ya que les tocaba escoger su futuro en base a su propio camino; unos cuantos irían a la universidad decididos a seguir sus ideales, mientras que otros, aunque tuvieran la oportunidad, no sabían que les depararía el futuro, así mismo, también esperaban los que dejarían el estudio para entregarse de una buena vez a un verdadero trabajo. Por último, no era una sorpresa encontrar unos pocos que no daban el paso ni para el otro lado ni para este, es decir, los que no tenían una meta fija a realizar, y por infortunio, entre ellos estaba Sawamura Daichi, un increíble joven al mando como capitán del equipo de vóleibol Karasuno.
Daichi no destacaba en el estudio, solo sabía mantenerse en regular, y esos últimos días pudo experimentar el estrés y ansía por no saber qué era lo que deseaba para su vida. Así que, sin más, pidió ayuda a una persona que tenía toda su confianza.
El viernes por la tarde, Azumane _____ aguardaba la llegada de su novio para tener una sesión de estudio por los ya sabidos exámenes finales que le tocaban al estudiante. El muchacho no tardaría en llegar, pues le conocía como alguien responsable quien tenía la puntualidad como algo primordial en cualquier aspecto.
—¿Daichi no ha llegado? —inquirió su hermano mayor saliendo de la cocina.
—No, todavía faltan diez para la seis —informó la joven. No tenía mucho que hacer, se mantenía esperando sobre el sofá y su teléfono en las manos.
—Qué raro, conociéndole ya debería haber llegado. —Era su mejor amigo desde la secundaria, le conocía y se preocupaba cuando este no actuaba como solía ser.
—De cualquier forma, todavía no son las cinco —soltó aburrida la menor. Para ello servían los quince minutos de anticipación, ¿no? Para _____ no había problema incluso si llegaba tarde; eran sus asuntos después de todo.
Antes de que el hermano dijera otra palabra, el timbre sonó por toda la casa y no era una sorpresa quien estaba detrás de la puerta. El azabache acababa de llegar, un poco agitado por haber corrido hasta ahí, pero lo importante era que lo había hecho.
—Yo lo atiendo —ofreció Asahi.
La muchacha, entonces se levantó de su lugar cuando el otro se fue a abrir la puerta, dejó a un lado el móvil y esperó a que los dos entraran.
Había ventajas y evidentes desventajas para _____ por el hecho de salir con el mejor amigo de su hermano. Las más importantes eran: había confianza a nivel fraternal entre Asashi y Daichi, y por ello tanto sus padres como el castaño le tenían mucha confianza; por otra parte, al ser un año menor que el capitán del equipo de vóley, en muchas ocasiones era sobre protegida, eso, aunque todo el mundo ahí conociese que el novio no sería capaz de lastimarla ni por un error.
Algunos segundos después los dos entraron en la sala, al parecer conversaban algo sobre el equipo que a Asahi no le había quedado muy claro, pero _____ lo ignoró porque no tenía mucho interés en sus asuntos.
—He llegado, _____ —avisó a pesar de que era un hecho.
—Bienvenido —le recibió sonriendo levemente.
—Bien, los dejo para que estudien, y Daichi, sabes que estás en tu casa. —Los padres no estaban presentes, por lo que el mayor fue más cortés que nunca y terminó por marcharse a su habitación para no estorbarles.
—¿Por qué no estudia con nosotros? Tenemos el mismo grado —risueño, habló viendo cómo se perdía en la casa.
—No quiere ser una carga, supongo. —Fue sincera conociendo bien a su hermano, aunque eso sonó bastante cruel al oído del novio—. Vayamos a mi habitación —mandó después.
En primera, se dijo él, sabía que _____ no estaba siendo una mala persona con su propio hermano, solo decía lo que veía, y el jugador estaba acostumbrado a su personalidad reservada, y ciertamente siendo pareja, le gustaba. No era que la joven fuera indiferente, sino más bien silenciosa y observadora, que a diferencia de él destacaba bastante en el estudio, lo único malo, era que tampoco sabía a qué parte señalar cuando se presentara el momento oportuno, y eso le preocupaba cuando tenía tanto talento.
—¿Con qué deberíamos comenzar? —más que preguntar a él, habló para ella misma al abrir la puerta de la habitación.
—Últimamente me está yendo mal en inglés III —mencionó apenado entrando detrás de ella para luego cerrar.
_____ estuvo de acuerdo, porque el fin de esos encuentros era para apoyar al que estaba a punto de graduarse, así que enseguida obtuvo el material que necesitaban.
En la habitación solo había un escritorio junto a la cama, así que como en ocasiones pasadas, Daichi ocupó lugar en la silla y _____ sobre el colchón. Comenzaron de esa manera con el idioma extranjero y sin notarlo transcurrieron horas y horas sin descanso, todo con tal de que el muchacho estuviera preparado.
—No más, por favor... —rogó el capitán desplomándose sobre la madera. La señorita Azumane era algo estricta, pero rio suave al verle exagerar.
—Solo diez minutos —advirtió gentil y estirando el cuerpo hacia atrás.
—Es suficiente —agregó el mayor sin levantar la cabeza.
Poco después, la joven fue directo a la cocina para obtener algo de beber, no tardó mucho y pronto estuvo de regreso y extendiéndole un vaso de vidrio al muchacho.
—Gracias. —Necesitaba el líquido o moriría.
Se mantuvieron en silencio, fue hasta que el muchacho sonrió en su dirección al verla distraída con lo próximo en que le apoyaría. Todavía no terminaban los diez minutos, se dijo, así que con una mano en los papeles hizo que le pusiera atención al bajarlos lejos de su mirada.
—Dame un poco de atención, _____, ¿no crees que la merezco? —se burló con aires risueños.
—Mejor pon la tuya en el estudio —sugirió, alargando las comisuras por dos segundos, luego volvió su semblante serio.
Daichi renegó con un sonido cansado, y enseguida _____ soltó una carcajada.
—¿De qué te ríes? —cuestionó fingiendo molestia.
—Nada, nada —negó ella, volviendo a subir las hojas.
Habría que mencionar, juntos formaban una pareja seria. Daichi y _____ responsables, tal vez el uno para el otro, sin embargo, a solas podían rebasar el límite y ser ellos mismos sin tener que dar explicación alguna.
De un momento a otro, el capitán saltó encima de la joven, obligándole a soltar los papeles que volaron hacia todo lugar y terminaron en el piso de la habitación. Las grandes manos fueron directo a sus costillas y comenzó a hacerle cosquillas. La taciturna chica no tardó en resistirse entre risas y risas.
—¡Dime! —ordenó el muchacho, aunque a el no le estaban torturando, se contagió de la risa.
—¡Está bien, está bien! ¡Te daré atención! —se rindió ante tal acción.
Sin saber, quedaron sobre la cama, ella recostada y el joven con las rodillas apoyadas en el colchón. Entendían bien lo que seguía a continuación, por lo que sin decirlo o pedirlo, pronto estuvieron besándose con cariño. Para _____ era lindo saber que podía dejarse llevar, porque Daichi le cuidaría, y para él, cuidarla era una de sus responsabilidades, una muy importante por sobre las demás.
Siguieron así, los diez minutos pasaron en sus relojes, al mismo tiempo que las caricias subieron de nivel. Las manos de ella le sostenían en un abrazo por el cuello y las de él tomaban con seguridad sus caderas. Un momento le tomó al mayor acomodarse y colocar sus labios sobre la suave piel de su cuello, dejo un rastro de besos, una pequeña marca rojiza y volvió sobre su boca...
—¿¡Qué demonios le estás haciendo a mi hermana!?
Ahí tenían que detenerse, porque Asahi entró a la habitación en el momento menos esperado. Llevaba su material para unirse al estudio, pero después de ello, no creían que fuera lo mejor; no cuando _____ y Daichi no pudieron ni moverse del susto.
Se acabó el estudio, pero aseguraban, pronto tendrían hacia donde señalar.
Hola, oniiixaaan me muero de vergüenza, porque además de tardarme mil años, te cambié la historia. PERDÓN! En fin, de verdad me confundí mucho, pensé que era así como lo hice, no sé en que otra parte vi y pensé que era al revés la trama. Cuando me fijé ya era tarde.
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