Kozume Kenma | 2.
El pasatiempo del ocioso.
El verano tocaba las puertas de cada vecindario y tú lo odiabas. ¿Qué tenía de bueno el estúpido clima? Sudabas, te cansabas con una facilidad increíble, el aire acondicionado de tu hogar estaba estropeado, las paletas de hielo no servían de nada, la humedad del suelo te volvía loca... Y, ¿ya mencionamos "sudar"?
Sin embargo, a pesar de que lo único que deseabas era quedarte en tu habitación sobre el suelo que en cierto sentido estaba fresco, y que nadie se atreviera a molestar, parecía que tenías una mala racha desde la noche anterior cuando escuchaste algo crujir por toda casa, ya que tus padres de pronto tiraron la puerta y te llamaron energéticos. Ellos siempre eran así, y no entendías como podías llegar a ser una introvertida social cuando tus hermanos se la vivían fuera de la casa con sus amigos, ¡incluso tu hermana menor tenía un novio!
— ¡_____, cariño! — tu madre, emocionada se acercó, y al verte boca abajo en el suelo y sin ánimos de contestar, metió uno de sus pies por la parte de estómago y pateó, logrando así girar tu cuerpo.
— ¡Haz una pequeña maleta, nos vamos al balneario! — ese fue tu padre.
— No quiero — respondiste negativa, pero eso no era suficiente para apagar la llama de tus familiares.
— ¡Vamos! — siguieron, está vez, los dos comenzaron a darte empujoncitos con sus pies levemente haciéndote parecer un cadáver — Tendrás que acompañarnos. Arreglaran el aire acondicionado mientras, así que cuando vuelvas puedes dormir todo lo que desees.
De nada serviría seguir negándose, ellos eran expertos en insistir y a ti se te acababa la paciencia rápidamente, así que accediste sin salida, después de todo, al llegar, podrías dormir cuánto te pegara la gana.
Hiciste una pequeña maleta, no muy grande ya que no necesitabas casi nada, solo procuraste meter dentro de su estuche tu consola portátil de videojuegos. Sabías que la ibas a necesitar tarde o temprano.
Durante el camino por un tramo de carretera libre, tus seis hermanos, tres menores y tres mayores que tú, cantaban canciones de viaje muy animados en compañía de tus padres, también estuvieron jugando un buen rato el "¿Qué estoy mirando?" Pero en ningún momento te les úniste porque no era de tu agrado. Amabas a tu familia, cabía destacar, pero no sentías que formabas parte de ella en algunos sentidos.
Al llegar, tras todo el protocolo de entrada, te encontraste con un lugar en exceso grande, la mayor parte de este eran caminos de cemento con sus respectivos lugares para visitar, venían siendo de comida, de salvavidas e incluso de recuerditos. No parecía un mal lugar, debías aceptar, el problema era toda la gente que iba de aquí para allá en sus asuntos. Hubo más de uno que se chocó contigo por quedarte parada.
Fueron a cambiarse lo más pronto posible, tu familia quería disfrutar del día que tenían por delante, así que preferiste no arruinar la salida y te colocaste un short a media pierna y una simple camisa larga, también te calzaste unas cómodas sandalias, y así, acompañaste a tu familia hasta el área de albercas.
Cómo era de esperarse, no te metiste al agua, sino que en vez de hacer lo que todos hacían, te acomódaste en el suelo de un lugar con sombra, sacaste de tu mochila la consola portátil, la encendiste y olvidaste dónde estabas sumergiéndote en el juego nuevo que habías adquirido, pero claro, ya te lo habías completado en unas cuantas horas sin descanso.
— ¿Ese es el juego más reciente de la consola? — escuchaste que una voz taciturna te preguntaba aquello, así que levantaste la mirada.
Frente a tí, había un chico delgado y bajito que llevaba teñido el cabello en rubio. No pudiste evitar notar que sus ojos se asemejaban a los de un felino.
— Si — simplemente contestaste. No sabías exactamente como iniciar una conversación con un desconocido.
— ¿Puedo sentarme? — preguntó está vez. El joven no parecía tímido, pero si de esos silenciosos que solo se interesaban en sus asuntos, que era justamente lo que le había llevado hasta a tu lugar.
— Claro — vacilando, al fin contestaste. No eras la dueña del lugar, así que no habría por que negarselo.
De esa manera, lo dos se quedaron sin habla, el ruido de todos divertiendose en la piscina era lo único que llegaba a tus oídos mientras continuabas tu partida y el muchacho veía fijamente la pantalla. Hasta que no lo pudiste soportar más.
— ¿Quieres jugar? — más que una pregunta, con tu acción fue una orden, ya que le entregaste el aparato en las manos sin esperar. Su semblante cambio a uno sorprendido, pero tampoco era como si se notase mucho.
— Gracias — finalmente agradeció.
Querías quitarle la atención al lindo joven, así que intentaste ponerla en la demás gente mientras él jugaba, pero al final, tal como él había hecho, pegaste la mirada a lo que hacía dentro del juego.
— No te recomendaría hacer eso, le traerá mala suerte al personaje — se te escapó por pura inercia el comentario.
— Si — contestó, e inesperadamente te hizo caso — ¿Cómo lo sabes? Es realmente nuevo — curioso, sin despegar sus orbes de la pantalla, cuestionó.
— Es porque ya le dí la vuelta — confesaste orgullosa de ti misma. Un aura brillante incluso te rodeó.
— Increíble — fue lo que dijo.
Después de aquello, comenzó a preguntarte algunas cosas sobre el videojuego y tú le respondías con naturalidad. De un momento a otro, comenzaron a hablar de otros y de otros, compartiendo así un sin fin de datos y recomendaciones que podrían servirles, como también, llegaron a tener en común juegos favoritos. No obstante, el joven jamás dejó de lado su tranquila presencia y eso te relajaba.
En definitiva, él te cayó muy bien.
— Y, ¿qué hacías por aquí? — te atreviste a preguntar.
— El aire acondicionado de mi casa se estropeó, así que mis padres quisieron venir. No quiero meterte a la alberca con toda esa gente — te contó.
— Me sucedió exactamente lo mismo — hiciste saber un poco inquieta por la coincidencia.
— Sin embargo, yo no pensé igual que tú, y terminé olvidando mi mochila con mi celular y consola dentro de ella — al decir, adoptó un comportamiento decepcionado.
— Y dime, ¿qué te está pareciendo el juego? — preguntaste para desviar su atención de su mismo error.
— Es bueno, realmente me gustaría pasarlo, pero... tengo que ahorrar dinero para viajar hasta el distrito de Miyagi a un partido de volley.
Te rascaste la cabeza sin saber que hacer, pues nuevamente parecía decepcionado al decir aquello.
— Te lo presto entonces — encontraste la manera de quitarle ese semblante con aquellas palabras.
— ¿Está bien? — inquirió, y por fin despegó la mirada de la pantalla para ponertela encima. No te habías equivocado, sus ojos realmente eran como los de un gato.
— ¡Claro, claro! — sonaste como tus padres — Así tendrás que hacer de camino hasta Miyagi.
— ¿Cómo te llamas? — de repente preguntó. Casi interrumpio tus palabras.
— _____ _____, ¿y tú? — al igual que él, quisiste saber, así que no perdiste la oportunidad.
— Kenma. Kozume Kenma, mucho gusto, _____.
¡Allí va el segundo!
Este es para lamascapa_ , aunque realmente no sé si fue un pedido, pero aquí está de todas formas. Espero que te guste. (ꏿ﹏ꏿ;)
PD: me equivoqué de user, que vergüenza.
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