Kageyama Tobio (A.U) | 6.

No hay peor ciego que el que no quiere ver.

—¡Kageyama desea salir contigo!

—¡Hinata-boke!

Después de escuchar aquello, observaste la cabellera naranja huir a paso rápido mientras una cabellera azabache le seguía.
Le iba alcanzar... le alcanzó... y el pobre muchacho de baja estatura fue maltratado al final del pasillo a tu vista y mejillas sonrojadas.

¿Qué estaba sucediendo? Te preguntaste dando la vuelta para abandonar aquel corredor con algunos estudiantes. No creíste que las palabras de Hinata Shouyo fueran ciertas; aquellos dos muchachos que iban en un curso diferente al tuyo se les conocía por siempre andar bobeando de un lado a otro. Así que concluiste, era una broma más a la lista, ¿no?

Aquella fue la primera vez que escuchaste algo como eso, sin embargo, días después:

—¡_____-san! ¡Kageyama desea que le des una oportunidad!

Volvió a repetirse, tanto la escena como aquel:

—¡Hinata-boke!

No era algo que simplemente pudieras ignorar con facilidad aunque sus palabras se tratasen de un juego del chaparrito. Tenías que estar alerta.

Hacía un año que pertenecías al consejo estudiantil de la preparatoria Karasuno High, que era el mismo tiempo que llevabas de conocerlos a los dos porque el anaranjadito era el comisionado de deportes, el alto el presidente y tú su secretaria. Hacía un año que convivían abiertamente, y hasta ese día, sentías tu corazón volar por una simples letras.

Tu no estabas enamorada de Kageyama Tobio... o eso querías hacerte creer.

Kageyama Tobio no estaba enamorado de ti... o eso él quería hacerse creer.

Mientras menos sentimientos menos trabajo y viceversa. Que flojera preocuparse por algo que no tenía sentido; él era un muchacho ocupado con sus notas y tú con las tuyas; a pesar de aquello, Hinata volvió a "molestarte" y Tobio jamás te dió la cara por más que le delataran.

—El presupuesto para el taller de lectura está aprobado, por favor, encárgate de ello — te pedía serio aquel día, en el aula que pertencia a su organización, pero era una fachada, porque después de aquellas vergüenzas que le hizo pasar su amigo, ya ni sabía cómo verte a la cara sin sonrojarse.

—Si — aceptaste tu tarea y te acomódaste en la misma mesa central a revisar los documentos.

Hinata se encontraba sentado frente a ti. Eran las únicas personas en dicho lugar.

—No hay peor ciego que el que no quiere ver... — susurró el menor en estatura, tal vez solo para él por el tono de voz que había empleado, no obstante, fue algo que todos pudieron escuchar.

Repetiste las palabras en tu cabeza e infortunadamente comprendiste a que se refería. De esta manera, nerviosa como un culpable de asesinato, le diste la mirada al chico azabache por un lado de tí.

Solo unos segundos bastaron, para que cayeras en cuenta de que tu afirmación anterior podía irse a la basura, ya que realmente con todo aquello, la venda cayó a tus pies y pudiste por fin obtener una respuesta a las mariposas que sentías cada vez que te encontrabas con aquel muchacho.

Estabas enamorada de Kageyama Tobio.

Pero, ¿y él? ¿Él sentía algo por tí?

—_____-san — el anaranjadito interrumpío su soliloquio de repente —Kageyama quiere invitarle a salir desde hace mucho tiempo, pero no encuentra la manera ni el tiempo correcto para hacerlo.

Tras sus palabras, el aula quedó en silencio. El muchacho en cuestión no insultó nada ni a nadie, solo abrió bien los ojos para ver al que había abierto la boca. En realidad, nunca creyó que Hinata sería capaz de soltar algo como aquello en un momento en dónde a lo lejos se veía, no podía escapar.

—He hecho mi trabajo, ustedes pónganse de acuerdo. Nos vemos — se despidió, y se fue sonriendo tal ganador.

La tensión se hizo presente, la distancia se hacía abrumadora que necesitabas más como él también.

—Hinata-boke... — siseó avergonzado, por fin soltando palabra.

Dejaste la pluma azul con la que antes escribías sobre la mesa y levantaste la mirada.

—Si lo prefiere, terminaré el informe del presupuesto mañana sin falta — sugeriste, no queriendo incomodar aún más a tu presidente estudiantil.

Comenzaste a recoger tus cosas como si te fallaran más manos, pues las hojas se resbalaban como si tuvieran mantequilla y la misma pluma de antes caía al suelo.

—No, quédate — te pidió después, cuando habías creído aquella sería la solución.

Te habías apresurado, pues el joven había encontrado por fin la manera y el tiempo correcto. Aún así, tu necesitabas marcharte.

—_____-san — te llamó por tu nombre, con un timbre tan amable que nunca habías escuchado. No le viste, solo seguiste escuchando —Yo estoy... Usted me gusta mucho... Por favor, salga conmigo en una cita este sábado, sin compromiso, le prometo que se divertirá — aseguró al final.

Volviste a sentarte. Recapasitaste y por último suspiraste nerviosa. Nunca pensaste que Kageyama pudiera declararse con un semblante serio y seguro, pero por supuesto, sobre esto último estabas muy equivocada, y es que aún no le habías puesto la mirada encima.

Con las manos apretando los documentos del consejo y la cabeza gacha con los ojos cerrados por la fuerza. Fue así como le encontraste. Había dudado y se había obligado no en mala forma, de por fin confesarte lo que sentía con esas pocas palabras, aunque no era como si necesitarás más.

Le conocías, bastante para estar segura. Era un muchacho serio, disciplinado y sobre todo orgulloso, parte que perdió al caer en las provocaciones del anaranjadito cuando les dejó solos, pero tampoco era como si se arrepintiera, sino que se sentía con menos peso sobre los hombros.

—¿A qué hora nos vemos el sábado? Kageyama-san — aceptaste.


¡Hey! Por fin lo tengo. Gracias por tu pedido hashiramaftme
Está hecho con amors, aunque con un poco de inseguridad por el contenido. ¡Espero que te guste!

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