Xingqiu | 10

| CONDICIÓN PARA UNA FAN |

Cada que releía los párrafos de aquella novela, _______ podía apreciar cada acción como si estuviese sucediendo, todo gracias a su increíble imaginación, y claro, las ilustraciones bien hechas que contenía el libro anónimo.

     —El maestro Zhenyu es increíble, ¿has leído su novela? Aún no es un autor conocido, pero tiene que serlo, sinceramente no entiendo porqué no lo es ya —hablaba la joven, aturdiendo a su compañera de comidas.

     Laboraba para un pabellón conocido como secretaria personal del patrón, por lo que, además de sus comidas diarias, tiempo era lo que le faltaba a la dama encargada de tanto papeleo. Aún así, sus ratos libres los aprovechaba; se acomodaba bien los lentes, escogía a su víctima, y entonces comenzaba la magia.

     —Según lo que he escuchado, no muchos pudieron apreciar la historia del desconocido —respondió Ganyu, intentando ser suave ante la emoción de la otra.

     —Ah, pues es una lastima, si es que estaban esperando convertirse en el club de fans de alguien apuesto y que escribiera con los pies, está no es su oportunidad —renegó la secretaria, moviendo los palillos de un lado a otro.

     Se lo perdían, por supuesto, incluso ella misma que adoró la novela del valiente caballero cuando la encontró arrumbada en la Casa del Libros Wanwen, porque para su mala fortuna, el nombre del autor era un seudónimo, y a menos que este quisiese mostrar su rostro, siempre permanecería en el anonimato.

     —Incluso al maestro Zhongli le gustó la historia, y él tiene muy buenos gustos, ya sabes, así que es un desperdicio. —Siguió quejándose, aunque en realidad, hablando y comiendo por su limitado tiempo.

     —Tal vez necesite un buen plan de propaganda, no todo está perdido —sugirió la chica de los cuernos.

     _______ bajó los hombros cuando escuchó la propuesta, de nuevo siendo consciente de sus limitaciones en esa cuidad al ser extranjera. Debía cuidar su trabajo, no tenía tiempo para ayudar a "Zhenyu" aunque lo deseara.

     —Buenas tardes, que gusto verlas por aquí, apreciadas damas...

     Saludó el que llegaba a la mesa, justo detrás de la que se quejaba antes, y ella, al reconocer aquella voz, revoloteó los ojos y siguió comiendo sin saludar.

     —Buenas tardes, joven Xingqiu —devolvió la de cabellos claros, notando enseguida el ambiente tenso, pues conocía a su compañera.

     El chico de los cabellos azules y ropa elegante era bien conocido en toda Liyue, todo por su fama de joven amo del Gremio de Comerciantes Feiyun. Él era un chico rico, apuesto, y además, la pesadilla de _______.

     —Bastante tengo con verte en la biblioteca cada que tengo el tiempo —masculló ella, maleducada por hablar masticando al mismo tiempo.

     —¿Puedo? —inquirió con gracia a la otra secretaria, que asintió enseguida, entonces observó a _______—. También estoy contento de verte, vine porque pensé que querías leer el volumen extraviado de la novela que leias el otro día.

     La joven le miró, sonriendo con resignación por lo dicho. Xinqiu siempre le presumía de sus alcances como señorito, pero ella jamás aceptaba humillarse, aún si ello significaba no saber el final de una historia.

     —No, gracias, traté de conseguirla, pero cuando quise negociar, alguien más se la había llevado —soltó, con coraje por el mismo hecho.

     Su relación nunca fue tan mala, o tal vez sería acertado decir, que _______ no solía rechazarle sin disimulo, pues fue su familia quien le consiguió las oportunidades que tenía por ese momento, y agradecía por ello, sin embargo, no al chico.
     Xingqiu tenía una vida tan fácil, o al menos eso creía la secretaria; se la vivía leyendo en cualquier situación y negaba su derecho de heredar el título de patrón, mientras que ella, había nacido en la pobreza de Sumeru y emigró buscando nuevas oportunidades, y entonces el de los orbes dorados desperdiciaba tales oportunidades.

     —El que llega primero, se lleva la ventaja —presumió el joven, aunque después, colocó un semblante serio—. Y, además vine a decirte que papá quiere verte esta tarde.

     —Ah, tengo que volver al trabajo, fue una buena comida. Nos vemos luego —Ganyu, quien solo escuchaba, tuvo que marcharse nada más dijo, pues no mentía, no obstante, también había huido por otro motivo.

     _______ dejó de lado su plato cuando escuchó aquello, luego suspiró.

     —Bien, iré cuando me desocupe —atendió la petición luego de un rato en silencio.

     El de las ropas elegantes observó hacia otra parte, aunque no se levantó del asiento que ocupaba, todo lo contrario, obtuvo de su bolsillo un libro delgado y comenzó a leerlo.

     El silencio era bueno entre los dos, porque así ella no le rechazaba y él no presumía.

     —¿Has escuchado hablar de Zhenyu? Él tiene una novela que me cautivó. La leí hace unas semanas, pero es imposible olvidarla, tanto qué, podría ser justo ahora mi favorita —comenzó a contarle, baja en voz como en ánimos.

     La _______ renegada se había marchando, y el chico sabía el motivo exacto, pero cuando mencionó aquel seudónimo, su frente comenzó a sudar frío.

     —No, si es un desconocido podría haber leído su historia, mas no tengo idea de ello —negó, tratando de quedarse en lo suyo.

     —Que raro, un ratón de biblioteca come hasta la última letra de la novela más alta en el librero —se burló, mirándole de reojo.

     —_______, no tienes que casarte con él. —Deliveradamente, el joven cambió el tema.

     Bien, los favores que el padre de Xingqiu no eran gratis. La secretaria debía casarse con el hermano mayor, es decir, el heredero legítimo del gremio de comerciantes una vez este tomara el cargo, pero _______ era tan joven, de la edad del presente en ese momento, y no deseaba comprometerse en ese momento.

     —¿Y no hacer valer mi palabra con ello? Bastante tengo con lo ocupada que estoy —renegó de nuevo, mas, conociendo al joven, le miró fijamente una vez entendió el motivo de aquella oferta—. Es extraño, joven amo, ¿por qué suda tanto? ¿Hay algo que quiera decirme?

      Oh, por supuesto que debía decirle que él era Zhenyu para que dejara de buscarle como una fan desquiciada, porque el hecho de que su novela no fuese popular le había dado justo en el orgullo. Ni siquiera su colaboración con el Jefe en Alquimista de Favonius, Albedo, pudo hacer que su historia viera la luz con la cabeza alto, por lo que le avergonzaba el hecho.

     —Puedes casarte conmigo entonces, así tu palabra no quedará condicionada —ofreció, tratando de desviar el tema lo más lejos posible, pero ni siquiera ello tuvo oportunidad.

     Al instante en que lo comprendió, la extrajera se golpeó la frente con la mesa. Había estado alucinando tanto con la novela que no vio las señales.

     Xingqiu era el autor de su novela favorita hasta el momento.

     —No puede ser, estuve buscando a la persona equivocada todo este tiempo, y sí, quiero casarme contigo.

     Al final, no resultó ser tan malo como pensaba.

Niño bonito (◕ᴗ◕✿)

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